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ARCHIVOABIERTO: LUIS VILLAMIZAR

La galería ABRA, en Caracas, presenta en la quinta edición de su programa ArchivoAbierto a Luis Villamizar (Maracay, 1947), una muestra integrada por una selección de piezas, artículos de prensa, fotografías, documentos y objetos que dan cuenta de algunas de las inquietudes creativas del artista venezolano desde mediados de los años 70 hasta comienzos de los años 80. Compartimos el texto curatorial de este proyecto, una colaboración entre ABRA y Silva Zarins Projects.


La profunda transformación gestada a lo largo de los años 60 desembocó de manera notable en la década posterior: gran parte de los cambios, rupturas de paradigmas y promesas de progreso social, así como el ideal de un individuo libre de convenciones, se instalaron en los modos de vida e influyeron en nuevas formas de creación artística. Siguiendo ese impulso, muchos creadores desarrollaron un arte de carácter efímero y procesual con énfasis en el planteamiento conceptual de la obra, por medio de acciones, intervenciones, fotografías, videos e instalaciones.

En Venezuela, los artistas llamados “no convencionales” atendieron también a este llamado y plantearon una ruptura con lo que venía sucediendo en el arte nacional. Dentro de esta generación, que incluye a Claudio Perna, Roberto Obregón, Carlos Zerpa, Yeni y Nan, Diego Rísquez y Pedro Terán, el trabajo de Luis Villamizar es quizás el menos conocido y estudiado. Con una sensibilidad muy especial, sus trabajos subrayan lo inaprehensible de la vida, el poder dramático de la naturaleza y su fragilidad, al tiempo que reflexiona sobre la existencia conflictiva del ser humano y su papel en el universo.

Vista de la exposición «ArchivoAbierto: Luis Villamizar», en ABRA, Caracas, 2021. Cortesía de la galería
Vista de la exposición «ArchivoAbierto: Luis Villamizar», en ABRA, Caracas, 2021. Cortesía de la galería
Luis Villamizar, Guías perdidas,1976, fotografía b/n. Plata en gelatina. Cortesía: ABRA

Luis Villamizar (Maracay, 1947) realiza estudios en Miami entre 1967 y 1972. Durante ese período se identifica profundamente con los eventos del Mayo Francés, en el que los estudiantes habían alzado su voz contra el sistema educativo y la represión por parte del Estado. A este cambio social responde Villamizar con una serie de obras en las que plasma sus inquietudes y angustias, así como sus aspiraciones a un pensamiento individual y colectivo más consciente, despierto y atento al acontecer: la propia existencia y la responsabilidad que lleva implícita.

Luis Villamizar regresa a Venezuela y pasa a formar parte de ese conjunto de artistas denominados “no convencionales”. Su trayectoria en la escena artística nacional inicia con una serie de intervenciones en locaciones inéditas que involucran la naturaleza y la ciudad, realizadas entre 1975 y 1977. Espirales de hojas (Colonia Tovar, 1977), Camino de cal (Prados del Este, 1976), Guías perdidas (Médanos de Coro, 1976), Suicidio (Caracas,1976), Men at work (Médanos de Coro, 1976), Acción sobre cuadrado (Caracas, 1976) y Principio del performance (Caracas,1976) son algunas de las intervenciones e itinerarios derivados de la acción en el paisaje que Villamizar llevó a cabo sin pretensión de monumentalidad o perpetuidad, y cuyos registros son el único testimonio.

Muchos de sus trabajos interactúan con los elementos naturales y quedan enmarcados por el paisaje que destaca de manera protagónica. En la acción breve y efímera, Villamizar se desprende de su ego y de su papel como “creador” para ser un testigo o espectador. Ejemplo de ello es la obra Guías perdidas, ejecutada en 1976 en los Médanos de Coro, para la cual Villamizar instala en la arena un conjunto de guías telefónicas que van siendo devoradas en un panorama apocalíptico y premonitorio donde todo se convierte en polvo y en paisaje. Los gruesos volúmenes del directorio telefónico, los nombres y sus números de contacto se borran a medida que las ráfagas de viento y arena transforman las hojas de papel en hitos anónimos, en referencias vacías. De este modo, la naturaleza también es un lienzo que evidencia la valoración de los propios contextos ecológicos.

Luis Villamizar, Suicidio 1976, serie de fotografías b/n, plata en gelatina. Cortesía: ABRA
Luis Villamizar, Salto al vacío, 1982, fotografía b/n. Plata en gelatina, 27 x 21 cm. Cortesía: ABRA

Por otra parte, impulsado por una serie de inquietudes personales, Villamizar realiza una obra híbrida entre intervención y performance titulada Suicidio (1976), en la que interviene pictóricamente los restos de un edificio en proceso de demolición ubicado en Quebrada Honda, Caracas. La intervención consiste en cuatro imágenes (cada una ubicada en un piso distinto) que representan la secuencia del salto al vacío de una persona, el mismo artista. Villamizar aprovecha la devastación del lugar y hace un balance entre la vida que está viviendo y la promesa de una vida por venir, dentro de un presente en ruinas. Luego de esta acción, el edificio colapsa y la intervención desaparece entre los escombros.

“Hace tiempo tenía la inquietud del suicidio, lo cual tenía que resolver, así fue que me suicidé para comenzar a vivir…”, comenta Villamizar, que no aspira resolver asuntos de carácter colectivo, pero si los propios, y es innegable que esta obra encauza una posible solución de una forma poética al tiempo que sintetiza problemáticas como la vida y la muerte. Este “suicidio”, ejecutado a través de la obra, le otorga una nueva libertad para vivir y crear. La acción queda registrada en una serie de fotografías en blanco y negro intervenidas por el artista (57 x 45 cm), las cuales se exhiben en sala, así como en un conjunto de copias posteriores.

Luis Villamizar, Cuadrado con bailarín, 1976. Cortesía: ABRA
Luis Villamizar, Cuadrado con bailarín, 1976. Cortesía: ABRA
Luis Villamizar, Cuadrado con bailarín, 1976. Cortesía: ABRA

Villamizar propone formas alternativas de percibir el entorno desde la otredad, bien sea en intervenciones o en registros fotográficos como el del performance Cuadrado con bailarín (1976), donde la presencia de un bailarín de danza clásica transforma un espacio residual y aborrecido, el río Guaire, en una escena sublime. Lo sutil y la belleza en oposición a la debacle y ruina de la humanidad. En las obras Men at work (1976) y El principio del performance (1978) sigue utilizando escenarios urbanos y naturales para responder a planteamientos y dudas internas, a sucesos externos, cotidianos y extraordinarios de la manera más contundente.

A la par de estas acciones y realizaciones en el entorno urbano y natural, Villamizar experimenta también con la tecnología del momento. La curiosidad, la novedad y la idea de involucrar a la máquina en el proceso de creación da como resultado la serie Cinecopias (1974-1978). A través del uso de una fotocopiadora, el artista intenta congelar el movimiento, retando a la máquina a registrar su rostro y sus manos en acción. Algo que para aquel entonces parecía ajeno, novedoso y amenazante como lo era la repetición instantánea y sistemática de una imagen, fue transformado y expuesto por Villamizar como un abordaje de hechos cotidianos desde lo lúdico.

Luis Villamizar, Serie Cierre, 1974, fotocopia. Cortesía: ABRA
Luis Villamizar, El juramento, 1974, fotocopia. Cortesía: ABRA

Luego de su llegada a Nueva York en 1980 para seguir estudios de fotografía en la School of Visual Arts, Villamizar se ve sorprendido por un predominio de la pintura en los circuitos artísticos, una especie de renacimiento de la pintura también llamado posmodernismo y que es producto, principalmente, de una demanda del mercado. A partir de entonces Villamizar se cuestiona si el arte conceptual habrá constituido entonces un impulso utópico.

Durante su estadía en Nueva York se reúne con artistas como Ana Mendieta, Liliana Porter, Liora Mondlak y Marta Minujín, junto a quienes exhibe en la galería Terne en 1987. Esta exposición causa conmoción en la ciudad pues, según relata el propio Villamizar, “… recuerdo que para nosotros fue una gran sorpresa ver más de dos cuadras completas llenas de gente esperando para entrar a la galería, lo cual causó una enorme tranca en las calles y en el tráfico… no parábamos de reír de alegría…”.

Testimonios como éste, junto a documentos y registros, construyen una trayectoria que incursionó, de manera pionera en el país, en procesos vinculados a la ecología y lo conceptual, entre otras inquietudes que en la actualidad mantienen una indudable vigencia. Al día de hoy, Villamizar se mantiene fiel a sus principios y al compromiso establecido en su obra El juramento (1974), en la que declaró abiertamente su condición de artista. Es uno de esos artistas a los que el escritor y poeta Jorge Luis Borges identificaría como perteneciente al “último coletazo del romanticismo”.


ArchivoAbierto | Luis Villamizar
individual | 26.06.2021 – 01.09.2021
exposición n°57| texto: abra + silva zarins projects
curaduría: abra + silva zarins projects
museografía: luis romero
diseño de vitrinas: @__once__ ONCE, diseño y construcción de mobiliario investigación hemerográfica: luis romero + elizabeth buendía
montaje: abra
agradecimientos: rigel garcía, tabata romero.
abra directores: melina fernández temes + luis romero
asistentes de sala: ara koshiro
asistente de comunicaciones: beatriz gonzález
redes sociales + diseño: valentina mora
registro: maría alejandra colmenares

ArchivoAbierto Luis Villamizar es producto de una alianza entre Silva Zarins Projects, Luis Villamizar y Abra.

g6+g9 centro de arte los galpones av. ávila con 8va transversal, los chorros caracas 1071, venezuela 0212 2837012 + abracaracas@gmail.com

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