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MICHELANGELO PISTOLETTO: “O EL ARTE CAMBIA EL MUNDO O EL MUNDO CAMBIA EL ARTE”

Michelangelo Pistoletto (85), el artista italiano considerado como el mayor exponente del Arte Povera, es un hombre práctico, que va a la esencia de los problemas para resolverlos con la acción. Esto, en el sentido propio de la palabra praxis, del griego hacer, que utiliza en su concepto de Demopraxis (el hacer del pueblo), en oposición a la Democracia (el poder del pueblo).

Su visión está influenciada por el pensamiento fenomenológico, primeramente de Hegel, a través de los conceptos dinámicos de Tesis, Antítesis y Síntesis que el filósofo alemán utilizaba para explicar las narrativas históricas hasta el Triunfo de la Razón -y que el maestro retoma en su obra Tercer Paraíso- y luego por la escuela de Husserl y la Gestalt, que veían en el signo visible (posteriormente, los estructuralistas en el signo como palabra) la posibilidad de llegar a un noumeno o esencia de la realidad. El Tercer paraíso representa el signo que ejemplifica esta triada de opuestos que se junta en un equilibrio intermedio.

En su exposición en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Santiago, la obra Tercer Paraíso se ha instalado en hall junto con su pieza icónica Venere degli stracci [Venus de los trapos] (1967). En el zócalo, se exhibe Twenty six less one y se despliega una mesa con la forma del mapa de Sudamérica en la que se desarrolló el proyecto Love/Difference, relacionado con su práctica política, la Demopráctica, a la cual el artista ha dedicado toda su atención desde hace más de diez años, a través de su fundación Cittadellarte, en Biella (Italia).

He conversado con él en un atardecer primaveral en la terraza de su hotel -junto con su mujer María, siempre a su lado- sobre qué opina del arte y del mundo actual.

Encuentro Love/Difference, con Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Cordova / MAC

Encuentro Love/Difference, con Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Cordova / MAC

Mariagrazia Muscatello: Hoy en el MAC de Santiago se realizó el encuentro Love/Difference, donde participaron diferentes personas que venían del mundo del arte y de las organizaciones civiles. ¿Cuál ha sido su primera impresión sobre Chile?

Michelangelo Pistoletto: Me hicieron muy feliz las personas invitadas; eligieron justo las personas adecuadas. Cada uno de los que habló era parte integrante de una organización y ya se han organizado para verse de nuevo y ya han elegido su espacio de reunión. Fue un éxito, un suceso, en el sentido de que algo sucedió (en italiano la palabra “successo” significa éxito y suceder), y por lo tanto estoy muy feliz. Puedo decir que no he perdido mi tiempo en hacer estas inútiles exhibiciones de arte (ríe). Desde hace tiempo me he convencido de que si algo se puede hacer en el mundo es propiamente en América Latina. Me he dado cuenta de esto hoy en la mañana, durante el seminario. Hay personas que tienen el sentimiento y la convicción de poder hacer algo, no tienen la desesperación, tienen aspiraciones de hacer cosas y piensan en el hacer; todavía tienen esperanza.

MM: ¿Es por esto o por la difícil situación política actual que en los últimos años eligió concentrarse en el hacer?

MP: El camino del hacer no lo he elegido por las situaciones políticas actuales, lo he elegido porque teniendo la oportunidad a través del arte de cambiar las formas, y creyendo que las formas no son sólo exteriores, son también sustancias, elegí cambiar las formas para cambiar la sustancias. Esto como principio artístico y ético.

Acción de Michelangelo Pistoletto, Twenty six less one, 2018, en el zócalo del MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Cordova / MAC

Acción de Michelangelo Pistoletto, Twenty six less one, 2018, en el zócalo del MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Cordova / MAC

Acción de Michelangelo Pistoletto, Twenty six less one, 2018, en el zócalo del MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

Acción de Michelangelo Pistoletto, Twenty six less one, 2018, en el zócalo del MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

MM: Usted habló en la conferencia de prensa de haber encontrado una gran libertad y al mismo tiempo una gran responsabilidad en el arte. ¿Los artistas jóvenes tienen la misma libertad o son condicionados por otros factores?

MP: No hay un único método en el arte. En el arte hay muchas facetas. Ahora mismo el arte es así; se puede decir que se han acabados los -ismos, las tendencias artísticas, que han sido una serie de reflexiones para averiguar si el arte podía ser verdaderamente autónomo. Esto por el hecho de que con el nacimiento de la fotografía no se necesitaba más del servicio de la representación, tanto religiosa como política o popular; el arte ha trabajado entonces sobre su identidad. La fotografía ha puesto en discusión el arte y todo el sistema de representación. La fotografía es un resultado científico, pero también los otros resultados científicos contemporáneos a la fotografía han incidido en el arte, el cual se encontró en un mundo diferente al del siglo XIX. Toda esta investigación no se puede borrar, es algo demasiado importante.

Cuando era joven viví las más monstruosas contradicciones, las mismas que hay hoy en día, y que ya existían entonces. En la escuela me obligaban a estudiar de memoria el “Creo en Dios padre todopoderoso…” y había otro libro igual que decía “Creo en Mussolini…”. La religión y la política han siempre sido las dos caras de la misma moneda. Era así en los tiempos de los emperadores romanos o de los faraones egipcios, y es así también hoy. El presidente de Estados Unidos por cualquier cosa dice “God bless America”.

Respecto al tema moral, de la responsabilidad, hubo muchas morales en la historia: la moral nazista, la moral fascista… el arte asumió en el siglo XX una dimensión de responsabilidad concentrada en el arte mismo a través de una máxima libertad.

He visto en mi vida amigos y hermanos americanos, hermanos porque todos tuvimos familiares emigrantes en América o en Estados Unidos, que bombardearon y mataron a nuestros mismos hermanos para combatir a los fascistas, a los alemanes, y para ganar la guerra y, por otro lado, los nazistas que nos llevaban a la frontera y nos mataban. ¿Cómo piensas que un joven podría creer en la sociedad? ¿Cómo puedes creer? Si lo haces, entonces eres un verdadero estúpido, naces estúpido. De hecho, todos los jóvenes de mi generación eran unos estúpidos, mientras que ahora son todos unos genios.

Pero en aquella época no quedaba otra, tus padres te obligaban a ser así o en caso contrario perdían sus trabajos; teníamos que ser sumisos, no podíamos reaccionar. Cuando descubrí que existía algo como el “Arte Moderno”, donde uno podía elegir y decidir qué crear y cómo crear, ¿que tenía que hacer? ¿Podía yo crear algo que es una nada? ¿Una nada cretina? ¿Ser un creativo-creador-cretino? Entonces vi que el arte me daba toda la libertad de investigar y de elegir cómo podrían ser las cosas. Elegir y no aceptar las cosas como son.

Empecé mi investigación preguntándome sobre mi identidad: ¿quién soy yo? ¿Qué tengo que hacer? No soy yo solo en este mundo, todos dicen que hay que ser buenos y ser respetuosos y luego hacen lo contrario. ¿Es esta la enseñanza que quiero dar a mis hijos o nietos? ¿Decir qué hay que hacer y luego hacer lo contrario? Estoy diciendo obviedades.

Entendí que tenía que inventar un sistema para ser yo y decidir cómo hay que ser; luego si los demás están de acuerdo, bien, y si no, paciencia, por lo menos no me puedo quejar, no puedo quejarme de que el mundo no está bien; si es necesario voy a hacerlo yo solo, pero lo importante es hacer.

Por eso trabajé primero con mi identidad, el autorretrato, después con los espejos que abren la participación de los demás, de los otros artistas, de todos los lenguajes para hacer cosas juntos. Hacemos rodar la esfera del arte por las calles de la ciudad y con el proyecto Cittadellarte en Biella intentamos tener una relación con los artistas donde trabajamos para instituir un nuevo método, un nuevo sistema. La Cittadelarte es la consecuencia de esta libertad y responsabilidad.

Vista de la exposición "Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad", de Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

Vista de la exposición «Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad», de Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

Vista de la exposición «Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad», de Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

MM: ¿Los artistas que han participado en su proyecto Cittadellarte no han tenido problema con su ego, que es a veces un problema en el mundo del arte?

MP: En Cittadellarte creamos hace cuatro años el Premio Visible, donde participan jóvenes curadores que proponen a jóvenes artistas de diferentes partes del mundo y que están trabajando al margen del sistema del arte. Si el sistema del arte es lo de la economía y lo de las políticas culturales, estos curadores y artistas intentan alargar el espectro luminoso del arte, no abandonan el arte para hacer otras cosas, pero al mismo tiempo no se encierran en el sistema del arte.

Este premio es la demostración de que existen cada vez más jóvenes artistas que sienten el mismo problema y que piensan en propuestas concretas, como por ejemplo festivales o encuentros fuera del circuito mainstream del arte. La situación ha mejorado respecto a hace veinte años; se están haciendo más cosas. Pero lo que pasa es que hay una academia mundial de arte y no existen más las tendencias artísticas -la última tendencia ha sido el Arte Povera.

El Arte Povera ha sido un movimiento que ha portado este concepto de la investigación de la autonomía del arte hacia un punto de esencialidad que podríamos definir biofísica, o psicoenergética, influenciada sobre todo por la fenomenología. Los cuadros reflectantes en los espejos son cuadros fenomenológicos -a su interior están el presente, el pasado y el futuro, están los tres elementos del tiempo. Este fenómeno del tiempo que continuamente pasa se fija luego en la memoria por la fotografía, que fija cada momento que pasa y se convierte en el presente fijado que se convierte en memoria: es la cuarta dimensión. Los espejos reflejan una realidad que es objetiva, y yo quería fijar una imagen que fuera tan objetiva como lo es la realidad.

MM: El “signo” en la fenomenología (ciencia de lo que aparece) remite a un noumeno (esencia). Ahora las imágenes no remiten a nada…

MP: Yo tuve la obligación de usar la fotografía para tener una imagen objetiva como la que remite el espejo. La fotografía ha puesto en discusión el arte y luego se ha convertido en algo indispensable. Después, con el tiempo, he transformado los cuadros reflectantes en un símbolo, como dice usted, que es el símbolo de la Trinámica, porque contiene tres elementos: la persona física que es un elemento, más la persona que se refleja que es otro, y luego el espejo donde se juntan estos dos elementos creando una tercera dimensión que une las diferencias.

Esto es el Tercer Paraíso, que es compuesto por un Primer Paraíso, que es el paraíso terrestre donde los seres humanos eran animales, un Segundo Paraíso donde la humanidad se vuelve inteligente y crea el mundo artificial, y ahora hay que crear un Tercer Paraíso, donde se puedan juntar estos dos mundos, el animal y el artificial.

Vista de la exposición "Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad", de Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

Vista de la exposición «Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad», de Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

MM: La obra Tercer Paraíso en exposición en el hall del MAC está cubierta con diferentes tejidos ¿Qué significados tienen?

MP: Los tejidos nacen de los vestidos y todo ha comenzado con mi obra Venere degli stracci [Venus de los Trapos] (1967), donde los vestidos tienen un significado relacionado al pasar de las modas, que nacen, progresan y luego se convierten en las grandes modas del consumismo. Los trapos tienen la función de ser un material utilizado para cubrir el cuerpo, son una segunda piel que representan también la historia de la humanidad y de las personas que usaron estos trapos. Son símbolo también de las modas y de las políticas, que al final mueren. Hoy en día, en las playas de Italia, encontramos muchos trapos de las personas que vienen de África; son símbolos de la vida que han dejado, de su pasado. Para mí los tejidos, los trapos, tienen una gran importancia. Son suaves, no son un material ofensivo, y son bellos, porque están llenos de colores.

MM: Usted es muy crítico respecto al sistema de representación política parlamentaria. ¿Se considera anarquista?

MP: No, no. Por un lado, está la dictadura y por otro el anarquismo. Ahora tenemos que juntar la dictadura y el anarquismo en un tercer elemento que es la Demopráctica. No hay nada que funcione solo; todo lo que existe tiene su contrario, hay una tesis y una antítesis. Para un anarquista la tesis es el anarquismo y la antítesis es la dictadura. La síntesis es la creación que nace juntando las oposiciones, es así en todo. En los sistemas cósmicos, por ejemplo, están la nada y el todo, la materia y la antimateria. Existe siempre una dualidad que produce algo, aunque uno lo quiera o no. Si lo que produce la sociedad no lo puede controlar la sociedad, entonces este sistema no se puede llamar democracia. La democracia no existe más, es una gran ficción. La democracia ideológica ha quebrado y hay que pensar y preparar algo diferente.

La palabra Demopráctica surge en los encuentros que hemos hecho en Cittadellarte con jóvenes artistas, sociólogos, ingenieros, de diferentes partes del mundo para aplicar el arte a la sociedad, poner en acción el arte. Un día, hace diez años, dije: ‘Este año tenemos que ocuparnos de la democracia, no podemos hablar de arte y sociedad si no nos enfrentamos a este concepto’.

Tres jóvenes de tres naciones diferentes -un inglés, un alemán y un colombiano- me dijeron que se rehusaban a trabajar sobre la democracia porque creían que la palabra democracia estaba equivocada y que había que encontrar otra palabra. Es interesante la idea de empezar por la palabra, la palabra es el símbolo, hay que cambiar la palabra para cambiar el símbolo.

Pensamos por mucho tiempo cuál podría ser la palabra, sin resultado, hasta que un día el director de Cittadellarte, que es mi yerno, me dice: ‘Yo creo que la palabra correcta es “demo-praxia”; si demo-cracia significa poder al pueblo (del griego cratos – poder) demo-praxis significa el hacer del pueblo’. Hay que ver si la práctica puede llevar a la realización de la democracia.

Michelangelo Pistoletto, Venere degli stracci [Venus de los trapos], 1967-2018. Vista de la exposición en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

Michelangelo Pistoletto, Venere degli stracci [Venus de los trapos], 1967-2018. Vista de la exposición en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

MM: Y ¿cómo surgieron sus embajadas demoprácticas, que son el proyecto que está llevando a cabo en Cuba y en otros países? 

MP: En el 2012 todos hablaban del fin del mundo, el fin del calendario Maya… yo pensaba que el fin del mundo no podía ser aquel día, pero nos estamos acercando. Por eso, el 21 de diciembre hay que utilizarlo como día de la fiesta del Renacer (Rebirth, el día del fin se vuelve el día del comienzo). Esta fiesta las hemos llamado Rebirth-day. El 13 de diciembre de 2012 tenía una exposición mía en el Louvre, era una gran exposición. En la pirámide del museo pusieron el símbolo del Tercer Paraíso y pensé en que a quienes hubiesen documentado una acción para el día 21, como parte de este Rebirth-day, los invitaría a ser parte del catálogo de la exposición. Esto atrajo a muchas personas y así nacieron las primeras embajadas Rebirth. Ahora hay muchas embajadas, y una es la de Galería Continua (la galería italiana que representa al artista) en Cuba.

La relación con Cuba empezó en la Bienal de Marrakech en el 2013, donde se ha realizado un gran Tercer Paraíso con las alfombras bereberes. Una joven curadora cubana le preguntó a Lorenzo (el director de la Galleria Continua) qué era y qué significaba y él se lo explicó: ‘Es el símbolo de las oposiciones y de las diferencias que, juntas, crean la armonía y el equilibrio’. Y ella le dice: ‘En Cuba necesitaríamos algo así’, y así se fue a Cuba con Lorenzo; luego se enamoraron y ahora tienen una hija juntos -uno más uno hace tres…. En Cuba ella contactó a representantes del Ministerio de Cultura, profesores, niños, hasta que un día me llama para decirme que quería hacer el Tercer Paraíso en el mar con los barcos de los pescadores. Por razones meteorológicas los pescadores le sugirieron adelantar la acción para el día 16, y así fue.

En Cuba, los pescadores pueden salir al mar solo para pescar y les está prohibido hacer otras acciones, pero de todas maneras Laura convenció a las autoridades y se hizo el Tercer Paraíso, que es el símbolo de los acuerdos, el día 16. El día 17 de diciembre Obama llama a Raúl Castro para comunicarle empezar un diálogo… de cosas nacen cosas. Hay una relación entre nuestras acciones y la realidad.

MM: ¿No tuvo problemas con el gobierno cubano?

MP: No podemos siempre continuar ocupando Cuba desde afuera: primeros los estadounidenses, luego los rusos, y ahora nosotros con actitud de sabios del Occidente. Por eso hemos organizado foros con personas cubanas para personas cubanas. El que ha inaugurado el foro es una persona que es tenida en gran consideración por el gobierno. Ellos lo están haciendo y nosotros los ayudamos. No hay solamente el máximo respeto si no también la intención de seguir adelante con el proyecto; de hecho, después de las exposiciones en Sudamérica (Santiago, Buenos Aires, Lima, Quito, Bogotá) acabaré en Cuba.

La Galleria Continua abrió su sede en La Habana y trabaja con artistas cubanos de gran valor, no vende nada y no gana ni uno allá, pero desarrolla algo que merece la pena utilizando las ganancias que hace en otros lugares del mundo, como por ejemplo China. Uno solo no hace nada, cambiar los grandes sistemas no es fácil, pero es posible; existe la posibilidad de que algunas organizaciones incorporen el método de la demopráctica. Nosotros queremos demostrar que se puede hacer.

MM: ¿Es usted un optimista?

MP: Me considero un pesimista-optimista; no creo en la revolución sino en la evolución. Si no puedo cambiar las cosas, las cosas me cambian; o el arte cambia el mundo o el mundo cambia el arte. El arte no vale más por lo que es, si no por el dinero que representa. El dinero es útil y debe servir para un fin, no puede ser el único fin, sirve para realizar cosas, pero la verdadera realidad es gratuita, la política no es un negocio. Los negocios los hacemos en otras partes, en nuestra vida profesional, no en la política.

Vista de la exposición «Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad», de Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

Vista de la exposición «Cada punto es el centro del universo, cada persona es el centro de la sociedad», de Michelangelo Pistoletto, en el MAC, Santiago de Chile, 2018. Foto: © Nelson Córdova / MAC

Mariagrazia Muscatello

Crítica de arte, Licenciada en Filosofía por la Universidad de Parma (Italia), Magister en Comunicación y Crítica de Arte (Gerona-España). Ha sido responsable de prensa para la firma de diseño industrial Kartell en Milán, y asistente editorial para Gustavo Gili, en Barcelona. Ha publicado para diversos catálogos y revistas nacionales e internacionales, como “Flash Art”, “Artribune” y “Etapes”, entre otras.

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