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XIMENA ZOMOSA SOBRE LOS 20 AÑOS DE GALERÍA BAJ: “FUNCIONAMOS BAJO LA LÓGICA DEL ENSAYO Y ERROR”

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A mediados de los años 90, la Galería de Balmaceda Arte Joven (BAJ) surgió como un espacio de experimentación para dar visibilidad a artistas visuales emergentes del cerrado circuito nacional. Desde esa época hasta ahora, el norte no ha cambiado y continúa siendo un lugar para mostrar a las nuevas promesas de la escena artística chilena.

En sus 20 años de existencia, la Galería ha expuesto las primeras obras de cerca de 200 artistas, entre ellos Voluspa Jarpa, Demian Schopf, Livia Marín, Mónica Bengoa y Pablo Serra. Además, han expuesto allí consagrados artistas que han compartido sus trabajos con los jóvenes participantes de los talleres de BAJ, como Arturo Duclos, Eugenio Dittborn, Paz Errázuriz, Cristóbal León y Joaquín Cociña.

Su directora, Ximena Zomosa, analiza en esta entrevista cómo ha sido el desarrollo del espacio, y cómo se conceptualiza lo emergente, en el sentido de cuestionarse siempre sus propias certezas y salir de la zona de confort. Para ella, los espacios de arte en Chile siguen siendo parte de una élite cultural, donde “estos lenguajes (emergentes) están invisibilizados entremedio del consumo, de la productividad y de la inmediatez de las imágenes y la velocidad del sistema”.

De ahí surge la inquietud de la Galería Balmaceda Arte Joven por perfilarse como una alternativa, donde se funciona bajo la lógica del ensayo y error, y donde nada queda afuera a priori.

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Consuelo Olguín: A 20 años de la Galería Balmaceda Arte Joven, ¿cómo ves sus inicios en retrospectiva?

Ximena Zomosa: En 1998 me integré al proyecto de Galería que estaban levantando los artistas Cristián Murillo, que trabajaba en ese momento acá, y Nury González, quien asesoró desde los inicios a Balmaceda 1215, el nombre inicial de Balmaceda Arte Joven. Ellos tenían una idea muy clara: abrir un espacio para el arte contemporáneo que trajera la escena actual del arte más reflexivo en Chile directamente a los jóvenes usuarios de Balmaceda. Comenzamos los primeros años invitando a los artistas más conocidos del medio, combinados con otros más jóvenes en ese momento y que actualmente son muy importantes. De alguna forma, Nury y yo éramos parte de ese circuito, entonces no fue difícil encontrar la complicidad de un montón de artistas que se interesaron en participar.

Las primeras exposiciones tenían como objetivo cruzar lecturas de las obras entre ellas, crear un espacio de experimentación para esos trabajos que uno quiere probar, que fuesen las búsquedas, los apuntes, los que se pusieran a prueba. Por eso las primeras curadurías se llamaron Notas al Margen y Laboratorios. Tuvimos además una gran visibilidad en la prensa, que en esa época destacaba espacios de arte contemporáneo gracias a grandes periodistas como Carolina Lara y Elisa Cárdenas. Todo eso junto generó una efervescencia que luego nos sirvió para crear un gran interés en las convocatorias por parte de los artistas jóvenes; esa fue nuestra siguiente etapa, que comenzó el 2002.

CO: ¿Cuáles son los criterios que se aplican para definir qué artistas exponer?

XZ: Las convocatorias de la Galería siempre han tenido una premisa, han sido una invitación a trabajar sobre un concepto amplio, pero que de alguna forma logra cohesionar las propuestas. Esa ha sido siempre la directriz en cuanto a decidir qué obras específicas, o cuerpo de obras, se pueden articular entre ellas. Muchas veces nos encontramos con fotos dentro del dossier que nos envían los artistas, de trabajos con mayor potencial para incluir en una determinada convocatoria, que la propuesta que el artista había creado especialmente. Entonces ahí nos atrevíamos a preguntarles si era posible incluir esa otra obra en una muestra. Todos nos dijeron que sí, excepto cuando la obra escogida ya no existía o estaba en un lugar que hacía imposible su inclusión en la exposición. En ese sentido, con Nury y nuestros invitados a seleccionar hicimos siempre un trabajo muy libre, muy desprejuiciado, desde una mirada de artistas. En los últimos dos años me interesé en convocar a algunos artistas que estuviesen vinculados de una forma más directa con Balmaceda: residentes, proyectos de talleres, ex alumnos, y ahí salió Made in Balmaceda y Crónicas de Dibujo, este último con la metodología del proceso y la observación directa sobre nuestra ubicación física, como Galería que está en la sede de Balmaceda de la Región Metropolitana, en un cierto sector geográfico e histórico.

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CO: BAJ se ha dedicado a mostrar expresiones visuales emergentes. ¿Cómo definen ese concepto?

XZ: Diría que el arte joven es naturalmente un arte en proceso, un arte emergiendo. Quizás como concepto, opuesto a lo ya consolidado y reconocido por el medio, por los Museos, las galerías y la teoría. También creo que en general el arte contemporáneo es un arte emergente, en el sentido de estar siempre cuestionando sus propias certezas; muchos artistas van investigando y entrando en problemáticas nuevas, en ese sentido, lo emergente sirve también para hablar de lo no estático, de lo cambiante. Pero, básicamente, creo que el término señala una pertenencia generacional, el arte de la primera década de trabajo y de inserción en el campo de la visualidad.

CO: ¿Cómo ves la escena nacional respecto a las galerías de arte? Usualmente están asociadas a la élite…

XZ: Creo que tenemos un panorama bastante más amplio afortunadamente; tenemos buenos espacios de galerías asociadas al coleccionismo, pero también muy buenos espacios autónomos y autogestionados con propuestas más independientes del mercado. También espacios relevantes desde el Estado con figuras mixtas, donde está tomando gran relevancia el tema de la mediación, el tener un contacto directo con el visitante o con el entorno social y humano de cada lugar, muchas veces en un trabajo dirigido a estudiantes en edad escolar. Es un componente relativamente nuevo, que también hay que descifrar y no asumir como ya resuelto. De todas maneras, los espacios de arte siguen siendo parte de una élite cultural, en una sociedad donde estos lenguajes están invisibilizados entremedio del consumo, de la productividad y de la inmediatez de las imágenes y la velocidad del sistema que no deja espacios de disfrute de la ciudad, de la sorpresa.

CO: Balmaceda Arte Joven tiene presencia en regiones. ¿Qué diagnóstico haces de esa expansión?

XZ: Las galerías de Balmaceda en regiones nacen muy vinculadas a cada sede en particular. En Antofagasta estamos en asociación al mejor espacio a nivel regional, la sala de arte de la Fundación Minera Escondida; en Bío Bío, la galería fue parte del proyecto arquitectónico de nuestro edificio. En Los Lagos existe también como proyecto estrella de mediación con Galería Activa, que nosotros trajimos después a Santiago. En Valparaíso hemos hecho redes con colectivos locales y con otros espacios regionales. Cada sede tiene su gestión anclada en el respaldo de los artistas de cada entorno, lo que nos permitió hace unos años implementar un proyecto que vinculaba a todas las galerías y que llamamos 2.396 Kms., que es la distancia entre todas las sedes de Balmaceda.

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CO: La galería se ve a sí misma como un semillero de potenciales artistas visuales. Acá expuso por primera vez Voluspa Jarpa, por ejemplo.

XZ: Somos un semillero natural, no lo intencionamos así, pero como la galería está en la lógica del ensayo y error, entonces es una experiencia en la que los artistas ven un campo de experimentación, para luego probar en otros espacios a otra escala, o desplegarse de manera individual. Aunque siempre es interesante estés o no “consagrado”, una invitación al trabajo colectivo, o el desafío de entrar a un Laboratorio, o de participar por ejemplo en una Cita a Ciegas. Son ejercicios que tienen mucho de formativos, a diferencia de una galería más convencional o con figuras curatoriales más fuertes. Este es un espacio amable para interactuar entre artistas y con un público de jóvenes que también interpela las propuestas.

CO: ¿Qué temas contingentes le interesa promover a la galería?

XZ: Este año tenemos dos muestras, dos Laboratorios que nacen desde una mirada hacia artistas que se encuentran trabajando la problemática de la identidad, entendida como fenómeno inevitable al constatar el propio origen, o al buscar la raíz de ciertas obsesiones. Tendremos a fines de agosto a tres artistas que van a trabajar sobre la incidencia de lo femenino-mapuche en sus obras. Se trata de Francisco Huichaqueo, Gonzalo Castro Colimil y Sebastián Calfuqueo y la muestra se llama Zomo ñi Trekan (Caminos de la mujer). Ellos ya llevan un tiempo en esta búsqueda, y este tema se les ha hecho más consciente a partir de esta invitación. Considero que ese puede ser un gran aporte desde una idea curatorial, apoyar en un proceso de mayor entendimiento de los propios procesos y problemas artísticos. El otro grupo, también con esa intención reveladora, está compuesto por dos artistas muy jóvenes, Daniela Contreras y Daniel Downey, y otro experimentado, nuestro primer invitado internacional, Joaquín Sánchez. En esa muestra estará presente también el problema identitario, desde los oficios del textil y la cerámica, perdidos también en las escuelas de arte en un afán de “contemporarizar” todo. Estos artistas revierten el problema, lo vitalizan y lo resitúan.

CO: Pensando a futuro, ¿cuáles son los planes que tienen para este espacio y así seguir manteniéndolo vigente?

XZ: Simplemente perseverar, seguir regando este bosque y sembrar nuevas propuestas artísticas que nos sigan asombrando.

 


Imagen destacada: Ximena Zomosa por Freddy Ibarra, 2018

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Consuelo Olguín

Periodista especializada en medios escritos por la Universidad Católica de Chile. Ha escrito para los diarios El Mercurio y El Dínamo en sus secciones de actualidad y cultura. Tiene un diplomado en Periodismo en Cultura, Crítica y Edición de Libros por la Universidad de Chile. Como periodista, su interés se centra en la literatura y las artes visuales.

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