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ANISH KAPOOR: “EL VACÍO ES LA INMATERIALIDAD. ES, FINALMENTE, UNA RELACIÓN CON DIOS”

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La recién inaugurada exposición de Anish Kapoor (Mumbai, 1954) en CorpArtes, en Santiago de Chile, ha suscitado un despliegue de gran envergadura en lo que marca el inicio de la itinerancia de la obra del connotado artista indio-británico en Latinoamérica. A través de un conjunto de piezas realizadas entre 1992 y 2019 -que transitan desde monumentales estructuras hasta pequeñas intervenciones en los muros- el lenguaje escultórico está puesto en máxima tensión, ya sea mediante el uso de las materialidades, el color, la escala, o la manera de abordar el espacio expositivo, que también tensiona al espectador al poner en crisis su percepción y abrir la pregunta de cómo aceptamos, interpretamos y asimilamos lo que vemos.

Lo anterior sigue el espíritu programático de CorpArtes que, según su Directora de Programación, Fernanda Castillo, busca “involucrar, generar reflexiones y una participación más activa de las personas”. En torno a este objetivo y en el contexto inaugural de la muestra, CorpArtes gestionó la presencia del artista en dos instancias: una conferencia de prensa en la cual se dio la oportunidad de realizar preguntas directamente al artista, y un conversatorio abierto al público, que alcanzó una gran convocatoria. En esta instancia, Kapoor ahondó en las distintas capas que constituyen su cuerpo de obra, lo que dio acceso a una aproximación a la comprensión de sus procesos de creación y a las distintas dimensiones que su trabajo aborda.

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La exposición se conforma como una constelación de casi tres décadas de trabajo de Anish Kapoor, poniendo en relación siete piezas emblemáticas a través de un recorrido por dos salas: Double Vértigo (2012), dos planchas de espejo (que recuerdan las elipses de Richard Serra) situadas una frente a otra, las que según el curador de la muestra, Marcello Dantas, “producen una distorsión del espacio así como la distorsión del sujeto y su visión periférica[1]; Void (1993), un cuadrado negro en el muro que crea la ilusión de vacío; Shooting into the corner (2008-2009), un cañón que disparará, cada 15 minutos, esferas de cera roja hacia una esquina de la sala;, Svayambhu (2007), un gran bloque de cera roja rectangular que avanza y retrocede a través de tres arcos; When I am pregnant (1992), un volumen blanco, redondo, que representa un vientre en estado de gestación y que emerge del interior de un muro blanco; Dragon (1992), ocho piedras caliza pintadas con un oscuro pigmento azul que refieren a la relación perceptual entre materia y superficie; y Non-Object (puerta) (2008), un paralelepípedo hecho con espejos que representa una de las últimas propuestas del artista: la escultura como un no-objeto. Además, se presentan un experimento virtual llamado Into MySelf Fall (2018), correspondiente a una película 3D que invita a un viaje por el interior de un cuerpo, y la obra Organ (2012-2019), un site-specific realizado especialmente para Chile. El heterogéneo conjunto se integra a partir del concepto Surge.

El brasileño Marcello Dantas, por cuarta vez curador de una muestra del artista, señala las diversas acepciones a que este término remite; en inglés, Surge significa una ola repentina en el mar y, en español, refiere a la aparición, al origen, al nacimiento, al emerger. También el término es la base de la palabra insurgente. Así, Surge puede leerse como un “cuerpo”, pero ante todo como un cuerpo cifrado, que propone la confluencia de significantes y significados de distinto orden, ya sean formales, perceptuales, filosóficos, sociales, espirituales e incluso políticos.

Pero esto no deja de ser paradójico en el descontextualizado espacio de la galería, que impregna a la obra de una inmaculada neutralidad. En este sentido, Kapoor hace un gesto intencionado por generar un diálogo entre su obra y la historia reciente de nuestra apartada región, creando una propuesta específica para Chile: Organ. Si bien como señala Dantas “Anish no es un artista de found object”, la pieza consiste en un objeto: una turbina de avión (similar a la de los aviones que bombardearon La Moneda en 1973) emplazada en la explanada del Centro Cultural, cuya forma se conecta con el interior de la galería mediante un tubo que ingresa por los muros y genera un vació (void) en el interior de ésta[2].

La conexión entre el espacio exterior e interior representa la idea de que las cosas entre un contexto y otro están internamente relacionadas, lo que no adquiere necesariamente un protagonismo político, sino que más bien establece una relación formal bajo el prisma de una sentencia poética. Para el artista, “la poesía no debe tener utilidad”[3], por lo cual -señala el curador- la utilización de este objeto tiene relación con la búsqueda personal de Kapoor de encontrar un material ritual para sus obras. Según Dantas, “Kapoor busca cosas que puedan simbolizar una transición desde este plano en el que nosotros estamos hacia un plano que no conocemos, la conexión con otras dimensiones espirituales que pueda invocar un sentimiento ancestral”.

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LA TRANSFORMACIÓN DE LA MATERIA EN MATERIAL RITUAL

La materia prima de la obra de Anish Kapoor proviene de una experiencia que viene a él como un sueño y un recuerdo permanente: cuando era niño, su madre, en un gesto “chamanístico”, hizo traer tierra de su natal India para ponerla debajo de su cama. La tierra podría actuar, así, como un material con voluntad de sanación psíquica y espiritual.

Esta evocación primigenia ha constituido para Kapoor la referencia gestacional que da inicio a una reflexión acerca de la posibilidad de transformación de la materia y, de este modo, abrir una de sus inquietudes fundamentales: “La tierra como un material ritual”. Asimismo, esta evocación ha conllevado al artista a vislumbrar la capacidad sanadora que tiene el lugar de donde cada uno proviene. Es en esta línea que la obra de Kapoor busca reflexionar acerca de dónde venimos y hacia dónde vamos, preguntas esenciales que guardan relación con el origen de la existencia humana. Sus obras y sus materialidades abordan así una interrogante filosófica y existencialista, donde las esculturas nos son concebidas como objetos de contemplación sino que, como el mismo artista señala, son generadas como “propuestas mitológicas” que tienen su origen en una búsqueda espiritual.

A partir de esto, la representación se instala -para Kapoor- como una dificultad en la que los materiales deben responder a una máxima exigencia técnica, cumpliendo con propiedades transformativas que permitan ampliar la interpelación hacia el espectador y modificar su experiencia perceptual a nivel de su psiquis. Por ejemplo, algunas de sus obras con espejos producen vértigo o invierten el sentido de las cosas, generando en el espectador la distorsión o pérdida de referencias. Otras obras perforan el espacio, como la controversial escultura Descenso al limbo[4],(1992), que produce la sensación de “caerse hacia adentro” como ocurre algunas veces en los sueños o al cerrar los ojos. El título cita la obra homónima del pintor renacentista Andrea Mantegna «por el juego formal y metafórico entre luz y oscuridad, interior y exterior, el contenido y el infinito… lo que está antes y después de la muerte», según el artista.

Esta obra fue pintada (sobre una superficie levemente ahuecada) con un negro tan oscuro que crea la ilusión de un vacío infinito hacia el interior.  La investigación por parte de Anish Kapoor sobre diferentes tipos de negro no ha estado exenta de polémicas, como es el caso de la adquisición de los derechos comerciales sobre el Vantablack[5], sustancia que -según explica el artista- está conformada por micropartículas que al ser pulverizadas sobre una superficie adquieren una forma aterciopelada que genera calor. Dada su alta capacidad para absorber la luz, emana el color negro más profundo del mundo, llegando a un nivel de oscuridad capaz de crear huecos ilusorios en una superficie plana. Al respecto, el artista señala: “Se trata de un material altamente técnico que aún no he utilizado, pero pronto lo haré”.

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Podríamos decir que en la obra de Kapoor converge un propósito espiritual, ontológico, filosófico y poético arraigado a las raíces y experiencias más profundas del artista en su país natal versus la práctica de una investigación y experimentación con materiales de alto nivel tecnológico, los que son utilizados a través de metodologías de carácter científico y procedimientos de última generación. La obra de Kapoor se configura así en una complejidad que establece un diálogo entre lo ancestral y espiritual proveniente de su cultura de origen y la disponibilidad de la técnica globalizada, que pone al servicio del artista la posibilidad de realizar -a una escala de producción monumental- obras que a partir de un alto grado de factura técnica alcanzan la máxima sofisticación.

En esta línea y en el contexto del montaje de la exposición Surge -que implicó la intervención de la galería por parte de los técnicos del Studio Kapoor– la coordinadora Fernanda Castillo señala: “Ha sido un gran desafío para todo nuestro equipo poder montar esta exposición…tuvimos que bajar con grúas obras de gran volumen y peso, considerando especialmente la monumentalidad de las piezas. La complejidad del montaje también radicaba en la coordinación de distintos equipos de trabajo. Por ejemplo, hubo obras que requirieron ser instaladas por especialistas en éstas, enviadas por el estudio del artista. Esto significó coordinar variados equipos de personas, provenientes de Inglaterra, Brasil y de Chile”.

Desde esta perspectiva, la obra de Anish Kapoor subvierte ampliamente los cánones tradicionales de la escultura, en cuanto su reflexión acerca de la problemática e íntima relación entre el escultor y la materia (históricamente definida por la subordinación del artista frente a ésta) alcanza su máxima radicalidad: el artista domina y subordina la materia al hecho artístico, a partir de su disponibilidad técnica.

Esta dualidad es explicada por Marcello Dantas al señalar que “su profundo interés por los materiales rituales se ha extendido a lo largo de su carrera, por medio de una búsqueda de artificios que fortalezcan su proceso en la comprensión de lo que estaba ahí antes de que hubiera algo, a veces como un científico, otras como un chamán”. Kapoor realiza, según sus propias palabras, “una mezcla entre materia física y materia psíquica, con una técnica chamanística” a la que acude día a día en la práctica inagotable de la escultura. Por ejemplo, acerca de Shooting into the corner (2008-2009), compuesta por un cañón que disparará esferas de cera roja hacia una esquina de la sala, Kapoor señala: “Lo que siempre abordo es la relación hombre-mujer. El origen de la arquitectura es la esquina…hay una cita a Duchamp con la esquina y la representación de lo femenino. El cañón, que es el hombre, dispara sangre… primero está la tierra, segundo la leche y tercero la sangre… todos somos contenedores de sangre; no se trata de la sangre derramada, sino del cuerpo invertido. El cuerpo como una pregunta inevitable para el arte… Pollock vierte la pintura que no es más que sangre… toda la pintura es sangre”.

Esta propuesta estética está presente también en Svayambhu (2007), un gran bloque de cera y pintura roja a base de aceite que, al avanzar y retroceder silenciosamente sobre un riel que atraviesa una serie de columnas, se autogenera[6], construyendo una forma silente en la que el movimiento -en su repetitivo devenir- se transforma en una acción de carácter ritual. La materia alcanza así sustancia metafórica, al pasar desde su condición técnica a una condición de materia transmutada en obra. En este sentido -tal cual como el artista insiste en señalar- la obra se aproxima a la esencia del mito.

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LA “CREACIÓN” DEL VACÍO Y LA DIALÉCTICA INTERIOR-EXTERIOR

When I am pregnant (1992), un volumen blanco, redondo, convexo que representa un vientre en estado de gestación y que emerge del interior de un muro blanco, problematiza la dialéctica interior-exterior. Si para Svayambhu se intervino la sala con una serie de columnas, para emplazar esta obra se intervino el espacio expositivo mediante la perforación del muro, con el fin de lograr la percepción de que el volumen emerge desde el interior de éste, de manera tal que la obra se sitúa tanto dentro como fuera de la superficie. Esta obra no habla tanto de lo que está allí como del vacío que se genera en el resto de la sala, en el preciso lugar en el que se encuentra el espectador, haciendo de este espacio un territorio activo y energético que interactúa con Void (1993), un cuadrado negro y vacío instalado en uno de los muros de la sala anterior y que es la concavidad, pero no sólo física, sino más bien metafísica u ontológica, pues en su condición de vacío refiere a “lo que estaba antes”, replanteando así la pregunta sobre el origen.

Por su parte, Dragon (1992), ocho piedras calizas pintadas con pigmento azul, interroga el sentido de la visión, al producir una disfunción entre materialidad y superficie, es decir, entre el color y la composición “interior” de las piedras. “El color es transformativo, como una piel. La piel lo es todo. Estos pequeños micrones de color son el objeto y no lo que está en su interior… pinto objetos de un azul muy oscuro, y este deja de ser un color, es más bien la oscuridad misma, y eso le da al objeto una sensación de vacío, de irrealidad, de ausencia. El uso de espejos y agujeros también refiere a la idea de vacío. ¿Y qué sucede con el rojo? Bueno, el cuerpo es rojo por dentro, entonces el rojo se vuelve totalmente necesario para hablar sobre la interioridad”[7].

De manera opuesta, Non-Object (puerta) (2008) refiere a lo que ocurre en el “exterior” de su materialidad, en el espacio de la percepción, donde el espectador y el espacio de alrededor se percibe deformado.

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La representación del vacío es uno de los mayores desafíos de Kapoor, debido a que para el artista “el vacío no es como el agujero que señala Henri Moore, el vacío es la inmaterialidad, es finalmente una relación con Dios… sin embargo, el artista siempre crea un espacio lleno de algo”[8]. En este sentido -señala- sus ideas se tornan extremadamente problemáticas de resolver en el terreno de lo artístico, pues operan en el plano de lo desconocido e intangible, intentan hablar a través de la materia de un lugar donde nada anterior existe. En este contexto, la obra Svayambhu (2007), palabra en sánscrito que significa “auto generado”, explora de manera extraordinaria la idea del vacío, entendida como aquello anterior a todo lo existente. “Este gran bloque sangriento de cera roja atraviesa las puertas y se va construyendo a sí mismo. Lo que yo estoy diciendo es previo al ready-made, es el objeto self-made (hecho a sí mismo). La idea de una existencia anterior al existir. En el fondo estoy interesado en la idea del origen, de dónde venimos, qué hay antes de nacer y que hay después de morir”.

La complejidad de la representación es entonces un desafío, pues en muchos casos, como el artista indica, “toda la intención no logra el objetivo”. Por el momento, su única premisa es hacer de la escultura una práctica incesante, practicarla día a día como una forma de meditación. Y aquí, su última reflexión: “Nada nace de la nada… voy todos los días a trabajar a mi taller… la escultura es una práctica, la aplicación continua que surge de algo, se trabaja, se trabaja y algo surge”.

 


[1] Las citas de Marcello Dantas son tomadas de la presentación y conferencia de prensa realizadas en CorpArtes el 28 de abril de 2019.

[2] A Kapoor y al curador Marcello Dantas les pareció interesante abordar la historia relacionada a los aviones utilizados en el bombardeo de La Moneda en 1973 en Chile, pues cuando en 1974 estos aviones necesitaron mantenimiento en sus turbinas, éste le fue negado a las Fuerzas Armadas chilenas por parte de los técnicos de Rolls Royce en Escocia, quienes manifestaron que no se habían enterado de los fines que habían tenido estos aviones. (Este hecho ha sido retratado en el documental No pasarán realizado por el Director belga-chileno Felipe Bustos Sierra). Para Kapoor, esta situación representó la idea de que las cosas están internamente conectadas, aun cuando no exista un conocimiento directo sobre éstas. Así, Kapoor reproduce la forma de la turbina conectándola desde afuera hacia adentro del espacio expositivo, lo que simboliza la conexión imperceptible entre las cosas. En el 2012 Kapoor había producido una máquina que a través de un tubo producía un vacío en otro espacio. En Chile se transforma en la obra que realmente quería hacer, según Dantas, pública e histórica. Sin embargo, la obra no adquiere un protagonismo político como sí lo fue su site-specific en el Parque de la Memoria de Buenos Aires en el año 2017.

[3] Las citas de Anish Kapoor son tomadas de la conferencia de prensa y el conversatorio abierto realizados en CorpArtes el 28 de abril de 2019.

[4] En el contexto de la exposición de esta obra en el Museo de Arte Contemporáneo de Oporto (Portugal) en el año 2018, un turista cayó al agujero de 2,5 metros de profundidad.

[5] El Vantablack es una sustancia química diseñada por un laboratorio inglés de nanotecnología y su uso responde a fines científicos y militares. El hecho de adquirir los derechos comerciales sobre el uso exclusivo de esta sustancia abre un debate ético en torno al vínculo entre la creación artística y el mercado.

[6] Otra de las vertientes de Kapoor es la idea de objetos autogenerados: se auto-crean o generar a sí mismos.

[7] Entrevista del artista por La Tercera, abril 2019.

[8] Anish Kapoor en respuesta a la pregunta realizada por Artishock en la conferencia de prensa realizada en CorpArtes, 28 de abril de 2019.

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Imagen destacada: Anish Kapoor, Shooting into the corner (2008-2009). Vista de la exposición Surge en CorpArtes, Santiago de Chile, 2019. Foto: Felipe Ugalde/Artishock

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Marcela Ilabaca Zamorano

Nace en Santiago de Chile, en 1978. Es escultora e investigadora independiente. Magíster en Artes con mención en Teoría e Historia del Arte por la Universidad de Chile y Licenciada en Educación por la Universidad Alberto Hurtado. Su trabajo busca interrogar las tensiones entre escultura y contexto, y explorar los diálogos entre modernidad y arte latinoamericano. Autora del ensayo “Las políticas de emplazamiento en la obra de Carlos Ortúzar” (CeDoc y LOM Ediciones, 2014). Desde el año 2014 forma parte del equipo permanente de Artishock, aportando a la reflexión sobre la experiencia de la escultura en el mundo contemporáneo. Actualmente, está a cargo del proyecto de investigación “Catálogo Razonado de Esculturas de la Colección MSSA. Etapa 1: Periodo Solidaridad (1971-1973)”, financiado por Fondart 2019.

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