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REABRE GALERÍA BECH CON LA MISIÓN DE APOYAR A ARTISTAS Y CURADORES JÓVENES

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Tras su controvertido cierre en enero de 2017, Galería BECH, espacio en Santiago que depende de la Dirección del Instituto Cultural del BancoEstado, comienza una nueva etapa. Trabajando con curadores emergentes y generando alianzas con otras organizaciones y espacios de exhibición, la galería ha reabierto sus puertas para dar continuidad a su misión histórica: potenciar las carreras de artistas jóvenes chilenos.

Desde sus inicios hace 18 años, este espacio de arte contemporáneo ampliamente reconocido en el medio local ha estado dirigido a valorar y difundir las obras de artistas jóvenes, muchos de ellos hoy con una carrera consolidada, como Magdalena Atria, Claudio Correa, Sebastián Preece, Cristian Silva Soura y Livia Marín.

Ahora, bajo la dirección de José Miguel Leyton, quien tiene una amplia trayectoria en el campo de la gestión cultural, y la coordinación de Mariairis Flores, teórica del arte especializada en arte contemporáneo chileno, este espacio sin fines de lucro se reactiva tras seis meses dedicado a repensar sus posibilidades de acción y crecimiento.

La nueva administración busca seguir difundiendo y potenciando el arte contemporáneo de la mano de nuevos creadores. De este modo, continuará desempeñando el rol que asumió en 1996 de visibilizar a los egresados más sobresalientes de las Escuelas de Arte de Chile. Al mismo tiempo, la evolución del campo ha hecho necesario proporcionar un espacio para curadores emergentes que dialoguen y enriquezcan el trabajo de estos artistas, mediante la producción de textos críticos que contribuyan también a problematizar el arte chileno. La galería se hará cargo de esa necesidad, junto con vincularse con otras iniciativas dedicadas al arte como espacios, eventos y organizaciones

“Esta galería ha sido muy importante para el circuito artístico local, además de tener una impronta particular al exponer el trabajo de artistas jóvenes. Este es un espacio simbólico de nuestra ciudad, por lo tanto se hacía necesario ponerlo en valor y retomar exposiciones de alta calidad artística que aportaran al debate y a la reflexión crítica de las artes visuales de nuestro país. En esta nueva etapa debemos necesariamente replantearnos algunas ideas de este espacio expositivo, incluir en el calendario también a artistas chilenos con más trayectoria, además de generar programas de educación artística para nuestros funcionarios del banco, porque creemos que también es importante que desde la institucionalidad se reconozca la labor de la galería”, comenta José Miguel Leyton.

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LA NUEVA PROGRAMACIÓN

El espacio reabrió el pasado mes de agosto con una muestra de Cristián Osorio que abordaba las problemáticas estudiantiles desde una mirada muy personal, toda vez que el artista, licenciado en Arte y Cultura Visual de la Universidad Arcis, creó las obras expuestas cuando estudiaba en esta institución sumida en una crisis que ha sido reflejo de una educación de mercado. En sus primeros años, la crisis estuvo acompañada por varias tomas del establecimiento y por violentos enfrentamientos con la policía. Los últimos años, por el naufragio, el despojo y el abandono progresivo de sus alumnos, funcionarios, propietarios e, incluso, del Estado. De estos rumbos daban cuenta las pinturas y litografías de Osorio y, en particular, de un objeto que aparece en varias de ellas: la silla o pupitre escolar.

“El pupitre deviene así objeto alegórico; su historia es la historia de la crisis de la Universidad Arcis, pero también podría ser la de todos los triunfos y fracasos del movimiento estudiantil chileno en las últimas décadas. Los pupitres de 1986, 1997, 2006 y 2011 emergen en sus combinatorias barricadas, caídos en el campo de batalla y luego abandonados bajo el peso de la noche, rodeados de espectros”, señala Claudio Guerrero en el texto curatorial que acompañaba la muestra, titulada Reforma / Ausencia.

La segunda exposición realizada en esta nueva etapa de la BECH fue Material de derribo, de Tarix Sepúlveda, un recorrido por las ruinas de la ex clínica Sara Moncada, centro de salud privado dedicado principalmente a la cirugía plástica que cerró sus puertas luego de más de sesenta años para dar paso a un proyecto inmobiliario de tres edificios.

Sepúlveda se infiltró en la zona de derrumbe para armar un particular archivo. Mediante fotos, video y objetos, instaló su mirada en aquellos materiales que constituyen desechos de un pasado del que pronto apenas quedarán registros. Su atención no se centra en la arquitectura patrimonial ni en aquel pasado fastuoso de clínica boutique, sino en aquellos detalles que sugieren la destrucción y el paso del tiempo. En vez de una mirada nostálgica, la artista propone una valoración de los despojos.

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El nuevo ciclo de BECH continúa a partir de este 20 de octubre con Le llaman utopía, mi amor, yo no sé cómo llamarle, exposición individual de Camila Ramírez que profundiza en sus reflexiones acerca de las utopías y la melancolía vinculadas con el socialismo y sus implementaciones fallidas.

El día de la inauguración, la artista encargará a tres personas realizar acciones performáticas dentro de un espacio especialmente delimitado en la galería. Resistencia, La narrativa socialista y Venceremos, son los títulos de estas tres acciones simultáneas, cuyos vestigios y registro podrán ser visitados hasta el día jueves 16 de noviembre.

“A través de estas tres acciones, Camila Ramírez nos presenta la utopía como la consciencia de una pérdida, como una declaración de lo irrealizable. De este modo nos emplaza a tomar posición: o se es más ingenuo o más pesimista. Pero lo que parece dejar claro es que no hay posibilidad de fracaso, porque la utopía es más que una conquista, es un levantamiento interminable”, señala Magdalena Quijano en su texto curatorial.

La programación de este año continúa con Medea, una muestra de fotografía de Camilo Lizama sobre el parricidio de los hermanos Rojo, mientras que el 2018 abre con una muestra de los resultados de la residencia que está realizando Paula Baeza Pailamilla en Quehui, Chile.

 


Imagen destacada: Registro de acción de Camila Ramírez. Cortesía de la artista y galería BECH

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