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ANNALISA D. QUAGLIATA: “UNA SALA DE CINE ES COMO UN ÚTERO”

La cineasta mexicana Annalisa D. Quagliata (Veracruz, 1990) es hija de un pintor, por lo que la creación de imágenes fue algo que se le dio naturalmente desde que era una niña. Desde muy temprano supo que se dedicaría a las artes, atraída al mundo audiovisual por vía del cine. Su trabajo indaga en la historia reciente de México, atravesada por un cuestionamiento a los discursos dominantes y al machismo presente en el país.

A través de Festhome TV estarán disponibles varios de sus trabajos, en el marco del festival internacional de video experimental Proceso de Error, que desde Chile celebra su séptima edición en formato online entre el 1° y 13 de diciembre de 2020.

Junto a Azucena Lozana, la artista fue parte de un conversatorio online que trazaba un recorrido por sus carreras, y que en el caso de Quagliata incluía los cortos Calypso, Fin es una película Mexicana, Se busca (Un mar de ausencia), Crisálida, A nuestro tiempo, y Ñores (Sin señalar), realizaciones ligadas a ULTRAcinema, escaparate mexicano del cine experimental que desde 2017 ha mostrado una propuesta militante con interés en el found footage y la interacción profunda con diversos formatos de montaje.

«Una sala de cine es como un útero. Sales de ella renacida. Por unos momentos regresas al mundo y lo ves distinto. Se siente todo real y presente. Por eso de adolescente empecé a tomar talleres de producción de cine y me di cuenta de que no quería dedicarme al mundo de las ficciones comerciales. Así terminé en una escuela de arte, en un programa de cine experimental».

Annalisa estudió en MassArt en Boston, donde realizó una doble especialidad en Film/Video y Studio for Interrelated Media, y recibió la beca Stephen D. Paine por el Boston Art Dealers Association. Su obra se ha exhibido en el Museo de la Imagen en Movimiento en Nueva York, en VideoEx (Suiza), Filmadrid (España), Bienal de la Imagen en Movimiento (Argentina) y Museo Tamayo (México). Con el tiempo, se ha ido convirtiendo en una ‘recicladora audiovisual’ de las sobras de la cultura, desde carteles de “se busca” a filmes del cine mexicano, instalando desde ahí una trinchera para ironizar sobre estos aspectos y desdibujar contornos a través del montaje y el ruido.

“Vivimos en un mundo capitalista, racista, colonial y patriarcal. La resistencia a este mundo genocida y feminicida llega desde muchos frentes. Espero que mis cortometrajes se vinculen a este escenario como denuncias. Ojalá sean un granito de arena y una pequeña voz entre muchas otras”.

Valentina Peña Caroca: Fin es una película mexicana es un cortometraje de reapropiación que subvierte la romántica historia de Dos monjes (1934), enfocándose en la protagonista que es asesinada. La constante agresión masculina y la aguerrida defensa de la protagonista resuenan con los problemas de violencia y feminicidio que corroe la realidad de México y Latinoamérica. En tu trabajo es importante el cuerpo como representación política y social. ¿Podrías contarnos más sobre Se Busca (Un mar de ausencias) y Fin es una película mexicana?

Annalisa D. Quagliata: Son cortometrajes de protesta y denuncia. En ambos casos estaba tratando de tomar el peso al dolor de imágenes que son normalizadas en los medios de comunicación. En Fin es una película mexicana estaba tratando de voltear la tortilla, es decir, tomar una obra que refleja el machismo para desarticularla y rearticular otra obra que usa los mismos contenidos audiovisuales pero que critica o expone el machismo y las violencias que conlleva. Ésas son las maravillas del montaje y la reapropiación… ¡Las posibilidades son infinitas!”.

VPC: El movimiento estudiantil de 1968 en México termina con un crimen de Estado que a la fecha sigue impune. Las imágenes degradadas de A nuestro tiempo son una reflexión sobre las viejas heridas aún abiertas, el pasado que define y reafirma el creciente estado de violencia e impunidad en México. En el caso de A nuestro tiempo y Ñores, ¿qué técnica utilizaste?, ¿cómo experimentaste con el material?

ADQ: En el caso de Ñores la película fue revelada a mano, después pintada y rayada. A lo largo de todo el cortometraje hay una raya. Quité la emulsión con una navaja. Estaba pensando en la palabra ‘señalar’, que tiene varias definiciones. Puede referirse a llamar la atención hacia alguien o algo, designándolo con la mano o de otro modo. O también puede significar hacer una herida o señal en el cuerpo, particularmente en el rostro, que le cause imperfección o defecto. Me interesaba ese doble sentido; por un lado, están los estudiantes, activistas y periodistas que señalan o denuncian la violencia, y por otro lado está el Estado y el narco hiriendo y mutilando sus cuerpos para silenciarlos. Al final de la película se escucha a Duarte (en ese entonces gobernador de Veracruz) diciendo: Yo no quiero señalar a nadie, amenazando a los medios, pidiéndoles que se porten bien y que se cuiden mucho. Por otra parte, para el cortometraje A nuestro tiempo sumergí el material fílmico en agua hirviendo con carbonato de sodio. Esto hace que la emulsión se despegue y se desgarre.

VPC: ¿Por qué es importante crear utilizando formatos antiguos?

ADQ: El material fotosensible es muy especial. Tiene una magia y una alquimia inigualables. Con la llegada de las tecnologías digitales la industria ha determinado los formatos analógicos como medios obsoletos, por lo que hoy en día el uso de película es un acto de resistencia. Sin embargo, no estoy en contra de las nuevas tecnologías. Al contrario, creo que pueden convivir y complementarse. En la producción artística los materiales y cómo éstos son manipulados definen el carácter de una obra: forma y contenido. Son como dos caras de una misma moneda. La película es un objeto que como nuestra propia piel se puede quemar, descomponer, cortar, infectar… Su composición y procesos son químicos. Es un medio con el que formamos y deformamos nuestras experiencias e identidades. Es lamentable que la industria abandonara este formato como medio para producir imágenes, ya que se vuelve más difícil de conseguir. Afortunadamente, cineastas en todo el mundo han empezado a formar laboratorios y colectivos que promueven el uso independiente del celuloide.

VPC: ¿Qué artistas han inspirado tu búsqueda?

ADQ: Las primeras películas experimentales que vi en mi adolescencia fueron las de Maya Deren. Me impactaron mucho y siguen siendo una fuente de inspiración y admiración. De igual forma las películas de David Lynch fueron como una explosión en mi cabeza; me siguen emocionando. Tuve la fortuna de conocer a Luther Price en mi universidad, y de tenerlo como maestro. Es un ser tremendamente especial y ruidoso. Vivirá siempre en mi corazón. La lista es larga: Rubén Gámez, Teo Hernández, Ximena Cuevas, Naomi Uman, Sarah Minter, Chick Strand, Bruce Bailie, Barbara Hammer, Bruce Conner, Kenneth Anger, Günter Brus, Tarkovsky, Buñuel, Wong Kar-wai y más.

VPC: Has vivido en México, Boston, Taiwán, Nueva York… ¿qué rescatas de estos entramados culturales?

ADQ: A mí todo me parece una locura. Me gusta andar con cámara en mano para poder capturar algo de estas realidades, para poder ver o contemplar eso que es fugaz y se desvanece todo el tiempo.


Proceso de Error es un proyecto de INVE. Plataforma Experimental de Artes (Chile), que sigue mirando de reojo las opulencias del cine de grandes industrias para asomar su cabeza y abrazar una propuesta de diálogo entre obras, de mancomunión, alejada de la competencia feroz de las carreras propias del postcapitalismo. Desde el 2014, el festival se ha desarrollado en salas de Valparaíso durante la semana central, y ha sumado año a año otras ciudades, además de diversas muestras en otros países. Este 2020 se realiza en formato virtual a través de la plataforma on demand Festhome TV.

Valentina Peña Caroca

Limache, Chile, 1991. Licenciada en Comunicación Social y Periodista por la Universidad de Playa Ancha (UPLA). Asistente de Comunicaciones en el Museo de la Solidaridad Salvador Allende (MSSA) y escritora colaboradora en diversos festivales y medios digitales. Ganadora de Fondart Creación Literaria (2017), género Poesía, con “Cavernaria, visos".

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