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RÉQUIEM POR LA NORMA, PRIMERA RETROSPECTIVA DE LORENZA BÖTTNER

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La trayectoria de Lorenza Böttner (Punta Arenas, Chile, 1959 – Múnich, Alemania, 1994) representa una de las críticas más agudas a los procesos de discapacitación, desexualización, internamiento e invisibilización a los que son sometidos los cuerpos con diversidad funcional y los cuerpos transgénero. Mediante la fotografía, la pintura y el performance, la obra de esta artista que pintaba con los pies y la boca constituye un himno a la disidencia corporal y de género.

Hasta el 3 de febrero, La Virreina Centre de la Imatge, en Barcelona, presenta Réquiem por la norma, la primera exposición monográfica internacional dedicada a esta artista, que buscó en el arte una forma de construirse un cuerpo, al mismo tiempo político y vital, y de reivindicar su derecho a existir libremente frente a la opresión y a la institucionalización a la que se somete a los cuerpos transgénero y con diversidad funcional.

Nacida como Ernst Lorenz Böttner en el seno de una familia alemana en 1959 en Chile, sufrió un accidente a los ocho años donde perdió ambos brazos. Rechazó usar prótesis, pero desarrolló un gran interés por el ballet clásico, el jazz y el tap. Educado en Alemania, Lorenz fue institucionalizado junto a los llamados ‘niños del Contergan’ -nacidos con deformaciones en sus miembros a causa de los efectos secundarios de este somnífero en el feto- y tratado como ‘discapacitado’. Frente al diagnóstico médico y a las expectativas sociales, Lorenz decidió estudiar en la Escuela Superior de Arte de Kassel, y comenzó a pintar y a hacer performances públicos encarnando una identidad femenina bajo el nombre de Lorenza Böttner. En los años ochenta participó activamente en la Disabled Artists Network con Sandra Aronson y defendió la existencia de una genealogía de artistas sin manos que trabajaban con la boca y los pies.

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Lorenza Böttner transformó la práctica de la pintura en arte de performance, haciendo de las calles un escenario para la politización de la diferencia corporal. Sin embargo, su trabajo subvierte esta tradición de pintura pública hecha con los pies y la boca, tanto a través de los temas representados (autorretratos como una mujer amamantando a un bebé, escenas de brutalidad policial) como mediante el empleo de un lenguaje más conceptual, informado por el performance contemporáneo. Así, por ejemplo, en su performance Venus de Milo (interpretado por primera vez en Kassel, luego llevado a Nueva York y San Francisco), el cuerpo transgénero disidente se convierte en una escultura política viva, en un manifiesto escultórico sin brazos. Superando tanto la posición narcisista masculina de la dripping painting como la tradición feminista del performance público, Lorenza pintaba mientras bailaba sobre un pedazo de papel o en un lienzo puesto en la calle, reclamando el derecho de existir y de crear en un cuerpo transgénero sin brazos.

“Ignorada hasta ahora por la historiografía dominante del arte, su obra aparece hoy como una contribución indispensable a la crítica de la normalización del cuerpo y del género a finales del siglo XX”, escribe en su ensayo Paul B. Preciado, curador de la muestra, en la que se reúnen más de cien obras. “Ejercicios de resistencia a la mirada médica y exotizante que reduce el cuerpo con diversidad funcional o trans al estatus de espécimen y de objeto, sus trabajos se caracterizan por el uso de la autoficción, la imitación disidente de los estilos visuales de la historia del arte, la experimentación corporal y la crítica de la distancia disciplinaria entre los géneros —entre pintura y danza, entre performance y fotografía, pero también entre masculino y femenino, entre objeto y sujeto, entre activo y pasivo, entre válido e inválido”.

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La exposición, una coproducción con el Württembergischer Kunstverein Stuttgart, arranca en La Virreina Centre de la Imatge por la importancia que Barcelona tuvo en la vida de la artista. Lorenza Böttner se mudó a la ciudad en los años ochenta, donde estableció vínculos con muchos de los artistas locales y se convirtió en Petra, la mascota de los Juegos Paralímpicos diseñada por Mariscal. Después de haber viajado intensamente por Europa y América dibujando y haciendo performances, Lorenza murió en 1994, con 33 años, por complicaciones relacionadas con el Sida.

“¿En qué marco de representación puede un cuerpo hacerse visible como humano? ¿Quién tiene el derecho a representar? ¿Quién es representado? ¿Puede una imagen conceder o denegar agencia política a un cuerpo? ¿Cómo puede un cuerpo construir una imagen para convertirse en sujeto político? ¿Hay alguna diferencia estética entre una imagen hecha con la mano y una hecha con el pie, o bien esa diferencia traduce una posición de poder? Estas son las preguntas con las que nos confronta la obra visual y performativa de Lorenza Böttner”, señala Preciado.

Tras una primera pequeña muestra de su trabajo en la Documenta 14 de Kassel, esta exposición es la más completa realizada hasta ahora sobre la obra de Lorenza Böttner, un manifiesto irreverente y vitalista por los derechos de las personas transgénero y con diversidad funcional, así como un viaje a la obra singular y única de una artista llamada a convertirse en un clásico del siglo XX.

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LORENZA BÖTTNER: RÉQUIEM POR LA NORMA

La Virreina Centre de la Imatge, La Rambla 99, Barcelona, España

Hasta el 3 de febreeero de 2019

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Imagen destacada: Lorenza Böttner y Johanes Koch, Sin título,1983, fotografía en blanco y negro. Cortesía: La Virreina Centre de la Imatge.

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