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SUSANA WALD. CONDENADA AL SURREALISMO

En busca de lo inasible es la primera retrospectiva en Chile de la artista, diseñadora, gestora, traductora y escritora Susana Wald (1937), y la primera de estas características en sus ochenta y tres años de vida. De origen húngaro, Wald vivió 13 años en Chile, 26 años en Canadá y ya lleva otras tres décadas en México, su país de residencia definitiva. Nacionalizada chilena y canadiense, fue en Chile donde sentó los cimientos de su identidad artística, pasando de la cerámica utilitaria a la pintura vinculada a principios surrealistas, como el azar y el automatismo.

La exposición, fruto de una extensa investigación y curaduría de Macarena Bravo Cox, se presenta desde el pasado 6 de julio en el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), en Santiago de Chile. En ella se reúnen 40 piezas –en su mayoría préstamos del coleccionista chileno Guillermo García-, entre pinturas, trabajos colaborativos, cerámicas y un amplio archivo, material con el que se busca revelar su lazo con el surrealismo, su producción en torno a la experiencia terrenal y simbólica de lo femenino, y su condición de mujer como contexto de su desarrollo artístico.

Junto a Macarena Bravo Cox, nos conectamos con la artista desde su casa en Oaxaca, México, para que nos contara sobre su retrospectiva, sobre el humor, sobre el surrealismo como un modo de vida y la labor aparentemente invisible de algunas artistas mujeres en la historia del arte.

Vista de la exposición «En Busca de lo Inasible» en el MNBA, Santiago de Chile, 2021. Cortesía: Macarena Bravo Cox

Camila Alegría: Susana, antes que todo quiero felicitarte por tu retrospectiva. ¿Cómo te sientes con esto? Es tu primera retrospectiva, ¿no?

Susana Wald: Bueno, una retrospectiva es señal de que estoy muy vieja. Cuando te hacen una retrospectiva es porque estás muy vieja o muerta. Pero Gracias a Macarena se pudo hacer esto mientras estoy todavía acá. Me pareció fabulosa, aunque pude visitarla solamente vía online. Esto ha sido una verdadera labor de amor de parte de Macarena.

C.A: Quería preguntarte algo con respecto a esta condición de ser expatriada. Yo he visto que muchas y muchos artistas que han vivido algún tipo de expatriación buscan, a través de su obra, volver a conectar con esos orígenes. ¿Crees que en tu trabajo hay algo de eso?

S.W: No, ese no es mi caso. En mi caso no hay ninguna idea de nacionalismo, en absoluto. Yo estoy convencida y condenada al surrealismo, y no reconocemos nacionalismo de ningún tipo. Y a mí en lo personal no me interesa. Yo no trabajo porque soy de un lugar u otro, sino que trabajo porque me viene de adentro. Aunque es cierto que la vida me ha obligado a migrar. Mira, en los años 80 yo tuve un sueño en el que le explicaba a una persona que mi patria es el lugar en el que estoy y el mundo que hay en mi alma. Esas dos cosas conjuntas son mi patria.

C.A: Entonces tú vinculas tu trabajo desde un mundo interior…

S.W: Lo que yo hago sí. Mi obra no tiene que ver con lugares ni con el color del día o lo que me rodea.

C.A: ¿Y en qué momento fuiste consciente de que ese espacio onírico, o ese espacio interior, era algo que te interesaba cruzar con tu trabajo? ¿Fue algo que surgió y luego tú lo viste? ¿O, en algún momento tú dijiste me interesa este mundo y quiero abordarlo desde la imagen?

S.W: Yo creo que eso no se puede hacer… es decir, yo estaba trabajando desde el interior antes de entender qué estaba haciendo. Y luego me encontré con Ludwig Zeller [poeta surrealista y artista visual chileno que se radicó en México desde 1993] en 1963, y así me conecté con el surrealismo. Aparte de eso, siempre me ha interesado el aspecto psicológico de cómo funcionamos.

C.A: Y en algún momento empezaste a aprender acerca del psicoanálisis…

S.W: A mí me interesa la parte analítica, pero si decimos psicoanálisis estamos hablando de Freud. Yo no soy Freudiana, me interesa la psicología profunda de C. Jung. Especialmente el trabajo que han hecho mujeres jungianas que nos han abierto puertas a nosotras las mujeres para comprender mejor esta idea de lo interior. De eso se trata, de comprender. En cambio Freud, por su parte decía “yo no entiendo qué quieren las mujeres”… Y si yo hubiese tenido oportunidad de hablar con él le hubiera dicho, “bueno, ¡¿por qué no vas y les preguntas?!”. En cambio, Jung vivió rodeado de mujeres, trabajó con mujeres desde el principio. Y luego esas mujeres analistas del trabajo de Jung profundizan y ayudan a entender mejor nuestra parte racional. Y, ojo, ¡que yo no estoy en contra de lo irracional! Pero viene bien conocernos un poco mejor.

Vista de la exposición «En Busca de lo Inasible» en el MNBA, Santiago de Chile, 2021. Cortesía: Macarena Bravo Cox
Vista de la exposición «En Busca de lo Inasible» en el MNBA, Santiago de Chile, 2021. Cortesía: Macarena Bravo Cox

A mí me interesa más el formato del ensayo. Me interesa poder fijar ideas. Y los temas de esos ensayos tienen generalmente que ver con lo femenino -tanto en hombres como en mujeres-, o tienen que ver con la ecología, que es algo que me preocupa desde hace años, la naturaleza en general, las relaciones humanas, esos son mis temas.


C.A: En la retrospectiva en el Bellas Artes se habla en algún momento de tu colaboración con Ludwig Zeller y se habla de una “tercera personalidad”. Como si aquello que creaban en conjunto viniera no de ti ni de él, sino de un tercer ente.

S.W: Sí, Ludwig siempre buscaba colaborar. Él hacía obras colaborativas con otras personas y yo hacía también colaboraciones con otras personas, no solo con él. Pero lo particular de esta pareja que somos, es que hay una cantidad de obra que no tiene comparación. Tenemos centenares de obras. A veces decidíamos hacer una serie de 50 cositas nuevas, y así, de 50 en 50, se juntan muchas obras. Y ahí es cuando aparece este tercer personaje, porque la obra no es de él y no es mía. Entonces, ¿de quién es?

Macarena Bravo: Quisiera destacar, si me permiten intervenir, el hecho de que aparezca incluso una nueva firma. Como si hubiesen estado firmando tan juntos que se conforma un nuevo nombre entre las iniciales de ambos nombres.

C.A: ¿Y, tenían algún método para estas sesiones creativas colaborativas?

S.W: Sí, sí, Ludwig siempre decía que la locura tenía su método. Y es cierto. Nosotros probábamos, veíamos qué resultaba si empezaba él y a dónde llegábamos si empezaba yo. Nos dimos cuenta que cuando empezaba yo y luego él intervenía llegábamos a algo… un poco fofo. Pero cuando él empezaba a trabajar una pieza con collage, por ejemplo, y luego yo intervenía, entonces el resultado nos parecía muy alentador. Funcionaba muy bien. Entonces eso es algo que quedó como método. Él empezaba y yo intervenía.

C.A: ¿Escribiste poesía en algún momento?

S.W: No, mira, yo he perdido la conexión con mi lengua materna. Leo poesía en cuatro lenguas, y he traducido poesía, pero no puedo escribirla. A mí me interesa más el formato del ensayo. Me interesa poder fijar ideas. Y los temas de esos ensayos tienen generalmente que ver con lo femenino -tanto en hombres como en mujeres-, o tienen que ver con la ecología, que es algo que me preocupa desde hace años, la naturaleza en general, las relaciones humanas, esos son mis temas.

Susana Wald, Ceremonias oníricas, 1981, acrílico sobre tela, 82 x 104 cm. Colección Guillermo García. Registro de sala cortesía Macarena Bravo
Susana Wald, La Esposa Fiel, 1982, acrílico sobre tela, 60 x 45 cm. Colección Guillermo García. Registro de sala cortesía Macarena Bravo

Hace 4.500 años la cosa era diferente, pero de repente se impone el patriarcado, y entonces viene un periodo de la preponderancia de lo masculino. ¿Y, sabes tú? Nosotros no podemos renunciar a lo masculino. No se trata de decir que eso estuvo mal, sino que simplemente tenemos que volver a un equilibrio.


C.A: Hay una frase que vi en la retrospectiva que pienso que tiene que ver con estos temas que mencionas. Decía “darle espacio a lo femenino en la humanidad”…

S.W: Sí, porque mira, durante 4.500 años estuvimos excluidas. Tú perteneces a una generación maravillosamente joven. Yo tengo 83, voy para los 84 antes de que se termine el año. Entonces, cuando yo tenía una edad similar a la tuya no se cotizaba mucho el trabajo de las mujeres. Ese impulso de ponerlo a la vista de todos es reciente, ese trabajo que anima a gente como Macarena y varios otros que han ayudado, como te digo, es reciente. Y son siempre otras mujeres, no son varones. Pero antes la cosa no era así. Hace 4.500 años la cosa era diferente, pero de repente se impone el patriarcado, y entonces viene un periodo de la preponderancia de lo masculino. ¿Y, sabes tú? Nosotros no podemos renunciar a lo masculino. No se trata de decir que eso estuvo mal, sino que simplemente tenemos que volver a un equilibrio. Eso es todo. Entonces, si ahora la insistencia en lo femenino parece excesiva, se debe a que estamos intentando lograr ese equilibrio. De eso se trata. En la medida en que haya equilibrio, todo esto que estamos conversando ahora va a parecer superfluo.

C.A: No puedo estar más de acuerdo contigo. En ese sentido, tú que te sentías identificada con un movimiento, ¿te sentías también apartada de los surrealistas por ser mujer? ¿Cómo era esa relación entre surrealistas?

S.W: Bueno, hay una mujer que escribe de esto, ¿no Macarena? De Apellido Chadwick.

M.B: Sí, hay varias, una es Whitney Chadwick.

S.W: Sí, ella habla de que aparecen siempre menciones de varones en circunstancias en las que había muchas mujeres. Esto se da, pero no es que sean malvados los hombres y quieran aplastarte como a una cucaracha, no, no se trata de eso. Se trata de que hay una época y un modo de pensar en que predominan ciertas cosas y nos parece natural, ¡incluso a las mujeres! Incluso a las mujeres les parecía natural esforzarse más por publicaciones de algún varón. Y no es hasta estas nuevas generaciones como las de ustedes que la cosa empieza a darse vuelta.

M.B: A mí también me da la impresión que dentro del surrealismo se da mucho hincapié a una concepción de lo femenino, pero desde un tipo de mujer; una mujer arquetípica, la musa, la femme fatale, etc. Hay mucha referencia a la mujer, pero no a la colega, no a la par.

S.W: Claro, es decir, es siempre la mujer vista desde los ojos del varón. No la mujer que se expresa por sí misma.

C.A: Susana, yo la primera obra tuya que vi fue la de una silla…

S.W: La esposa fiel.

C.A: ¡Eso! La esposa fiel. Bueno, esa obra me caló muy hondo. Esa pintura ocupa un espacio, es expansiva, antes de entender incluso de qué se trata, antes de analizarla…

S.W: Yo no tenía idea de qué estaba haciendo cuando hice esa pintura. Y las que siguen también… son varios muebles. ¡Para mí era un chiste! Pero claro, los chistes son muy peligrosos. Siempre esconden una tragedia. Siempre. Freud mismo dice que los chistes son actos fallidos. Hay que cuidarse de ellos, ¡que no quiere decir que uno no pueda tener humor! Pero no es gracioso ser un mueble. Y esas pinturas son pedazos de mujeres que terminan transformándose en muebles.

Susana Wald, La Mujer del químico, 1988, acrílico sobre tela, 60 x 45 cm. Colección del Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio.
Susana Wald, La Mujer del escultor, 1984, acrílico sobre tela, 60 x 45 cm. Colección Guillermo García.
Susana Wald, El secreto de las dos hermanas, 1987, acrílico sobre tela, 137 x 100 cm. Colección Guillermo García

Yo creo que todas las personas humanas tienen una voz interior. En algunas culturas se llama conciencia… o corazón, tiene muchos nombres.


C.A: Es importante para ti el humor. ¿Cuándo aparece el humor en tu trabajo?

S.W: Cada vez que hay una tragedia. Y cada vez que hay una dificultad. Y cada vez que hay un obstáculo. El humor ayuda a sobrellevar las vicisitudes de la vida, es muy útil.

C.A: Bueno, con respecto a esta pintura que te mencioné de la silla, también pasa que me recordó mucho a la pintura de Magritte…

S.W: Sí, él hace una obra muy conceptual. No basada en técnicas de la plástica, de cómo se aplica la pintura o qué composición… a él le preocupan las ideas. Y a mí también. Sí, hay un paralelo fuerte. Aunque nunca conocí a Magritte.

C.A: Susana, perdóname si esta te parece una pregunta maqueteada, pero a mí me interesa la juventud. Yo soy docente y trabajo con personas jóvenes todo el tiempo, y no deja de emocionarme que en Latinoamérica, a pesar de las precariedades del contexto, existan tantos y tantas creadoras, tantos y tantas poetas… Si tuvieras que dar un consejo a esas personas que tienen inquietudes en el quehacer creativo, ¿qué les aconsejarías?

S.W: Yo creo que todas las personas humanas tienen una voz interior. En algunas culturas se llama conciencia… o corazón, tiene muchos nombres. Y yo creo que es importante que cada ser humano siga minuciosamente lo que le dicta su corazón. Cada persona tiene que decidir qué cosa quiere hacer y hacerlo. No ceder, no rendirse. No rendirse jamás. Y no dejar de hacer. Eso es lo único que yo puedo recomendarle a alguien. En lo demás no tengo derecho a meterme.

Camila Alegría

Chile, 1986. Artista Visual, Máster en Creación Artística Contemporánea de la Universidad de Barcelona. Se dedica principalmente a la investigación, la curaduría y la docencia. Es docente en la Universidad Finis Terrae y en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Forma parte del equipo de @el_gocerio (newsletter de arte y cultura), y administra un perfil de Instagram que se dedica a visibilizar la labor artística de mujeres y disidentes de la historia del arte: @reescribirlahistoria. Dentro de la investigación se dedica específicamente a la relectura de la historia del arte del siglo XX, con perspectiva de género aplicada.

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