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Formas de Ser Visible:entrevista a Krzysztof Wodiczko

Lentamente la capa de neblina desciende sobre Santiago, acentuando los grises de la ciudad. Una furgoneta de Carabineros toma distancia paulatinamente y comienza a observar a un grupo de jóvenes reunidos frente a la Plaza Italia. Nerviosos, los integrantes del grupo comienzan a armarse de una serie de dispositivos hechos con materiales ligeros y articulados con masking tape, para dar inicio a un espectáculo peculiar. Los grupos se presentan por partes y exponen diferentes acciones cuyo hilo conductor es la utilización de proyectores de pequeño formato y una temática común: experimentar de lo particular a lo colectivo. Es la presentación final de un workshop, pero no cualquier workshop. El nerviosismo es natural, ya que los observadores no sólo son los transeúntes habituales de este espacio público, sino también una triada de docentes especializados en diseño: Sergio Araya de la Universidad Adolfo Ibáñez, Orkan Telhan de la Universidad de Pennsylvania, y Krzysztof Wodiczko de la Universidad de Harvard.

Mesa redonda con la participación de Sergio Araya de la Universidad Adolfo Ibáñez, Orkan Telhan de la Universidad de Pennsylvania, y Krzysztof Wodiczko de la Universidad de Harvard, actores del movimiento estudiantil, artistas nacionales y representantes de la institucionalidad cultural. Cortesía: Design Lab UAI

Mesa redonda con la participación de Sergio Araya de la Universidad Adolfo Ibáñez, Orkan Telhan de la Universidad de Pennsylvania, y Krzysztof Wodiczko de la Universidad de Harvard, actores del movimiento estudiantil, artistas nacionales y representantes de la institucionalidad cultural. Cortesía: Design Lab UAI

La presencia en Chile de Wodiczko y Telhan, ambos miembros del Massachusetts Institute of Technology (MIT), se enmarcó en un proyecto conjunto organizado en junio pasado por Design Lab UAI de la Universidad Adolfo Ibáñez y el David Rockefeller Center of Latin American Studies de la Universidad (DRCLAS) de Harvard, y que incluía este workshop, entre otras actividades.

Wodiczko dictó una charla magistral en el Design Lab, pero también formó parte de una reunión transversal en la misma sede, a la cual fueron convidados diversos actores del movimiento estudiantil, artistas nacionales y representantes de la institucionalidad cultural. La mesa fue catalogada como inédita por los participantes y contribuyó al interés de Wodiczko en acercarse el escenario socio-político local, motivación que concuerda con la línea de trabajo del artista polaco. Conocido mundialmente por sus macro-proyecciones que intervienen y resignifican los componentes del espacio público, Wodiczko también realizó una visita al Liceo 1, establecimiento educacional que, por esos días, se encontraba tomado democráticamente por su estudiantado.

Más que hacer mero turismo, el representante de Harvard tuvo una visita transitada por los puntos grises. Puntos grises entre disciplinas que, vistas desde el cómodo formalismo chileno, son marcadamente diferentes. Las actividades de Wodiczko no se detenían en la cuestión nominativa de estas distinciones, realizando un trabajo educativo que confunde el sitio del diseño y del arte contemporáneo. Borrar los límites y presentar estas confusiones (necesarias) genera la oportunidad predilecta para problematizar la praxis del arte local, ávida de nuevos medios y pujante hacia la superación de sus fronteras tradicionales. La creación de dispositivos y el sentido útil de los proyectos de Wodiczko generarían dolores de cabeza teóricos para quienes defienden una necesidad innecesaria del arte contemporáneo, pero el artista es categórico en proponernos un ejercicio estético que modifique efectivamente nuestro modo de comunicarnos. Es en la noción comunicativa, aquella médula histórica que solemos olvidar, en donde Wodiczko centra su trabajo y amplifica los efectos de sus iniciativas. Que estos dispositivos respondan a una funcionalidad de diseño o se enmarquen en una categoría de arte contemporáneo es, nuevamente, un problema inferior: es el reforzamiento de la comunicación interpersonal la que torna estético el aporte del artista.

Desplazarse más allá en los mecanismos de producción y abocarse en la generación de estos puentes comunicativos, hace de la obra de Wodiczko una pregunta constante sobre prácticas políticas. Y sobre ello, afloran respuestas en torno a una idea de comunidad, de espacio público y de responsabilidad. Sobre ello y más conversamos con Wodiczko y Telhan, no buscando respuestas, sino pensando en múltiples puentes.

Francisco Villarroel: En tus obras vinculadas con proyecciones en el espacio público, es un elemento esencial la noción del monumento. ¿Qué entiendes por tal? ¿Cuál es la función que el monumento adquiere para pensar la sociedad moderna y su relación con la memoria?

Krzysztof Wodiczko: Quizás debiera hablar acerca del tipo de monumento -o memorial- que yo preferiría que fuera diseñado o transformado. El tema entonces es cómo respetar la injusticia pasada, la gente que sufrió en el pasado, que entregó muchísimo, que eso es lo más importante en sus vidas o en las de sus cercanos, cómo respetarlo de manera tal que no vuelva a existir un sufrimiento como ese en el futuro. ¿Cómo conmemorar? ¿Cómo convertir la conmemoración en práctica, para interrumpir la perpetuación del pasado?

El problema con los monumentos y memoriales -lo sé muy bien por mi antiguo país, Polonia, y en todos lados en cierta forma- es que deben ser monumentos que funcionen. Ellos son, por ejemplo, analizados para ayudar a la gente a revisar su pasado, para entender qué pasó. Y también para trabajar con miras a una nueva situación. Los monumentos deberían ser capaces de involucrar a la gente en proyectos, especialmente a las generaciones más jóvenes, pero ocasionalmente no veo monumentos como estos.

Un ejemplo de esto es El Arco del triunfo, que es uno de los replicadores clave de la cultura de la guerra por parte de los movimientos artísticos, siendo entonces una máquina artístico-cultural: una máquina ideológica que perpetúa elementos clave que llevan a otra guerra, que ayudan a que otra guerra detone, tales como el patriotismo masoquista, la martirología (me refiero a una identidad basada en el sufrimiento colectivo), el tipo de idea que el camino para lograr la paz es a través de la guerra. Básicamente, fabricando potenciales soldados desconocidos, y potenciales familias que envían sus cercanos a la guerra, perpetuando este tipo de patriotismo que está conectado al sacrificio. Y muchas otras cosas.

Además, usualmente el memorial está evitando o censurando la información sobre las pérdidas efectivas durante la guerra, el trauma secundario, y toda la destrucción –cultural y física– que esas guerras causaron, y todas las implicancias coloniales y demás. Entonces, la gente viene a un memorial así y mira esto, quedando hipnotizados por la belleza, la elegancia, la escala y el sublime impacto de tal memorial. Este es uno de los peores escenarios posibles, El Arco del Triunfo.

Yo supongo que podría ser lo contrario. De hecho, la Unión Europea fue sólo creada con el propósito de evitar guerras. Todo lo demás –lo comercial y otros aspectos– era para servir ese propósito principal. Así que, de cierta manera, políticamente logró el éxito, pero culturalmente no es un éxito, pues cada Estado miembro celebra su propia cultura nacional, y estas culturas nacionales son en gran medida culturas de guerra. Para romper esto debes deconstruir: reescribir los libros, repensar y re-discutir la literatura nacional, las películas, el teatro, la pintura, todas las cosas que hay en los museos. Y también recuperar aspectos de la propia historia que están reprimidos. Esto es, el pasado colonialista de Polonia, por ejemplo, y el rol polaco en la perpetración de crímenes antes de sufrirlos. Entonces, todas esas cosas deben ser traídas de vuelta para reemplazar la cultura de la guerra y la cultura del martirio heroico por la cultura de construcción de paz, trabajar por todo el mundo, ayudando en situaciones post-conflicto y pre-conflicto. Trabajando en la transformación del conflicto –externa e internamente– para crear de verdad un nuevo sentido de identidad europeo-polaco, europeo-francés o europeo-europeo sin transformar a Europa en una nueva ciudadela, en otra napoleónica máquina-de-expansión-de-la-democracia (como la norteamericana), ni protegida con la construcción de una muralla china contra extranjeros alrededor de sí misma.

Uno podría decir, en el caso de la memoria, que el problema es cómo redefinir el trabajo de la memoria. Porque es cierto que la memoria también es un acto de contar historias, un acto de habla. Pero uno puede también ver que la memoria también tiene un proyecto de transformación de la cultura pasada, la imagen del pasado, con miras hacia el futuro. En ese sentido, un monumento y memorial podría también ser una persona. Por ejemplo, soldados que retornan de la guerra, veteranos: ellos son monumentos vivientes de su propio y dramático pasado. También lo son los sobrevivientes de abusos dentro del país o de tortura política, pero con frecuencia son monumentos silenciosos. Están congelados, incapacitados. Por lo tanto, el tema es cómo convertir a esas personas en monumentos hablantes, en monumentos activos. En personas que se conviertan en agentes de cambio para que puedan ayudarse a sí mismos y a otros que en este momento no pueden ayudarse a sí mismos, actuando en nombre de otros en el espacio público de manera testimonial y de manera activista y organizacional, creando nuevas redes, instituciones y grupos sociales de acción, para que su experiencia no se perpetúe entre ellos o con sus hijos en el futuro.

Estos son los monumentos que espero que podamos ayudar a crear. Podemos ayudar a la gente – los sobrevivientes – a convertirse en esos monumentos que funcionan, monumentos vivos, hablantes y activos. Y su trabajo puede conectarse de alguna forma con los monumentos que queremos construir como instituciones funcionales. Los humanos como monumentos y las instituciones, estructuras y estructuras simbólicas como monumentos debieran poder funcionar juntos. Debe haber espacio para ambos. Estos eran los pensamientos que cruzaban mi mente cuando visité el Museo de la Memoria de Chile: ¿Cómo imaginar el trabajo, expandir, o pensar, estar incluso más allá de este potente e importante lugar de memoria? ¿Cómo hacer aún más de lo que ya se hace? Lo que se ha hecho es bueno, pero es más lo que puede hacerse.

Krzysztof Wodiczko durante la charla magistral en la UAI. Cortesía: Design Lab UAI

FV: Cuando hablamos de espacio público, tendemos a concebirlo como producto de una discusión formal o institucional. En tu charla de hace unos días, te acercaste a una idea de lo público como «aquello sin límite». ¿Crees que la dicotomía entre público y privado está en crisis? ¿Te parece que debemos redefinir el sentido de lo público, o desechar simplemente estas categorías?

Orkan Telhan: La idea de espacio público no es necesariamente el ambiente urbano, no se debe dicotomizar lo privado versus lo público. Cuando tú dices algo, cuando lo llevas desde lo personal hacia fuera, la acción de comunicarlo es, precisamente, cuando creas el espacio público. Si lo defines desde esa base, puedes llamar “espacio público” a un montón de espacios diferentes y no tiene por qué ser mi propiedad privada versus lo que debe pertenecer a lo común. Esa es una forma de pensarlo.

Además, si no defines el espacio público, tampoco defines lo que es común. Este espacio pasa a ser un lugar que no pertenece a nadie, no pertenece al público ni es de un privado. No es detentado por nadie. Así que puedes hablar ahí, como en un parque, una calle, donde nadie sabe realmente quién posee el lugar, pero todos pueden compartirlo. Es un asunto de tener una definición, un acuerdo de un lugar que esté abierto a lo común.

Tu pregunta es más que nada sobre el espacio físico, pero también existe el dominio público, cuando las cosas también deben ser definidas. Porque nos expresamos. Recordar que cuando uno trae el problema personal a lo público a veces se usan redes sociales, como Facebook o Twitter. O a veces dejas comentarios en sitios de prensa o blogs. Ese es un gran espacio público, pero también está controlado, pues los gobiernos pueden leerlos, verlos, y ese es el principal territorio nuevo donde están sucediendo un montón de conflictos. Pero aun así necesitamos definirlos, no para dicotomizar lo que es personal o privado y lo que no, sino para poder dejar las cosas abiertas para que todos puedan usarlas. Porque internet no es un espacio abierto, como también nuestro entorno físico no es un espacio abierto. Todo se está negociando en todo momento, y para negociar es necesario tener una base que permita estar de acuerdo o en desacuerdo.

FV: Es justamente eso a lo que apunto, a este tipo de membrana que existiría entre lo público y lo privado, y que permite transmitir ciertos contenidos que se pueden discutir. También lo conecto con el tema de las categorías, ya que si bien hay una noción muy física del territorio –y esto no se actualiza con la existencia de redes sociales– sí hay una idea de que funcionan y tienen naturalezas diferentes, cuando muchas veces no tienen naturalezas realmente distintas.

OT: Hay que pensar el espacio en relación con la audiencia. Porque cuando haces públicas las cosas, siempre hay una audiencia que te escucha, y podría ser una persona, dos personas, o los que estén pasando por allí. La idea no es el suelo físico, sino dónde tu trabajo, tus imágenes y tus palabras son escuchadas. Por eso es que usas el espacio público –estas obras siempre son hechas en un espacio físico que llamamos “espacio público– pero “dominio público” es la expresión correcta: donde hacemos escuchar nuestra voz realmente por otros.

Puedes ver categorías de control, porque se trata sobre todo de quién controla el espacio. De tal manera que a quien pertenece el espacio tiene el control económico: lo tengo porque pagué por él. Pero también es controlado por el Estado, porque éste regula el uso de un cierto espacio. Más también existe un control que es internalizado por la gente a través de la represión, mediante la memoria. Este es autocontrol. Puedes estar en el espacio público, pero no puedes hacerte escuchar porque internalizas el control que ya vino desde el Estado. De esta manera, puedes estar en el ambiente más libre, pero si el control está en ti, no puedes encontrar tu audiencia, no puedes hablar en voz alta. Por lo tanto, debes empezar a pensar, a hacer las cosas públicas evadiendo al controlador o lidiando con quienes controlan.

Las categorías, desde mi perspectiva, son determinadas en cómo se negocia el control y el poder. “Poder” es un poco más difícil, pero “control” es un término mucho más fuerte porque se dirige hacia la política. Y no queremos pensar la política como una forma de gobernar a la gente, o como un poder gobernante, sino como una forma de empoderar a la gente, de darles el control, concederles agencia de algo. Sabiendo entonces dónde está el control, puedo deshacer el control. O puedo darte agencia para que tomes el control de tu futuro y tu destino, siendo un poco más abierto.

KW: Siento que, mientras la distinción entre público y privado no esté definida y fija, estamos en un buen lugar. Porque el lugar entre ambos es muy importante, el motor del proceso democrático. Lo que es considerado privado e inapropiado para discutirse en el espacio público es lo más prioritario para ser traído al espacio público. Esta es la manera en que se hace el espacio público: trayendo lo que es considerado privado al discurso público. Ahí es cuando se tiene funcionando un proceso democrático, pues se incluyen cosas que están excluidas, y luego involucras a todos en la confrontación del problema, ayudando a gente que está confinada, que sufre injusticia o que sus derechos son impedidos en el espacio privado. La presión volverá desde el espacio público al privado. Así que debe ir todo el tiempo en ambas direcciones.

Como en el colegio en toma (Liceo 1) que vimos ayer. Esas no son niñas, son, de hecho, ciudadanas. Jóvenes ciudadanas. Así, lo que está confinado en el espacio semi-privado del colegio -era un problema de su propio colegio– fue traído a la calle. Cerraron el colegio y lo convirtieron en espacio público. Quieren hablar, no con el gobierno comunal, sino con el gobierno nacional, porque saben que el gobierno nacional es más espacio público. Obtendrán más entendimiento, habrá menos corrupción, habrá mayor reflexión acerca de los derechos viniendo del gobierno central más que del gobierno local.

Krzysztof Wodiczko durante la exposición final correspondiente al workshop con estudiantes de Design Lab de la UAI. Cortesía: Design Lab UAI

Krzysztof Wodiczko durante la exposición final correspondiente al workshop con estudiantes de Design Lab de la UAI. Cortesía: Design Lab UAI

Krzysztof Wodiczko durante la exposición final correspondiente al workshop con estudiantes de Design Lab de la UAI. Cortesía: Design Lab UAI

Krzysztof Wodiczko durante la exposición final correspondiente al workshop con estudiantes de Design Lab de la UAI. Cortesía: Design Lab UAI

Krzysztof Wodiczko durante la exposición final correspondiente al workshop con estudiantes de Design Lab de la UAI. Cortesía: Design Lab UAI

FV: En tu breve estancia en Chile, has trabajado no sólo en el workshop que te convoca (con los estudiantes del Design Lab UAI), sino también en instancias que te permitieron conocer nuestra contingencia socio-política. Un ejemplo de ello fue tu reunión con actores del movimiento estudiantil y tu última visita al Liceo 1 que acabas de comentar, colegio emblemático que actualmente se encuentra en toma. De lo breve que has visto, ¿qué te ha parecido el nivel de organización y articulación comunitaria que actualmente muestra Chile? ¿Eres crítico ante nuestros modelos culturales y educacionales?

KW: Es obvio que la educación ahora es diferente, pues estamos aprendiendo de esos jóvenes. Aquí, ellos son nuestros profesores. Esto, quizás a mayor escala, refiere a Paulo Freire y el concepto de pedagogía de los oprimidos. Yendo hacia atrás, dijimos “público-privado”: ahora tenemos “profesor-estudiante”. Observando la dinámica, quedé extremadamente impresionado con la madurez de esos jóvenes, su capacidad de organizarse pero también de formular su postura. Su impacto en todo el país es claramente el resultado de esto. Creo que este es un momento muy democrático, en todo respecto; los estudiantes secundarios me impresionan todavía más que los universitarios, porque ven cosas distintas, tienen una nueva perspectiva crítica de una nueva generación.

Pero además existe cierta semejanza al tiempo después del fiasco de la revolución estudiantil de Francia en el 68. Luego del fracaso de la revolución, los jóvenes empezaron a pensar que hay algo más incorrecto que fue pasado por alto, que es un sistema estructural, jerárquico que jamás desafiamos. Para entonces, se dieron cuenta que nunca habíamos dejado la estructura de la opresión. Reemplazamos, digamos, los gendarmes por prisioneros: revertimos las cosas, pero de hecho aún estamos encerrados en el sistema feudal de jerarquía, en el que el patriarcado tiene también una parte importante. De tal manera que el componente feminista y el componente anarquista acá son ambos muy importantes en este momento democrático, pues ayudan a la gente a ver qué es lo que está estructuralmente mal. De hecho, usaban este término, escrito en el colegio: “violencia estructural”, es decir, se reconocen como víctimas sobrevivientes de una violencia diferente. De cierta forma es una suerte de post-estructuralismo otra vez.

Hay una deconstrucción en curso, pero, por supuesto, es una etapa diferente. No es después del 68. Estamos hablando de muchas cosas distintas que sucedieron. Es como después del post-estructuralismo. Puedes hacer la pregunta en ambos sentidos. Hay algo aquí.

OT: Mujeres y hombres en igualdad, pero siempre como ciudadanos, están lidiando con esto porque está pasando en la educación, pero de hecho está pasando en todos lados. Está pasando en su hogar, con su relación de madre-hija; está pasando en la calle, con sus novios o novias: la educación es donde estas cosas comienzan.

El otro elemento es que los estudiantes secundarios no pueden votar. Son invisibles para el sistema político. ¿Pero cómo se habla de democracia o de representación democrática, o de visibilidad o acción democrática cuando ni siquiera eres visible para la democracia? Así, para tener la aptitud de que se te otorguen derechos, debes ser visible para el sistema. Y su forma desde abajo, auto-organizada de tomarse el colegio, es sin duda un asunto de visibilidad.

Pero algo importante es que –volviendo a la estructura– no se trata de reemplazar al director con un mejor director. Es necesario escuchar lo que ellas realmente necesitan para organizarse, y creo que la primera tarea crítica es establecer esta cultura de escuchar en Chile. Obviamente este es uno de los desafíos más importantes: cómo escuchar y aprender de los jóvenes. Porque la juventud es ahora, no van a lidiar con el futuro de manera pospuesta.

KW: He intentado explicar esto algunas veces antes. Responsabilidad, en inglés (responsibility), tiene sólo una letra de diferencia con “habilidad de respuesta” (response ability). En el fondo, están bajo las mismas reglas etimológicas. Ser responsable significa estar en condiciones de tener la voluntad, la pasión y las habilidades para responder a la situación. También existen cruces de etimologías entre propuesta, testimonio, monumento y memoria, todos ellos tienen algo que ver con advertir. Te advierto que las cosas pueden pasar de nuevo, tanto grandes cosas como cosas terribles, sucederán de nuevo. Así, más vale que respondas a aquellas situaciones inaceptables, de manera tal que des una advertencia y puedas también prevenir la repetición de la injusticia pasada.

La responsabilidad está, de esta manera, en nuestros proyectos de arte y diseño: pensamos que un diseñador puede ser responsable creando condiciones para otra gente, ayudándola para que pueda responder en público y ser una fuerza testimonial, pero también propositiva y transformadora. Eso significa que un artista o diseñador ayuda a otras personas a responder de manera productiva con miras a un mundo mejor. Así, los instrumentos y equipamiento son necesarios para esto, pues una persona contemporánea responsable debe tener equipamiento; equipamiento mediático que pueda traducirse en un equipamiento performativo. De esto trataba, en enorme medida, el trabajo que estamos guiando desde estos workshops, intentando conectar todos estos elementos desde un comienzo.

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N.d.E: El autor quiere agradecer a Vicente Saiz y Bárbara Oettinger por la asistencia en la traducción de esta entrevista.

Francisco Villarroel

Estudió Derecho en la Universidad de Chile. Asesor jurídico de la Asociación Nacional de Funcionarios de la Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos (ANFUDIBAM) y del Sindicato de Trabajadores del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Miembro del comité de especialistas del FONDART Nacional de Artes Visuales.

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