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EXPOSICIÓN EN BRASIL REÚNE FOTOS INÉDITAS DE PIERRE VERGER

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[VERSÃO EM PORTUGUÊS ABAIXO]

El antropólogo y fotógrafo francés Pierre Verger (1902-1996), que vivió gran parte de su vida en la ciudad de Salvador, capital del estado de Bahía, en Brasil, construyó una obra fotográfica basada en la vida cotidiana y en la cultura popular en los cinco continentes. Rodó el mundo con una mirada apurada y una cámara en las manos, siempre huyendo de los clichés e interesándose por temas poco comunes.

Una de sus series, por ejemplo, retrata el modo en que las personas descansan en lugares públicos. Estas fotografias son el núcleo de la exposición Dorminhocos, que se presenta hasta el 18 de marzo en la CAIXA Cultural Río de Janeiro, bajo la curaduría de Raphael Fonseca. La muestra reúne 145 fotografías producidas entre 1930 y 1950, en países como Argentina, Perú, Congo, China, Polinesia Francesa, Guatemala y México, que exhiben el punto de vista característico del fotógrafo. En Brasil, Verger fotografió trabajadores durmiendo (dorminhocos) en Bahía -donde vivió por 50 años-, así como en Pernambuco y Maranhão.

Las fotos reunidas en la muestra forman parte del acervo de la Fundación Pierre Verger, en Salvador. La mayor parte de estas imágenes nunca fueron reveladas. Generalmente bañados por la luz solar, estos cuerpos de trabajadores anónimos lucen fatigados por la rutina modernizadora estabelecida em ese entonces por los procesos de expansión industrial y urbana. Los tonos de blanco y negro, constantes en la fotografía de Pierre Verger, crean un ambiente en el que el trabajo se contempla como una actividad impregnada de melancolía y distante de cualquier discurso constructivo.

«En este momento en que estamos cada vez más conectados y acelerados, esta muestra contribuye con las discusiones contemporáneas acerca de una superaceleración de lo cotidiano, ya naturalizada en Brasil y en el mundo. Es un recorte inusitado de la obra de Pierre Verger, pero al mismo tiempo provoca reflexiones muy interesantes en los visitantes», explica Raphael Fonseca.

Dorminhocos revela otro aspecto de la obra de Verger, que está marcada por el tema de la afro-brasilidad. Además, la muestra despierta preguntas como cuál es la relación entre el impacto que el trabajo genera en el cuerpo humano y la necesidad de descanso (pertinente a las discusiones actuales de los trabajadores brasileños); la relación entre clase, raza y contrastes sociales; el lugar de la mujer en el mercado de trabajo y en el espacio público (son pocas las fotos con presencia femenina en la exposición); y la explotación fotográfica del cuerpo masculino.

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Verger escribió varios textos de referencia sobre la cultura afro-bahiana y la Diáspora, centrando su trabajo de investigador en el estudio de los aspectos religiosos del candomblé, asunto que se convierte en su principal foco de interés. En Salvador de Bahía, así como lo hiciera en otros países donde vivió, prefirió la compañía de la gente común del pueblo y los lugares más sencillos. Los negros monopolizaban la ciudad y también la atención de Verger. Además de personajes de sus fotos, los negros rápidamente se convirtieron en sus amigos, cuyas vidas trató de conocer en detalle. Cuando descubrió el Candomblé creyó que había encontrado la fuente de la vitalidad del pueblo de Bahía y se convirtió en un estudioso de la adoración de los Orishas (las deidades del Candomblé). Este interés por la religión de origen africano le valió una beca para estudiar sus rituales en África, continente para donde fue en 1948.

Fue en África que experimentó su renacimiento y recibió un nuevo nombre en 1953: Fatumbi, «nacido de nuevo gracias a Ifá». La intimidad con la religión, que había comenzado en Bahía, facilitó el contacto con los sacerdotes, las autoridades y, finalmente, fue iniciado como babalawo. Los babalawos hacen adivinaciones a través del juego de ifá y tienen acceso a las tradiciones orales de los yoruba. Además de la iniciación religiosa, en este momento Verger comenzó un nuevo oficio de investigador. El Instituto Francés de la África Negra (IFAN) no se quedó satisfecho con los dos mil negativos que presentó como resultado de su investigación fotográfica y le pidió que escribiera sobre lo que había visto. A regañadientes Verger cumplió lo solicitado y, después, el universo de la investigación le encantó y no paró nunca más sus estudios.

Verger nunca dejó de ser un nómade aunque haya encontrado un camino. La historia, las costumbres y sobre todo la religión practicada por el pueblo yoruba y sus descendientes en África Occidental y en Bahía se convirtieron en los temas centrales de su investigación y de su obra. Vivió como un mensajero entre estos dos lugares al llevar informaciones, mensajes, objetos y regalos entre los dos mundos. Como colaborador y profesor visitante en varias universidades, logró reunir sus investigaciones en artículos, comunicaciones y libros. En 1960 compró una casa en el barrio de Vila América en Salvador de Bahía. Al final de los años 70 dejó de fotografiar e hizo sus últimos viajes de investigación a África.

En sus últimos años de vida, la principal preocupación de Verger fue divulgar su investigación a la mayor cantidad de gente posible y asegurar la supervivencia de su acervo. En los años 80, la Editora Corrupio se hizo cargo de las primeras publicaciones en Brasil. En 1988, creó la Fundación Pierre Verger (FPV), transformando su casa en un centro de investigación que funciona hasta el día de hoy.

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EXPOSIÇÃO REÚNE FOTOS INÉDITAS DE PIERRE VERGER

 

O antropólogo e fotógrafo francês Pierre Verger rodou o mundo com um olhar apurado e uma câmera nas mãos, sempre fugindo dos clichês e se interessando por temas pouco comuns. Na exposição Dorminhocos, em cartaz na CAIXA Cultural Rio de Janeiro de 20 de janeiro a 18 de março de 2018, uma série de imagens retrata o modo como as pessoas descansavam em lugares públicos. O projeto tem patrocínio da Caixa Econômica Federal e do Governo Federal.

Com curadoria de Raphael Fonseca, a mostra reúne 145 fotografias que exibem o ponto de vista característico do fotógrafo, produzidas entre as décadas de 1930 e 1950, em vários países como Argentina, Peru, Congo, China, Polinésia Francesa, Guatemala e México. No Brasil, Verger fotografou os dorminhocos na Bahia, onde viveu por 50 anos, e também em Pernambuco e no Maranhão.

As fotos reunidas na mostra fazem parte do acervo da Fundação Pierre Verger, em Salvador. A maior parte dessas imagens nunca foi revelada. Geralmente banhados pela luz solar, são corpos de trabalhadores anônimos e fatigados pela recente rotina modernizadora estabelecida pelos processos de expansão industrial e urbana. Os tons de preto e branco, constantes na fotografia de Pierre Verger, criam uma ambiência em que o trabalho é contemplado como uma atividade permeada de melancolia e distante de qualquer discurso construtivo.

“Neste momento em que estamos cada vez mais conectados e acelerados, a mostra contribui com as discussões contemporâneas a respeito de uma superaceleração do cotidiano, já naturalizada no Brasil e no mundo. É um recorte inusitado da obra de Pierre Verger, mas ao mesmo tempo provoca reflexões muito interessantes nos visitantes”, explica Raphael Fonseca.

Dorminhocos é uma oportunidade para o público conhecer outro aspecto da obra de Verger, que é marcada pelo tema afro-brasilidade. Além disso, a mostra provoca questões como a relação entre a estafa que o trabalho gera no corpo humano e a necessidade de descanso (pertinente às discussões atuais dos trabalhadores brasileiros); a relação entre classe, raça e contrastes sociais; o lugar da mulher no mercado de trabalho e no espaço público (são poucas as fotos com presença feminina na exposição); e a relação das pessoas com esse espaço. Os visitantes também poderão conhecer um aspecto comum ao olhar do artista que é a exploração fotográfica do corpo masculino.

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Imagen destacada: Pierre Verger, de la serie Dorminhocos. Pasay, Filipinas, 1937-1938. Foto cortesía de CAIXA Cultural Río de Janeiro

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