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Horizontes Errantes

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El título de esta muestra, que se presenta en el Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Quito hasta el 2 de diciembre, surge de la conjunción y el significado de las palabras horizonte y errancia. El horizonte es una especie de trasfondo que sirve para organizar las experiencias de la conciencia. Es una suerte de esfera en la que aparecen inscritas las cosas reales e imaginarias, el límite de la totalidad, pero que no es un límite cerrado y acabado, sino abierto, cambiante. La errancia, mientras tanto, no se vincula a la de idea de escape o renuncia a un estado de cosas, más bien se entiende como una opción ética que implica la afirmación de un lugar de enunciación —alternativo, diferente, diverso, intercultural—al de las narrativas oficiales.

Para la exhibición Horizontes Errantes, la estrategia curatorial consistió en cruzar el pensamiento decolonial de Walter Mignolo con el concepto de “Geografía Experimental” de Trevor Plagen para relacionar las prácticas artísticas contemporáneas con las ideas de la geografía física y humana, y el pasado colonial de Latinoamérica. Para Mignolo existe una relación entre la historia del pasado y la política del presente, haciendo resurgir historias y voces perdidas de las culturas originarias y mestizas de América. Por ende, su mérito es pensar en forma diferente las dinámicas de desarrollo cultural y las diversas lógicas puestas en marcha para dar forma a las estructuras sociales presentes en América Latina. Mientras que Plagen, por su lado, relaciona el concepto de «Geografía Experimental» con la producción cultural, del espacio y el territorio a través de la producción artística.

En este sentido, los artistas invitados construyen una línea de pensamiento que aborda problemáticas relativas a los conceptos de viaje, exploración, migración, naturaleza, espiritualidad, rito, memoria, género, raza, poder y violencia en relación al mestizaje cultural y al sincretismo, en encuentro con obras de arte contemporáneo: conjuros y hechizos en Puerto Rico, arquitecturas coloniales e indígenas de Ecuador y México, una danza ritual realizada en la Amazonía, un cementerio de Guatemala, el profanamiento de tumbas zapotecas en Mitla, México, o unos pescadores del noreste de Brasil que abrazan tilapias acompañando su muerte.

La exposición destaca el trabajo de 13 artistas contemporáneos y un dúo artístico provenientes de Latinoamérica, el Caribe y Europa, y explora las complejas maneras en las que las nociones sobre identidad y territorio, abordadas desde el arte contemporáneo, funcionan como instrumentos para una inclinación orgánica hacia otras formas de ser, estar, sentir y conocer. Experiencias que inducen a los sujetos a desmantelar las estructuras de poder heredadas de la colonia y la modernidad, y a sustituirlas por pensamientos y emociones de indagación de lo real, de traslación de incertidumbre y de ambigüedad, y al hacerlo revisan de manera crítica nuestros pasados coloniales y el desarrollo moderno en Sudamérica, Centroamérica, México y el Caribe.

Horizontes Errantes se articula en dos ámbitos temáticos: Geografías Físicas: Desplazamientos de la mirada, viajes, territorios y naturaleza y Geografías Humanas: Identidades, memorias, violencias, ritos y espiritualidades, con obras producidas desde el 2009 al 2018.

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GEOGRAFÍAS FÍSICAS: DESPLAZAMIENTOS DE LA MIRADA, VIAJES, TERRITORIOS Y NATURALEZA

Las representaciones sobre el territorio y el paisaje se constituyen desde diversos locus de identidad. En este devenir, los sujetos van dejando huellas, marcan sus trayectos, sus pausas, sus ausencias y urgencias de manera azarosa, sin que exista una guía de ruta para tal recorrido, lo cual permite que las geografías, los territorios y los paisajes sean representadas de diversas maneras.

Viajar nos refleja una búsqueda personal del sentido de la vida sin lineamientos posibles y sin resultados comprobables. También, por tanto, es una alegoría del trabajo de los artistas; construir como forma de encontrar y ver, y enfrentarse al territorio, a lo desconocido. Estos artistas crean en sus recorridos impresionantes documentos de geografías físicas y humanas. Reflexionan sobre las políticas coloniales, los estereotipos culturales, las exclusiones, los discursos impuestos por la hegemonía, la relación entre el arte y la geografía en el conocimiento del espacio y el lugar, y la relación entre el territorio, la identidad y la historia.

En Smoke Signals (2016), la artista chilena Pilar Quinteros viaja a Serra do Roncador, en Mato Grosso (Brasil), para seguir las huellas del explorador Percy Fawcett (1867-1925), que desapareció en la década de 1920 durante una expedición para encontrar “Z”, una antigua ciudad perdida que creía ser El Dorado, en la selva brasileña. Karina Aguilera Skvirsky, en El peligroso viaje de María Rosa Palacios (2016) se embarca en la realización de un video performance, reconstruyendo –tan exactamente como fuera posible–, la ruta tomada por su bisabuela, quien en 1905, a los 15 años, dejó su pueblo natal (El Chota, Ecuador) con destino a Guayaquil, atravesando durante varias semanas un arduo camino con el propósito de trabajar para una familia rica en el gran puerto.

Regreso al templo del sol (2014), del artista Marco Pando, es una bitácora de viaje realizada en los desiertos, montañas y bosques de Perú. Nos aventura en un viaje cinematográfico con Tintín, el héroe de las tiras cómicas, transformando la visión europea. Las imágenes originales de la película animada Tintín et le Temple du Soleil, realizadas por Belair Studios en 1969, se entrelazan con imágenes del Perú real. David Guarnizo realiza la acción La distancia al horizonte (2015), en la que camina a través de un territorio extenso con la intención de alcanzar la línea del horizonte. La delimitación de un territorio también se da cuando, mediante una mirada particular, convertimos la tierra en un paisaje.

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El viaje como elemento definitorio en la práctica de Rometti Costales determina la elección de los materiales cuya esencia remite irremediablemente a nuestra relación con la naturaleza. El dúo de artistas (Julia Rometti y Víctor Costales) presenta en Módulos de lluvia (2018) una circunferencia realizada con hojas de palma, desmontada y diseminada en módulos. Parte de la colección de Azul Jacinto Marino, un chamán, poeta y anarquista, personaje esencial en el mundo de los artistas, que además de estos módulos guarda también una pared, un caposillo y una columna realizadas con el mismo material: capas de lluvia, una prenda tejida de hoja de palma conocida en México como capote de plumas, por su similitud con las alas de un pájaro.

La historia de la colonización produjo un régimen racializado y patriarcal, un régimen de opresión. Esto es lo que define la colonialidad. La conceptualización de la “naturaleza» como la realidad externa del hombre (blanco) es la primera forma en que se ejerce sobre ella el derecho de explotación dentro del sistema colonial moderno.

En Rastro (2009), la artista ecuatoriana Angélica Alomoto hace una referencia al cuerpo fusionado en el medio natural como un “individuo plural”. La  artista experimenta desde el gesto y el ritual indígena las diversas formas de entender “el ser, el estar, la permanencia y la transmutación”, del cuerpo y su conexión con la naturaleza. Esta danza ritual realizada en Napo, en la Amazonía del Ecuador, es registrada y proyectada sobre una estructura que contiene las huellas resultantes de la danza/ritual realizada sobre arcilla, agua y petróleo.

En el video O Peixe (The Fish, El pez) (2016), del artista Jonathas de Andrade, se registra a unos pescadores en la costa noreste de Brasil que practican el ritual de abrazar a los peces que capturan. El gesto afectuoso que acompaña la transición  vida/muerte es un testimonio de una relación entre especies que está impregnada de fuerza, violencia y dominación. La obra atestigua la falta de conexión del hombre de la ciudad con la naturaleza.

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GEOGRAFÍAS HUMANAS: IDENTIDADES, MEMORIAS, VIOLENCIAS, RITOS Y ESPIRITUALIDADES

La memoria puede ser usada en tanto que es un recurso que contrasta espacios, geografías, fronteras, rutas, desplazamientos y diásporas entre sí y en distintas temporalidades; éste puede ser considerado como un uso lúdico de la memoria, ya que los sujetos se deslizan entre los diferentes momentos de la historia individual y colectiva, sólo a partir de lo que se es en la actualidad, y que permite vislumbrar virtualidades futuras. El espacio, la identidad, la experiencia de los artistas y los paisajes culturales son parte constituyente del siguiente grupo de obras.

Diego Lama presenta Los inocentes (2011), una adaptación contemporánea del cuento Cara de Ángel, del escritor peruano Oswaldo Reynoso, el cual explora temas como el despertar sexual, la identidad de género y los conflictos raciales para describir la mentalidad postcolonial arraigada en la sociedad limeña. En el video recurre al uso de la poesía visual, produciendo una crítica a estructuras de poder para revelar diferentes articulaciones de la condición humana en relación al deseo.

Si bien la violencia se presenta como el objeto excluido de la sociedad, es el motor principal de la historia humana y un componente discreto de la automodificación social. En los últimos años, la práctica artística de Christian Salablanca se ha interesado en el tema de la violencia urbana. En Horizontes Errantes presenta Se me escapa de las manos (2018), Transferencia (ayer soñé) (2017) y En mi defensa no diré nada (2016). En estas tres propuestas el artista aborda la violencia urbana desde la vulnerabilidad y el cuerpo, lo humano y lo animal, situaciones de supervivencia y economías ilícitas, así como desplazamientos entre la oralidad y la imagen; es decir, de la relación entre las palabras y las visualidades.

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La propuesta La más castellana de América (2015), de María José Argenzio, toma su título precisamente del texto de José Gabriel Navarro, El municipio de América durante la asistencia de España, donde la hispanidad y la devoción a España, apreciada en las joyas del arte quiteño, eran ejemplo de civilidad que opacaba la barbarie de la imposición colonial. La obra constituye una instalación in situ donde remedos de columnas convertidas en ruinas dejan ver sutilmente su interior cubierto de pan de oro. El proceso consiste en sacar un molde de elementos arquitectónicos antiguos de la ciudad de Quito, donde se revele este cruce entre el desarrollo de la arquitectura hispánica y la mano de obra indígena.

Cliente Secreto (2013), del artista peruano Gabriel Acevedo Velarde, tiene dos referencias precisas: primero, los actos rituales que el grupo terrorista Sendero Luminoso realizaba en las cárceles de Lima a fines de la década de los 80. Éstos consistían en coreografías de estilo maoísta, con movimientos sincronizados en los que cartones cuadrados de color rojo eran desplazados en el aire por cientos de presidiarios senderistas. Segundo, el artista reemplaza los uniformes maoístas utilizados por este grupo guerrillero por un vestuario semejante al utilizado por los empleados de una cadena de supermercados muy conocida en Perú. Esta empresa viene organizando sus propias festividades patrióticas desde hace más de 30 años y simboliza de alguna manera el nuevo Perú post-terrorismo.

La práctica de Edgardo Aragón está anclada a los contextos de abuso, violencia y abandono que imperan en México, a partir de fotografías, videos, instalaciones e intervenciones sonoras. En Caníbal (Caníbal) (2017), husmea en las tumbas del pasado para pensar en las tumbas del presente. Dividido en tres partes, Caníbal (Caníbal) es un estudio de la tierra, las tumbas y fosas comunes de México, los mitos y el sonido. El video está acompañado por un interludio donde una voz en off recuerda la historia de Mitla, «la tierra de los sepulcros”. La capacidad de los muertos para ser escuchados se activa a través de una voz que reflexiona sobre cómo el sistema se alimenta acompañando el relato y la visita de las tumbas.

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Naufus Ramírez-Figueroa, en su video performance titulado Life in his mouth, death cradles her arm (2016), escenifica dentro del Cementerio General de la Ciudad de Guatemala la transición nocturna de la noche al amanecer. Junto a este cambio de luz, la obra sigue el continuo derretimiento de un bloque de hielo, que está envuelto en una manta como si fuera un bebé y acunado por el artista que permanece quieto y firme durante todo el performance. La duración de la acción fue dictada por la transformación del hielo de un estado sólido a líquido, mientras que el trabajo de video final se editó en una meditación abreviada sobre la transformación del material, el paso del tiempo y las características arquitectónicas circundantes. Aunque las obras del artista a menudo transmiten un sentido de extravagancia y diversión, también aluden a eventos trágicos y traumáticos que han configurado el clima social y político de la Guatemala actual.

La cabeza mató a todos (2014), de Beatriz Santiago Muñoz, es una mezcla de mitologías indígenas con personajes, geografías y cultura actual en Puerto Rico. El título se refiere a cómo una estrella fugaz fue interpretada (en la mitología local) como una cabeza sin cuerpo, cruzando el cielo, lo que indica la llegada del caos y la destrucción. Los gatos son muy comunes en la isla de Puerto Rico y en este video el gato se presenta como una entidad mitológica, capaz de anunciar las transformaciones que alternarán el mundo. Beatriz Santiago Muñoz produce videos y films que apuntan a la construcción de un imaginario caribeño post-colonial. Su trabajo surge a partir de largos periodos de investigación, observación y documentación, en los que la cámara está presente como un objeto con implicaciones sociales, y como un instrumento mediador del pensamiento estético.

Por medio de esta exhibición viajaremos a través de paisajes que acontecen al igual que lo hace la vida: la cotidianidad del estar o convivir dentro del mundo. Las obras seleccionadas reflexionan sobre la representación cultural y visual del territorio, la identidad y el paisaje cultural, entendido como un conjunto de circunstancias, estructuras, condiciones e historias que son el contorno de un lugar, un cuerpo, una colectividad. Así, animan al espectador a reconsiderar la noción del espacio y el cuerpo que habitamos, que transitamos, que ocupamos o que abandonamos en la contemporaneidad; sus urgencias, sus condiciones políticas y sus narrativas históricas, cuya inestabilidad es crucial para la definición de nuestra identidad individual y colectiva.

 


Imagen destacada: Obras de Gabriel Acevedo Velarde (izq.) y Rometti Costales (der.) en la muestra Horizontes Errantes, en el CAC de Quito, 2018. Foto: Edgar Dávila Soto. Cortesía: CAC Quito

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Eduardo Carrera

Quito, 1987. Curador, escritor y gestor cultural. Es Licenciado en Artes Visuales por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Master en Gestión Cultural por la Universitat Internacional de Catalunya. Actualmente cursa el Programa de Estudios independientes del MACBA, Barcelona (PEI 2019-2020). Se desempeñó como curador en Jefe del Centro de Arte Contemporáneo de Quito (2017-2019). En el pasado fue co-director de No Lugar – Arte Contemporáneo. Entre los años 2011 y 2017 ha sido Asesor del Ministerio de Cultura y Patrimonio del Ecuador, colaborador en proyectos con el Instituto Metropolitano de Patrimonio de Quito y Jefe de Investigación y Patrimonio de la Fundación Museos de la Ciudad. Sus exposiciones recientes incluyen “Un viaje de mil millas” (CAC 2019), “ARCHIVXS LGBTIQ+” (CAC, 2019); “Horizontes Errantes” (CAC, 2018); “Utopías (CAC, 2018). Ha sido coordinador y curador de Premio Brasil en sus tres ediciones. Desde el 2013 es organizador y curador de las exposiciones en el marco del mes del Orgullo LGBTIQ+. Ha realizado residencias de investigación curatorial en Matadero Madrid, FelipaManuela y Queer City São Paulo. Es Alumni de Independent Curators International – ICI, New York. Sus textos han sido publicados en Artpress, Artishock, ArtsEverywhere y Terremoto. Vive y trabaja entre Barcelona y Quito.

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