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MARTÍN KAULEN. LA MATERIALIDAD DE LA IMAGEN

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Por Guillermo Vargas Quisoboni

Una imagen impresa sobre la piedra es el punto de partida de la obra de Martín Kaulen. Y hoy se puede pensar que su obra es de arte rupestre contemporáneo, un proceso de construcción de signos a partir del encuentro entre la imagen y la piedra.

Martín Kaulen se interesó hace un par de años en los pictogramas del Parque Nacional Chiribiquete, en el Amazonas colombiano, descubiertos en 1940 y durante muchos años conocidos solamente por un puñado de arqueólogos.

No solo en Chiribiquete, sino de manera general, las imágenes rupestres poseen aspectos materiales que bien merece la pena dilucidar. Son imágenes inscritas en muros y cavidades de piedra que han servido de abrigo desde los tiempos más remotos a la humanidad. El arte rupestre es en efecto un vestigio de la presencia humana entre las rocas y de las muchas invenciones que se han constituido en sistemas de comunicación desde la prehistoria.

A diferencia de un muro moderno, un muro de piedra posee formas inconscientes, como las formas que surgen en las nubes y van cambiando con el viento, la luz, el punto de vista y en general el tiempo. Por eso, en algunos casos, las imágenes rupestres parecen surgidas de la piedra misma, convertida en modelo y en soporte de la imagen, como en la sala negra de la caverna de Niaux. Otras veces la piedra es solo una superficie sobre la que se imprime la imagen.

La historia narrada por Plinio el Viejo sobre la hija de Butades de Sición cuenta el nacimiento de la pintura a partir de la sombra del ser amado, que durante un instante se proyectaba sobre un muro. En este caso la sombra era la figura arquetípica del primer trazo pictórico, pero también la pintura rupestre puede surgir como representación de escenas de la vida cotidiana.

Hay que mencionar igualmente que las imágenes primitivas son a veces clasificadas como pictogramas, que son formas intermedias entre la pintura y la escritura. Lo que hay que retener es que la relación de la pintura con el muro de piedra tiende a ser muy diversa.

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Las esculturas de cerámica que han sido dispuestas en los muros de concreto de la galería SometimeStudio de París tienen un aspecto que a primera vista evoca una escritura primitiva, por sus formas redundantes y su distribución en el espacio. En este sentido, parece más próxima a la escritura cuneiforme que a la pintura rupestre. Como en toda lengua muerta, en la que no hay hablantes vivos que restituyan los sonidos, los muros de SometimeStudio parecen contener el testimonio silencioso de una época remota en la que los seres humanos comunicaban a través de la imagen.

De repente, el artista trae a un grupo de amigos y los invita a coger las obras y a hacerlas sonar, explorando primero los diferentes sonidos de cada objeto, luego atacándolos hasta producir sonidos más contundentes e inmersivos, aunque se rompan, “no importa”, dice el artista. En cuestión de segundos, la galería se transforma en la tarima de una orquesta de música concreta. Tras el éxtasis alcanzado por los intérpretes durante la presentación, el artista trae del cuarto trasero de la galería un viejo magnetófono en el que ha grabado el sonido de una flauta. Luego retira la cinta y nos la muestra, para finalmente revelarnos un secreto. La cinta es en realidad el arquetipo morfológico de diferentes obras de la serie de esculturas.

El performance, dice Martín Kaulen, es un homenaje a las lenguas muertas, y como se trata de una serie de obras que pueden sonar, habría que decir también que es una manera de resucitar las lenguas olvidadas y de sumergirnos temporalmente en las cavidades rupestres contemporáneas.

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Les chutes du temps, de Martín Kaulen, se presenta en SometimeStudio, 26 rue Saint-Claude, París, hasta el 21 de septiembre de 2019. Se trata de la primera exposición individual del artista (Santiago de Chile, 1988) en París, resultado de la residencia artística realizada en mayo de 2019 en el Centro Cultural Lizières, en Épaux-Bézu, Francia.

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