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FLÁVIO DE CARVALHO, UN ARTISTA POLIÉDRICO E INCLASIFICABLE

El arquitecto francés Le Corbusier definió a Flávio de Carvalho (Brasil, 1899-1973) como «un revolucionario romántico». Ingeniero, pintor, escultor, arquitecto, escenógrafo, diseñador, periodista, escritor y dramaturgo, se valió de muchos talentos y formas de expresión excéntricas e irreverentes para conmocionar a la burguesía (a la cual justamente pertenecía). En sus últimos trabajos hizo uso de los nuevos medios, lo que ha llevado a considerársele como un precursor del artista multimedia. Sus performances, en tanto, abrieron camino a las nuevas prácticas artísticas que se desarrollaron en Brasil a partir de los años sesenta y setenta.

“Carvalho es, sin duda, una de las figuras más interesantes de la vanguardia brasileña del siglo XX. Junto a Gregori Warchavchick (1896-1972) y Rino Levi (1901-1965), es considerado un pionero de la arquitectura moderna en el país”, señala la curadora brasileña Kiki Mazzucchelli, quien ha organizado para Sotheby’s S|2 London la primera exposición del artista en el Reino Unido, país donde vivió entre 1914 y 1922. La muestra, que cierra el 24 de mayo, reúne casi 50 pinturas y dibujos que abarcan cinco décadas de producción del artista, junto a documentación y material de archivo de algunos de sus proyectos inmateriales.

Flávio de Carvalho presentando 'New Look' (Experiência No. 3) en las calles de São Paulo, 1956. © Los herederos de Flávio de Carvalho. Cortesía: CEDAE-IEL

Flávio de Carvalho presentando ‘New Look’ (Experiência No. 3) en las calles de São Paulo, 1956. © Los herederos de Flávio de Carvalho. Cortesía: CEDAE-IEL

Flávio de Carvalho presentando 'New Look' (Experiência No. 3) en São Paulo, 1956. © Los herederos de Flávio de Carvalho. Cortesía: CEDAE-IEL

Flávio de Carvalho presentando ‘New Look’ (Experiência No. 3) en São Paulo, 1956. © Los herederos de Flávio de Carvalho. Cortesía: CEDAE-IEL

La obra de Carvalho puede verse como el eslabón perdido entre el modernismo temprano de artistas como Tarsila do Amaral y el experimentalismo de artistas neoconcretos como Hélio Oiticica, Lygia Clark y Lygia Pape. Según la curadora, aunque las singulares contribuciones de Carvalho a la historia del arte brasileño siguen siendo casi invisibles en el extranjero, el trabajo que desarrolló particularmente desde los años treinta hasta finales de los años cincuenta parece ser fundamental para comprender la evolución de las prácticas de vanguardia en Brasil, que culminaron en el original experimentalismo de finales de la década de 1960.

“Flávio de Carvalho fue un visionario, cuya inmensa contribución a las vanguardias del siglo XX aún no se aprecia. Con esta exposición, esperamos comenzar a arrojar algo de luz sobre la complejidad y la relevancia de su trabajo hoy día», señala Mazzucchelli.

Carvalho pasó sus primeros años de formación en París, antes de obtener un título en ingeniería civil por la Universidad de Durham (Reino Unido), en 1922. Influido por los movimientos de vanguardia que se extendían por Europa occidental en ese momento, incluyendo el trabajo de la Bauhaus alemana y los escritos de Sigmund Freud, pronto regresó a São Paulo para comenzar a construir sus propias obras arquitectónicas y competir en concursos públicos de arquitectura, incluido el del Palacio de Gobierno del Estado de São Paulo en 1927, cuyo diseño es considerado por muchos como la primera manifestación moderna de la arquitectura brasileña.

Las pinturas y dibujos de Carvalho se mostraron por primera vez en el Modern Salon, organizado en 1931 por el arquitecto Lúcio Costa (1902-1998) en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro, e incluía retratos y desnudos con un acento expresionista personal. Su primera exposición individual, en 1934, fue suspendida temporalmente, y cinco lienzos fueron confiscados por obscenidad. Más de una década después, el artista causó sensación cuando mostró un conjunto de nueve dibujos a carboncillo en los que retrata a su madre en el lecho de muerte.

Los dibujos y pinturas incluidos en la exposición en S|2 muestran el continuo interés del artista por los géneros pictóricos tradicionales de retrato y desnudo. Pero, más que ejercicios puramente artísticos sobre la psicología del modelo, la extensa colección de retratos de Carvalho es también un testimonio de la amplia red intelectual que mantuvo a lo largo de los años, y que hoy constituye un registro visual de las ideas que impregnaron su práctica: el arquitecto y pintor Carlos Prado (1908-1992); el destacado crítico de arte Sérgio Milliet (1898-1966); la soprano lituano-brasileña Maria Kareska, su compañera durante muchos años; y el psicoanalista británico Wilfred R. Bion (1897-1979), entre muchos otros.

Flávio de Carvalho, Figura de Homem / Retrato de Wilfred R. Bion,1973. Cortesía: Sotheby’s, Londres

Flávio de Carvalho, Pareja, 1932. Cortesía: Sotheby's, Londres

Flávio de Carvalho, Pareja, 1932. Cortesía: Sotheby’s, Londres

La muestra también incorpora registros de algunos de sus performances revolucionarios. En 1931, el artista realizó su primera intervención en el espacio público, Experiencia N° 2, donde caminó a contraflujo en una procesión católica en las calles del centro de São Paulo, en lo que probablemente sea la primera obra de performance registrada en Brasil.

El artista usó un sombrero verde para la procesión de Corpus Christi, que prohibía a los hombres llevar la cabeza cubierta. Como si se tratase de un experimento de psicología social pero deliberadamente provocador, el gesto de Carvalho apuntaba a testear la reacción de la muchedumbre. En efecto, Carvalho fue casi linchado por la multitud religiosa, los periódicos de todo São Paulo informaron sobre el incidente, y llegó a ser arrestado e interrogado por la policía.

“En Experiencia N°2 el cuerpo tenía un papel central ligado a una actitud que anticipa los performances de los años sesenta, en tanto lleva a cabo una expresión estética (y ética) sobre las normas y convenciones que se imponen en el espacio público”, escribe Laura Cabezas Baamonde en Gesto y Vamp: La Experiencia N°2 de Flávio de Carvalho (2016).

Dos años más tarde, Carvalho escribió y dirigió la obra La danza del dios muerto, asegurando su lugar como uno de los precursores del teatro moderno en Brasil. También desempeñó un papel importante como promotor cultural en la década de 1930 a través de sus numerosos artículos y entrevistas publicados en periódicos y revistas brasileños, así como mediante la organización de una serie de exposiciones y conferencias con invitados locales e internacionales en un momento en el que la escena del arte local seguía siendo bastante provinciana. Como ávido pensador interesado en los campos de la etnología y la psicología, presentó sus teorías poco ortodoxas en congresos académicos de Europa, América del Sur y Estados Unidos.

En 1956, ya cercano a los 60 años de edad, el artista lanzó públicamente su New Look (Experiencia N° 3), un conjunto de vestir de dos piezas, blusa y falda (más sandalias), hecho para los hombres de los trópicos. Según relata Rui Moreira Leite, uno de los principales estudiosos de la obra de Carvalho, esta obra responde a una investigación del artista sobre la evolución del vestuario a principios de la década de 1930.

Para Carvalho, el diseño de New Look responde a la necesidad de que los hombres que viven en los cálidos climas tropicales llevasen ropa ventilada para evitar que ésta se pegue al cuerpo con el sudor. “Su intención era promover la rápida evaporación del sudor de la piel y, en consecuencia, reducir la sensación de calor corporal”, afirma Rui Moreira Leite.

Flávio de Carvalho, Bandeirinha, 1972. Cortesía: Sotheby's, Londres

Flávio de Carvalho, Bandeirinha, 1972. Cortesía: Sotheby’s, Londres

Flávio de Carvalho, Figuras, 1971. Cortesía: Sotheby's, Londres

Flávio de Carvalho, Figuras, 1971. Cortesía: Sotheby’s, Londres

Carvalho también fue parte del movimiento Antropófago fundado por Oswald de Andrade, con quienes presentó un artículo titulado La ciudad de los hombres desnudos en el IV Congreso Panamericano de Arquitectura, en Río de Janeiro (1930), en el que describió su plan maestro para una nueva metrópolis en los trópicos que estaría desprovista de Dios, la propiedad y el matrimonio.

En la muestra se incluyen otros proyectos arquitectónicos desarrollados por Carvalho entre finales de los años veinte y los años treinta, entre ellos su diseño del Palacio de Gobierno del Estado de São Paulo (1927), que estilísticamente consiste en un edificio simétrico que cuenta con algunas características art-deco que estaban de moda en ese momento.

Sin embargo, fue «funcionalmente» diseñado como un búnker. Así lo describe Rui Moreira Leite: «Pensado como una fortaleza de cemento armado y como un sistema defensivo sin precedentes, incluía una base para aviones de combate y baterías antiaéreas. Al mismo tiempo, se proyectó un jardín con árboles tropicales y salones de baile, en un juego de volúmenes simétricos, distribuidos alrededor de un eje: la torre de ascensores. Estos volúmenes se iban a decorar con paneles en los que se representaba a un grupo de bailarinas en uno y una escena de la vida rural en otro. El texto de Flavio de Carvalho sobre el proyecto menciona guindastes, hangares con talleres, un gran faro para guiar a los aviones en vuelos nocturnos, un pequeño observatorio meteorológico, cabinas de mando con todo tipo de maquinaria, una base de observación, pequeños globos aerostáticos, catapultas, aparatos transmisores y receptores de radio y una estación generadora».

“Sin lugar a dudas», comenta por su parte Mazzucchelli, «el diseño se basó en principios racionales, desafiando el gusto predominante de las élites por las características arquitectónicas decorativas sin valor de uso real. De hecho, Carvalho empleó esta metodología irónica en varios otros proyectos y experiencias para cuestionar las normas y comportamientos sociales que consideraba guiados por la fe ciega de las personas en las convenciones estéticas, morales o religiosas”.

Nacido en una familia aristocrática, Carvalho ciertamente tenía los medios y las conexiones para apuntalar su trabajo dentro de su entorno cultural, y obtuvo grandes reconocimientos por parte de los críticos más progresistas a lo largo de su vida.

Sin embargo, sus proyectos más experimentales generalmente eran desestimados y calificados como desviaciones de bromas, y solo comenzaron a ser reevaluados diez años después de su muerte, cuando Walter Zanini y el mismo Rui Moreira Leite organizaron una exposición monográfica del artista en la XVII Bienal de São Paulo (1983) que incluía una extensa documentación sobre sus experiencias y proyectos arquitectónicos, junto a trabajos en medios más tradicionales.

A partir de entonces, su trabajo continuó presentándose en numerosas exposiciones grupales e individuales que tuvieron lugar principalmente en Brasil, con algunas participaciones aisladas en colectivas en el extranjero durante la última década.

Flávio de Carvalho, circa 1950s. Cortesía: Sotheby's, Londres

Flávio de Carvalho, circa 1950s. Cortesía: Sotheby’s, Londres

Según Mazzucchelli, varios factores pueden haber contribuido a la invisibilidad de Carvalho en el mundo del arte global. “El primero y más obvio es el carácter multidisciplinario y a menudo contradictorio de su práctica. Los críticos anticuados a menudo lo descartaron como alguien que incursionó en demasiados temas y que, por lo tanto, no podía tomarse en serio en ninguno de los campos que había elegido. En segundo lugar, es importante poner su trabajo en perspectiva histórica. A pesar de haber recibido una importante atención de los medios a lo largo de su carrera, el trabajo de Carvalho se enfrentó genuinamente con el conservadurismo dominante de su círculo social. Además, una gran parte de su producción se produjo en un momento en que no había museos dedicados al arte moderno en el país; el primero, el Museo de Arte de São Paulo (MASP), se fundó en 1947. Como resultado, los materiales de archivo y otra documentación relevante que ayudaría a formular su trayectoria se han dispersado en diferentes colecciones públicas y privadas”.

“Finalmente”, añade Mazzucchelli, “el auge de las tendencias abstractas geométricas en Brasil alrededor de la década de 1950 significó que algunos críticos comenzaran a ver las pinturas y dibujos figurativos de Carvalho como desfasados respecto a los últimos desarrollos artísticos. Si bien esta disputa interna no disuadió al entonces ex director del MoMA, Alfred J. Barr (1902-1981), de adquirir dos obras en papel y un retrato de Pablo Neruda de Carvalho para la colección del museo de Nueva York durante una visita a la Bienal de São Paulo de 1957 -una edición que marcó el auge de las tendencias concretas en el contexto nacional-, la preponderancia de la abstracción geométrica en este período ciertamente contribuyó a su relativo aislamiento de la nueva generación de artistas que estaba por llegar. Gracias a las primeras investigaciones que por años realizara el curador Rui Moreira Leite, varios aspectos del trabajo de Carvalho se han aclarado y estudiado en diferentes publicaciones. Sin embargo, aparte de un par de ensayos publicados en revistas académicas y un puñado de textos incluidos en catálogos de exposiciones colectivas, prácticamente no hay literatura sobre Flávio de Carvalho disponible en inglés, sin mencionar las traducciones de sus propios textos. Por lo tanto, el catálogo que acompaña a esta exposición pretende cerrar parcialmente esta brecha al proporcionar un panorama más amplio del trabajo del artista, así como una visión más profunda de las referencias intelectuales que han influido en su práctica”.

En el catálogo se incluye, entre otros textos, una rara entrevista -fechada en 1942 pero finalmente publicada en 1977- del periodista Silveira Peixoto, en la que Carvalho, con su característico sentido del humor, habla sobre su posición marginada dentro del establishment cultural.

Al preguntarle por sus influencias intelectuales, el artista responde: “Me siento principalmente influenciado y vívidamente impresionado por las antiguas leyendas, en particular, la leyenda babilónica de la creación; antiguas leyendas africanas como ‘Wagadu Woman’, ‘The Food of the Two Women’, y otras. Visualmente y de manera emotiva, me ha influenciado la etnografía mundial y su significado psicológico y posible influencia en la estructuración del nuevo pensamiento. Durante muchos meses recorrí los museos etnográficos de Europa para estudiar. Tomé miles de notas intuitivas y científicas con la esperanza de comprender mejor la historia y el comportamiento del hombre. Hace muchos años, cuando leí a Nietzsche, me conmovió mucho su carácter poético y su esencia humana. Nietzsche se convirtió en una bestia intelectual para mí. Me gustó y aún me gusta mucho la extraña brutalidad que usa cuando aborda las ‘muñecas bien vestidas’ del pensamiento y el comportamiento. Leí a Freud y me conmovió la polarización sexual de sus ideas. Para mí, fue perfectamente natural encontrar la génesis de las cosas en el sexo. Después de todo, ¿no debemos nuestra propia existencia al sexo? Estaba profundamente emocionado por el trabajo de los etnógrafos Sir James Frazer y Bronislaw Malinowski. En cuanto a los trabajos técnicos, solo he leído algunas cosas, ya que no soporto los textos sobre arquitectura, excepto los anuncios en revistas estadounidenses”.

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