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MARTÍN WEBER. UNA CARTOGRAFÍA DEL SOÑAR EN AMÉRICA LATINA

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Por Florencia Battiti | Curadora 

¿Cuánto de política cabe en un sueño? O, en otras palabras, ¿cómo se produce la unión entre el deseo y la política?

Si bien a primera vista la pregunta destila cierto extrañamiento, sus reverberaciones atraviesan el ensayo fotográfico de Martín Weber y revelan, de manera ostensible, que lo personal siempre es político y que la presencia ⎼o la ausencia⎼ de políticas públicas abre ⎼o cierra⎼ los horizontes de posibilidad de las personas, su capacidad de soñar, de proyectar, de planear un futuro propio, pero también compartido.

Uno de los tantos méritos del trabajo de Weber es haber implementado una consigna simple para un proyecto complejo y de largo aliento: recorrer entre 1992 y 2013 más de 53 ciudades y pueblos a lo largo de América Latina solicitándole a distintas personas o grupos de personas que escribieran un sueño o deseo en una pequeña pizarra y se dejaran fotografiar. Así, cámara de placa al hombro, Martín recorrió Argentina, Cuba, México, Perú, Nicaragua, Guatemala, Brasil y Colombia tomando contacto con comunidades indígenas del nordeste brasileño, pueblos de la Selva Negra en Nicaragua y de la Selva Lacandona en Chiapas, profesores universitarios de Cusco, familias de clase media en Buenos Aires, jóvenes estudiantes del norte de Corrientes y niños de la frontera de Tijuana, entre tantos otros.

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«Llevaba la pizarra, conversaba con las personas y juntos pensábamos la puesta en escena. Uno de los usos de la pizarra es señalar que la fotografía es una construcción y no la realidad”, comenta Weber. La pizarra, con su ineludible connotación escolar, funciona así como el hilo que hilvana la narrativa de este ensayo fotográfico en el que resuenan con fuerza los contrastes y contradicciones de una América Latina repleta de asignaturas pendientes.

La idea de la pizarra se le ocurrió a Martín a partir de algunas lecturas de Bertolt Brecht, especialmente de su “efecto de distanciamiento”, que abogaba por un tipo de teatro que produjera cierta distancia emocional en el espectador para que pudiera reflexionar críticamente sobre la obra. Sin embargo, la pizarra con los textos manuscritos que resumen en un pequeño espacio anhelos y aspiraciones de todo tipo, introduce también en la imagen otro tiempo: un tiempo proyectivo, una suerte de “hacia adelante” que tensiona y, de alguna manera contradice, el “esto ha sido” inherente de la fotografía. Si Roland Barthes decía que no había futuro en la fotografía, estas pequeñas pizarras negras se tornan parlantes, expresivos y prospectivos, arremolinando el pasado congénito de la fotografía, el presente inseparable del instante fotográfico y el futuro latente del deseo.

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El Mapa de sueños latinoamericanos, que inaugura este 15 de noviembre en la Sala PAyS del Parque de la Memoria, en Buenos Aires, reúne un total de 110 fotografías en blanco y negro de escenas cuidadosamente compuestas en las que, además de la articulación de lo político con lo personal, campean citas y homenajes a la historia del arte, a maestros de la fotografía como el peruano Martín Chambi pero también guiños formales y compositivos a colegas contemporáneos como RES, Eduardo Gil o Alessandra Sanguinetti.

Con manifiesta voluntad narrativa, la elección del blanco y negro, la búsqueda de empatía en el espectador y el énfasis en la condición humana son claras referencias a la Fotografía Humanista, rama poética del fotoperiodismo practicada por leyendas como André Kertész, Cartier Bresson o Brassai. Pero si bien Weber inscribe su trabajo en esta corriente al mismo tiempo la cuestiona: no se trata de capturar “el instante decisivo”, sino de construir esmeradas puestas en escena, conversadas, dialogadas y compartidas con el otro.

Así, la mirada de quien recorra esta cartografía del soñar en América Latina probablemente se dirija primero a la pizarra, a leer el sueño, pero una vez consumada la pulsión inmediata de leer el texto inserto en la imagen, la mirada comenzará lentamente a percibir todo lo demás que las imágenes exhalan. Cada contexto, sea urbano o rural, interior o exterior, modesto o acomodado, se convierte en un universo de signos a descifrar, un inmenso hiato de sentido a completar que rebota, a veces armoniosamente y otras no, con el texto escrito en la pizarra.

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Al observar detenida y afectuosamente las fotografías de Weber, atendiendo a su textura visual y a su profunda potencia conceptual, uno no puede más que comprobar que el tan mentado discurso de la meritocracia –una sociedad en la que el éxito o el fracaso son de quienes se lo “merecen”⎼ resulta un argumento perverso -incluso un tanto idiota- que desconoce que la desigualdades de condiciones implican, en la mayoría de los casos, desigualdades de oportunidades. En este sentido, estas imágenes devuelven con la fuerza de un puñetazo otro discurso, uno en el que los escenarios económicos y sociales estructuran la capacidad, no ya de concretar un sueño, sino incluso de poder enunciarlo.

En ocasión de la presentación de Mapa de sueños latinoamericanos en el Parque de la Memoria, Weber decidió abrir algunas de las cápsulas de tiempo cifradas en sus fotografías. A tal efecto, la exposición incluye un video documental y testimonios orales en los que Martín vuelve a tomar contacto con varias de las personas que fotografió hace más de veinte años. Sin duda tanto él como sus retratadxs se han transformado, tanto como sus sueños y anhelos que ya no deben ser los mismos. O quizás, quién sabe, sí lo sean…

 


Mapa de sueños latinoamericanos, de Martín Webber, permanecerá abierta del 15 de noviembre de 2019 al 17 de febrero de 2020 en la Sala PAyS, Parque de la Memoria – Monumento a las Víctimas del Terrorismo de Estado, Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745 (Adyacente a Ciudad Universitaria), Buenos Aires.

Imagen destacada: Martín Weber, Pistolas, Chiapas, México, 2000-2004. Gelatina de plata. Cortesía del artista y Parque de la Memoria

 

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