LA RUEDA Y LA SERPIENTE
Aby Warburg codificó en el Atlas Mnemosyne la cumbre de la expresión del sufrimiento en la figura de Laocoonte luchando con dos serpientes marinas, castigado por los dioses a padecer dolor y muerte junto a sus hijos.
En época Minoica la diosa de las serpientes une cielos y tierra como poderosa gran madre, generadora de vida y renovación que habla de fertilidad, pero también de agonía.
El uróboro aparece en el antiguo Egipto, en Grecia o en los mitos nórdicos como una serpiente circular que se muerde la cola; representa la destrucción y el caos y el eterno ciclo regenerador de vida.
El curso de los ríos Putumayo y Amazonas se asemejan a una serpiente que repta a través de una tierra desolada.
Todos los símbolos asociados a la serpiente vertebran Patrones de una piel destruida y la posibilidad de que el mirante los interprete y se haga preguntas. Y así reflexionamos qué elementos de la herencia antigua interesan a Enrique Pezo en su acercamiento a la historia de las comunidades esclavizadas de la Amazonía por la industria de la extracción del caucho. Qué imágenes proceden de los mitos ancestrales, cuáles provienen de la historiografía o desde las emociones que le llevan a dar voz a los leones frente a los que glorifican a los cazadores y a volver a narrar los sucesos coloniales de un territorio concreto desde otro eje.
Patrones de una piel destruida se configura como un Atlas Mnemosyne cuyas imágenes se unen con la sinuosa, sutil, multiforme, terrible e inasible fuerza telúrica de la serpiente.
En El ritual de la serpiente, Warburg hermana Atenas y Oraibi en el desierto de Arizona a través del lomo de una serpiente que ensarta las creencias animistas, el rayo de Zeus y las líneas del tendido eléctrico como símbolo del progreso y el desarrollo, al tiempo que destrucción y explotación de los pueblos originarios.
Con igual modo simbólico, Enrique Pezo (Iquitos, Perú, 1994 – vive en Madrid) enlaza los árboles que lloran, caucho de la selva verde, con la selva negra del asfalto amasada con el dolor de una piel arrasada, una tierra devastada. Las lágrimas del árbol, el río, la rueda, la carretera y la motocicleta en el río son un uróboro que enlaza la antigua Grecia, los pueblos originarios y Gran Bretaña en un círculo trágico de creación y muerte.
El poder de sanación de la membrana que cubre el paisaje de silencio y olvido arranca al contar la historia con la potencia de las metáforas visuales que encierra el cuerpo de la serpiente.
Hay cosas que yo no me explico de la vida. Todo eso que tiene que ver con la Naturaleza para mí está muy oscuro, y lo de los dioses más. Ellos son los llamados a originar todos esos fenómenos que uno ve, que yo vide y que es positivo que han existido. Los dioses son caprichosos e inconformes. Por eso aquí han pasado tantas cosas raras. Yo me acuerdo que antes, en la esclavitud, yo me pasaba la vida mirando para arriba, porque el cielo siempre me ha gustado mucho por lo pintado que es.
Miguel Barnet, Biografía de un cimarrón, 1966
Patrones de una piel destruida, de Enrique Pezo, se presenta del 6 de octubre al 2 de diciembre de 2023 en Flach Galería, Villavicencio 301, departamento A, Santiago de Chile.
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