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ARTE FEMINISTA: LO PERSONAL, CADA DÍA MÁS POLÍTICO

En Arte Feminista: Lo personal, cada día más político, la segunda muestra virtual organizada por la asociación de galerías Art Focus Latinoamérica, el hogar, el cuerpo, el lenguaje, la visibilización de las mujeres y el uso del soporte textil son las tramas que cruzan las obras de las artistas Nereida Apaza Mamani, Claudia Casarino, Ana De Orbegoso, Colectiva Hilos, Isabel Guerrero Encinas, Catalina Jaramillo Quijano, Silvia Levenson, Nicole Mazza, Celina Portella, Ángela Restrepo, Natalia Revilla, Judith Romero y Annette Turrillo.

Cada una de ellas representa a las galerías que conforman Art Focus Latinoamérica, un colectivo que fomenta la difusión, promoción y comercialización de obras de arte de forma colaborativa desde el continente americano y a nivel global. La alianza la integran galerías de Argentina (Pabellón 4 Arte Contemporáneo), Brasil (Zipper Gallery), Colombia (Policroma Galería), Estados Unidos (RoFa Projects), México (Galería Quetzalli), Perú y Uruguay (Del Paseo).

En esta muestra en particular, inaugurada en el Mes de la Mujer, “el arte actúa como un espacio para la reflexión desde una postura feminista; un arte feminista que aparece como catalizador y acción, como posicionamiento político y representación desde otros lugares de enunciación”, según el texto curatorial escrito por Cerrucha (México, 1981), artivista feminista que trabaja con fotografía, performance, acciones participativas e intervenciones en el espacio público.

Al representar los cuerpos, las subjetividades y los vínculos de formas no hegemónicas, estas artistas reivindican la dimensión política de la vida privada. Esto cobra especial relevancia en tiempos en que las luchas feministas que habían estado ganando terreno en las calles antes del encierro que trajo la crisis sanitaria global han momentáneamente abandonado el espacio público. En las actuales circunstancias, el hogar, el espacio privado, se asemeja a un campo de batalla, en el que los cuerpos femeninos y feminizados son víctimas de violencia, opresiones, juegos de poder y de los estereotipos construidos alrededor de los roles de género.

Las artistas mujeres presentes en esta exposición reclaman la importancia del espacio privado en sus vidas y buscan otras maneras de habitarlo. “A lo largo del continente, las mujeres y niñas se han visto conviviendo largos periodos con sus agresores en casa, las jornadas de cuidados se han multiplicado y la demanda por sostener la vida de lxs otrxs ha incrementado. Esto ha derivado en un alza en la violencia doméstica, incluida la conyugal, y también hacia las infancias. El número de feminicidios sigue aumentando y el Estado se ha desentendido de su responsabilidad de salvaguardar los derechos de las mujeres», señala Cerrucha en su texto.

Algunas obras de Arte Feminista: Lo personal, cada día más político reflexionan sobre esta violencia históricamente ejercida sobre los cuerpos femeninos, la cual sigue agudizándose con el confinamiento post-pandemia, o responden al impacto del sistema capitalista cis-hetero-patriarcal sobre los cuerpos, toma de decisiones, representación y construcción de identidad de la mujer. También abordan temas como la agencia en el cuerpo de las mujeres y los cuidados en el ámbito doméstico, que también es político, por ser el principal trabajo asignado a las mujeres y del cual se nutre el sistema extractivista en su sentido más amplio.

Ana De Obregoso, Chaleco de Poder (Power Vest), 2019, escultura textil, 60 x 48 cm. Cortesía: RoFa Projects
Annette Turrillo, La Poétique du Silence X, 2021, tela de tarlatana, hilo de bordar, 65 x 50 cm. Cortesía: RoFa Projects

Aludiendo a las protestas por los derechos de las mujeres y en contra de la violencia ejercida sobre éstas, encontramos los Chalecos de Poder de Ana De Obregoso (Perú, 1964), una de sus series más emblemáticas. La propuesta reflexiona sobre la resistencia y resiliencia de las mujeres frente a la adversidad. Los chalecos, que bien pueden ser vestidos por ‘superheroínas’, tienen bordadas algunas de las consignas vistas en las pancartas de protestas feministas de todo el mundo

La artista franco-venezolana Annette Turrillo presenta una serie de textiles inspirados en el empoderamiento de la mujer después de la Segunda Guerra Mundial, visibilización que reverbera en Algo tiene que pasar, una serie de dibujos con los que Catalina Jaramillo Quijano (Medellín, 1981) explora las representaciones simbólicas de la mujer en los textos alquímicos. En los dibujos, la artista destaca los procesos, elementos y símbolos a los que se le atribuye un carácter femenino, como el agua, el cobre y la luna. Rescatando estos textos sobre alquimia, Jaramillo compone una suerte de ritual donde el inconsciente femenino no solo es el combustible sino la misma obra alquímica para honrar y contar lo que por tanto tiempo fue silenciado.

Otra artista de Medellín, Ángela María Restrepo (1950), figura clave de la historia del grabado, el dibujo y la ilustración en Colombia en los últimos 40 años, se vuelca al espacio de la intimidad con sus escenas domésticas que hablan de lo femenino desde la experiencia en pareja. Varias imágenes la presentan en la cama, arropada, sola o con su marido, o en instancias donde trastos con ropa sucia contrabalancean lo que fue esta cálida escena de abrazos compartidos.

Catalina Jaramillo Quijano, Sin título (de la serie Algo tiene que pasar), 2020, acuarela y gouache sobre papel, 50 x 55,5 cm. Cortesía: Policroma Galería
Ángela María Restrepo, Sin título, 1982, aguafuerte sobre papel, 38 x 56 cm. Ed: 10. Cortesía: Policroma Galería
Celina Portela, Foto Novela de Opresión, 2018, impresión digital y óleo, 40 x 30 cm. Cortesía: Zipper Galeria

Celina Portella (Río de Janeiro, 1977) se mueve entre las artes visuales y la danza, valiéndose también de herramientas creativas de la arquitectura, el cine, el performance y la escultura para sus investigaciones en los campos de la representación del cuerpo y su relación con el espacio. En Foto Novela de Opresión, por ejemplo, mezcla fotografía y movimiento. El políptico muestra una figura femenina siendo acorralada progresivamente por una densa masa negra, hasta llenar el espacio, dejándola completamente oculta. Un comentario tragicómico sobre la opresión e invisibilización del cuerpo femenino por ‘fuerzas oscuras externas’.

Las obras de Claudia Casarino (Asunción, 1974) giran en torno a la problemática de género, los cánones de belleza, los roles impuestos sobre la mujer y aquellos que la mujer construye sobre sí misma. Esta exploración casi siempre está ligada al cuerpo y a su relación con el vestido. Una de las obras que exhibe en esta muestra, Pynandi, consta de tres vestidos largos entrelazados entre sí. Los vestidos fueron realizados en ao po’i, típica tela de algodón hecha en telar y utilizada por las mujeres campesinas guaranís. El título significa “pies descalzos” en guaraní y alude a la pintura La Paraguaya (1879), del artista Juan Manuel Blanes, donde la mujer paraguaya, a pesar de estar descalza y rodeada de cadáveres de guerra, continúa en pie.

Claudia Casarino, Pynandi. Ni puta, ni diosa, ni reina, 2010, tres vestidos ao po´i con ñandutí, 180 x 70 cm. Cortesía: Galería del Paseo
Natalia Revilla, Iragatsanoenkatagantsi – Tener un nudo en la garganta por tristeza, 2015, gofrado sobre papel, 76 x 55 cm. Cortesía: Pabellón 4 Arte Contemporáneo

Los feminismos constantemente cuestionan el uso del lenguaje dominante, la creación de significados y significantes, por el poder que tiene para nombrar al mundo y con ello la posibilidad de crear Otredades. En 20 palabras, Natalia Revilla (Lima, 1981) debate sobre este concepto descentralizándolo de la norma al representar palabras en Mtsiguenga, una de las 48 lenguas del Perú, que en español no tienen traducción. Así, la palabra se debate entre la trampa de resolver una equivalencia y la amplitud narrativa del mundo simbólico que las originó en sus figuraciones sobre la muerte, la naturaleza y sus gentes.

El trabajo de Isabel Guerrero Encinas (Lima, 1984) cuestiona, a través de prácticas participativas, las formas dominantes de la educación. Mi hogar y el mundo es el título de un libro que se utilizaba en el Perú de los años sesenta para un curso de secundaria técnica. Allí se enseñaba que las labores del hogar y la crianza de los hijos eran tareas estrictamente asignadas a la mujer. También se hablaba de la importancia de mantener los cánones de belleza hegemónicos como parte de la construcción de una identidad femenina. La serie de dibujos que Guerrero presenta en esta exposición ha sido creada a partir de las ilustraciones de este libro, acompañados en su mayoría de un texto escrito en el año 2019 por la autora argentina María Dolores Covacevich, el cual hace énfasis en la tradición normalizadora y en la feminización de la profesión docente.

Nereida Apaza Mamani (Arequipa, 1979) también basa parte de su trabajo en el sistema educativo del Perú. En este caso, la enseñanza ligada a patrones culturales arraigados es extendida a cómo se ha ido obliterando el derecho de las madres a amamantar como parte de las políticas de cuidados. Cantos domésticos es un cuaderno de poemas y ejercicios a modo de tarea escolar que indagan en las palabras y sus significados, en los versos y las imágenes. El poema Vía láctea es un canto a la vida y, en este trabajo de Apaza Mamani, el mito griego acerca del origen de nuestra galaxia termina creando una imagen sobre la lactancia y sus dones. “Criar y dar de lactar a un niño es un hermoso acto de amor que exige a nivel físico y mental la total entrega de la madre; el cansancio al final del día culmina en un abrazo de tranquilidad. Este poema cuestiona tácitamente esa mala práctica que nuestros modos de vida, la medicina, las empresas y la publicidad refuerzan, la cual nos ha llevado a dejar de amamantar por sentirnos incapaces de hacerlo, temerosas de no lograr alimentar bien a nuestros hijos”, declara la artista.

La maternidad y el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos también atraviesan la obra de Judith Romero Orizaba (Veracruz, 1976). Su fotografía documental explora, desde una perspectiva feminista, aspectos relacionados con el cuerpo, las identidades y las decisiones (políticas) que comenzaron a asumir las mujeres frente a las imposiciones sociales.

Estas reflexiones dieron origen a su proyecto documental Otras mujeres, entrevistas y retratos de mujeres mayores de 34 años que decidieron no tener hijos. “Existen mujeres que no tienen hijos por distintas razones. Sin embargo, me ha interesado incluir a aquellas que de forma deliberada lo habían decidido y que tomaron conciencia de lo que significaba. La intención ha sido visibilizar y mostrar la compleja realidad que asumen las mujeres que han decidido no ser madres (y decidir sobre su propio cuerpo), padeciendo adversidades, presión social, familiar, religiosa o diversas formas de discriminación”, explica la artista.

Isabel Guerrero Encinas, Mi hogar y el mundo, 2020, grafito sobre papel, 29.7 x 21 cm c/u. Cortesía: Galería del Paseo.
Isabel Guerrero Encinas, Mi hogar y el mundo, 2020, grafito sobre papel, 29.7 x 21 cm c/u. Cortesía: Galería del Paseo.
Nereida Apaza Mamani, Cantos Domésticos, 2021, libro de artista (bordado y serigrafía sobre tela), 23 x 17 cm. Cortesía: Galería del Paseo
Nereida Apaza Mamani, Cantos Domésticos, 2021, libro de artista (bordado y serigrafía sobre tela), 23 x 17 cm. Cortesía: Galería del Paseo
Nicole Mazza, Interior, 2020, bordado sobre tela, 35 x 45 cm. Cortesía: Pabellón 4 Arte Contemporáneo
Nicole Mazza, Hazme completa otra vez / María Eduarda María Antonia / Los cuidados que una toma, 2021, bordado sobre tela, 22 x 28 cm. Cortesía: Pabellón 4 Arte Contemporáneo

Nicole Mazza (Rosario, Argentina / Gainesville, Florida, EEUU) trabaja con tejidos bordados, cosidos y teñidos a mano sobre los que incorpora autorretratos, referencias religiosas, estereotipos de telenovelas y de la cultura pop, imágenes eróticas o ficciones sexuales construidas socialmente. Sus figuras suelen estar retorcidas, en posiciones de incomodidad e imposibilidad. Las extremidades se entrelazan, envuelven, alcanzan y desean. Muestran, en ocasiones, actos de canibalismo, ilustrando la forma en que la sociedad consume los cuerpos, o asoman un precario balance entre lo delicado y lo grotesco, como una forma de representar las rupturas y fisuras del tejido social.

Originaria de Argentina, Silvia Levenson presenta una serie de platos de cerámica de uso cotidiano, sobre los cuales ha incorporado frases asociadas el empoderamiento de las mujeres, y que es parte de un proyecto que evidencia la disonancia que se produce entre la vida social y la vida familiar de mujeres y niñas, es decir, entre lo público y lo privado. “Cuando ocurren hechos de violencia o abuso físico o verbal en el hogar, normalmente vienen silenciados bajo la consigna ‘de esto no se habla’”, explica la artista. “Muchas personas que tienen comportamientos machistas en privado, en público tratan de moderarse y mostrarse ‘tolerantes’. Las mujeres sabemos que lo público es privado, y viceversa, y con nuestras luchas decimos basta a la hipocresía y la doble moral”.

Judith Romero, Deyanira, 2017, impresión de 35mm sobre papel de algodón Hahnemühle, 60 x 40 cm. Cortesía: Galería Quetzalli

«En los años sesenta y setenta la maternidad era un tema que ni siquiera se cuestionaba, se pensaba que era una especie de ‘orden natural’ y no una decisión libre. El feminismo vino a poner los acentos más adelante. Pero en aquella época esta decisión de no ser madre era pecado mortal”

Deyanira

Silvia Levenson, Girl Power, 2020, impresión digital sobre cerámica, 29 cm de diámetro c/u. Cortesía: RoFa Projects

Colectiva Hilos (México) está conformada por artistas, gestoras, psicólogas, sociólogas y diseñadoras que tienen como objetivo crear un diálogo común a partir de acciones artísticas que promuevan la denuncia y cuestionen estructuras tanto artísticas como políticas. A su vez, se une, apoya y empatiza con distintas causas. “La Colectiva Hilos se reapropia del espacio público empleando herramientas feministas como son el acompañamiento, la sanación y la manifestación pública, que se materializan en la creación de tejidos colectivos de gran escala”, escribe Cerrucha.

En la acción Procesión de la Plaza de la República a la Glorieta de Lxs Desaparecidxs, 150 personas participaron en la confección de un enorme tejido, los domingos de enero y febrero de 2020. Este tejido se instaló el 7 de marzo bajo la escultura Madre Patria, en la Plaza República, y luego se llevó en procesión a la Glorieta de Lxs Desaparecidxs. Para lxs participantes, este ritual colectivo representa el acompañamiento y la sanación a los familiares de desaparacidxs.

“El arte y el movimiento feminista van de la mano desde sus inicios. El poder que tienen las obras para interpelar al público tiene un objetivo mayor y colectivo: el cuestionar y con ello ayudar en la transformación de nuestro contexto para que las mujeres y niñas podamos gozar de una vida libre de violencia. El arte feminista es un acto político”, concluye Cerrucha.


Arte Feminista: Lo personal, cada día más político se puede visitar de forma virtual del 6 de marzo al 12 de junio 12 de 2021 en la plataforma de Art Focus Latinomérica.

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