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ANTONIO PICHILLÁ: ABUELOS

“Eran nuestros abuelos, nuestras abuelas,

Nuestros bisabuelos, nuestras bisabuelas,

Nuestros tatarabuelos, nuestros antepasados.

Se repitió como un discurso su relato,

Nos lo dejaron y vinieron a legarlo

A quienes ahora vivimos,

A los que salimos de ellos…”

                                                                                                      Fernando de Alva Ixtlilxóchitl

Lanas coloridas, colgadas, otras anudadas y montadas alrededor de un marco, hilos que laboriosamente han sido tejidos en telar, contienen el primer acercamiento a la exhibición de Antonio Pichillá en la Galería Extra de la Ciudad de Guatemala.

Vemos objetos escultóricos hechos prolijamente en madera, telar, hilos y lanas, apoyados en la pared. Estos objetos, por su naturaleza íntegramente artesanal, o por lo menos referente a este imaginario, contienen una cierta “presencia humana”. Piedras envueltas en telares, y un urinario lleno de lana, comienzan a indicar el camino para esta lectura.

La muestra se titula Abuelos. En la cultura indígena Maya, los abuelos no son el “estorbo” que representan para la cultura occidental, no son aquellos sujetos que molestan, que hablan sin sentido. Antonio Pichillá, hijo de padres Tz´utujil, creció dentro de una cosmovisión que concibe a los abuelos desde el lugar sagrado, en el lugar de la autoridad ganado por la sabiduría y respeto.

El título contiene a su vez una doble función, que es referir a su vinculación de descendencia: los mayas, los abuelos. Se trata de una palabra, abuelos, que tiene la habilidad de encarnar la idea de continuidad tan bellamente integrada en la idea de tiempo de dicha cultura. El tiempo en la cultura Maya es la matriz de todas las cosas, y cuando ellos hablan de sus abuelos se refieren no solo a las generaciones pasadas, sino a todas ellas en conjunto, llegando hasta los formadores mismos del universo. Por esto, los abuelos encarnan la sabiduría, ese camino recorrido realizando su tarea más preciada: el conocimiento del tiempo, que está en todas las cosas de la naturaleza.

En las culturas ancestrales la naturaleza no se percibe en tanto separada del hombre, como oportunidad para su dominio progresivo. El triunfo de la racionalidad instrumental, en cambio, ha hecho del hombre occidental un ser marcado por esa separación, por esa resistencia a pensarse como naturaleza también.

Vista de la exposición "Abuelos", de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición «Abuelos», de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición "Abuelos", de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición «Abuelos», de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición "Abuelos", de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición «Abuelos», de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Tomando estas referencias, la muestra inicia con un homenaje a Duchamp -el “abuelo del arte”- en el centenario de la creación de La Fuente (1917), símbolo de la sabiduría del readymade. Una sabiduría que, podemos decir, ha superado las condiciones históricas en cuyo gesto se ubicó, extendiéndose al presente.

Pichillá toma el traje tradicional de San Pedro de la Laguna para esta exhibición como punto de partida, como una especie de readymade que representa la relación del padre y la madre, de los abuelos y del traspaso de legado y conocimiento por generaciones. Su poética creativa se desliga de los asuntos que generalmente conciernen hoy al arte contemporáneo para centrarse en indagar dentro de sus propios asuntos, de su propia cosmovisión Maya que, lejana del mainstream, se basa en la tradición y lo espiritual, en la certidumbre y el arraigo a su cultura.

Frecuentemente, el trabajo de Pichillá es concebido desde los aspectos formales; desde el artificio como lugar de lo simple pero a su vez profundo. El artista tiene una atracción particular por elementos naturales y se caracteriza por utilizar en sus obras los colores del maíz –un elemento considerado parte de la familia–, los nudos, el telar que remite a su cultura Tz´utujil, o la piedra y la candela utilizadas en ceremonia mayas. Pichillá no tiene la intención de crear una crítica social, pero sí lo hace, y evidencia el poco apego que ha existido históricamente con la cultura indígena y su historia.

A partir de los colores del maíz y sus derivados también crea las piezas Agua, Aire, Fuego y Tierra (todas del año 2017), que enuncian los elementos primordiales del calendario Maya.

Otra obra, Martín (2017), remite a su experiencia de investigación en Santiago de Atitlán, particularmente en la cofradía de San Martín, donde en la parte central se ubica el envoltorio sagrado “Martín”, y donde las piedras sagradas que datan de la época prehispánica son envueltas y las herramientas pasadas por generaciones para su cuidado. De manera más global, vinculamos estos materiales a la cultura indígena latinoamericana y a la exploración de su enunciación sociocultural.

El encasillamiento de su quehacer dentro de la categoría de “arte indígena” no tiene cabida: su arte es altamente conceptual, contemporáneo y dialogante a escala internacional. Lo maravilloso, sin embargo, es que su origen creativo viene desde los inicios más tempranos. “Toda su obra”, comenta Roberto Cabrera en un texto escrito sobre el artista en 2012,  “inspira  un mundo que tiene mucho de viejo y nuevo”, y quién mejor que Cabrera podría saberlo, si fue él mismo quien condujo a Pichillá junto a un grupo de artistas indígenas en su investigación. En palabras del artista, es su cómplice en todo lo que crea hoy.

Vista de la exposición "Abuelos", de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición «Abuelos», de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición "Abuelos", de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería

Vista de la exposición «Abuelos», de Antonio Pichillá, en Galería Extra, Ciudad de Guatemala, 2017. Cortesía de la galería


ANTONIO PICHILLÁ: ABUELOS

Galería Extra, Ciudad de Guatemala

Hasta el 31 de agosto de 2017

Alexia Tala

Nace en Santiago de Chile, en 1966. Curadora del sector Solo en SP_arte en São Paulo (Brasil, 2019-2020). También es directora artística de Plataforma Atacama, un proyecto enfocado en la relación entre arte y lugar, con base en el desierto de Atacama, que ha desarrollado proyectos con artistas como Hamish Fulton, Melanie Smith y Paz Errázuriz. Fue curadora de Focus Brasil (Chile, 2010). Concibió el Proyecto Itinerante LARA (Latin American Roaming Art) y fue curadora general del mismo (2012-2013). Otras curadurías incluyen 8° Bienal de Mercosur - Ensayos de Geopoética (Brasil, 2011), 4° Trienal Poligráfica de San Juan, América Latina y el Caribe (Puerto Rico, 2015), 20° y 22° Bienal de Arte Paiz de Guatemala, (Guatemala, 2016/2021); y Solo Projects: Focus Latin America ARCO. También ha sido curadora del Club del Grabado e investigadora invitada del Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Alexia Tala escribe para publicaciones de arte, tanto en América Latina como internacionalmente. Es autora de "Installations and Experimental Printmaking" (UK, 2009) y de la publicación monográfica de la artista chilena Lotty Rosenfeld.

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