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LAS LECCIONES DE SKULPTUR PROJEKTE MÜNSTER 2017

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Desde junio de este año la ciudad de Münster ha congregado a más de 30 artistas de todo el mundo en el marco de Skulptur Projekte, el encuentro de escultura contemporánea que cada 10 años se propone desarrollar obras con y para el espacio público.

Los orígenes de este encuentro se remontan a 1977, cuando sus fundadores y actuales organizadores, Klaus Bubmann y Kasper König, tuvieron la idea de realizar proyectos de arte público en la ciudad, con el fin de sacar el arte del museo e instalarlo en el espacio urbano. Desde entonces, la tónica permanente de Skulptur Projekte Münster ha sido reflexionar en torno a los circuitos de poder que someten el arte a intereses políticos y económicos. Por esta razón, es que en esta oportunidad sus organizadores se han alineado bajo un discurso que manifiesta la plena autonomía del encuentro respecto de sus fuentes de financiamiento, señalando que Skulptur Projekte Münster se lleva a cabo “con la ayuda de fondos públicos y no debe estar subordinado a los intereses económicos”. El apoyo que recibe la exhibición proviene de la Landschaftverband Westfalen-Lippe, el LWL-Museum Für Kunst und Kultur, la German Federal Kultural Foundation, Sparkassen-Finanzgruppe y numerosos otros partners, quienes entregan su financiamiento considerando siempre esta autonomía fundamental.

De allí que una de las características que desmarcan a Skulptur Projekte Münster de otros encuentros de arte internacionales es que la temporalidad en la que se mueve -versiones cada 10 años y 100 días de desarrollo- le entrega a este encuentro un ritmo propio, ajeno a la urgente contingencia del arte actual. Estos plazos extendidos permiten, además, poner énfasis en la validación del proceso como ejercicio central de la puesta en obra de los proyectos. Así, la temporalidad se inscribe como una manera de abordar las propuestas, que se originan a partir de una serie de visitas a la ciudad que realizan los artistas, que luego son discutidas pero que no se cristalizan sino hasta que el trabajo se pone en práctica. Es decir, no existen concepciones a priori sobre los resultados, sino más bien una visión que apuesta por un proceso que va tomando forma a medida que las obras se van insertando en la ciudad y dialogando con ésta.

En su quinta versión, el evento -ya pronto a su culminación- ha incluido propuestas que más allá de la idea de site specific han tenido un interés central por implicarse con temas sociales, urbanos y culturales, aplicando el principio fundamental de Skulptur Projekte Münster que radica en la democratización del arte en términos de acceso, participación, y comprensión. Esto se traslada, incluso, a la elección del diseño y el formato de los folletos y comunicados que se entregan al público, haciéndolos accesibles, fáciles y portátiles.

Si bien, o pese a que, en esta versión subyace el propósito curatorial de revisar las tensiones y relaciones entre lo público y lo privado a través del impacto que conllevan la digitalización y la globalización, la manera de abordar las temáticas para intervenir la ciudad se presenta siempre como novedosa, debido a que los organizadores invitan a los artistas a desarrollar propuestas específicas de arte público en plena libertad de acción, entendiendo éste “como una esfera heterogénea que es indispensable para la coexistencia sociocultural”.

En este marco, desarrollar un encuentro de arte en y para la ciudad supone entenderla como una trama subjetiva que se articula a partir de un ritmo condicionado por las pulsiones de los sujetos que la habitan, la transitan y hacen de ésta un lugar. Siendo así, las obras que aquí se proyectaron consideraron a la ciudad no como un contexto previo o un espacio preexistente sobre el cual intervenir a modo de soporte estático, sino como una máquina que renueva permanentemente su sentido a partir del devenir humano y donde el arte es ante todo un conducto social a través del cual es posible pensarla y vivirla. Así, este encuentro ha sido nuevamente capaz de transformar por unos días la experiencia cotidiana del territorio que se habita y de sorprender y crear una experiencia diferente para los visitantes, quienes han podido acercarse a la ciudad de Münster fuera de su conocido núcleo turístico. Las obras han sido dispuestas en un radio ampliado que se extiende hasta 4 o 5 kilómetros desde el centro de la ciudad, ocupando las calles, parques y barrios, siendo algunas fijas, otras efímeras, algunas interactivas y otras en proceso.

Entendiendo el concepto de escultura a partir de los desbordes y desplazamientos que desde los años 60 han permeado a esta disciplina, Skulptur Projekte Münster se ha caracterizado por expandir la experiencia escultórica hacia otros campos del arte, integrando proyectos que van desde objetos hasta instalaciones temporales y que, en muchos casos, invitan a participar a los “espectadores”.

Una de las propuestas más llamativas para el público ha sido On Water, de la artista turca Ayşe Erkmen (Estambul, 1949), que consiste en la intervención de un canal industrial con un puente que se sumerge levemente bajo sus aguas. Es una obra participativa donde el tránsito del cuerpo es fundamental para que la obra se concrete, es decir, ya no se trata sólo de espectadores que observan, inmóviles y pasivos, sino de sujetos que construyen la obra con el movimiento y el desplazamiento de sus propios cuerpos al cruzar el puente de un extremo a otro, produciendo la apariencia de caminar sobre las aguas en una experiencia participativa y simbólica.

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Otra propuesta interesante ha sido la instalación After ALife Ahead, realizada por el francés Pierre Huyghe (París, 1962) en una antigua pista de patinaje sobre hielo. Con algunas reminiscencias del Land Art, Huyghe perfora el suelo de la pista, donde instala distintos elementos y materialidades que -a manera de escombros o ruinas- generan un paisaje desolador. Los espectadores pueden transitar alrededor y al interior de este paisaje, desplazándose para mirar lo que según algunos críticos se podría entender como la representación “apocalíptica” de la tierra. La intervención posee un contenedor donde se reproducen células cancerígenas y, al parecer, en los estanques hay distintas formas de vida como bacterias, algas y abejas. Al final del paisaje se pueden observar elementos que evocan lagos, ríos, árboles y montañas. En momentos, del techo se abren unas compuertas de donde cae la lluvia, generando un paisaje que lleva a una reflexión muy contingente sobre la realidad a la que está sometida la naturaleza en nuestra actualidad.

También performances, videos y, en esta ocasión, obras que se “desmaterializan” en su tránsito por internet, ponen en desarrollo la idea de creciente digitalización que subyace a esta 5° versión de Skulptur Projekte. Lo anterior conlleva a una comprensión de lo escultórico como una operación en la que el espacio público se amplía incluso hacia los espacios digitales para ponerse en relación con los contextos actuales. De este modo, domiciliar o circunscribir este encuentro a la idea de que la escultura es un objeto o un volumen fijo y sólido que debe ser recorrido o contemplado sería limitar todo el campo de posibilidades que se abre en Skulptur Projekte, donde la escultura en cuanto objeto se abre a un terreno relativo y crítico. Es el caso de la obra de Lara Favoretto (Treviso, 1973) Momentary Monument, que se desarrolla desde el 2009 en Münster y que está conformada por una serie que incluye la presentación de un volumen monolítico en piedra que, sin embargo, está vacío, y que en uno de sus lados cuenta con una ranura por donde, a modo de alcancía, se pueden insertar monedas. La presentación de esta obra por un lapso de tiempo y su posterior destrucción interroga la fijeza, perpetuidad e inmovilidad del monumento.

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En la misma línea, otra propuesta para un parque público es Sketch for a Fountain, de Nicole Eisenman (Verdun, 1965). Se trata de un recorrido por seis esculturas de diversas materialidades, la primera, una figura femenina de tela rellena, que con bikini y lentes de sol reposa sentada a los pies de un árbol acompañada de dos letreros que señalan en inglés y en alemán “arte, no destruir”. La figura parece estar contemplando lo que se ve a continuación: una fuente que lleva en su interior una figura de pie en bronce y, rodeando la fuente, cuatro figuras, una de bronce y tres de escayola que reposan en distintas posiciones. El agua estancada, el rostro de las figuras borrado, las pantorrillas de las figuras simulando una piel degradada y el aparente “inacabado” de las figuras producen la sensación de estar congeladas en el tiempo. En su conjunto, y mediante las distintas poses que remiten a las posturas clásicas de la escultura moderna, la obra pareciera reflexionar acerca de la vigencia de este tipo de escultura, interrogándose sobre si es esto aún escultura. En este contexto, se realizó en colaboración con el Instituto Henry Moore, entre el 13 y el 15 de septiembre de 2017, un simposio titulado Nada permanente: esculturas y ciudades, que aborda el problema de si las esculturas y los monumentos pierden su validez en el espacio público.

Una de las piezas que ha producido mayores comentarios en la crítica ha sido Peles Empire, del colectivo conformado por Barbara Wolff (Făgăraș, 1980) y Katharina Stöver (Gießen, 1982). Se trata de una reproducción en cartón y papel de fotocopia de la arquitectura característica del Münster. Ubicada en un parking y a modo de una gran maqueta, la pieza reproduce la fachada de un edificio pseudomedieval, que está sujeto por detrás por una serie de puntales. La ironía acerca del simulacro que parece desarrollar esta obra mediante la representación de la fachada y la imitación del mármol con materiales de bajo costo pareciera desarrollar una crítica a la imagen noble que pretende mostrar la arquitectura y escultura europea.

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El interés por obras donde el espacio del cuerpo es el protagonista ha sido parte de una serie de acciones performáticas, lo que se enmarca precisamente en la idea central de esta 5° versión, que como ya hemos señalado busca reflexionar sobre la desmaterialización provocada por la era digital. Para sus organizadores el acto performativo “define el cuerpo como sujeto y objeto simultáneo de la percepción y crea una relación entre él, como ‘material’, y el entorno construido”. Así, artistas como Alexandra Pirici (Bucharest, 1982) involucra en su obra a numerosos habitantes de Münster; Xavier le Roy en colaboración con Scarlett Yu dan instrucciones de acción a los bailarines seleccionados; y el grupo Gintersdorfer se suscribe a una colaboración constante con una amplia red de distintivas estrellas del performance.

Independientemente de que las exhibiciones son siempre de naturaleza temporal, algunas piezas son finalmente adquiridas por la ciudad para formar parte de la colección de arte público que va entregando cada versión. Así, actualmente la ciudad cuenta con 35 obras fijas entre las cuales se pueden apreciar las bolas de petanca de Claes Oldenburg, la depresión sobre el terreno de Bruce Nauman de la versión 2007, los bancos del parque con inscripciones de Jenny Holzer, el embarcadero de Jorge Pardo, o las esculturas en el parque de Donald Judd o de Susana Solano. Ya sabremos cuáles quedarán en permanencia esperando la próxima versión 2027.

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Imagen destacada: Ayşe Erkmen, On Water. Foto: Henning Rogge

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Marcela Ilabaca Zamorano

Nace en Santiago de Chile, en 1978. Es escultora e investigadora independiente. Magíster en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile y Licenciada en Educación por la Universidad Alberto Hurtado. Su trabajo busca interrogar las tensiones entre escultura y contexto, y explorar los diálogos entre modernidad y arte latinoamericano. Autora del ensayo “Las políticas de emplazamiento en la obra de Carlos Ortúzar” (CeDoc y LOM Ediciones, 2014). Desde el año 2014 forma parte del equipo permanente de Artishock, aportando a la reflexión sobre la experiencia de la escultura en el mundo contemporáneo. Actualmente, está a cargo del proyecto de investigación “Catálogo Razonado de Esculturas de la Colección MSSA. Etapa 1: Periodo Solidaridad (1971-1973)”, financiado por Fondart 2019.

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