NINA KUNAN: ELOGIO AL ORNAMENTO

En el año 1933 Tanizaki escribe El elogio a la sombra, un manifiesto en el cual plantea que en Occidente la construcción del sentido de la belleza se consolidó a través de la relación con la luz, con lo brillante y lo blanco y que, en cambio, lo relativo a lo oscuro, lo opaco y lo negro siempre ha estado cargado de connotaciones negativas. Sin embargo, en su ensayo, argumenta que en Japón no existe tal dicotomía, sino que ambas partes son constitutivas de la belleza. A veces para entender algunas hipótesis no alcanza con reflexionar sobre las posibilidades fácticas de la teoría, sino que hay que atravesarlas con el cuerpo. 

En la galería Jamaica de Rosario (Argentina), llevada adelante por el artista Federico Cantini, podemos experimentar esta sensación de belleza y de matices que oscilan entre la oscuridad y la luz, entre lo metafísico y espiritual con lo subterráneo y carnal, apelando a los más bajos instintos.

Clasica-Mente, de Nina Kunan (Buenos Aires, 1990), nos bendice en la entrada de la exhibición con agua realmente cándida expulsada por unos aspersores que mojan a las personas que entran y alivian la saturación del calor y hedor corporal, dejando pequeñas lagunas de agua sucia en el piso que se van oscureciendo con el tránsito de la gente.

En la primera sala está claro el interés de Kunan por la arquitectura, pero en esta ocasión una arquitectura relacionada a la noche, a la fiesta y los prostíbulos. Un pole dance se lleva el protagonismo de la sala, junto a un sillón flotante que permite permanecer de una forma relajada en la muestra, pero que también remite a ciertos dispositivos para mantener relaciones sexuales en clubes nocturnos. Unos moldes de goma espuma acompañan la instalación con una luz tenue que permite conversar, bailar y sentir que uno no está parado en una galería ni en una exhibición de arte, sino en un lugar mucho más secreto y amigable.

En la sala contigua, mucho más pulcra y con una iluminación mucho más fuerte, aparece nuevamente la goma espuma, esta vez formando unas columnas que simulan las clásicas griegas -dóricas, jónicas y corintias-, pero que al tiempo las desbordan, generando una nueva especie de arquitectura, más ligada al art decó y a una estética más cercana a Gumier Maier por sus ribetes y formas, manifestándose como un elogio al ornamento. Estas columnas rodean un charco de agua contenido por un plástico en medio de la sala; el agua es tan clara y transparente que tiene la capacidad de reflejar todo lo que se asoma. En este sentido, podríamos vincular esta obra al mito de narciso -volviendo a la mitología griega-, pero no  hay que perder de vista el lugar donde se sitúa la muestra. 

Rosario fue un lugar clave en la intelectualidad argentina de la década del sesenta, donde los artistas, por sobre todas las cosas, se permitían explorar con libertad y experimentar. La idea de mercado era prácticamente inexistente y no era un factor que generara presión en su producción. En este sentido, este charco-espejo, más que vincularlo al mito griego, también podríamos leerlo en clave local, como un homenaje -queriendo, o sin querer- a dos grandes artistas que fueron un aporte fundamental a la cultura y al arte argentino, como Juan Pablo Renzi con su charco de agua, o Ricardo Carreira con su mancha de sangre.

Kunan, además de dialogar con sus propios intereses, como lo son la arquitectura, los materiales y la fantasía en su dimensión más pura -que es poder crear belleza hasta con agua sucia en un piso que da paso a la tarima de un caño de baile donde los espectadores se transforman en protagonistas-, también dialoga con la historia local.

En la mayor parte de occidente el ensayo de Tanizaki sigue teniendo vigencia porque seguimos pensando de forma categórica y binaria, pero con esta exhibición, quizás, Kunan esté apelando a esta libertad recurrente de la década de los sesenta, y nos esté dando unas pistas para romper ese binarismo, o por lo menos para exorcizar algunas culpas, entendiendo que la belleza también está en pasar de un lado al otro, en transitar los bordes, y después mirarnos al espejo y no sentir ningún tipo de culpa ni remordimiento.

Clásica-Mente de Nina Kunan, con la participación de Juan Ojeda y curaduría de Ulises Mazzuca, se puede visitar hasta fines de marzo en Jamaica ATR galería, Martín Rodríguez 211, Rosario, Argentina.