El Sentir de Todas las Voces:bienal de Gwangju
Gwangju, la ciudad de la Bienal, está hoy posicionada como centro cultural de Corea del Sur y del mundo. Con los años, gracias a significativos esfuerzos, la Bienal de Gwangju ha ido creciendo y haciéndose más conocida y respetada, construyendo sobre el doloroso pasado de esta ciudad nuevos significados y proyectando un nuevo futuro. La Bienal de Gwangju nace como un catalizador para el arte y la cultura de Corea, inspirado por el espíritu de sus ciudadanos y la riqueza artística de la región. Desde sus inicios, ha buscado fomentar la comunicación y la cooperación entre las ciudades y los artistas del mundo por medio de lo que sus fundadores llaman un Festival de Artes Visuales. Para ellos una Bienal no es sólo un evento donde muchos artistas desarrollan y exhiben sus propuestas: una Bienal contribuye, sustancialmente, a la creación de una sociedad. De esta manera, la Bienal de Gwangju va más allá de su significado como un festival de arte contemporáneo para convertirse en un símbolo que destaca una nueva identidad para la cultura surcoreana.
Llegué a Gwangju un mes antes de la inauguración de la Bienal para participar del curso de curadores que la Bienal ofrece como parte de su programa. Compartiendo a diario con otros 23 curadores de distintos lugares del mundo y recorriendo la ciudad a diario, me di cuenta rápidamente que la sociedad surcoreana se ha hecho a sí misma en los últimos 30 años una vez terminada la dictadura. La población es mayormente joven, lo cual crea un ambiente de constante fiesta por las calles. La sociedad de consumo ha calado profundo en la sociedad, que, entre otras cosas, tiene el índice más alto de usuarios de internet y telefonía móvil del mundo.
La historia reciente de Corea del Sur y, más específicamente, de Gwangju, ciudad que liderara los levantamientos civiles de los años 80, me hizo pensar inevitablemente en Chile. La dictadura fue la impulsora del capitalismo y la responsable de grandes reformas en la educación; en ambas culturas, la memoria de esos tiempos se funde con el tiempo presente, pero a diferencia de Chile, Corea del Sur ha invertido la mayor parte de su capital en la educación de las nuevas generaciones, el sistema universitario es de alta calidad y el nivel de exigencia es casi alarmante. Sin embargo, ha producido muy buenos resultados.
Al cabo de algunos años de la puesta en marcha de este programa educativo el gobierno surcoreano se dio cuenta de la necesidad de reposicionar y repensar su cultura. Vieron en sus artistas e intelectuales una herramienta que necesitaba ser potenciada y mediante la cual era posible reconstruir su cultura así como también mantener viva la memoria política de su pueblo. En los últimos diez años se han abierto cerca de 300 museos dedicados a diferentes áreas de la cultura, el arte y la historia. Bajo esta política se creó la Bienal de Gwangju en 1995.
Hoy este evento es una institución en la ciudad. Basta tomar un taxi y decir Bienalé para que en algunos minutos el taxista te deje en el recinto principal donde se ha desarrollado la Bienal desde sus comienzos. El día de la inauguración este lugar era un verdadero festival: llegaron buses desde las distintas ciudades del territorio surcoreano con hombres, mujeres y niños, trabajadores de todos los sectores, obreros, campesinos, patrones… Todos invitados por el gobierno regional a una comida colectiva donde cada uno buscaba su plato y comía sentado en el parque o de pie, para más tarde atender a la ceremonia inaugural donde hubo danza, música y todo tipo de discursos y presentaciones formales.
La 9ª edición de la Bienal de Gwangju ha sido coordinada por seis curadoras asiáticas, todas jóvenes impulsoras de arte de sus regiones: Nancy Adajania, India; Wassan Al Khudhairi, Irán; Mami Kataoka, Japón; Sunjung Kim, Corea del Sur; Carol Yinhua Lu, China; y Alia Swastika, Indonesia. De este modo, y luego de meses de conversaciones, nace el título de la presente bienal: Roundtable, que invita a poner sobre la mesa las diferentes experiencias de cada una de ellas. No hay nada más importante, señala el director de la Bienal Yongwoo Lee, que las distintas voces sonando en armonía como si fueran una. Sin duda, conseguir una unión entre todas las voces guarda una enorme complejidad, pero lo interesante en esta Bienal no es cómo todas las voces hacen una, sino cómo todas dialogan desde sus diferencias. De este modo, el recorrido por la 9ª Bienal de Gwangju funciona como una mesa de diálogo donde las piezas exhibidas nos llevan por las distintas miradas de las curadoras, encontrando acuerdos, confrontaciones, distancias y cercanías, visibles en la selección de los artistas que cada curadora propone, así como también en el modo de exhibición.
Ser parte de manera tan cercana de la creación y organización de esta Bienal, comprender y aprender cómo un evento que nace desde una política de gobierno que busca insertar su país en el mainstream del arte mundial al mismo tiempo que educar a sus ciudadanos, me sugiere desaprender el modo en el que, al menos en Chile, estamos acostumbrados a pensar la cultura y el arte. El día previo a la inauguración las curadoras hicieron una breve visita guiada a todo el curso de curadores del cual fui parte. Al entrar a la sección comisariada por Nancy Adajania, bajo el sub título Logging in and out of Collectivity, me llevé una gran sorpresa: un mural de muchos colores pintado por la artista serbia Darinka Pop-Mitić, titulado On Solidarity, era la réplica del mismo mural pintado en 1977 en el muro del Centro Cultural de Belgrado por los artistas chilenos pertenecientes a la Brigada Salvador Allende, junto con los estudiantes de la Escuela de Pintores de la misma ciudad. Este mural de 1977 fue hecho para expresar la solidaridad de los ciudadanos yugoslavos hacia los ciudadanos latinoamericanos. Durante la Guerra Fría, Yugoslavia mantuvo la postura de no apoyar a los “superpoderes” y estrechar afinidad con la fuerza de la resistencia de países como Chile, donde la dictadura de Pinochet ejercía su poder tras el golpe de estado y la muerte del presidente Salvador Allende en 1973. El acto arqueológico de esta artista de reconstruir el mural da cuenta de los muchos significados que la historia esconde y de cómo esos fragmentos desconocidos mantienen la cercanía del pasado en el tiempo presente, así como también nos muestra cómo un evento político que parecía aislado en el fin del mundo tuvo importantes repercusiones en otras sociedades.
La propuesta curatorial de Nancy Adajania nos invita a navegar entre las construcciones de lo individual y lo colectivo, la producción cultural como articuladora de subjetividades, suscribiendo la noción de utopía como un concepto que hoy parece haber sido derrumbado por la crisis pero que busca renacer bajo la herramienta de la solidaridad como un modo de renegociar nuestros propios deseos, expresados a través de los infinitos modos de resistencia y revolución que manifiestan hoy los ciudadanos del mundo.
También como parte de su propuesta se encuentra el video del Concierto de Paz realizado recientemente por la West- Eastern Divan Orquestra (WEDO), en el área protegida entre Corea del Norte y Korea del Sur. Formada en 1999 como un diálogo entre el músico israelí Daniel Barenboim y el escritor y crítico musical Palestino Edward Said, la orquesta está compuesta por jóvenes músicos de Israel, Palestina y el Mundo Árabe, así como también algunos músicos de España. Fue fundada bajo la convicción de que no hay solución militar posible entre el conflicto Árabe-Israelí y que sin embargo el destino de los árabes e israelitas está intrínsecamente ligado. WEDO fue nombrada en honor al poema homónimo que Goethe escribiera en el siglo XIX en homenaje al poeta persa Hafiz, inspirado en la esperanza de que Oriente y Occidente podrían llegar a producir una nueva cultura mundial. De este modo, WEDO propone escucharnos los unos a los otros como ciudadanos del mundo capaces de aceptar nuestras diferencias para construir una nueva sociedad global en base al respeto mutuo.
En la sección Re-visiting histories, la comisaria Wassan Al Khudhairi nos propone una serie de preguntas sobre la representación de la historia: ¿Para qué sirve la historia? ¿Cuál es nuestra relación con la historia? ¿Cómo recordamos? ¿Por qué recordamos algunos eventos específicos y no otros? O si la historia es un objeto, un modo de definirnos en el mundo actual con todos sus dramáticos cambios como terremotos, tsunamis, guerras o revoluciones civiles, ¿cómo la re-visitamos para recordar cuándo y cómo algunos de los acontecimientos actuales ocurrieron en el pasado? A sus 30 años de edad, Al Khudhairi ha sido la fundadora y directora del primer Museo de Arte Moderno del Mundo Árabe, Matthaf. Desde entonces, su relación con la historia de la colección que dio origen a este museo, así como también la historia del arte árabe, son hoy una gran preocupación para su práctica como curadora. Una de las piezas que más me interesa en su sección es la video instalación Seep, de los artistas Nasrin Tabatabi (Países Bajos) y Babak Afrassiabi (Irán).
Esta obra nace del primer documental iraní filmado en 1951 por la compañía de petróleos Anglo-Iraní hoy, llamada British Petroleum. Este documental fue creado para ilustrar la historia de la modernidad y la modernización de Irán desde 1908, año en que el petróleo comenzó a extraerse por primera vez en Medio Oriente. Por un lado, esta instalación nos muestra una pieza documental detenida en el tiempo de su rodaje como archivo de la compañía BP, y por otro, resitúa este archivo en la nueva posición geográfica que ocupa el sureste de Irán, donde fue filmada. De algún modo, la imagen de modernidad que se presentaba en los años 50 es la misma que actualmente desfigura la imagen -e incluso la posibilidad- de la modernidad de Medio Oriente, debido a todos los conflictos políticos y económicos que produce el petróleo como objeto de poder.
Desde una visión más intimista y bajo la influencia de la importancia de la espiritualidad en la vida humana, la comisaria China Mami Kataoka nos presenta Transient Encounters, donde señala como premisa que “la vida no se trata sólo de los asuntos concretos y absolutos que la construcción de la historia nos sugiere; la prevalencia de lo global o el creciente desarrollo son sólo fragmentos de la larga y continua historia del universo. La vida requiere enfrentar continuos cambios y nosotros debemos estar abiertos a la experiencia de la transformación y de los encuentros transitorios”. Como señala el budismo, todo es transitorio. Kataoka nos desafía a tomar esta sentencia para cuestionar lo que es necesario conservar de nuestra herencia histórica y qué necesita ser construido desde nuestro interior. Uno de los primeros artistas de su selección y que nos da la bienvenida en la plaza central del recinto de la Bienal es Ai Weiwei. Kataoka ha comisariado la obra de este emblemático artista desde los comienzos de su carrera. Actualmente, Ai se encuentra bajo arresto domiciliario. Por esta razón, ha comenzado desde hace algunos años una serie de trabajos “efímeros” que traen su presencia a diferentes exhibiciones en todo el mundo. En la 9ª Bienal de Gwangju presenta Word Projection, un film con más de 7.000 imágenes reunidas entre 2003 y 2011 que reflejan su perspectiva de la arquitectura, el diseño, el arte, la comida y su compromiso socio-político, así como también momentos de diversión, todo acompañado de su mensaje y filosofía de vida. El film es proyectado cada día al anochecer sobre el muro frontal del edificio. El gesto de Ai Weiwei es de una inmensa poesía, haciéndonos notar tanto su ausencia física como la presencia de sus preocupaciones en nuestra vida cotidiana.
Otro artista presentado por Kataoka es Wolfgang Laib. Médico de profesión, comenzó su carrera artística a sus 24 años. Para esta Bienal ha creado Unlimited Ocean, un proyecto site-specific instalado en el auditorio del Templo Budista de Mugaksa, a las afueras de Gwangju. Este trabajo consiste en pequeños montoncitos de arroz producido por los monjes del templo y pilas de polen que el propio artista ha producido y recolectado. El arroz y el polen son símbolos de vida y regeneración, en el contexto de la filosofía Brahmánica, integrada en la cosmología asiática desde los tiempos védicos. Estos conceptos son los principios que gobiernan el origen del universo (Brahma) y del individuo (Atma), ambos una misma unión. La instalación de Laib es un acto meditativo tanto en su construcción como en la sensación y energía que produce al visitarla. El tranquilo y silencioso espacio del Templo de Mugaksa, alejado del ruido de la ciudad, permite hacer palpables las conexiones sensoriales que este artista propone.
Intimacy, Autonomy and Autonomity es el subtítulo que nos propone Sunjung Kim, comisaria surcoreana que desde hace algunos años desarrolla proyectos curatoriales en relación al espacio urbano y que para la 9ª Bienal de Gwangju ha creado residencias para artistas que trabajen con los habitantes de la ciudad, abarcando algunas ideas sobre su proceso de modernización. La moderna Gwangju ha sido construida bajo las definiciones de los diferentes protagonistas de su historia, creando una narrativa monumental, como reflexión del rol que la ciudad tuvo en los levantamientos civiles que dieron fin a la dictadura y devolvieron la democracia a Corea del Sur. Uno de los artistas en residencia es el mexicano Abraham Cruzvillegas, conocido por su proyecto Autoconstrucción, que para él significa más una metodología que una definición. Cruzvillegas ha vivido durante la semana previa a la Bienal y las siguientes en una casa de 1930 anexada al cine de la ciudad, y que fuera la casa del antiguo dueño del cine. En ella realiza el Atelier Autoconstrucción, para el cual utiliza ready mades y objetos encontrados en la misma casa y alrededores para crear objetos de arte, e invita a artistas y músicos locales a formar parte de sus workshops.
Otro artista latinoamericano presente en esta edición de la Bienal es Pedro Reyes. Bajo la invitación de la curadora Alia Swastica, Reyes presenta su instalación y performance musical Imagine. Siguiendo la misma premisa de su conocida obra Palas por Pistolas, donde organizó la donación de más de 1500 pistolas que fueron transformadas en palas para plantar árboles, en esta ocasión ha creado con diferentes armas de fuego instrumentos musicales con los cuales la Escuela de Música de Gwangju realizó un concierto el día de la inauguración. Haciendo referencia a Slavoj Zizek, el trabajo de Pedro Reyes revela cómo el mapa de la fabricación de armas muestra sistemáticamente una violencia que es invisible a nuestros ojos, y cómo la energía y el dinero que se invierten en producir una herramienta de muerte puede ser invertida en crear una herramienta de vida.
Con el subtítulo Impact of Movility on Space and Time, Alia Swastica analiza la realidad contemporánea: “La constante pérdida y reconstrucción de las fronteras y de las nociones geo-políticas, en combinación con el creciente flujo de bienes, personas e información como resultado de la globalización, hacen hoy cada día más ineficientes nuestras viejas fronteras. Es tiempo de redefinir el concepto de frontera, su histórica función de crear barreras y contener identidades debe ser reemplazada por la creación de contacto que permita nuevas relaciones humanas”.
En la obra de la artista indonesia Tintin Wulia, la idea de frontera ha sido asociado a tres objetos: pasaporte, muro y mapa. Mediante su trabajo, esta artista ha estado observando el fenómeno migratorio, creando un mapa con las consecuencias socio-económicas que esto produce en la vida cotidiana, especialmente en relación a la identidad política y el sentimiento nacionalista. En esta ocasión, Wulia ha trabajado en conjunto con personas de la ciudad de Gwangju que visitan a diario el mercado de la ciudad, el Daein Market, en función de crear un mapa que esté constantemente cambiando de acuerdo a las historias, memorias y deseos de los ciudadanos, especialmente de aquellos que formaron parte de los levantamientos civiles ocurridos en la ciudad durante los años 80. Nous ne notons pas le fleurs es un proyecto en proceso que la artista ha realizado en diferentes ciudades del mundo con diferentes audiencias.
Llegando ya a la última sección de esta Bienal se encuentra la propuesta curatorial Back to the individual experience, de Carol Yinhua Lu. Planteándose constantemente la práctica curatorial como creadora de conocimiento, esta comisaria china nos invita a una nueva experiencia expositiva. Varios de los invitados de su sección no son artistas, como el filósofo e historiador alemán Boris Groys, quien ha sido invitado como curador de la instalación fotográfica del archivo de Alexandre Kojeve (Moscú 1902-1968), quien fuera uno de los filósofos más importantes del siglo XX y cuya conferencia sobre Hegel realizada en París pasada la II Guerra Mundial influenció determinantemente a toda una generación de filósofos franceses. El archivo fotográfico muestra cerca de 400 imágenes tomadas por Kojeve entre los años 50 y 60, durante sus viajes por Ceylon, China, India, Irán, Japón, Nepal, Rusia y Europa del Este, así como también más de 1.700 postales reunidas durante su vida. En base a estas imágenes, Boris Groys construye la visión de Kojeve sobre el fin de la historia, que fuera la que diera origen a gran parte del pensamiento occidental con libros como El fin de la historia, de Fukuyama, y Specters of Marx, de Derrida.
Otro invitado es el poeta, cantante, músico, animador, fanático de internet y artista Nástio Mosquito. Algunas veces él es dos personas, Nástio y su encarnación femenina Nastia. Con solo 30 años, este artista nacido en Angola ha conseguido ganarse un lugar donde es único en su clase. Su lenguaje casual y sin adornos, su postura sencilla y sin pretensiones están cargadas de sentido crítico y metáforas sobre política e identidad. En el mundo de Mosquito la retórica no tiene sentido, es fragmentaria e ilógica, como todos aquellos valores universales que pone en duda constantemente.
“Cotton fields, oh! Forever. Moving. Cotton fields, oh! Forever. Moving. Those same old clichés, clichés. The damm sidewalk, always the same sidewalk. The same America, the same United States. The same meat, the same me, black, desolate, amused by the same beef… Lie to me, I say, lie to me, make me believe, make me think I´m free, lie to me”
Son algunas de las apasionadas e irónicas palabras del performance de Mosquito, que no sólo hablan de la condición de su país y su nacionalidad o del color de su piel, sino que también nos invitan a abrir los ojos ante la realidad del mundo, frente a nuestra propia estupidez. Mosquito nos grita fuerte a la cara que “despertemos!” y salgamos a hacer algo por nuestras vidas. Este hombre empuja hasta el límite, donde al mismo tiempo que critica el sistema bajo el cual estamos subyugados, critica también el sistema del arte y el arte como herramienta de cambio y productora de conocimiento. Mosquito ha creado una aplicación para iPhone que puede ser descargada para oír sus poemas y canciones, así como también sus films, que pueden verse gratuitamente en internet. Con la presencia de Mosquito, Carol Yinhua Lu nos propone cuestionarnos como espectadores la función del curador, el artista y del arte como una estructura que es parte de un sistema, a la vez que intenta criticar al mismo.
Como última pieza de su propuesta quisiera mencionar la importancia que tiene la poética en la creación del arte, no sólo contemporáneo, sino en todos los tiempos. Las herramientas que brinda la poesía son más que una simple narrativa: son aquellas cuestiones que albergamos en nuestra profunda existencia y a las que recurrimos constantemente en busca de algunas respuestas a nuestra relación con el mundo. En el film The obscure. del cineasta chino Lu Yue, la vida transcurre entre la ficción y la realidad tanto dentro como fuera de la película. Para la creación de esta pieza, Lu Yue y el guionista Liu Yiwei invitaron a once poetas y escritores chinos, junto con algunos actores profesionales, a embarcarse en un viaje de una semana juntos, preparándose para tres días de discusión en el salón de conferencias del hotel donde se alojaron esos días. Durante largas jornadas de conversación, estos novelistas, muchos de ellos con una emergente carrera, se preguntaron si quedaba algún rasgo poético en el tiempo presente y cuál era la percepción de lo poético desde medios sociales como la TV o el cine. Filmado como un documental, esta pieza de más de una hora es un deleite para los amantes de la poesía, así como también para quienes estamos constantemente reflexionando sobre la apreciación y contemplación del tiempo en nuestros días. La discusión entre ellos revela contradicciones y sentimientos, muchas veces muy personales e individuales, haciéndonos sentir parte de en la conversación.
Creo que el arte está lleno de contradicciones y certezas, que cada momento que un artista invierte en pensar y elaborar un discurso es también el tiempo que nosotros dedicamos a comprender el mundo que nos rodea para poder insertarnos en la sociedad que nos ha tocado vivir. La globalización no es más que un cuento, una parte de la historia del mundo, pero no su totalidad. Siguen existiendo lugares, quizás abundan, en los que conseguir una conexión a internet es imposible, casi un milagro, y en los que tampoco existe nadie que hable otra lengua que no sea la suya propia. Las diferencias culturales se sienten y están latentes, la energía que cada cultura trasmite es el resultado de la fuerza con la cual sacan adelante su propia historia, buscando superar sus propios traumas, reforzando su identidad y sus costumbres. Estando en Corea del Sur, dedicando tiempo a compartir con los habitantes de Seúl y Gwangju, escuchando a las curadoras de esta Bienal y los curadores del curso, también a los artistas, pude comprender que vivimos constantemente reajustando nuestras creencias y nuestras opiniones, como en una gran “Roundtable”, donde muchas veces es necesario dejar nuestros conceptos de lado para crear nuevos conocimientos.
La 9ª edición de la Bienal de Gwangju no presenta una gran exposición: hay artistas notables como algunos de la selección que he presentado en esta artículo y hay otros no tan buenos, pero es sensato admitir que teniendo seis visiones de diferentes lugares de Asia, con diferentes perspectivas del mundo, con diferentes conflictos que perdonar u olvidar, conseguir un diálogo es un más que un logro, es un ejemplo de que el mundo está compuesto por personas y no por naciones, que los territorios deberían estar definidos por nuestras costumbres y utopías, no por las fronteras que los delimitan. El arte es libre de tener todas las caras y elegir todos los caminos posibles; algunos colgarán sus obras en los grandes museos del mundo, otros saldrán a la calle a gritar sus convicciones, otros recordarán las acciones del pasado y las traerán al presente. Creo que la Bienal de Gwangju es un ejemplo de todos los diálogos posibles. Asumiendo la gran responsabilidad que un evento cultural implica, es sin duda un orgullo para los habitantes de esta ciudad y de Corea del Sur.
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