ADRIANA BUSTOS, CLAUDIA DEL RÍO Y MÓNICA MILLÁN: PAISAJE PEREGRINO
El Museo de Arte Moderno de Buenos Aires presenta la muestra colectiva Paisaje peregrino, que reúne más de 130 obras de las reconocidas artistas argentinas Adriana Bustos (Bahía Blanca, 1965), Claudia del Río (Rosario, 1957) y Mónica Millán (Misiones, 1960). Con curaduría de Carla Barbero, la exposición propone un recorrido por el acervo de obras de las artistas, a la vez que presenta material inédito, realizado específicamente para la exhibición. Estos trabajos, realizados en diferentes materialidades y soportes -textil, video, collage, pintura y escultura-, ponen en tensión imaginarios en torno al paisaje y a la relación entre cuerpo y territorio.
Al ingresar a la sala, el diseño curatorial propone un desplazamiento a partir del centro, que se presenta como un espacio de encuentro y comunión entre obras icónicas de las artistas. Allí, encontramos Imago Mundi XI. Wheel Map (2012) e Imago Mundi V. Goldsilver Map (2014), de Adriana Bustos, Paisaje (2009-2010), de Mónica Millán, y Niños Maíces (2016), de Claudia del Río. Esta selección sugiere una primera aproximación a temáticas que reverberan en el resto de las obras, relacionadas con el medio ambiente, la representación simbólica y la colonialidad.
A su vez, la vista panorámica sobre el espacio abierto genera movimiento y dialoga con el título de la exhibición ya que, dentro de este paisaje, los elementos fluctúan y se resignifican a medida que nos desplazamos por la sala. Hacia los lados, la muestra se construye sobre tres ejes transversales, en los que la representación de la naturaleza evade un carácter descriptivo e interacciona con contextos individuales y colectivos.
El primer eje ofrece relecturas del paisaje natural y de la construcción de lo local que cuestionan, desde diferentes perspectivas, la relación del ser humano con el entorno. En el video Paisaje del alma (2011), trabajado junto a la autora alemana Sabine Küchler, Bustos se rodea de una puesta artificial que representa la selva tropical salteña y el sentimiento de expulsión que experimentó al recorrerla. De esta manera, la artista quiebra concepciones antropocéntricas respecto a la naturaleza.
Por otro lado, Millán presenta piezas textiles y jardines bordados en los que la naturaleza recupera un carácter ancestral y se presenta como una extensión del propio ser. Con énfasis en el valor simbólico de los pájaros, la artista presenta una pieza textil inédita en la que se apropia de la frase de la pintora inglesa Marianne North, “soy un pájaro muy salvaje y me gusta la libertad”. A su vez, el uso de retazos en tonalidades verdes dialoga con las luchas feministas, convirtiendo un sentimiento individual en una búsqueda colectiva.
Por su parte, del Río construye lo local a partir de la experiencia física y de la memoria personal. En sus obras, retoma la figura del río Paraná desde lo material, al pintar en tonalidades tierra que rememoran sus orillas (Litoral y Coca Cola, 2009), y dibuja una serie de paisajes de fantasía, en los que interfieren múltiples lunas, seres alados y referencias a la ciudad de Rosario.
A continuación, el eje cuerpo y territorio realiza un paralelismo entre ambos conceptos, que permite tejer reflexiones sobre los modos de representación de la corporalidad, los discursos de poder y la violencia. En este sector, el cuerpo se manifiesta como un territorio de memorias, tanto históricas como personales, y como un espacio de lucha, mientras que el concepto territorio se vincula con el acceso a la tierra, la acción ecologista y la soberanía alimentaria. Así, tanto el cuerpo como el territorio integran un paisaje social y político que descubre las huellas de la época colonial, del racismo estructural, del sistema patriarcal y de la explotación.
En este espacio, Bustos presenta parte del proyecto Antropología de la mula (2007), en el que la humanización del término “mula” permite trazar un diálogo entre la explotación de animales de carga en la época colonial y de personas (en su mayoría mujeres) para el transporte de drogas en la actualidad. A su vez, junto a Millán presentan una obra textil, que se desprende del proyecto Plantío Rafael Barrett (Paraguay, 2021). Sobre una tela, las artistas reproducen frases del libro La revolución de la semilla (El colectivo, 2021), que indagan en cuestiones como la propiedad de la tierra, la economía y la problemática medioambiental.
Por otro lado, del Río exhibe dibujos que cuestionan la invisibilización de los cuerpos racializados y un libro de tela bordada, que reproduce titulares de páginas policiales, previos a la incorporación de la figura de femicidio, y en los que la violencia de los textos contrasta con la delicadeza de la técnica.
En el último eje el paisaje se construye como un espacio de tránsito, ya que las artistas presentan proyectos y experimentaciones realizadas a partir de viajes y del contacto con otras culturas y comunidades. De estos cruces, surgieron propuestas que recuperan materiales regionales, como el proyecto El vértigo de lo lento (2002), en el que Millán indaga en técnicas de bordado tradicionales (como el hilado ao po’i) de la ciudad de Yataity (Paraguay), y la serie Tin Tin (2011) de del Río, que genera obras a partir de aureolas de aceite de lino derramado sobre papel y en constante transformación. Este proyecto surge luego de una residencia en Mojácar (España) y de la experimentación con aceite de oliva local.
Por último, la idea de viaje en Bustos puede traducirse en un nuevo modo de leer el mundo, a partir de la interpelación de las representaciones simbólicas propias de la cartografía de los navegantes del s. XVI. En Mapa de la reencarnación (2021), la artista reinterpreta el mito de la reencarnación y lo lleva al interior de la tierra y, como parte del proyecto Bestiarios de Indias (2021), presenta esculturas de cerámica en las que personajes bestiarios interpelan al imaginario colonial que construía al otro como un ser exótico y peligroso para justificar la dominación cultural.
De esta manera, a través de las tensiones propuestas, la muestra Paisaje peregrino emerge como un espacio de reflexión y cuestionamiento, en el que cada obra constituye un punto de ingreso a temáticas amplias. A su vez, la labor artesanal y los procesos de investigación de las obras elaboran temporalidades propias, que conectan con los tiempos de la naturaleza. Así, las obras de Bustos, del Río y Millán dialogan de manera fluida y establecen un recorrido poético, plagado de texturas, formas, sonidos y tonalidades disímiles, que expanden nuestros sentidos. A medida que recorremos la sala, el paisaje cambia y transforma nuestra mirada, a la vez que reclama una conexión perspicaz y sensible con el entorno natural, histórico y social.
Paisaje peregrino puede visitarse hasta el 27 de marzo de 2022 en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires (Av. San Juan 350, CABA). Para reservar entradas, visita entradas.museomoderno.org
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