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LA GEOMETRÍA LATENTE: EJERCICIO UNO

Sorprendentes son las formas bellas… especialmente cuando de improviso nuestros ojos se abren y ven algunas figuras grotescas, sutiles u otros objetos inesperados. Para entonces uno está desprevenido en una de sus actividades rutinarias, y de pronto, te sorprendes. A eso que le llaman experiencia, sí, experiencia estética. En cada uno de esos casos, en los que uno observa algo que sorprende, la forma alcanza distintos niveles de atractivo. O si no preguntémosle a Cèzanne, él sí que conoce de lo que hablo, ya verán por qué. No tengan miedo, son formas bellas nada más.

Quiero mostrarles un modo de establecer una relación con la forma que a mí, en lo particular, me atrae más que cualquier otra cosa. Yo sé que no es fácil, pero cuando lo entiendan y sepan ponerlo en práctica, acuérdense de mí, les será un placer.

Partiré explicando de qué se trata. Cada forma, por compleja que sea, trae consigo una estructura. Ésta se constituye en el entendimiento de nuestra observación hacia la forma. Es difícil pensar por ejemplo, en una casa sin estructura. Cuesta imaginarse cualquier cosa sin estructura. Para comprenderla, hay que comenzar por tener una visión analítica. Así que les pido por favor que practiquen. La forma ustedes la eligen. Cuando se enfrenten a ella recuerden que están frente a una estructura que les interesa, porque ustedes mismos optaron por ella. Luego busquen su esencia. Para ello les recomiendo simplificar.

Tomen lápiz y papel, vean lo que hace posible esa estructura, entonces estarán obligados a simplificar la forma. Utilizando la geometría uno puede lograr una síntesis, que aporta lógicamente a la relación entre forma y mente. En ese minuto se encontrarán con nuevos atributos legibles, distintos y separables.

Crearé un ejercicio al que le llamaré uno. Tomen nota.

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Quiero que imaginen lo que leerán. Dos descripciones desde, lógicamente, el aspecto formal & geométrico & sintetizado. La primera, sería una aproximación al diagrama de la bóveda que Miguel Ángel decora y narra con los diversos episodios de la creación del Universo, del hombre, el pecado original, el diluvio y el renacimiento del género humano, y que se concluye con una verdadera obra maestra sobre la pared del altar, de doscientos metros cuadrados de superficie, con el fresco que representa el Juicio Universal. La bóveda, de casi quinientos veinte metros cuadrados, fue frescada entre 1508 a 1512; la pared, veintitrés años después, entre 1535 y 1541. La segunda parte, se refiere sobre uno de los frescos de la bóveda: La creación del hombre.

Un punto atrayente es que no conozco personalmente La Capilla Sixtina, por lo tanto es fundamental señalar que el alcance será desde una superficie bidimensional, y no desde el lugar mismo, ya que cuento con el libro Toda Roma que contiene ciento cincuenta fotos a todo color de ésta. El autor es Eugenio Pucci, y el libro fue impreso en el año 1973, en Roma.

Antes de comenzar, es importante que tengan en consideración lo siguiente: lean con atención, si es necesario retrocedan y vuelvan a leer. Recuerden, son formas nada más.

Ejercicio uno, primera parte: El ambiente, creado por Giovannino de Dolci, mide 40.23 metros de largo, 13.41 de ancho y 20.73 de alto. Tengamos presente a la bóveda como un plano bidimensional que conforma un rectángulo, al que denominaremos (A). Es interesante advertir una inscripción en su eje central de otro rectángulo más pequeño, con la misma proporción que la del tamaño original de (A), algo así como un subconjunto que designaremos (B).

En el rectángulo (B) se registran nueve de los treinta y tres episodios narrados por Miguel Ángel. En proporción, cinco de ellos son la tercera parte de los cuatro restantes. Atención, esto quiere decir que: hay un grupo de cinco rectángulos que miden tres veces menos que el otro grupo de cuatro; y éstos a su vez se intercalan uno pequeño y uno grande, hasta completar los nueve.

Acuérdense de pensar en una superficie bidimensional. Es un diagrama geométrico de las grandes formas que componen esa estructura que estamos analizando. Por favor, si no ha logrado imaginar la simplificación de las formas, vuelva a leer. Recuerde que es una cuestión de práctica.

Resumiendo: en el subconjunto (B) se inscriben nueve rectángulos, los cuales llamaré, número impar los pequeños y número par los grandes, vale decir que:

(B) = 1 2 3 4 5 6 7 8 9

El área restante de la bóveda, que se podría graficar (A) – (B), esta compuesta por ocho arcos de medio punto, cuatro a cada lado. De tal manera, al observar la geometría latente de esa forma, llevándola desde el volumen al plano, la simplificaré en ocho triángulos, a los que le asignaré a cada uno (C). Ellos se dirigen hacia el centro, apuntando a los rectángulos (2 4 6 8).
Por último, en los vértices del rectángulo (A), vale decir, en las esquinas de toda el área de la bóveda, se inscriben cuatro triángulos. Cada uno de ellos ocupa tres veces más que el área ocupada por los triángulos (C).

¿Ha sido muy difícil? Tómense su tiempo, vaya con cuidado, no se apresure demasiado. Si desea vuelva a leer. No se impaciente. Yo quiero que pueda abstraerse, que pueda ver una cosa distinta a lo narrado por Miguel Ángel, y esa cosa tiene que ver exclusivamente con la forma, ella sola, lo más pura posible. Simple geometría, que aparece en todas partes sosteniendo a los objetos, plantas y animales. Ella sola, como un buen personaje en escena. Les pido nuevamente, déjenla ser.

Ahora que imagino, que ya van teniendo conciencia del ejercicio, me atrevo a darles un consejo, pero sin complicarse. Para que puedan suministrar de manera más fluida la información, les recomiendo olvidar que es La Capilla Sixtina e imaginar las formas como partes transparentes, que de pronto conformarán un total. Como las películas de una imprenta, cada color es una parte de la impresión y al sobreponerlos todos constituyen la imagen. Si les complicó el ejemplo, olvídense.

Retomando lo anterior, tenemos que: dentro de (A) se encuentra (B), y dentro de (B) se encuentra el rectángulo (4). Acordémonos que por ser un número par, pertenece a uno de los cuatro rectángulos grandes. En éste se instala La creación del Hombre, pintura a la cual me referiré con el mismo tono con la cual relaté la bóveda de la pieza arquitectónica. Importante tener presente que me dirijo desde la superficie bidimensional. La lectura la haré de arriba hacia abajo.

Ejercicio uno, segunda parte: el rectángulo (4) es de formato horizontal. En él se inscriben dos óvalos (D) y (E); (D) se encuentra a la derecha casi completo y (E) a la izquierda. Éste último podría ser la cuarta parte de un óvalo completo. Esto quiere decir que el restante del óvalo (E) quedaría afuera del rectángulo (4).

En el óvalo (D) se inscribe una diagonal, que en el medio de su longitud se transforma en una horizontal. Desde ella nace una transversal con dirección opuesta. Ésta une el primero con el segundo óvalo. Vale decir que:

(D) + (E)/4 = (4) – { (4) – [(D) + (E)/4] }

Piénsenlo bien, ahora sí, tómese su tiempo. Insista. La fórmula, es una manera de ordenar, nada más. No tiene otra importancia. Recuerde que es la forma, ella solita la que nos interesa. Después que haya entendido, retome la lectura.

En el óvalo (E) existe un semicírculo pronunciado que contrapone y detiene la diagonal que une el vértice derecho con el izquierdo (de arriba hacia abajo). Por lo tanto ambos cuerpos, (D) y (E), inscritos en la forma circular, tienden a una diagonal, provocando en definitiva, donde se unen ambas masas, un punto de cruce o tensión.

Descanse…

Yo sé que esto requiere bastante atención. Lo importante, si les fue muy difícil el ejercicio propuesto, independiente a que si lo vuelve a leer o no, es que la manera y capacidad de análisis, aquí es elemental. Ustedes deben salir de su sótano en el minuto que quieran un deleite. Para ello ya saben. Aquí les he entregado lo que me produce gran placer, una de las cosas que más contento me deja, introducirme a un lugar, pasmarme y analizar.

De acuerdo a esta idea, sobre el descomponer y analizar a través de la síntesis geométrica, hemos elaborado un sistema que ha ordenado, en cada una de nuestras imaginaciones, la totalidad de un problema. Éste se trata de establecer una concordancia entre nuestro entendimiento y lo que nos sugiere, en este caso, el análisis que he elaborado sobre el diagrama de la bóveda de La Capilla Sixtina y La creación del Hombre.

Para concluir, traten de que no les falte nunca ser un curioso observador. Recuerden que en cualquier lugar, este ejercicio es posible. En cualquier forma es operable. Lo único que es clave, tiene que ver con la elección de qué analizar. Ahí ustedes corren el riesgo, ustedes se dan la libertad, como también deben entregársela a la propia forma. Sí, a ella, que pocas veces es entendida. Quiéranla, disfrútenla, complázcanla, autorícenla y sobre todo respétenla. Nunca se olviden que esa es una forma bella.

Sebastian Mahaluf

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