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El Laboratorio Clandestino Como Una de las Bellas Artes

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Una captura de pantalla del recuadro del intérprete de lenguaje de señas de una conferencia de prensa en un canal de televisión pública. La reconstrucción de un adoratorio a un dios de la muerte en acrílico sobre un motor que lo derrite. Análisis médicos sobre las heridas internas de un dictador. Políticos como pintores de domingo. Libros podridos como obras de arte. Y dos artistas que recurren a la ciencia como una metodología de producción.

Germán Sandoval Silva y Rodolfo Sousa Ortega se basan en las fake news, en las pericias criminalísticas, en los chismes y en procedimientos médicos para reconstruir lo que no sale en los diarios, recordar descubrimientos históricos durante la adolescencia tardía o pausar la transmisión online de una guerra.

Pero esta ciencia no es exacta, más bien funciona por asociación. Son mecanismos inconclusos, pruebas inconstantes e hipótesis contrastadas las que originan este conjunto de obras. Es la voluntad por rastrear los detalles omitidos, conseguir las texturas específicas y ver el reverso de un bastidor lo que las une.

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Así, los hechos representados como la muerte de Tamayo, la puñalada que recibió Bolsonaro, los tajos de Fontana, los murales de la Escuela Preparatoria y los hobbies artísticos de Chávez pueden ser entendidos bajo una modernidad latinoamericana que resulta involuntaria como tal.

Sin seguir un sentido programático ni una lógica temporal, Sandoval y Sousa desarrollan e interrelacionan estas situaciones a partir de distintos acercamientos. Como si fueran accidentes o imprevistos, cada uno de estos acontecimientos conforman una historia propia y general: la de sus sensibilidades individuales, las de sus países natales – Venezuela y México – y la de Argentina, donde residen y  produjeron las obras.

No existe ser de su tiempo ni unidad básica formal. Hay residuos, un monumento en ruinas y el agujero bañado en oro que deja un cuchillo. El resultado no puede ser más que el cuestionamiento del proyecto modernista universal y la voluntad por saber, siempre, un poco más.

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La exposición El laboratorio clandestino como una de las Bellas Artes, de Rodolfo Sousa Ortega y Germán Sandoval Silva, con la curaduría de Laura Guindlin y Joaquín Barrera, puede visitarse hasta el 14 de diciembre de 2019 en Fundación El Mirador, Brasil 301, Buenos Aires, Argentina.

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Imagen destacada: Germán Sandoval Silva, Morfologías Modernas (JB/LP), 2019, aluminio, película fotosensible. Cortesía: Fundación El Mirador, Buenos Aires.

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Laura Guindlin

Curadora y crítica de arte argentina. Estudiante de Historia del Arte en la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Trabaja en teoría e investigación sobre arte contemporáneo.

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