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50 AÑOS. EL ÁNGEL DE LA HISTORIA

A cincuenta años del golpe de Estado en Uruguay, el Centro de Exposiciones SUBTE en Montevideo presenta 50 años, una exposición que, desde una mirada regional y crítica, reúne obras y experiencias relacionadas con el pasado, el presente y el futuro de la democracia. Estos trabajos, algunos de los años 70 y 80 y otros comisionados para la muestra hablan de la democracia y sus fragilidades en tiempos de dictadura, así como del contexto actual.


Por Ionit Behar, Jorge Francisco Soto y Martín Craciun | Curadores

50 años es un proyecto curatorial que reflexiona sobre el quiebre de la institucionalidad democrática en nuestro país y en la región. Pensando en el pasado, presente y futuro de nuestra sociedad, la exposición se propone examinar, desde el arte contemporáneo, la mecánica del poder, de la violencia y de los autoritarismos que llevaron a la caída de los regímenes democráticos en el Cono Sur de nuestro continente. No se agota en una visión tradicional de lo que comúnmente se ha entendido como arte político o comprometido, sino que busca establecer nuevos diálogos intergeneracionales entre artistas, obras y público. Desde una perspectiva crítica e inclusiva, la exposición genera varias preguntas a cincuenta años del golpe de Estado en Uruguay.

50 años presenta obras de arte de los años sesenta y setenta junto a piezas producidas a partir de los noventa, en diálogo con trabajos y performances nuevos comisionados especialmente para la exposición, creando una suerte de arco temporal para pensar el arte y la cultura de nuestro tiempo político. Artistas de diferentes generaciones de Uruguay, Argentina, Brasil, Chile y Paraguay que trabajan con distintos soportes, poéticas y lenguajes, unidos en su compromiso con los derechos humanos, la democracia y la libertad, comparten las salas de exposición del SUBTE.

50 años llega en un momento de incertidumbre e inestabilidad. El título de la muestra invoca el devenir del tiempo y su capacidad de destruir y renovar, como el Ángelus novus pintado por Paul Klee en 1920 (y que Walter Benjamin analiza para su teoría del Ángel de la historia), una visión de transformación histórica como un ciclo incesante, la mirada hacia atrás y la marcha hacia adelante de la historia y su impacto en las experiencias o contextos particulares.[1]

Seba Calfuqueo (Chile, 1991), Welu kumplipe, 2018. Video performance, 3 min. Foto: Rafael Lejtrger. Cortesía de la artista y SUBTE
Cecilia Vicuña (Chile, 1948), Unir todo el pueblo contra la dictadura, 1975. Tinta sobre papel, 41 × 34,5 cm. Cortesía de walden naturae. Foto: Rafael Lejtrger

Si bien vivimos en una época diferente al junio de 1973 en Uruguay, hoy somos testigos del retorno de los nacionalismos, de la intolerancia, de la violencia sistémica, del fascismo y de los intentos de golpes de Estado. Estamos marcados por una época de desinformación desenfrenada y de posverdades. Hay preguntas persistentes del pasado que se plantean en el presente cuya resolución sigue siendo esquiva. Es así como en la exposición confluyen obras de arte que de un modo poético-político hablan de la libertad, de la democracia y de sus fragilidades en tiempos de dictadura, pero también nos interrogan frente al mundo de hoy. Estas obras, creadas para otros momentos históricos, proyectan su potencia y se presentan vigentes, actuales y movilizadoras.

50 años recuerda y replantea la lógica operativa detrás de los regímenes antidemocráticos, autoritarios y dictatoriales, utilizando el momento simbólico del golpe de Estado de Uruguay en 1973, pero también alerta sobre los desafíos de la contemporaneidad. Lejos de un enfoque nostálgico o documental, la exposición pretende incorporar nuevas voces y puntos de vista propendiendo a una reflexión desde las artes que nos permita mirar críticamente hacia adelante con foco en las condiciones recientes y el momento político contemporáneo.

Nelbia Romero (Uruguay, 1938-2015), Más allá de las palabras, 1992-1994/2023. Reconstrucción basada en archivos fotográficos; textos escritos en la pared, fotografías, ladrillos, pupitres escolares, escritorio, silla, tierra y semillas. Medidas variables. Foto: Rafael Lejtrger. Cortesía: SUBTE
Ce Vignolo (Uruguay, 1971), ser = estar 20 años después de ser = estar, 2003/2023. Barro, performance. Medidas variables. Foto: Rafael Lejtrger. Cortesía: SUBTE

A la luz de los actuales estudios historiográficos, podemos entender cómo a partir de los años sesenta, en el marco de la doctrina de la seguridad nacional (DSN),[2] se diseñó un plan para hacer caer como un castillo de naipes a los gobiernos democráticos del Cono Sur. El plan no se limitó solo a la mecánica de la lucha por la hegemonía regional en el marco de la Guerra Fría o a las amenazas de insurrecciones post-Revolución Cubana, sino que fue mucho más allá: fue un plan político, económico, social y cultural impuesto por la fuerza con la participación de las viejas élites de derecha y ejecutado implacablemente por fuerzas policiales y militares latinoamericanas educadas por Estados Unidos en la Escuela de las Américas.[3]

Los golpes de Estado y el autoritarismo se extendieron por toda América del Sur, empezando por Brasil en 1964, aunque la dictadura más antigua y duradera fue la de Paraguay que comenzó en 1954. A partir de la experiencia brasileña se produjo un efecto de bola de nieve y, a mediados de los setenta, la mayor parte del continente se encontraba bajo regímenes dictatoriales. Hubo golpes de Estado en Uruguay y Chile en junio y setiembre de 1973, respectivamente; en Argentina en 1966 y 1976; en Perú en 1968 y 1975, y en Bolivia en 1971 y 1980.

Las dictaduras reprimieron despiadada y metódicamente todas las formas de oposición, persiguiendo no sólo a integrantes de grupos de izquierda, sino también a militantes y figuras políticas, intelectuales, docentes, artistas, estudiantes, trabajadores y dirigentes sindicales. Estos regímenes cometieron violaciones atroces de los derechos humanos, como enjuiciamientos extrajudiciales, encarcelamientos ilegales, ejecuciones, desapariciones forzadas, torturas y tratos inhumanos, robos de bebés y violencia sexual.

En 1973, Jorge Caraballo comienza a realizar sus primeros poemas visuales y obras donde la imagen fotográfica tendrá gran importancia, especialmente en relación con el momento del golpe de Estado en Uruguay y el quiebre institucional que representó.

Jorge Caraballo (Uruguay, 1941-2014), Proyecto para anular del nomenclador urbano de la ciudad de Montevideo 10 nombres…. Por falsear una realidad, 1973. Impresión fotográfica sobre papel (copia de exhibición), 37 × 25 cm. Cortesía de walden naturae | ® Estate Jorge Caraballo

En Proyecto para anular del nomenclador urbano de la ciudad de Montevideo 10 nombres… Por falsear una realidad, Caraballo utilizó imágenes fotográficas de señales de tránsito o carteles que denominan calles o avenidas de Montevideo. Una secuencia de diez imágenes de carteles con nombres de calles -Justicia, La Paz, Democracia, Constitución- con significados universales, pero que en este caso también designan calles montevideanas. Para Caraballo, en el contexto social y político uruguayo en el que vivía, esas palabras habían perdido su significado real y proponía un cambio de nomenclatura «por falsear una realidad».


A mediados de los setenta, las políticas de represión interna adquirieron una dimensión adicional y siniestra con la expansión e intensificación de la colaboración regional a partir de la implementación del Plan Cóndor,[4] el cual permitió que la represión política trascendiera las fronteras geográficas nacionales y continentales.

Toda acción genera una reacción de igual intensidad, pero en sentido opuesto. Es así como surgieron, a pesar de las persecuciones y del terrorismo de Estado, los movimientos de resistencia en todos los países de la región, que lentamente fueron creando las condiciones para la recuperación de la democracia, la libertad de expresión y elección. Podríamos afirmar que el arte y los artistas en general jugaron su papel, en articulación con los movimientos sociales, políticos y sindicales de la época.

Feliciano Centurión (Paraguay, 1962-1996), Acabo de tomar conciencia que vivo proyectado al futuro, 1995. Bordado en frazada, 30 × 37,5 cm. Cortesía de walden naturae. Foto: Rafael Lejtrger.
Clemente Padín (Uruguay, 1938), El/la artista está al servicio de la comunidad, 1975/1981/2023. Performance e impresión del documento de la XVI Bienal de Internacional de São Paulo. Foto: Rafael Lejtrger. Cortesía del artista y SUBTE

El proyecto curatorial fue diseñado superponiendo diversos planos de interés, buscando el diálogo entre las obras participantes, articulando sus discursos, proponiendo diferentes narrativas. Prospectiva, inclusiva y diversa, abarca múltiples voces, puntos de vista e historias que promueven el diálogo e intercambio de ideas. Se enfoca en el diálogo con los públicos e intenta desde las artes aportar a la reflexión sobre el futuro.

Las obras expuestas combinan técnicas y estrategias artísticas diversas. Conviven así en la exposición obras históricas (León Ferrari, Alfredo Jaar, Margarita Paksa, Clemente Padín, Teresa Vila, Cecilia Vicuña, Juan Carlos Romero y Jorge Caraballo) con obras comisionadas especialmente para la exposición (Ce Vignolo, Anaclara Talento, Federico Arnaud y Emilio Bianchic), junto con la obra Más allá de las palabras (1992-1994) de Nelbia Romero, reconstruida luego de una importante investigación.

Las obras articulan diversas temáticas, entre las que podemos reseñar el grupo de piezas que reflejan la violencia institucional, los enfrentamientos, la censura, el dolor y el ataque a las libertades (Ernesto Vila, Alicia Mihai Gazcue, Lenora de Barros, Anaclara Talento, Alejandro Cesarco, Cinthia Marcelle y Tiago Mata Machado, Emilio Bianchic y Federico Arnaud); obras de condiciones más poéticas que reflexionan sobre el paso del tiempo y el futuro (Gabriela Golder, Hilda López, Nicolas Franco, Ce Vignolo, Feliciano Centurión); otras obras que hablan de la comunicación y los mecanismos de poder (Regina Silveira, Amalia Pica, y Rivane Neuenschwander), y la reeducación, el colonialismo, los temas ligados a las minorías culturales y los pueblos originales perseguidos y exterminados y la construcción de la memoria y la historia (Nelbia Romero, Seba Calfuqueo y Luis Camnitzer).

Estas obras dialogan directamente en el diseño museográfico, pero también generan otros canales, algunos más sutiles o invisibles, conexiones que apuntan a otros niveles de percepción, relación e intervención del espectador.

Alfredo Jaar (Chile, 1956), September 11, 1973, 1974. Impresión digital, 37 × 80 cm. Cortesía del artista y Cecilia Brunson Projects, Londres
Nicolás Franco (Chile, 1973), Ayer y hoy, 2013. Libro recortado (1973), políptico, 42 × 32 cm c/u. Cortesía del artista

50 años busca aportar, desde el arte contemporáneo, a una conversación más amplia y necesaria, de una forma, integradora, regional y prospectiva. Como plantea Stefan Gandler en su estudio Para un concepto no lineal de la Historia. Reflexiones a partir de Walter Benjamin, «por eso el ángel de la historia mira hacia atrás. Mira hacia atrás porque el pasado no pasó, todo lo que creíamos haber superado, puede renacer en cualquier momento de formas difíciles de imaginar».[5]

El arma que tendremos en la lucha será el recuerdo. A partir del recuerdo podremos evitar que se repita lo peor del pasado reciente; que cada vez puede ser peor, ya que las fuerzas no solo avanzan hacia adelante con un ímpetu liberador, sino también hacia atrás de forma destructiva y opresora. 50 años expresa su compromiso con la memoria, la verdad, la justicia y el Nunca más.


Ionit Behar (Haifa, 1986)es curadora e historiadora de arte uruguaya que reside en Chicago. Actualmente trabaja como curadora en el DePaul Art Museum, donde ha organizado numerosas exposiciones individuales y grupales de artistas emergentes y establecidos. Es la fundadora y codirectora de BeharXSchachman, una agencia de diseño y curaduría que se ha centrado en proyectos de arte público. Es doctora en Historia del Arte de la Universidad de Illinois en Chicago, magíster en Historia, Teoría y Crítica del Arte de la Escuela del Instituto de Arte y licenciada en Artes Interdisciplinarias de la Universidad de Tel Aviv.

Jorge Francisco Soto (Montevideo, 1960) es artista plástico, director teatral y curador independiente uruguayo residente en Sao Paulo. Ha sido curador de la retrospectiva de Ernesto Aroztegui y de variadas exposiciones colectivas e individuales e integró la Fundación Manuel Espínola Gómez (2003-2010). Sus obras se exponen en Uruguay, Argentina, Brasil, Cuba, Ecuador, México, Perú, Puerto Rico, EE. UU., Alemania, España, Francia, Hungría, Polonia y Hungría.

Martín Craciun (Montevideo, 1980) es asesor del Departamento de Cultura de la Intendencia de Montevideo y curador del centro de exposiciones SUBTE. Como curador independiente ha desarrollado proyectos expositivos en gran parte de los museos y centros culturales de Uruguay, así como proyectos en las Américas, en Europa y en Asia. Ha sido jurado en concursos y premios de arte. Ha representado a Uruguay en numerosas bienales y exposiciones internacionales. Fue profesor en la Universidad Católica del Uruguay entre 2010 y 2020.


50 AÑOS

Alejandro Cesarco (UY); Alfredo Jaar (CL); Alicia Mihai Guasque (UY); Amalia Pica (AR); Anaclara Talento Acosta (UY); Ce Vignolo (UY); Cecilia Vicuña (CL); Cinthia Marcelle (BR) & Tiago Mata Machado (BR); Clemente Padín (UY); Emilio Bianchic (UY); Ernesto Vila (UY); Federico Arnaud (UY); Feliciano Centurión (PY); Gabriela Golder (AR); Hilda López (UY); Jorge Caraballo (UY); Juan Carlos Romero (AR); León Ferrari (AR); Lenora de Barros (BR); Luis Camnitzer (UY); Margarita Paksa (AR); Nelbia Romero (UY); Nicolás Franco (CL); Regina Silveira (BR); Rivane Neuenschwander (BR); Seba Calfuqueo (CL); Teresa Vila (UY)

Centro de Exposiciones SUBTE, Plaza Juan Pedro Fabini s/n esq. Julio Herrera y Obes, Montevideo

Hasta el 16 de septiembre de 2023


[1] Walter Benjamin, Tesis sobre la historia y otros fragmentos «La imagen verdadera del pasado pasa de largo velozmente. (En alemán: huscht). El pasado solo es atrapable como la imagen que refulge, para nunca más volver, en el instante en que se vuelve reconocible. «La verdad no se nos escapará»: esta frase que proviene de Gottfried Keller indica el punto exacto, dentro de la imagen de la historia del historicismo, donde le atina el golpe del materialismo histórico. Porque la imagen verdadera del pasado es una imagen que amenaza con desaparecer con todo presente que no se reconozca aludido en ella. (La buena nueva que el historiador del pasado trae, con pulso acelerado, sale de una boca que tal vez ya en el instante en que se abre, habla al vacío).» Trad. e introducción. Bolívar Echeverría. Ciudad de México: Itaca-UNAM, 2018.

[2] Se conoció como doctrina de seguridad nacional a una doctrina militar no oficial (nunca redactada o declarada como tal) de política exterior de los Estados Unidos durante la Guerra Fría. Era una justificación del autoritarismo o de la toma violenta del poder por parte de las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos, siempre que fuera en pro de mantener el orden interno y de combatir cualquier tipo de insurgencia o de simpatías con la ideología comunista. Le permitía a los EE. UU. brindarle apoyo económico, militar y político a los regímenes de facto que a lo largo y ancho de Latinoamérica surgieron durante la época.

[3] El Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (por sus siglas en inglés para Western Hemisphere Institute for Security Cooperation, WHINSEC), antiguamente conocido como Escuela de las Américas, es una escuela para instrucción militar del Ejército de los EE. UU. en Fort Benning, localidad de Columbus (Georgia). La escuela estuvo situada desde 1946 hasta 1984 en la zona del Canal de Panamá. Fue famosa por enseñar doctrinas de contrainsurgencia a militares latinoamericanos e inculcar una ideología anticomunista. Varios de sus antiguos alumnos participaron en la creación de escuadrones de la muerte, organizaron golpes de estado o estuvieron implicados en diversas violaciones de derechos humanos.

[4] La Operación Cóndor fue una alianza entre dictaduras militares en América del Sur en la década del setenta para luchar contra el comunismo y los opositores a esos gobiernos. Consistió en recabar información sobre opositores y promover acciones violentas en su contra. https://plancondor.org/en

[5]  Stefan Gandler, profesor y orientador del Programa de Maestría y Doctorado en Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. Para un concepto no lineal de la Historia. Reflexiones a partir de Walter Benjamin.

«El ángel de la historia en las tesis de Walter Benjamin mira hacia atrás por tres razones: Primero, porque epistemológicamente es inevitable y necesario mirar hacia atrás, o: el ángel no puede ver adelante y tiene que mirar hacia atrás para poder entender su entorno. Segundo, porque ontológicamente el futuro no existe, ya que el ‘progreso’ no es una tendencia de acercamiento a un futuro mejor, sino de alejamiento del paraíso perdido; y porque el tiempo como algo homogéneo que avanza automáticamente, no existe. Tercero, porque políticamente es necesario mirar hacia atrás, porque no es posible enfrentarse al nacionalsocialismo, si se le entiende como estado de excepción, opuesto a un progreso inevitable. Además mira hacia atrás para salvar a la tradición, de la ocupación por los poderosos, porque las luchas se hacen por los muertos y vencidos de las generaciones anteriores, y no por promesas del futuro.»

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