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Concrete Cuba:los 10 Pintores Concretos

La galería londinense David Zwirner presenta por estos días una muy completa exposición de pinturas y esculturas del grupo cubano Los Diez Pintores Concretos, que estuvo activo desde 1959 hasta 1961. Concrete Cuba es la primera presentación en el Reino Unido que pone de relieve los orígenes del concretismo en Cuba durante la década de 1950, mediante la presentación de importantes obras de los once artistas que estuvieron en diferentes momentos asociados con el efímero grupo: Pedro Álvarez, Wilfredo Arcay, Mario Carreño, Salvador Corratgé, Sandú Darié, Luis Martínez Pedro, Alberto Menocal, José Mijares, Pedro de Oraá, José Ángel Rosabal, Loló Soldevilla y Rafael Soriano.

El desarrollo de la abstracción geométrica en Cuba y, en concreto, la formación de Los Diez, coincidió con los cambios políticos y culturales radicales que se prolongaron todo por el país en los años 50. Esta década estuvo marcada por los disturbios y la corrupción generalizadas tras el golpe militar de 1952 encabezado por Fulgencio Batista. Culturalmente, Cuba experimentó el crecimiento de sentimientos nacionalistas instigados en parte por la afluencia del turismo y bienes materiales estadounidenses. Al mismo tiempo, La Habana estaba pasando por la rápida urbanización y convirtiéndose rápidamente en una ciudad internacional. Con este vibrante telón de fondo, los artistas buscaban un nuevo lenguaje visual en el que el arte, especialmente el arte abstracto, pudiese funcionar como práctica política y social.

Vista de la exposición «Concrete Cuba» en David Zwirner, Londres, 2015. Cortesía de la galería

Luis Martínez Pedro, Sin Título, 1951, óleo sobre tela, 78.4 x 60.6 x 3 cm. Cortesía de la galería

Los Diez se formalizó como grupo en 1959 con su exposición inaugural titulada 10 pintores concretos exponen pinturas y dibujos organizada con motivo del segundo aniversario de la Galería de Arte Color-Luz, un espacio gestionado por artistas co-fundado por Loló Soldevilla y su compañero Pedro de Oraá en 1957 para fomentar el arte abstracto en La Habana. Muchos de los miembros del grupo habían viajado mucho en años anteriores y se correspondían con los que estaban a la vanguardia de los movimientos abstractos europeo y sudamericano. En particular, Wilfredo Arcay, Mario Carreño, Pedro de Oraá y Loló Soldevilla pasaron un tiempo considerable en el extranjero, donde se expusieron a las filosofías y estéticas del neoplasticismo, el constructivismo, el suprematismo y el post-cubismo. En 1949, Sandú Darié comenzó una correspondencia fructífera con Gyula Kosice, el líder del movimiento concreto argentino Madí.

Las obras abstractas geométricas ejecutadas por Los Diez eran decididamente más cerebrales que las tácticas estéticas abiertamente políticas desplegadas por anteriores pintores expresionistas abstractos en La Habana durante esta década. Los Diez buscó una estética universal y utópica que, en su pretendida circunspección política, ofreció una nueva forma de participación política y social. A pesar de que empleaban un lenguaje puramente no-representacional, no consideraban que su trabajo siguiera los dictados del arte abstracto, que ellos presumían se derivaban de las formas encontradas en la naturaleza. Más bien, sus composiciones no-referenciales se basaron exclusivamente en construcciones formuladas intelectualmente utilizando elementos plásticos que se reducían en planos y los colores simples. Como Darié declaró en su momento, «ésta es la pintura concreta debido a que cada pintura es una nueva realidad». Los Diez llevó la abstracción desde las preocupaciones formales y puramente visuales hacia extremos conceptuales y fenomenológicos, en línea con otros movimientos contemporáneos de arte internacionales, para activar tanto al espectador como la conciencia colectiva de Cuba.

Loló Soldevilla, Stabile, 1954, bronce y metal, 47.5 x 28.5 x 16.7 cm. Cortesía de la galería

Sandú Darié, Sin Título, Estructura Transformable, ca. 1950, óleo sobre ensamblaje de madera, dimensiones variables. Cortesía de la galería

Rafael Soriano, Composición, 1954, óleo sobre tela, 56.5 x 82 x 2 cm. Cortesía de la galería

Los Diez disfrutó de una relación relativamente fácil con el régimen de Batista, a pesar de la oposición de los artistas a su dictadura, debido en parte a su estética y acciones aparentemente apolíticos, y a Mario Carreño, quien como Director Artístico del Instituto Nacional de Cultura instaló las galerías del estado en el Palacio de Bellas Artes con arte abstracto, negando así cualquier posible amenaza política. La abstracción, sin embargo, se volvió sospechosa durante la Revolución de 1959, dirigida por Fidel Castro, por sus asociaciones radicales e ideales utópicos anteriores. En consecuencia, muchos artistas abstractos y concretos comenzaron a huir del país.

La última exposición de Los Diez se presentó en la Galería de Artes Plásticas, en Camagüey, en 1961. La galería cerró poco después bajo una creciente presión política y, con el éxodo de los artistas y el cierre de su principal espacio de exposición, Los Diez se disolvió. En total, el grupo mostró en conjunto un total de tres veces y publicó dos portafolios de grabados. A pesar de su breve existencia, Los Diez tuvo un profundo impacto, no sólo en la historia del arte cubano, sino en la trayectoria de la abstracción del siglo XX a nivel internacional.

Vista de la exposición «Concrete Cuba» en David Zwirner, Londres, 2015. Cortesía de la galería

Vista de la exposición «Concrete Cuba» en David Zwirner, Londres, 2015. Cortesía de la galería

Sandú Darié, Estructura, 1958, caseína sobre madera, 70 x 74 x 4 cm. Cortesía de la galería

Mario Carreño, Crepúsculo, 1955, témpera, lápiz y tinta sobre caseína sobre tabla, 53.7 x 45 x 5 cm (con marco). Cortesía de la galería

Pedro de Oraá, Sin Título, 1960, emulsión sobre cartón, 70.8 x 60.2 x 5.3 cm (con marco). Cortesía de la galería

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