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RODRIGO VALENZUELA: NEW WORKS FOR A POST-WORKER’S WORLD

Por Paula Kupfer

En el apogeo de la producción industrial de acero, los trabajadores eran tratados como una especie de motores, sus cuerpos exprimidos de vitalidad, transformados en relucientes barras de acero, sudor y capital. Como un trabajador siderúrgico le dijo al escritor Hamlin Gardland en Homestead, Pensilvania, en 1894: «Empiezas a ser un hombre, pero te conviertes cada vez más en una máquina». Sobre el trabajo físico, otro trabajador dijo: «a un hombre le suda la vida».

En la nueva serie de fotografías de Rodrigo Valenzuela (Santiago de Chile, 1982 – vive y trabaja en Los Angeles, California), el humo invoca el vapor flameante y el blanco calor ardiente del acero en el proceso de formación, pero también la transpiración laboral suspendida indefinidamente en el aire. Las construcciones brumosas recuerdan fotografías antiguas de fábricas de hierro y acero, aunque sin los trabajadores que dieron vida a sus enormes motores e imprimieron su colosal escala.

En estas fotografías despobladas, los espectadores deben recurrir a sus propios recursos imaginativos, son invitados a visualizar posibilidades alternativas a las de un futuro de obsolescencia. Los tonos plateados de estas imágenes recuerdan el brillo de las fotografías de W. Eugene Smith en el Pittsburg de los años 50, esa década de auge que precedió a un precipitado declive, así como a los encargos fotográficos que casi llevan a Smith a la locura.

Vista de la exposición “New works for a post-worker’s world”, de Rodrigo Valenzuela, en la sala principal de la Galería Patricia Ready, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía del artista
Vista de la exposición “New works for a post-worker’s world”, de Rodrigo Valenzuela, en la sala principal de la Galería Patricia Ready, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía del artista
Vista de la exposición “New works for a post-worker’s world”, de Rodrigo Valenzuela, en la sala principal de la Galería Patricia Ready, Santiago de Chile, 2021. Foto cortesía del artista

Los artilugios frankensteinianos contemporáneos de Valenzuela son ominosos y misteriosos, algunos de ribetes siniestros, encarnados por la amenaza de cadenas de metal y ganchos pesados. Otros son delicados, casi amables. Al insinuar algunas de sus partes -como las patas de araña evocadas por un paraguas reutilizado-, el artista deja asomar su ingenioso proceso de reutilización. La fotografía, un medio tan apegado a la realidad, se encarga aquí de la creación del mundo, generando visiones del futuro en las que los males del capitalismo podrían combatirse con la imaginación.

Estas imágenes son tanto actuales como atemporales. Comunican el rugir de las acerías del pasado, rápidamente abandonadas una vez obsoletas. También ofrecen una visión retrofuturista, la mirada a futuros alternativos en los que los trabajadores y las máquinas idearon un plan mejor que su inutilidad mutuamente asegurada. Pero como sustitutas del creciente número de trabajadores desposeídos debido a la automatización, las imágenes también remiten a un panorama desconsolador del futuro.

Al invocar las historias laborales y de las industrias creadas por el hombre para reemplazarse a sí mismo al servicio del capital, estas fotografías también hacen un cruce con las luchas por la sindicalización, un asunto que siempre ha interesado a Valenzuela. Las imágenes enfatizan el valor del cuerpo, tanto individual como colectivo, así como el del descanso y el placer.

Los ensamblajes también implican lo fantástico, bajo la idea de superposiciones entre cuerpo y máquina. ¿Se han convertido en verdad los cuerpos laboriosos en motores, alquimizados mediante el trabajo repetitivo y peligroso en máquinas realmente estruendosas? ¿O es que las máquinas se han vuelto carnosas y sensuales y, deseando más que el desuso y el olvido, cobran vida en un carnaval estridente, empujándose unas a otras, transpirando profusamente, no por el esfuerzo del trabajo sino por liberación?

Valenzuela invita al espectador a participar en la ficción, en las oscuras posibilidades de lo que podría suceder cuando los trabajadores se hayan ido: condensación filtrada por luces pulsantes, esclavos fundiéndose en éxtasis y abandono. En su proyección del mundo post-obrero, la serie habla de la eliminación no solo de los trabajadores, sino de la idea misma de la fuerza de trabajo, dejada a un lado por las mismas formas que vemos aquí: las de máquinas extrañas y la de la automatización, motores que ya no requieren un operador, esa rabia cuando ya nadie está observando. Los trabajadores han abandonado las fábricas. ¿Por esta noche o para siempre?

Rodrigo Valenzuela, “Afterwork #1”, 2021, impresión digital libre de ácido, 102 x 81 cm. Cortesía del artista y Galería Patricia Ready
Rodrigo Valenzuela, “Afterwork #2”, 2021, impresión digital libre de ácido, 102 x 81 cm. Cortesía del artista y Galería Patricia Ready

New works for a post-worker’s world, de Rodrigo Valenzuela, se presentó del 16 de junio al 22 de julio de 2021 en la sala principal de la Galería Patricia Ready, Espoz 3125, Vitacura, Santiago de Chile

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