TERCERUNQUINTO Y TAIYANA PIMENTEL SOBRE LA MUESTRA DEL COLECTIVO EN MONTERREY
La exposición Obra inconclusa, del colectivo mexicano Tercerunquinto, se exhibe desde el pasado mes de noviembre en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), tras su paso por el Museo Amparo de Puebla, en México. El presente como postura para Tercerunquinto representa la posibilidad de modelar su obra. Incluso, la que ya se ha realizado. Estas condiciones hacen que la exposición Obra inconclusa –que revisa dos décadas de trabajo del colectivo- evidencie que su proceso de trabajo sea una abierta discusión, no solo para el espectador, sino ante sí mismos como creadores.
Los curadores de la exhibición, Cuauhtémoc Medina y Taiyana Pimentel, hicieron un trabajo a profundidad que privilegió aquellas obras que llevaron la negociación, el diálogo y la crítica institucional a momentos de crisis frente a ciertos espacios, tanto arquitectónicos como del arte, cuyas formas de resolver las mediaciones eran muy convencionales.
Tuve la oportunidad de ver la muestra en el MARCO y conversar allí con Gabriel Cázares y Rolando Flores, de Tercerunquinto, y Taiyana Pimentel, co-curadora de esta muestra que estará abierta hasta el 24 de febrero.
Rocío Cárdenas: La exposición lleva al espectador hacia un proceso de gravitación y diseminación de las ideas bajo las cuales se llevaron a cabo las obras. ¿Me pueden explicar cómo se trabajó esta circunstancia a nivel curatorial?
Taiyana Pimentel: Para mí la exposición no es un producto terminado en realidad. Este proyecto fue conceptualizado y realizado en colaboración con Cuauhtémoc, y pienso que eso, como curadores, nos situó frente a ustedes dos como artistas que han estado evolucionando en una idea colectiva de trabajo.
A manera de antecedente, mi relación profesional e intelectual con Cuauhtémoc Medina y con Tercerunquinto fue relativamente paralela. Hace algunos años, cuando Medina regresó de Londres, me fue a visitar al Museo Tamayo, donde yo trabajaba como curadora de arte joven. Desde que nos conocimos nos identificamos en el gusto y en esa mordacidad por ciertas prácticas que rozaban lo social y lo político en este colectivo, las cuales además proponían una evidente tensión frente a las poéticas vigentes en el arte contemporáneo mexicano de inicios del siglo XXI. Curiosamente, pasaron un par de años en los que Cuauhtémoc y yo coincidimos en Monterrey visitando juntos la exhibición Sobre la Ola. El visitar esta exposición nos permitió notar que en la ciudad se estaba manifestando un problema generacional desde el cual los artistas jóvenes estaban construyendo discursos que tenían como eje rector una perspectiva crítica en ese momento. Cuauhtémoc y yo conocíamos de oídas la pieza de Tercerunquinto presentada en la Galería BF15, nos habían mostrado documentación de esa obra y, al paso de casi dos décadas esa relación se concreta en una curaduría.
Gabriel Cázares: Cuando nosotros empezamos a tener una conciencia más clara de la colectividad en términos ampliados, para nosotros más que público se trata de individuos, debido a la relación que integramos con respecto a una colectividad. Esta situación la replicamos como curadores, directores de museos, galeristas, coleccionistas. Fue de esta manera que al paso del tiempo empezamos a adquirir una participación en todo esto (en nuestro trabajo, en nuestras propuestas y sobre todo en nuestros diálogos), abriendo un abanico de posibilidades que nos permitió adquirir nuestra propia agencia, frente a la discusión permanente de las artes visuales y su implicación en un medio tan variable como el del arte contemporáneo y sus procesos de producción.
RC: ¿Cómo podrían definir el tipo de curaduría que realizaron en esta exposición?
TP: En Estados Unidos este concepto de exposición se llama “survey”, debido a que no se trata de una exposición retrospectiva, no tiene nada que ver con una calendarización. En este sentido, trabajamos bajo una línea de investigación y análisis que se atreve a tejer líneas discursivas cuestionando problemas que van y vienen de un núcleo temático hacia el otro.
En el caso del museo MARCO se realizaron cambios específicos en cuanto a la museografía que cambiaron el recorrido que se había propuesto en el Museo Amparo. La idea fundamental en el MARCO fue que al momento de replantearnos tanto la ubicación como el sentido del recorrido de la exposición los cambios nos permitieran darle un nuevo sentido a la producción artística de Tercerunquinto, cuestionando esa sensación bajo la cual el espectador debe ocupar un lugar de transgresión en relación a lo otro (observado), entendiendo eso “otro” como el espacio público, como la institución artística, ubicando un lugar desde el cual el diálogo con el espectador nos obligará a desplazarnos para cuestionar lo observado.
GC: Nuestra finalidad en este montaje fue transgredir el orden curatorial “convencional”, debido a que sería absurdo manejar reglas estándar en nuestra obra cuando nuestra producción no se basa en los lineamientos materiales convencionales de una exposición pictórica o escultórica en términos tradicionales.
Rolando Flores: Uno de los primeros temas que siempre mencionábamos cuando empezábamos a platicar sobre la exposición Obra Inconclusa, fue la forma en que una revisión sobre más de dos décadas de trabajo fuera posible sin caer en el lugar común de una retrospectiva. Para nosotros eso implicaba una forma de administración del pasado que no deseábamos en ningún sentido. ¿Cómo podíamos hacer que esta muestra fuera algo vivo? Además de que no se trata de una relación nostálgica con nuestro trabajo.
GC: En Obra Inconclusa nos interesaba pensar un concepto de documentación y su papel en un espacio institucional. Las formas en que nosotros como artistas podemos además transformar y modificar una idea que anteriormente habíamos planificado. En estas salas del MARCO nos pareció importante reflexionar sobre la exposición como un evento artístico que tiene capacidades para que incluso nosotros como artistas podamos venir en otro momento y mover las piezas, cambiar ciertas dinámicas de las obras, es decir, no concebimos esta exposición como un aparador.
RC: Siendo ustedes de Monterrey, ¿cuál ha sido su relación con el museo MARCO? ¿Cómo la analizan desde el presente?
RF: La relación inició en 1998. En esos años había un programa de Ramiro Martínez cuyo modelo consistía en invitar artistas jóvenes o emergentes para trabajar en montajes asistiendo a otros artistas. Ese proceso laboral fue fundamental para nosotros; gracias a esta época pudimos construir un primer escalón bajo la idea de las formas en que una institución de arte, como este museo, operaba.
GC: El museo MARCO, en términos institucionales, nos enseñó un nuevo abecedario. Nos interesaba muchísimo su espacialidad arquitectónica, las formas en que los espacios conformaron esta institución del arte. En esos momentos las negociaciones con la institución, al ser tan frágiles y nosotros tan noveles, fungieron como factores clave que nos permitieron entender al Museo desde adentro y a la vez a la distancia.
RC: El museo MARCO provee cultura a una sociedad conservadora, industrial y poco abierta a cambios en la visualidad ¿Cómo abordaron esa situación a lo largo de la exposición?
RF: No importa que tan lejos vayamos, en realidad el modelo capitalista de la sociedad industrial está presente en todo Occidente. En el museo MARCO se trataba de tomar una posición como agentes que propusieran un diálogo crítico
GC: Las formas en que la ciudad de Monterrey opera son muchas y complejas. En ese sentido, Obra Inconclusa adquiere un reconocimiento frente a otras exposiciones (que hemos realizado). Para nosotros esas complejidades urbanas regionales son una especie de paisaje. Por lo tanto, fue necesario que nosotros tomáramos una posición respecto a esas ideas de ciudad. Conversación sin duda tensa, debido a las realidades urbanas de Monterrey, las cuales han generado más distancia y antagonismo con el paso de dos décadas: exceso de capital de los industriales frente a zonas de miseria, migrantes y nuevas construcciones verticales.
RC: ¿Qué elementos podríamos considerar parte de la memoria arquitectónica del museo MARCO?
RF: Recordábamos (Gabriel y yo) una propuesta que teníamos para hacer en el 2009, y que consistía en trabajar con la memoria arquitectónica del museo.
En el diseño original del edificio, había un espacio que se llamaba el “Patio de los Naranjos”, el cual se canceló para ir construyendo un espacio de servicios para las otras actividades del museo (más allá de las expositivas). Nuestra idea era hacer una especie de recuperación de ese espacio que se había perdido con el tiempo a través de la incorporación de un naranjo.
A nosotros nos interesaba pensar en el espacio como una forma, un contenedor de memoria. Teníamos la intención de traer uno de los naranjos y plantarlo donde se ubicaban originalmente. Esa idea tenía como premisa recuperar el sentido y la idea de la originalidad en términos de diseño, pero sobre todo de memoria relacionada al nacimiento del edificio.
GC: A través del uso y de un elemento que no era constructivo y que además estaba vivo, crecería y daría memoria de un lugar. En pocas palabras, teníamos no solo el sentido de recuperación de un espacio, sino de la memoria. No íbamos a cambiar el piso, ni los muros originales. Queríamos confrontar ideas de urbanismo, del ejercicio político en lugares diversos.
RC: ¿Desde qué lugar concibieron la museografía en esta ocasión en el museo MARCO?
TP: Las paredes son un elemento trascendental en todo el proyecto. La utilización de las mismas es crucial, e incluso me atrevería a decir que son un elemento poético en el trabajo del colectivo Tercerunquinto. Pero se trata de paredes diferentes, como las que estamos viendo aquí en este lugar fantástico que es el museo MARCO. Trabajamos bajo la idea de la obra gris, la cual es tan importante para el colectivo, y a través de la cual Cuauhtémoc Medina como co-curador establece un dialogo crítico e incisivo al analizar su trabajo.
Es decir, esta especie de recorrido que realiza Tercerunquinto es lo que nos ha marcado en términos ideológicos y de clase social. Tercerunquinto convierte, interviene y transforma ciertos procesos constructivos y los entrega al museo como contenedores de todos esos problemas juntos.
GC: Bajo nuestra mirada como artistas nos situamos en el tema de la obra gris, que es la forma en que prácticamente se encuentra la mayor parte de las construcciones en nuestro país. No solo por una cuestión social, sino también económica. Una especie de eterno evento inconcluso que va a suceder y que no llega. Una suspensión de las cosas; allí es donde también nosotros nos ubicamos como artistas. Estado de suspensión que para nosotros resulta profundamente interesante.
En alguna ocasión nos preguntaron que tenía que ver Monterrey con esto. Creo que con el paso del tiempo a mí se me vuelve más claro; se trata de un reconocimiento a un paisaje habitado, plagado por todas estas construcciones en suspensión –obras grises. La observación de este fenómeno nos llevó a hacernos otra clase de preguntas sobre el fracaso del progreso, las formas en que lo económico actúa en ese sentido, y es desde ahí donde hemos decidido hacer el trabajo.
RC: Entonces, de alguna forma esta idea de estados en suspensión es parte importante en la forma en que la curaduría generó, no solo procesos de vinculación temática, sino también de replanteamiento conceptual de las piezas…
TP: Esto me parece muy interesante debido a que no se trata de enunciar cronológicamente la obra reunida en esta exposición. Nuestro trabajo curatorial te permite como espectador reconocer la evolución del trabajo de Tercerunquinto. Desde una mirada incluso poética, el trabajo de este colectivo fue rodeando toda la ciudad y ha analizado un problema socio-político bien interesante, a pesar de que al final del día pareciera un tema circundante en relación a la ciudad. Cuando Tercerunquinto se muda a la ciudad de México, entonces el problema se desplaza hacia las carreteras que conectan el estado de Nuevo León con otros estados del país. Me corresponde mencionar como co-curadora que es la primera exposición tipo survey analítica que se realiza en el museo MARCO de unos artistas locales tan jóvenes como lo son ustedes.
RC: ¿Cómo se replantearon la reactivación de las obras siguiendo un debate con los curadores de la exposición?
GC: Esta reactivación que estamos haciendo de las obras en general nos vuelve a relacionar con la institución del museo MARCO y con algunas de las zonas de la ciudad de zonas periféricas a las cuales siempre nos ha interesado regresar y donde eventualmente hemos estado desarrollando obra desde la primera vez que lo hicimos en el 2003. Es el caso de Viejas unidades de construcción, pieza que fue concebida originalmente para trabajar desde Monterrey en una zona periférica de la ciudad bajo otro concepto de “centro”, que puede ser una galería comercial en la Ciudad de México, y que ahora estamos retomando para insertarla en el patio de las esculturas del museo MARCO.
Es de esta forma que esta obra en ese lugar del MARCO esta adquiriendo una naturaleza muy distinta. Es como si estuvieras en un jardín escultórico, adaptándolo al diseño del patio, adaptándolo además al diseño de la arquitectura del lugar.
Por otra parte, en términos de una arquitectura ideologizada, es decir, construida, concebida para que opere como un museo (en el caso del patio del MARCO) tenemos una escultura que está recuperando toda una serie de eventos, digamos, como de archivos, cuyas diferentes características van desde lo social, lo político y la marginalización presente en las periferias, y además de todo eso lo nuevo que esta obra viene a decir a Monterrey. Tenemos de fondo el Cerro de la Silla, el cielo, el río Santa Catarina; es como un nuevo paisaje a los ya posibles en ese mismo patio.
TP: En relación al paisaje y al propio Cerro de la Silla hay una parte de la obra que lleva por título Semper Ascendens, que me gustaría mencionar. En esta obra se construyeron una serie de conexiones críticas muy valiosas a través de una serie de publicaciones que contienen el orgullo regiomontano: por un lado, Ex libris, el fantástico libro de Alfonso Reyes, que es una joya, está en la exhibición. Su presencia reivindica el valor del intelectual más importante que ha nacido en Monterrey hasta el momento.
GC: Esta pieza (Semper Ascendens) reflexiona sobre varios temas importantes: en primer lugar, la realizamos en una fábrica abandonada que en su momento fue muy importante para la actividad industrial de esta ciudad. Esta frase en latín es la leyenda que enmarca el Escudo de Armas del estado de Nuevo León. Su heráldica está dividida en cuatro, y una de esas divisiones está separada para la industria. En esa ventana se puede ver una fábrica con chimeneas.
TP: En mi labor como curadora me interesa reflexionar sobre las formas en que ustedes buscan contener esta extraña acción que ocurrió a puerta cerrada, que la hicieron en un muro de un edificio que estaban a punto de destruir para grabar y oradar la frase de Semper Ascendens. Es decir, de este trabajo solo quedan una serie de fotografías y estos cuatro libros en los que ustedes observan, digamos de manera crítica, lo que podemos enunciar como “el orgullo regio”.
RF: La forma en que la propia cultura se autorretrata y los modos de generación de ideas no solo para si misma, sino para otros modelos como el económico y el social. Fue una especie de necesidad de búsqueda y rastreo debido a que se convirtió en una especie de trabajo de estudio a partir de la intervención de sitios para hacer esta inscripción (Semper Ascendens), porque era una especie de trabajo de estudio a partir de la intervención de sitios. Inscripciones sobre una fábrica abandonada… en este sentido, fue como trabajar sobre los restos de un testimonio de esas firmas de auto-representación que la cultura regional posee.
TP: Para terminar, a mi me gustaría cuestionarme sobre qué significa en pleno siglo XXI, en la capital de una de las economías más fuertes de América Latina, que unos artistas originarios de esta ciudad estén exhibiendo en este museo. Me pregunto bajo qué premisas el empresariado y la clase alta regiomontana -en términos económicos- de esta ciudad busca representarse a través de los niveles críticos y transgresores que exhibe el colectivo Tercerunquinto en esta muestra. Si hay preguntas, si hay cuestionamientos, si dentro no solo de la élite hay ciertos acercamientos críticos, creo que nos llevaremos una gran ganancia al cerrar la exhibición. Mi perspectiva de las cosas no solo con respecto a la exposición, sino al desarrollo del trabajo de este colectivo, me parece fundamental para cerrar estas reflexiones.
En el momento en que ustedes comenzaron a trabajar como colectivo, cuando aun eran estudiantes de arte de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey tenía uno de los sistemas más competitivos de educación artística del país. Pienso en un museo clásico de arte contemporáneo en la Ciudad de México (hacia principios de los noventa), y solo existía el Rufino Tamayo, mientras que en esta ciudad existían dos museos que mostraban este tipo de expresiones: el Museo de Monterrey y el Museo MARCO, además de un sistema complejo de galerías comerciales y tres universidades (UANL, UDEM y la Universidad de Montemorelos) empujando carreras de artes visuales de manera muy fuerte.
En mi opinión, la capital de Nuevo León ha perdido el posicionamiento que tuvo en los años 90 del siglo XX, y la competitividad se desplazó o se regresó al centro del país y a los museos privados que existían en la ciudad de México y sus alrededores. En ese sentido, Monterrey perdió esa postura institucional que tuvo una representación formal, artística, estética y económica de lo más potente.
El Museo MARCO está abriéndole la puerta a Tercerunquinto mediante esta exposición, es decir, me interesa ver si los regiomontanos, los intelectuales, los coleccionistas, están interesados en tomar el museo por las manos o no. Prácticamente, es el tiempo el que definiría los nuevos caminos, no solo de las prácticas de Tercerunquinto, sino de otras formas en que las instituciones se están enfrentando a nuevos diálogos a través del arte contemporáneo.
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