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Teresa Solar:pumping Station

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Teresa Solar (Madrid, España 1985) trabaja entre el video, la fotografía y la escultura. Su práctica audiovisual se ha centrado principalmente en el lenguaje, la traducción y la construcción de significados. Estos temas permanecen en el centro de su práctica, pero hoy en día los aborda principalmente desde la escultura. La calidad táctil es fundamental en la práctica escultórica de la artista, que emplea principalmente cerámica, pero también incluye materiales como textiles, espuma de poliuretano o metal.

Su más recientemente trabajo lo ha desarrollado a lo largo de tres meses en colaboración con artesanos de Guadalajara, ciudad mexicana en la que la galería que la representa, Travesía Cuatro, tiene una de sus sedes. Fundada en Madrid hace ya más de 15 años, ahora Travesía Cuatro inaugura un tercer espacio con una muestra de Teresa Solar titulada Pumping Station, que reúne obras escultóricas e instalaciones hechas con fibra de vidrio, cerámica esmaltada y metal. En ellas profundiza el texto de la curadora española Chus Martínez, que reproducimos a continuación.

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PUMPING STATION

Por Chus Martínez

En algún lugar de la ética de Aristóteles se afirma que la cualidad que nos distingue de los animales es el habla; no así los sentimientos, ya que sería erróneo pensar que el resto de los seres vivos no sienten o que, como dice Aristóteles, lo hacen de un modo distinto a nosotros. Sin embargo, el lenguaje se manifiesta de forma tan única que podemos declararlo un rasgo propio de nuestra especie. Esta afirmación induce a pensar que se trata de una habilidad que se adquiere evocativamente, pero también se podría concluir que es un órgano mental que nos capacita para hablar, como si se tratase de una mano, un oído, un ojo o un estómago. Del mismo modo que cuando comemos nos preguntamos: ¿qué sucede en el estómago durante la digestión?, de ser el lenguaje un órgano, el gran interrogante que debemos plantear es: ¿qué sucede en él cuando hablamos?

Es fascinante adentrarse en la vida y las formas de la comunicación. Sabemos que los animales y las plantas se comunican, y hacemos referencia constantemente a la inteligencia artificial, la capacidad de pensamiento de las máquinas. Distinguimos entre habla y comunicación: consideramos que aquellos que no hablan no tienen el don de la inteligencia. Por eso nos hemos apresurado en darle voz al software —Siri y Alexa—. Dos voces femeninas que escuchan —y seguramente graban— e interpretan nuestra voz y nuestros deseos. Hasta hace muy poco, si alguien mencionaba algún tipo de comunicación profunda con los animales se encontraba con la condescendencia de quienes creen que es mejor asentir ante semejante fantasía o, en el mejor de los casos, ante una metáfora que indica un deseo, pero que no ilustra una realidad.

Recientemente se ha descubierto que existe un eje de comunicación intestino–cerebro. De ahí que la frase «somos lo que comemos» encierre una gran verdad, puesto que las señales entre los intestinos y el cerebro viajan a través del nervio vago hasta las neuronas. En otras palabras, con este descubrimiento, el universo de la comunicación se ha expandido en gran medida y ha sembrado una duda dentro de esa alianza tan moderna, tan propia del ámbito intelectual, entre la palabra y la inteligencia, entre el lenguaje y el poder. Ha crecido la certeza de que existe un mundo donde no habitan las palabras y no por ello es un mundo mudo. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿qué sucede en ese universo?

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La obra de Teresa Solar se desarrolla en la escultura. Hacer y esculpir son dos acciones distintas, y en esta primera exposición en México la artista propone pensar esa diferencia. La mayoría de las obras aquí presentadas se desarrollan en el hacer, y esa acción está encaminada a entender precisamente la relación entre los mundos que no hablan y aquellos que sí. Desde un punto de vista histórico, cuando una obra de arte nos deja sin palabras, se debe a que sublimamos en ella toda posibilidad de expresión lingüística y solo nos queda el silencio de la contemplación. La obra de Teresa Solar, sin embargo, sigue hablando. Sus esculturas modeladas son testigo de cómo las manos, al igual que las células del nervio vago de nuestros intestinos, pueden establecer una forma de comunicación directa con los materiales, con la forma y con el espacio. Cada giro en el torno sucede también en las manos, creando un evento comunicativo del que las manos tienen memoria. Debemos observar el conjunto de las piezas de Teresa Solar como si fueran un banco de datos actual: no parecen grandes servidores a resguardo de cámaras frigoríficas, pero lo son. Se trata de un gran ensayo, no solo sobre la memoria de sus piezas, sino sobre la gran y elocuente memoria de todas las manos, gestos, tierras, tornos, formas y huecos que nos ha dejado el hacer en la cerámica de todos los tiempos. ¿Quién si no podría abordar mejor la necesidad de imaginar nuevas estrategias epistemológicas, no solo para tener un mejor conocimiento de lo que nos rodea, sino para comprender que aquello que no habla, sí entiende y quiere decidir sobre su continuidad y su historia?

De todas esas curvas de encuentros entre las manos, la materia, y esos tubos que apuntan en direcciones convexas, emerge una duda: podría ser que las palabras no fueran tan distintas de lo tangible, que no fueran en realidad sino representación y poco más, y que de ese poco más hubiéramos hecho un mundo, tal y como Teresa Solar lo ha hecho. La información nos llega a través de los sentidos y necesitábamos un sistema de traducción —la palabra—, pero ahora sabemos que podemos escuchar con las manos, pensar con el estómago y mirar a través de la piel.

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TERESA SOLAR: PUMPING STATION

Travesía Cuatro, Valladolid 35, Colonia Roma Norte, Ciudad de México

Del 21 de mayo al 31 de julio de 2019

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