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REGINA DE MIGUEL. SOBRE LABORATORIOS Y HEGEMONÍAS

 “Esta es una historia de biopoder y biosocialidad, así como también de tecnociencia”

 Donna Haraway, The Companion Species Manifesto

 

Regina de Miguel (Málaga, 1977) es una artista visual y productora cultural. Su trabajo se centra en descubrir confluencias situacionales entre instrumentos científicos y percepción cultural, develando en el proceso un abanico de tópicos tanto universales como locales. Su extraordinaria capacidad para establecer nexos interdisciplinarios lleva a cabo complejos procesos investigativos que orquestan a científicos, investigadores, instituciones y territorios dentro de un imaginario a menudo inspirado en ciertas estéticas propias de filmografías de ciencia-ficción, que sin embargo pone al descubierto realidades a través de su obra, extrapolando nuestra capacidad de percibir un objeto cultural hacia un profundo cuestionamiento en torno a hegemonías históricas y especulaciones futuras.

Hablar de Chile como un paradigma, en relación a una de las investigaciones que realizó la artista a partir de una residencia llevada a cabo en el desierto de Atacama el 2013, fue el punto de partida que nutrió nuestro primer encuentro en Berlín, ciudad en la que la artista reside hace alrededor de cinco años.

Su segunda residencia en Chile se ha llevado a cabo a principios de este año gracias a una beca otorgada por la Fundación BBVA para la realización de su próxima película. En ella, varios puntos a investigar se trazaron en un comienzo, sugiriendo una aventura que estableció enlaces inéditos entre distintos elementos históricos en Chile y que inesperadamente abrió heridas estructurales sobre cómo se lleva a cabo el manejo de documentos públicos y objetos patrimoniales. Tal como la primera, esta segunda visita estuvo fuertemente cargada de un carácter involuntariamente simbólico que una artista e investigadora española con la tenacidad y sensibilidad de De Miguel le pudo dar. Esta entrevista comenzó el 9 de enero, durante esta segunda residencia, y concluyó en abril ya de vuelta en Berlín.

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«Ansible», de Regina de Miguel, exposición en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

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«Ansible», de Regina de Miguel, exposición en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

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«Ansible», de Regina de Miguel, exposición en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

Michelle-Marie Letelier: Tratando de dejar de lado cualquier tipo de intelectualización, ¿cuáles han sido tus primeras impresiones de Santiago y su gente en relación a tu última visita? Me refiero a ese tipo de detalles mínimos, únicos, sensoriales y pasajeros: la ciudad, los olores, los sonidos, alguna frase, algún titular de diario o emoción colectiva que te haya llamado la atención…

Regina de Miguel: Aciertas pidiéndome que te explique la verdadera naturaleza, los motivos reales, por los que una arma un dossier, pide una beca, se atrasa en algunas cuestiones prácticas de la vida, y se viene a Chile. Es decir, tengo un proyecto, algo pensado, unos planes más o menos detallados, elaborados desde la distancia, pero todo eso es porque, tal como escribió Zurita, se me quedó algo «pegado, pegado a las rocas al mar y a las montañas.» Algo que tiene que ver con una afectación emocional, un compromiso hacia lo que este país y su sociedad me han enseñado. Un contexto que lidia con las consecuencias de haber sido el escenario de diversos experimentos utópicos, de horribles atentados contra las libertades, y el laboratorio neoliberal por excelencia. Siento que es un texto, un paradigma, que me ayuda enormemente a entender las dificultades del presente, los peligros de nuestras equivocadas proyecciones de futuro.

En este viaje desde Berlín he sentido de manera muy evidente el desplazamiento de latitud, el viaje de la oscuridad invernal hacia la luz y el calor intenso. Más que los anteriores. Aterrizar con la puesta del sol me pareció un buen anuncio.

Una vez en la ciudad, fui a buscar las placas con los nombres de los desaparecidos y las losetas blancas y negras de la calle Londres; después, llegar al número 38, cruzar el umbral, sentarme en la sala, esperar a mis interlocutores y después conversar largo y tendido con ellos. La mezcla de emociones hoy me ha producido cierta resaca. Me temo que será así más veces.

MML: Esto da paso a la próxima pregunta: ¿ese «algo pegado» que dio origen a este proyecto, ese compromiso con el paradigma que has aprendido conociendo el contexto chileno, ha comenzado desde una inquietud emocional histórica relacionada con tu propio origen como mujer occidental española/europea? ¿O tiene más relación con una búsqueda de posibles respuestas que nos abarcan como seres moleculares, más allá de nuestras culturas, orígenes e ideologías?

RDM: Es imposible disociar ambas nociones. Y creo inevitable trabajar desde la carga que supone pertenecer al otro lado de la línea del pensamiento abismal como mujer y como intelectual. La separación que no ha permitido procesos de agenciamiento político ya que la intención principal era precisamente funcionar con una ética completamente puesta.

Estas primeras semanas en Santiago he tenido oportunidad de poder revisar archivos, entrevistarme con algunos de los protagonistas de los hechos pasados y presentes que estoy trabajando, y otros que han ido surgiendo inesperadamente, pero que vienen a complejizar o clarificar según momentos el proceso. Como digo, este proceso es intelectual pero también ligado ineludiblemente a lo personal.

Tristemente veo que es una realidad importante de observar ya que muchos de los experimentos que el neoliberalismo trata de implantar globalmente empezaron por aquí. Una puede observar tan claramente como se viene produciendo un proceso continuista de ocupación tardomoderna de los cuerpos y las conciencias. Cómo la sociedad chilena vive instalada en un dolor poco reconocido y nada superado. Esa enfermedad, esa locura normalizada, por la que los culpables, instalados en estructuras férreamente fortificadas, aún no han pagado, es un paradigma que necesita no sólo trabajo de memoria para el país, sino para el futuro de todas las comunidades.

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Vista de la exposición «Ansible», de Regina de Miguel, en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

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Vista de la exposición «Ansible», de Regina de Miguel, en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

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Vista de la exposición «Ansible», de Regina de Miguel, en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

MML: Indudablemente, es un trabajo largo que requerirá de generaciones enteras para desarrollarse y así ojalá poder sanar esta locura, o al menos hacer un reconocimiento, justicia y aceptar nuestra identidad para avanzar hacia modelos más auténticos. ¿Podrías darme un bosquejo simple de lo que ha sido tu proceso investigativo desde que llegaste a Santiago, especificando cuáles han sido los hechos principales que te propusiste indagar y cómo los has relacionado en el tiempo, además de los hechos inesperados que mencionas?

RGM: La investigación comienza, como mencionaba anteriormente, con la revisión de los archivos de Londres 38. Estos archivos recogen los testimonios de algunas de las personas que por allí pasaron, de los familiares de las víctimas e incluso de agentes pertenecientes a la DINA.

Por otro lado, también me he encontrado con las encargadas del estudio de peritaje forense que se ha llevado a cabo en el inmueble de Londres 38 para la búsqueda de pruebas físicas que sirvan como evidencias en casos de juicios antes tribunales internacionales. Este proceso de indagación sobre la represión de los cuerpos y las memorias, un proceso de extinción e invisibilización de formas de conciencia y vidas resilientes, me llevó a indagar en los fondos del Museo de Historia Natural de Chile. Por un lado me interesaba comprender cómo se construye la taxonomía, es decir, la clasificación y ordenación de la naturaleza, y por otro, indagar en las razones por las que determinadas especies desaparecen o resisten.

También trabajé en el Banco de Semillas que se encuentra en el pueblo de Vicuña. Este es un depósito que trabaja por la preservación de semillas de las especies endémicas chilenas y para ello es que las clasifican y conservan en cámaras frigoríficas herméticas y preparadas para cualquier evento sísmico.

Entre estas actividades también se dieron intentos de trabajar con los archivos fotográficos del Ministerio de Relaciones Exteriores. Aquí pude comprobar claramente la poca transparencia del acceso público a dichos materiales, pasando por protocolos que ocultaban la falta de libertad y voluntad de los funcionarios encargados de tal tarea. Asimismo, cualquiera de estas acciones anteriores desvelaron o me confrontaron con la logística administrativa y burocrática derivada de una políticas que no son verdaderamente democráticas en muchos aspectos y aquí concretamente lo vemos aplicado en cuanto al verdadero acceso al conocimiento.

MML: ¿Qué archivos fotográficos se encontraban en el Ministerio?

RDM: En relación con mis intereses acerca de formas de vida extrema (extremófilas) llevo un tiempo investigando sobre la Isla Decepción. Allí, por sus especiales características geológicas se han encontrado multitud de formas de vida hasta ahora desconocidas e inéditas según los parámetros antropocéntricos establecidos. Esta isla se encuentra en la Antártida y el gobierno chileno tuvo base científica y militar allá hasta que se produjo una erupción en 1967 [1]. Después de aquello, las bases científicas españolas han trabajado en diversas áreas científicas y podríamos decir que hoy por hoy la isla es un laboratorio de experimentación para el futuro de muchas áreas del saber científico. Me interesaba indagar en el principio de la historia científica del lugar. Cómo se dieron las primeras expediciones, cómo eran las condiciones de vida allá y bajo qué propósitos se produjeron estos asentamientos que, bajo la premisa de la investigación, también combinan intereses estratégicos y políticos.

La cuestión es que, aunque se hizo todo el protocolo de concesión de permisos, con varias idas y venidas a las oficina de División Antártica y el Archivo Fotográfico, la conclusión que extrajimos es que el archivo es secreto y bajo ninguna condición puede ser inspeccionado por ninguna persona natural que no pertenezca a una fuerza militar o gubernamental.

MML: ¿Este secretismo te motivó para seguir indagando sobre esta situación estructural política, para evidenciar nuevamente la postura ideológica en que se encuentra un estado como Chile? ¿O preferiste darle una nueva dirección al proyecto?

RDM: La situación estructural chilena creo que es sumamente útil para comprender una gran cantidad de sucesos derivados de las prácticas de la modernidad y el liberalismo económico. No en balde se le llama “el laboratorio”. El país ha venido siendo, y de hecho es el campo de ensayo de la Doctrina del Shock, de las políticas del neoliberalismo más salvaje, de la negación de la memoria y la eliminación de los derechos democráticos más elementales que después se han ido expandiendo globalmente.

Este aprendizaje y este ejercicio de reconocimiento viene siendo parte fundamental directa e indirectamente en mis últimos proyectos. Por un lado, vengo trabajando en la elaboración de un trabajo de más largo recorrido;  una película que analiza uno de los casos más interesantes de las recientes utopías tecnológicas, el intento de revolución cibernética llevado a cabo por Salvador Allende, llamado Synco o Cybersyn.

Y por otro, la idea de vida resiliente, de laboratorio sublevado, en mi reciente proyecto Ansible. Este trabajo se ha concretado en una instalación sonora y lumínica que recrea los ambientes y elementos que normalmente son usados para la producción de vida artificial. Concretamente cultivos in vitro.

La instalación funciona, conectando mediante arduino, el sistema lumínico, que habitualmente se mantiene con tubos de luz fluorescente encendidos de manera constante para simular la luz del día y posibilitar la fotosíntesis, con unas composiciones textuales y sonoras que narran formas de vida resistentes, relatos sobre necropolítica, críticas a los procesos extractivistas o recuperación de mitos o relatos desde una perspectiva feminista. La coordinación de las canciones (interpretadas por voiceovers autómatas) y luz, da lugar a una suerte de laboratorio parlante, vaciado del contenido ordenador de la naturaleza, que sin embargo alberga retazos minerales; un recordatorio de la Tierra como un organismo vivo. Estos restos geológicos son placas de obsidiana; un vidrio volcánico que resulta de erupciones y que, ancestralmente en muchas culturas amerindias, ha tenido carácter de conector de mundos. Los espejos de obsidiana servían en rituales para adivinar el futuro. Aquí se presentan también pulidos, devolviendo nuestro reflejo con el grabado, a modo de fósil, de una especie vegetal ya desaparecida para siempre. Un recordatorio de la posibilidad de un mundo en el que la extinción (de nuestra especie) empieza a ser algo más que una posibilidad.

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Vista de la exposición «Ansible», de Regina de Miguel, en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

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Vista de la exposición «Ansible», de Regina de Miguel, en Maisterravalbuena, Madrid, Marzo-Mayo, 2015. Cortesía de la artista

MML: Esta instalación indudablemente tiene varias aristas que engloban tu experiencia investigativa en Chile. ¿Cómo prevés que este resultado se complemente con respecto a tu película? ¿Hay alguna idea en cuanto a puesta en escena final?

RDM: La instalación Ansible no se concibe como un proceso cerrado, es un ejercicio experimental, de repoblación de imaginarios. Así, durante la exposición que en estos momentos se encuentra en Madrid, se observarán, desde un tiempo posterior a la inauguración, diversas aportaciones de aparición periódica, como por ejemplo restos líticos de las herramientas que fabricaban los pobladores nómadas precolombinos en el desierto de Atacama, pequeños restos óseos de animales que habitaron la misma zona geográfica, imágenes microscópicas de algas extremófilas encontradas en el océano ártico… además de una conversación constante que se viene dando entre la curadora Sonia Fernández Pan y yo misma. El elemento discursivo y la idea de una exposición como un lugar que se habita y muta como también un organismo vivo incorporado a un proceso me parece fundamental como reflexión acerca de los formatos de comunicación del arte.

La película sobre Cybersyn se encuentra aún en proceso. La mayor parte de las filmaciones ya han sido realizadas y preveo terminarla sobre el mes de Noviembre. La pretensión esta vez es hacer un trabajo de ensayo audiovisual narrativo a medio camino entre la ficción y el trabajo crítico con la historia.

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[1]  La violenta explosión volcánica destruyó la base chilena Pedro Aguirre Cerda, el Refugio Cabo Gutiérrez Vargas, y la base británica B. Esta última fue reocupada desde el 4 de diciembre de 1968 y fue nuevamente evacuada el 21 de febrero de 1969 en el barco chileno Piloto Pardo (el mismo que la evacuó en 1967) debido a que más erupciones volcánicas dañaron los edificios, siendo finalmente abandonada el 23 de febrero cuando el personal retornó en busca de sus posesiones personales. (Fuente: Wikipedia)

Michelle-Marie Letelier

Artista visual. Nace en Rancagua en 1977. Vive y trabaja en Berlín. Inspirada en contextos históricos yuxtapuestos, el trabajo de Letelier abarca orquestadas transformaciones de minerales conforme a una aguda investigación en torno a los paisajes donde su explotación y especulación se llevan a cabo. En el 2005 participó en la Bienal de Mercosur. En el 2014 realizó una residencia en ISCP, Nueva York, y al año siguiente fue invitada al programa "Plataforma Editable", en Chile, desarrollando una serie de presentaciones, debates y visitas de campo.

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