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The Wood, The Coal, And The Paint

I.

The wood, the coal, and the paint es un lugar para pensar temporal y espacialmente el concepto de terreno y su relación con la mirada. Pensamos el terreno como lo relativo a la tierra donde pueden –o no – darse las condiciones óptimas para que se edifique algo determinado. Ese “algo” es representado simbólicamente en la exposición a través de la proyección de fantasías arquitectónicas, deseos individuales y o colectivos que conducen a la producción de un objeto cultural asociado con categorías sociales, políticas y económicas.

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The wood, the coal, and the paint, vista de instalación en Reverse Gallery, Brooklyn, Nueva York, 2012. Todas las imágenes son cortesía de Reverse Gallery

Al estar pensado sobre un terreno –que puede ser definido esencialmente como un espacio libre de herencias simbólicas– ese “algo” anula toda noción de territorio. En este sentido, las obras existen en un contexto libre de límites geográficos y por lo tanto de connotaciones de poder, es decir, en un contexto global sobre las relaciones entre arte, recursos naturales y arquitectura. Sin embargo, dicho lugar virgen es intervenido por estructuras particulares, por lo que el terreno deja de ser terreno y se convierte en localidad. No es que desaparezca, sino que deja de ser evidente para el ojo, pues está cubierto, escondido bajo el pavimento o los estadios, en un lugar que como él gravita en la invisibilidad. Pienso, por ejemplo, en los hoteles de la Patagonia o en Epcot Center y pienso, además, en la representación de una montaña cubierta de nieve exhibida en un museo de historia natural.

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The wood, the coal, and the paint, vista de instalación en Reverse Gallery, Brooklyn, Nueva York, 2012.

Sucede, a su vez, que así como el terreno desaparece también lo hace el material, es decir, el componente con que está construido el objeto. En The wood, the coal, and the paint vemos el alumbrado público y no el acero en el video de Rodrigo Lobos; el iglú y no el azúcar en la fotografía de Alejandra Prieto; el sonido y no el aire en la escultura de David Wilson. Las obras, entonces, no solo devienen en el deseo y en la realización física de una estructura sino que también representan recursos naturales convertidos en objeto. Lo segundo, como una huella invisible de un recurso energético que el mundo, aunque capitalista, aún necesita a niveles prácticos.

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The wood, the coal, and the paint, vista de instalación en Reverse Gallery, Brooklyn, Nueva York, 2012.

II.

Siguiendo la línea de los conceptos aquí descritos, las obras se relacionan unas con otras de acuerdo a la experiencia arquitectónica que deviene en la desaparición del material. En este sentido, las obras pueden dividirse en dos tiempos: en el del terreno antes de desaparecer y en el del terreno después de desaparecer; o en el del deseo antes de su consumación y en el del deseo después de consumarse.

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Rodrigo Lobos

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Rodrigo Lobos

El primer tiempo tiene que ver con la proyección de un objeto sobre un terreno específico. El hombre, representado por la figura del arquitecto, analiza las características del terreno y decide primero el material que va a utilizar y, de acuerdo a sus especificidades, el diseño del edificio. En la exhibición dicho tiempo se puede ver en la estructura de Rodrigo Lobos. El artista ha creado un terreno compuesto por dos superficies de esponja que miden 4 metros por 1,1 metros cada una, y que se encuentran a 20 centímetros del suelo. En dicho terreno, la pintura desciende por los cerros como si hubiera viento y todo se esparciera. El acrílico sobrepasa el plano horizontal y llega al borde, a la parte vertical de la esponja que pareciera ser lo que está debajo de la tierra. Nos relacionamos con ese espacio desde su corte, y entonces sabemos que somos espectadores, testigos de una operación representativa. En la superficie todo parece un valle, un espacio rocoso, lunar, tal vez un lugar por donde alguna vez pasó un río pues el gesto pictórico indica humedad y movimiento. Observamos este trabajo a través de un punto de vista picado, tal como el usuario de Google Earth se relaciona con las imágenes fotográficas de la tierra.

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Alejandra Prieto

El segundo tiempo es el del objeto físicamente construido en una superficie específica. El deseo desaparece por la (re)presentación, por el edificio, por la estructura que deja a sus materiales invisibles. En su fotografía, Alejandra Prieto ha capturado la imagen de un iglú en la nieve. Tanto el iglú como la nieve están hechos de azúcar. En un primer vistazo no vemos el azúcar pero sí el iglú, un lugar “habitable” que es al mismo tiempo una estructura práctica, un refugio. Los bloques de nieve que se utilizan para la construcción de un iglú son reemplazados por terrones de azúcar, así como el suelo es reemplazado por granos de sacarosa. Observamos con más detención la imagen y notamos la aparición del material y junto con eso la paradoja: reaparece el primer tiempo o el tiempo del deseo, pues se trata de una maqueta, de la representación de un lugar cuyo lugar habitable solo es posible en el imaginario.

En el mismo registro, Rodrigo Lobos filma diferentes hábitat en el museo de Historia Natural de Nueva York. Visualmente, el video podría narrarse de la siguiente manera: primero una pantalla blanca, y luego pájaros negros volando sobre ella. Entramos a un espacio interior que simula un terreno rocoso y tras de él un dispositivo, cámaras y mecanismos reproductores. Luego el alumbrado público y los containars, unos sobre otros. Hay humo tras el horizonte y la cámara se queda quieta. Silencio. Es de noche en Antofagasta. Volvemos al museo. Los visitantes descienden de una escalera mecánica y se dirigen a un lugar donde hay leones. Los visitantes se relacionan con los animales y con su entorno desde las butacas sacando fotografías digitales. Después de eso un acuario, flamencos y palmeras. Se escucha el gorjeo de un pájaro y observamos un río que llena el encuadre. Después de ese río observamos otro espacio de agua; reconocemos la laguna del Central Park capturada tras las rejas. Retornamos al museo. Una mujer posa su mano en el aire a pocos centímetros de una mariposa. Otras manos señalan otras mariposas intentando con el dedo índice alcanzar sus alas y entonces la imagen se va negro. Todo vuelve a empezar, y entonces pensamos la pantalla blanca como un lugar donde proyectar deseos.

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David Wilson

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David Wilson

Existe, a su vez, un tercer tiempo que es el del proyecto en sí; el lugar donde la arquitectura es más visible que su factura o su deseo. David Wilson ha creado una enorme torre de agua. Se trata de una estructura circular de 248 pulgadas de altura en cuyo interior hay una pluma que da vueltas por el perímetro de la torre. Debido a su contacto con la madera la pluma produce un sonido, una experiencia que se genera entre la arquitectura y el material. Por la acción repetida de la pluma, comienza en la torre a aparecer un dibujo, una delgada línea que es índice de la experiencia del sonido. En el trabajo de Wilson,  la arquitectura, el espacio, el sonido y el tiempo interactúan con la mirada, con la posibilidad de observar otras cosmologías en el terreno.

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Alejandra Prieto

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Alejandra Prieto

En esta misma línea, en Cloud on Coal Screen de Alejandra Prieto, una nube de carbón llena de negro una pantalla construida también de carbón y luego vacía, el encuadre, convirtiéndolo en una imagen blanca. Se trata de una figura orgánica que cuando crece se multiplica en otras figuras de polvo, de una forma que se hace y se deshace como la huella del material, como el índice de su ontología, como una pintura abstracta de un paisaje de humo. La nube topa con la pantalla como si estuviera dentro de ella, una y otra vez, al tiempo en que crece y se expande. Es como si la pantalla fuera un vidrio transparente que imposibilitara la salida del carbón, tal como sucede en la realidad pues el carbón es un mineral que se encuentra bajo tierra y dentro del mar. En Cloud on Coal Screen sabemos que el humo es de carbón porque la estructura de la pantalla es de carbón, y entonces entendemos la invisibilidad de los recursos naturales en pos de los objetos de deseo.

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The wood, the coal, and the paint, vista de instalación en Reverse Gallery, Brooklyn, Nueva York, 2012.

THE WOOD, THE COAL, AND THE PAINT: Alejandra Prieto, David Wilson y Rodrigo Lobos

Reverse Gallery, Brooklyn. Nueva York

Del 12 de octubre al 4 de noviembre de 2012

Texto y curaduría: Florencia San Martín

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