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IMÁGENES DE LA HISTORIA, UNA HISTORIA AFROMEXICANA DE LA IMAGINACIÓN

Por Itza Amanda Varela Huerta

En el camino de Puerto Escondido a Cuajinicuilapa, montada en una pasajera, pienso en cuáles son las posibilidades de encontrar un espacio para imaginar políticamente qué es, cómo se compone en el México contemporáneo la afrodescendencia, lo negro, lo afromexicano. ¿Cuál es su materialidad? ¿Cuáles son las oportunidades para que la marca de lo racial opere tan lejos de los centros de poder? Pero, sobre todo, pienso en cómo se imagina, se piensa y se actúa la historia de este pueblo que continúa escribiendo las páginas fuera de los recintos académicos. Me interesa en todo caso pensar en sintonía con las formas otras de llenar de significado lo negro-afromexicano.

¿Quiénes y cómo se puede explicar lo negro-afromexicano fuera del ámbito de la palabra escrita? Considero que los tres espacios que veremos en esta exposición no buscan responder qué es lo negro-afromexicano sino abrevar de las diferentes formas de representación de este último grupo de identidades políticas diferenciadas.

«Almas cimarronas: voces y miradas de Cuajinicuilapa», en Proyectos Monclova, CDMX, 2023. Vista de obras de Aydeé Rodríguez López y David Montaño Roque. Cortesía: PM

La Danza de los Diablos puede ser leída, entendida y usada desde diferentes puntos de vista: como un baile folclórico, como un juego comunitario, como una estrategia política, una tradición esencializada de las huellas de africanía, entre muchas otras. Ninguna de ellas es correcta o incorrecta, sino que me interesa pensar en las formas en las cuales esa danza es un signo que encadena una de las muchas nociones de lo negro-afromexicano en la actualidad. Me refiero acá, específicamente, a las máscaras que se utilizan para completar el vestuario de esta danza, a la cual las personas negras-afromexicanas reclaman como única y verdaderamente afromexicano.

David Montaño Roque muestra la unidad en la diversidad o, si queremos, aquella marca estética propia de lo negro-afromexicano al mostrar las diferentes miradas en las máscaras de diablos. Cada pueblo, cada persona participante de la Danza de los Diablos imprime en su máscara aquellos elementos que permitan comunicar una sensación: miedo, alegría, fantasía, risas, suspenso… pero las máscaras expuestas acá remiten siempre a lo negro-afromexicano en la Costa Chica, sin duda alguna.

Por otro lado, está otra forma de intento de captura (capturar en estricto sentido académico) de lo negro-afromexicano a través de la lente de Allan Fis: ¿qué mira un ojo externo? Con externo me refiero a los ojos que pueden ver desde lugares diferenciados de la constitución del orden racial, político y cultural mexicano. Un ojo externo a la identidad negra-afromexicana, a la vida cotidiana que, como el mío, observa asombrado el lugar de la belleza que reside en las máscaras de Diablos, en la importancia de poner en el centro del discurso fotográfico la vida y la dignidad de las personas costeñas.

Allan Fis, serie fotográfica, 2023. Plata sobre gelatina impresa sobre papel fotográfico de fibra Ilford, 51.5 x 44 x 4.5 cm c/u. Cortesía: Proyectos Monclova

Una mujer que desafió su historia: Aydeé Rodríguez, pintora

Es un viernes por la noche en la Ciudad de México, un viernes de una suave primavera. Tomo el teléfono, me acomodo en mi estudio, enciendo la computadora y espero que la pintora Aydeé Rodríguez (Comaltepec, Cuajinicuilapa, Guerrero, 1954), artista afromexicana, responda mi llamada. Cuaji es su centro de operaciones. Escucho una voz dulce al otro lado del teléfono. He visto sus pinturas porque desde Proyectos Monclova me enviaron algunas imágenes. La charla empieza con algunas preguntas sobre la salud de Aydeé, ella me señala que esta es frágil, que la diabetes le arrebata tiempo de concentración y en su cabeza están explotando las imágenes de los pueblos costeños que ha ido conociendo, al mismo tiempo que la dolencia física se impone como marca del tiempo.

Como siempre que he hablado con algún artista negro-afromexicano, el Centro Cultural El Cimarrón, organizado por el padre Glynn Jemmot en la Costa Chica, sale en la plática. Aydeé me cuenta cómo lo conoció en su antiguo restaurante de Cuaji, acompañado por Sergio Peñaloza.

Jemmot y Peñaloza son dos varones activistas que impulsaron los debates comunitarios sobre la diferencia identitaria negra a finales de los noventa en la Costa. Aunque desde puntos de vista diferentes, Peñaloza desde su experiencia cuijleña y Jemmot desde su experiencia caribeña, ambos contribuyeron a darle sentido a un discurso negro-afromexicano.

«Almas cimarronas: voces y miradas de Cuajinicuilapa», en Proyectos Monclova, CDMX, 2023. Obras de Aydeé Rodríguez López. Cortesía: PM

¿Quién llena de imágenes el relato histórico? Es importante que artistas como Aydeé tengan el espacio para hacer la operación central de la historia desde dos lugares legítimos en la calle, pero cuestionados por la academia: el primero de ellos, desde la potencia de la imaginación en relación con la historia pública sobre lo negro, y el lugar de la plástica, es decir, el lugar que no prioriza la palabra escrita sino la imaginación.

Captura mi atención que Aydeé me cuente qué pasó cuando conoció a “los líderes negros de la costa”. Esas personas le chulearon las pinturas que tenía expuestas en su restaurante y le preguntaron quién era la persona que había realizado esas imágenes sobre personas negras en la costa. Aydeé respondió que había sido una mujer que pasaba vendiendo su arte a cambio de comida; negó ser ella la artista porque, en su experiencia con otras personas encargadas de la cultura local, se le había hecho comentarios sobre sus “locuras de pintar a puros negros trompudos, feos y chuecos”.

Llega entonces el tiempo en que en México se reconoce lo negro-afromexicano como una identidad política importante, tan importante, que en 2019 se reconoce a estas personas, pueblos y comunidades como parte de la nación pluricultural en la Constitución mexicana. ¿Cómo hacer para que ese reconocimiento incluya también el trabajo de Aydeé y las miradas y argumentos comunitarios sobre lo negro-afromexicano?

Aydeé Rodríguez López, Feto escondido, 2021. Grabado en madera, 79 x 78 x 3.6 cm. Cortesía: Proyectos Monclova

Es central para estas historias otras de lo negro-afromexicano que espacios como Proyectos Monclova, como un espacio vinculado con el arte contemporáneo, con sectores que no son académicos ni políticos, tampoco de la sociedad civil sino del arte, puedan mostrar que la diversidad de las imágenes, la diversidad estética y, por ende, nuestras nociones de belleza, también siguen el patrón de la colonialidad del ser que ya Aníbal Quijano ha descrito en su obra socioantropológica.

Aydeé mezcla elementos locales, como los casi desaparecidos redondos, una estructura habitacional que antropólogos como Gonzalo Aguirre Beltrán, en su canónico texto Cuijla, esbozo etnográfico de un pueblo negro, señala como un elemento de conexión entre África y algunas regiones de Guerrero y Oaxaca.

Sigo por el camino de la imaginación: para Aydeé ese conocimiento sobre el redondo da un sentido a la historia pública de lo negro en México; al mismo tiempo, es –como me señaló en la llamada telefónica– un recuerdo de su infancia, de su casa, de los sentimientos que nos asocian con lo familiar, lo conocido.

Aydeé Rodríguez López, Algarabía de Pescadores, 2022. Óleo sobre lienzo, montado sobre bastidor de madera de encino teñido y tallado a mano, 171 x 222 x 5 cm Cortesía: Proyectos Monclova
Aydeé Rodríguez López, Algarabía de Pescadores, 2022. Óleo sobre lienzo, montado sobre bastidor de madera de encino teñido y tallado a mano, 171 x 222 x 5 cm. Cortesía: Proyectos Monclova

En otras obras la pintora pone en el centro a tres mujeres negras: dos nos miran de frente con sus manos llenas de elementos locales (me aventuro a pensar que una de esas canastas contiene huevos de tortuga); la mujer que nos da la espalda nos muestra un cabello negro y rizado, una silueta con curvas: mujeres negras-afromexicanas de la costa, que están en primer plano, en la tierra. En el mar, en primer plano también, se encuentran pequeñas embarcaciones con hombres pescando. La vida en la costa, la vida negra en la Costa Chica, como me la relata Aydeé, responde a las imágenes que se dan en el día a día.

Para Aydeé el camino no fue fácil. Como muchas mujeres costeñas, migró a la Ciudad de México, vivió allí doce años y volvió a Cuaji tiempo después. En ese lugar, su lugar en el mundo, su nueva vida llegó de golpe: la pintura, el arte que es herencia de las mujeres de su familia se impuso en sus manos, en su mente. Inició investigando y pintando sobre las personas, pueblos y comunidades negras de donde ella es. Así, y con una paciencia infinita -una paciencia generizada, diría yo-, la artista defendió su arte, que fue poco comprendido al principio y es el mismo que hoy nos convoca en estas líneas, en este recinto.

Allan Fis, serie fotográfica, 2023. Plata sobre gelatina impresa sobre papel fotográfico de fibra Ilford, 51.5 x 44 x 4.5 cm c/u. Cortesía: Proyectos Monclova

Tenemos percepciones sobre lo negro-afromexicano muy vinculadas a imaginarios coloniales. En la mayoría de los casos pensamos en las representaciones del norte global cuando pensamos en cuestiones racializadas o percepciones antropológicas sobre aquello que la disciplina ha llamado identidades étnicas. Es central apuntalar la historia de Aydeé para ver cuáles son aquellas formas en las cuales las desigualdades sociales impiden que mujeres como la pintora acá mencionada desarrollen sus habilidades sin el peso del racismo estructural, ese que aplasta los sueños de las infancias, las mujeres y las personas feminizadas en las geografías mexicanas del terror.

Y, al mismo tiempo, es importante contar las historias de las personas como Aydeé. Es importante escuchar cuáles han sido los frenos, pero también cuáles fueron las circunstancias con las cuales construyeron las alas de su imaginación. Rodríguez empezó a pintar con 38 años cumplidos, por la promesa a su abuela, por la importancia que tuvieron las mujeres de su familia como artistas comunitarias.

Aydeé me cuenta algo que inspiró este documento: ella hace “historia de voces”; va a diferentes pueblos reconocidos como negros-afromexicanos y escucha a las personas sobre lo que éstas imaginan que es lo negro: el pasado, el presente y el futuro se encuentran entonces en los lienzos que la artista habilita como la historia plástica de las voces. Al tiempo que construye e imagina la memoria de los pueblos, agrieta los discursos mestizos sobre los orígenes de la gran fantasía de la mexicanidad como un ente homogéneo.

Vista de la exposición "Almas cimarronas: voces y miradas de Cuajinicuilapa", en Proyectos Monclova, CDMX, 2023. Cortesía: PM
Vista de la exposición «Almas cimarronas: voces y miradas de Cuajinicuilapa», en Proyectos Monclova, CDMX, 2023. Cortesía: PM

Lo negro-afromexicano: del margen al centro multicultural

“Nadie te hablaba en ese tiempo de esa historia, crecimos sin darnos cuenta de quiénes
éramos, porque nuestros padres eran así”

Aydeé Rodríguez


Si lo negro-afromexicano es una identidad política en construcción, que desestabiliza las categorías raza/etnicidad/identidad/racialización como elementos político-académicos fijados, la obra plástica de las personas, pueblos y comunidades negras desestabilizará, con suerte, la mirada eurocéntrica sobre lo que entendemos como bello, como canónico, como arte contemporáneo.

Solo con las y los artistas negros-afromexicanos es que la representación podrá dejar de alimentar las fantasías sobre la diferencia como una mercancía y podremos pensar en la pluralidad como lo que sostiene y reproduce la vida humana y no humana.

Las obras que se muestran en este espacio son una invitación a mirar y a (des)aprender ciertas perspectivas de aquello que reconocemos como bello y canónico. No sólo en el ámbito artístico, y es allí donde radica la importancia de esta muestra: la belleza que refleja la cámara fotográfica de Allan en relación con los marcajes corporales de lo costeño; la belleza de la crin de caballo como las barbas del diablo mayor en las máscaras de David, y la importancia de mirar lo bello en lo cotidiano, en la imaginación y en la disputa por la historia en las grafías de Aydeé.


Almas cimarronas: voces y miradas de Cuajinicuilapa, exposición con trabajos de Aydeé Rodríguez López (Comaltepec, Guerrero, 1955), David Montaño Roque (Cuajinicuilapa, Guerrero, 1989) y Allan Fis (Ciudad de México, 1977), se presenta hasta del 17 de junio al 12 de agosto de 2013 en Proyectos Monclova, Lamartine 415, Polanco V SECC., Miguel Hidalgo, Ciudad de México.

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