MUSEO TRAVESTI DEL PERÚ SE EXHIBE POR PRIMERA VEZ COMPLETO EN EUROPA
Visible. Office and Project, un espacio para la investigación en arte contemporáneo con sede en Bruselas, presenta hasta el 26 de abril la exposición Línea de Vida – Museo Travesti del Perú, un proyecto creado hace casi una década por el artista peruano, filósofo y drag queen Giuseppe Campuzano (1969-2013). La exposición, en Galerie de l’erg (Ecole Superieure des Arts, Bruselas) está comisariada por el escritor e investigador peruano Miguel A. López y presenta la versión completa del museo nómada por primera vez en Europa, tras el éxito que alcanzó en la 31ª Bienal de São Paulo.
MUSEO TRAVESTI DEL PERÚ
Por Miguel López
Hace casi una década el filósofo y drag queen peruano Giuseppe Campuzano (Lima, 1969-2013) creó un archivo efímero llamado Museo Travesti del Perú. Este proyecto es un ejercicio de contra-lectura marica y pensamiento interseccional promiscuo de la historia, el cual recolecta objetos, imágenes, textos y documentos apropiados, para realizar acciones, montajes y publicaciones que fracturan los modelos normativos de producción de saber sobre el cuerpo. El proyecto, a medio camino entre la performance y la investigación histórica, propone una revisión crítica de la llamada “historia del Perú” desde la perspectiva estratégica de una figura ficticia que Campuzano denomina el andrógino indígena / travesti mestizo. Aquí, las posiciones del transgénero, travesti, transexual, intersexual y andrógino, son colocadas como actores y sujetos políticos centrales de cualquier construcción de la historia.
A diferencia de las grandes instituciones y sus discursos de autoridad, este pequeño museo no procura representar a las minorías e integrarlas a los discursos dominantes de progreso y felicidad. Por el contrario, el Museo Travesti es un dispositivo artificial que pone en evidencia el carácter teatral de toda historia y confronta el lugar privilegiado de la subjetividad heterosexual –una subjetividad que convierte toda diferencia en objeto de estudio e invisibiliza su propia contingencia y los procesos sociales que dan lugar a su construcción. Uno de sus logros es precisamente haber construido una historia políticamente corrosiva y discontinua del transgénero que descompleta mitos fundacionales y la fantasía ideológica que se esconde bajo la consigna del Estado-Nación. Los materiales reunidos en el Museo Travesti parecen señalar así la necesidad de un nuevo proyecto fundador que abra el horizonte del género y del deseo hacia nuevas herencias.
Es allí también donde reside la importancia de la figura del museo. En un momento donde el mercado ha convertido las identidades sexuales en productos de consumo, y en donde los museos parecen apartados de cualquier agenda de reflexión en torno a las políticas sexuales, la aparición del Museo Travesti es una oportunidad tanto para redefinir el papel político del museo así como para responder a una historia erigida sobre los borramientos de la disidencia sexual. Su emergencia es una perforación deliberada del aparato museal –que es también un aparato sexual– en tiempos donde el pragmatismo neoliberal de las economías transnacionales y el marketing corporativo de las máquinas culturales han establecido ya un patrón hegemónico de museo. Montar un Museo Travesti parece decir, por un lado, que el sujeto político del feminismo ha cambiado, y que nuestras luchas se libran hoy desde una multitud de cuerpos no-generizados, en mutación permanente. Y por otro, permite señalar explícitamente que el museo no es una técnica neutra de representación sino un dispositivo político que sanciona la mirada, controla el placer y produce identidades de género y sexuales en el ámbito público.
Desde esa perspectiva, es posible pensar el Museo Travesti como un gran archivo ambulante que ofrece sus tesoros y reliquias eróticas. Un museo de reproducciones que desafía los lugares del análisis tradicional sobre la opresión al tomar como locus de enunciación al cuerpo travesti, que es en realidad un cuerpo postizo, maquillado, prostético, falso, “cuya naturaleza es la incertidumbre”, en palabras de Campuzano. Es precisamente la condición portátil de este museo, su capacidad para parasitar cualquier escenario –desde plazas públicas, ferias barriales hasta congresos universitarios– la que le ha permitido también plantear interpelaciones al sujeto de lucha del activismo tradicional, interponiendo un sujeto político amorfo e inasible. Una apuesta experimental que vandaliza la teoría e historia clásica en una suerte de reescritura punk que procura autoabastecerse de imaginarios, referentes y saberes transversales para un sujeto incapaz de reconocerse en las taxonomías existentes.
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