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LA MIRADA INTENCIONADA. FOTOGRAFÍA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA EN VENECIA

En estos días coinciden en Venecia varias exposiciones de fotografía que contribuyen a ejemplificar no sólo la importancia del lenguaje fotográfico en el arte contemporáneo, sino también el buen pulso que esta disciplina, en sus versiones moderna y contemporánea, ha adquirido entre la red de museos, fundaciones y galerías venecianas, con una programación que incluye asiduamente a grandes maestros junto a fotógrafos en activo. Destacamos algunas de ellas, sea por su autoría o por su temática, pero sobretodo por su valor y necesidad. Nos referimos a la gran antológica italiana dedicada a Irving Penn, organizada por la Fundación Pinault, en el Palacio Grassi; a la exposición del fotógrafo americano Lewis Hine, presente en la Casa de la Fotografía de Venecia, Tre Oci; a algunos trabajos fotográficos recientes de Hiroshi Sugimoto, en la Fundación Bevilacqua la Masa; y a la colectiva IMmAGINE (H. Fulton, M. Ghiglione, F. Jodice y A. Morucchio), en la Galería Michela Rizzo. Penn y Hine fueron creadores de una modernidad en la fotografía cuya complejidad fluye y se regenera en el discurso artístico contemporáneo; Sugimoto e IMmAGINE recogen ese legado, y en la contemporaneidad plantean y cuestionan la problemática de las imágenes en la denominada era post-fotográfica.

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Lewis Hine, Mujer albanesa proveniente de Italia en Ellis Island New York, 1905, de la serie Ellis Island. Cortesía: Casa dei Tre Oci, Venecia

Experimentando con los hitos principales del arte fotográfico (el retrato, el paisaje, la arquitectura, o el documento social), estos artistas demuestran el potencial de la fotografía como técnica, lenguaje e instrumento de interpretación del mundo. Con su mirada intencionada develan la fragilidad de algunos preceptos de la modernidad, traduciendo en imágenes su verdad más paradójica y desenfocada. Entienden la fotografía como ese cuerpo del tiempo (porque es siempre una cuestión de tiempo) que indaga en su propio pasado por su necesidad de reconocer el mundo y restituirlo a nuestra mirada. Saben que el impulso de la imagen fotográfica está en su presencia, o ese pensar el tiempo como supervivencia; una dialéctica entre metamórfosis y memoria, que algunos de ellos representan como tiempo de la certeza y como visibilidad del mundo; otros, en cambio, la disuelven, ofreciéndonos el aura frágil e inestable de su invisibilidad.

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Irving Penn, Truman Capote (1 de 2), New York, 1965. Copyright © Condé Nast Publications, Inc. Cortesía: Fundación François Pinault, Venecia

Resonance es el título de la retrospectiva italiana dedicada a Irving Penn (1917-2009), concentrada en sus trabajos más artísticos. Ciento treinta fotografías de quien fuera el famoso fotógrafo de Vogue, y a su vez, gran e inquieto investigador sobre las posibilidades del medium fotográfico,  y la expresividad de la luz y la sombra. La lucha de Penn reside en capturar una solidez a lo invisible, o ese poder íntrinseco a la inmutabilidad de la misma fotografía, que motivó su búsqueda de la luz como encarnación de lo visible. Por ello, sus obras exhiben esa especie de exististencia perpetua en el tiempo, y transmiten esa capacidad tan suya por captar lo efímero. La serie de los “pequeños oficios”, realizada durante los años cincuenta, nos lo demuestra; Penn, convencido de la desaparición de esas actividades, inmortaliza en su estudio a vendedores ambulantes, deshollinadores, traperos…, en lo que es su particular homenaje al anacronismo de Auguste Sander y Eugène Adget, y a esa supervivencia de la memoria como ontología de la fotografía.

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Irving Penn, Lion (vista frontal), Praga, 1986. Copyright © The Irving Penn Foundation. Cortesía: Fundación François Pinault, Venecia

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Irving Penn, Deep-Sea Diver (C), New York, 1951. Copyright © by Condé Nast Publications, Inc. Cortesía: Fundación François Pinault, Venecia

Tienen cabida aquí los Still life, maravillosos retratos de colillas, cestas de fruta y vanitas, y la serie Cranium Architecture (1986), sobre cráneos de animales, realizada en el Museo de Historia Natural de Praga. La capacidad de síntesis, y su concepción de una modernidad que no se opusiera al pasado, animan la búsqueda de Penn por una verdad de las cosas y de los seres, y la exploración del significado del tiempo, en su irremediable evanescencia. Con una curiosidad casi antropológica, el fotógrafo realiza retratos de gran intensidad y melancolía, sea de los protagonistas del mundo del arte del siglo XX (Picasso, Capote, Duchamp, Colette, Hitchcock…), como de las tribús de Nueva Guinea y Marruecos. En ellos, Penn sabe cómo expresar la labilidad de la existencia de los seres humanos, a partir de ese estilo maniacal en el cuidado del detalle, y de un estudio incansable del realismo fotográfico, tal vez con la esperanza de que la luz pudiera alejar el fantasma.

Un fantasma que, en cambio, permea la obra de Lewis Hine (1874-1940), uno de los primeros fotógrafos sociales que, alejándose de todo esteticismo, atribuyó a la imagen fotográfica el poder de cambiar la realidad. La Casa de la Fotografía de Venecia, dirigida por Denis Curti, presenta Building a nation, con sesenta obras pertenecientes a sus ciclos más conocidos: los emigrantes de Ellis Island, el trabajo infantil en Pensylvania, Carolina del Norte y Virginia, o los obreros heroicos que construyeron el Empire State Building de Nueva York. Estas instantáneas son una fuente privilegiada, como testimonio histórico y documento sociológico del fenómeno de la modernidad; nos ofrecen una visión temprana y cruda del proceso, que el poder se encargaría de encauzar a su versión positivista -el famoso sueño americano-, basada en la exaltación del progreso. Hine opta por mostrarnos el lado oscuro, o una distopía plagada de niños mendigos, emigrantes tratados como objetos por las autoridades, personas buscando comida en los cubos de basura o talleres ilegales donde se empleaba mano de obra infantil. Impulsado por una máxima de trabajo: «Quiero mostrar lo que debe ser corregido y corregir lo incorrecto. Quiero mostrar lo que debe ser visto”, Hine saca miles de fotografías de la injusticia social, colocando al hombre en un lugar privilegiado; quiso ayudar a cambiar las leyes, confiando en la objetividad que le proporcionaba el medio, pero aún en su intento por conferir dignidad y humanizar a esas almas sacrificadas, acabaría anotando, en el dorso de sus obras, la sentencia: “fotografía interpretativa”. Sabía que las imágenes no son neutras, y que el naturalismo fotográfico es esencialmente perverso; irremediablemente, las imágenes plantean realidades subjetivas, que se extrapolan al terreno de lo ficticio. Aún así, la denuncia de Hine se mantiene íntegra y demasiado actual; su empeño en la creación de una memoria e identidad colectivas es un aviso urgente contra el individualismo y el fulgor de las apariencias.

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Lewis Hine, Obrero en el Empire State Building, New York, 1931 (de la serie Empire State Building). Cortesía: Casa dei Tre Oci, Venecia

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Lewis Hine, Medianoche en el puente de Brooklyn, New York ,1906 (de la serie Child labour). Cortesía: Casa dei Tre Oci, Venecia

Desde una perspectiva contemporánea, accedemos a otra visión más de la modernidad, con la obra del poliédrico fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto (1948). Modern Times es el título de la exposición, y toda una declaración de intenciones: indicar una vía de continuidad en la investigación de formas y espacios resistentes al tiempo, que unidos, son profundamente modernos. Realizada para la 14ª Bienal de Arquitectura de Venecia, Modern Times se compone de once fotografías dedicadas a iconos de la arquitectura y del arte del siglo XX; aquí estan Frank Lloyd Wright, Mendelsohn, Terragni, Oskar Schlemmer, Marcel Duchamp, y dos trabajos contemporáneos de Herzog & de Meuron y Taniguchi.

Sugimoto fotografía una arquitectura moderna, autónoma y purista, cuyo deseo fue conciliar naturaleza y técnica; pero nos sorprende su procedimiento estilístico, que al contrario, no enseña ni afirma, sino que evoca. Disuelve las formas y los detalles que exaltan la belleza de las líneas constructivas, intentando fijar la esencia del lugar representado, en un juego con los límites del tiempo y la memoria. En sus obras en blanco y negro, de una composición impecable, el artista nos transmite su fascinación por las contradicciones temporales y perceptivas, así como esa capacidad de la fotografía por distorsionar nuestro sentido del presente; a través de laberintos, dislocaciones y fantasmagorías, estas imágenes invocan la persistencia de lo existente por manifestarse, a través de, se diría, la nada. Sugimoto, con su alquimia, transforma en recuerdo la solidez del objeto: hoy nos dimos cuenta que la realidad es una condición líquida, inalcanzable, frágil, incierta y transitoria, y la fotografía, que es el cuerpo del tiempo, no es eterna, porque ésta nos pertenece sólo a nosotros, seres condenados a desaparecer. La imagen dialéctica de Sugimoto, y su anacronismo como textura, disonancia e hibridación, nos brindan un camino alternativo al consumismo seductor del mundo sensorial que habitamos, con una obra que busca el silencio y toma espacio con fuerza en nuestra mente.

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Hiroshi Sugimoto, Rotary Demisphere, Marcel Duchamp, 2013. Cortesía: Fundación Bevilacqua la Masa, Venecia

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Hiroshi Sugimoto, MoMA, Yoshio Taniguchi (Tríptico), 2013. Cortesía: Fundación Bevilacqua la Masa, Venecia

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Hiroshi Sugimoto, vista de Modern Times, Fundación Bevilacqua la Masa, Venecia. Hiroshi Sugimoto, Serpentine Pavillon (Tríptico), 2012. Cortesía: Fundación Bevilacqua la Masa, Venecia

La Galería Michela Rizzo, una de las más activas y prestigiosas de la ciudad, cierra este recorrido con IMmAGINE, colectiva fotográfica bajo la curaduría de Martina Cavallarin, con cuatro artistas que instauran un diálogo sobre la significación actual de la imagen, su proceso y su dominio. Hamish Fulton (1946), Mauro Ghiglione (1959), Francesco Jodice (1967) y Andrea Morucchio (1967), cultivan una práctica artística de la fotografía que  pretende sondar en esos intersticios de realidad que acapara la imagen; explorando sus confines e intersecciones, tal vez sea posible saber qué la define, más allá de su sensibilidad inherente como respuesta a la verdad y a la memoria. IMmAGINE traspasa la narración de estilos y lenguajes que intentan dar a la obra una forma acabada; las fotografías expuestas resaltan principalmente la naturaleza misma de la imagen y su enigma, para que la manifestación visual de los objetos de la representación abra vías hacia el imaginario y posibilite una nueva óptica de los fenómenos de la realidad en toda su ambigüedad.

La fotografía de Fulton es el resultado de la experiencia del viaje, a través del paisaje natural; su walking art es un transitar en el tiempo de la imagen, en su ausencia, devenir y presencia. Jodice aporta una mirada interrogativa y poética a sus narraciones visuales, con fragmentos que detectan la evolución y modulación del territorio de la imagen, así como la dirección, horizontes y valores de su entorno. Ghiglione se concentra en la materia de la representación, en la acción del gesto, invocando la simbología de la imagen, para que lo imaginado posibilite la trascendencia de la realidad. Morucchio reformula los procesos perceptivos de la forma y del espacio en su dimensión incógnita y metafísica, concentrando su objetivo en la diáspora del paisaje industrial y en las ruinas del progreso, como metáforas del “lugar de la imagen”. Con su mirada intencionada, estos artistas ejercen una relectura de la imagen fotográfica y de la modernidad, aquí libre del aura consumada de la leyenda, lanzando interrogativos necesarios para que la tradición pueda producir nuevas y desatendidas narraciones. Porque la fotografía es ese lugar donde aprendemos a formular dudas sobre la realidad. Y la duda es un buen aliado de la capacidad reflexiva y del espíritu crítico.

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Andrea Morucchio, Coke (tríptico) de la serie Factory , Porto Marghera (Venecia), 2012. Cortesía: Galería Michela Rizzo, Venecia

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Vista de IMmAGINE, Galería Michela Rizzo, Venecia. A izq. Mauro Ghiglione, Custodire il gesto (tríptico), 2013; centro: Andrea Morucchio, Coke (tríptico), 2012; a drc. Francesco Jodice, The Precursors Legacy, #004 y #002. Venecia, 2013. Cortesía: Galería Michela Rizzo, Venecia

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Vista de IMmAGINE , Galería Michela Rizzo, Venecia. Dch: Francesco Jodice, The Precursors Legacy, #004 y #002, Venecia, 2013. Centro: Andrea Morucchio, Coke (tríptico) de la serie Factory, Porto Marghera (Venecia), 2012. Cortesía: Galería Michela Rizzo, Venecia

Laura Cornejo Brugues

Licenciada en Historia del Arte y Doctoranda en Teoría y Culturas Contemporáneas por la Universidad de Girona (UdG). Comisaria independiente, agente cultural y crítica de arte, cuyo trabajo se desarrolla principalmente entre España e Italia. Ha colaborado con la Bienal de Venecia en la coordinación de diferentes proyectos y ha sido directora de comunicación y de relaciones artísticas internacionales para “My Biennale Guide Venice”, la guía de la Bienal de Arte y Arquitectura de Venecia. Su trayectoria profesional incluye múltiples experiencias en el ámbito de la gestión artística y cultural, en la coordinación de exposiciones para galerías y fundaciones de arte, concursos creativos y muestras personales.

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