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ANTONIO BALLESTER MORENO: ARTE Y PENSAMIENTO HOLÍSTICOS

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En marzo pasado tuve la oportunidad de visitar el taller de Antonio Ballester Moreno, en Madrid. Yo hacía un viaje por invitación de Tabacalera Estancias, un programa de residencias para gestores culturales iberoamericanos en el que durante un mes se explora y se investiga la escena del arte contemporáneo madrileña. Una de las visitas más enriquecedoras durante este viaje fue a la exposición del artista en La Casa Encendida, un centro cultural que conjuga de manera armónica y complementaria las artes, la formación, la conciencia ecológica, la labor comunitaria y el esparcimiento. Allí, en dos salas, se desparramaba ¡Vivan los campos libres de España!, un hermoso paisaje natural creado por Ballester Moreno (Madrid, 1977), bajo la curaduría de Tania Pardo.

Compuesta por instalaciones y pinturas de paleta primaria y formas reducidas, la muestra me reveló la aguda sensibilidad de Antonio Ballester Moreno por la naturaleza y sus representaciones plásticas, desde elementos como la luna y la lluvia hasta las sensaciones y evocaciones que nos despiertan las estaciones. Su lenguaje formal, que se ha ido depurando y simplificando con los años, se apoya en la geometría y la gráfica para remitirnos no sólo a una poética imaginería de lo natural basada en las formas puras, sino a un pensamiento holístico que atiende tanto a ciertas ideas de las primeras vanguardias artísticas como a sus inquietudes relacionadas con el subyacente desequilibrio ecológico, la psicología cognitiva, lo vernáculo y la educación integral.

En el taller, conversé con Ballester Moreno sobre la muestra y sobre lo que está detrás de su universo creativo: generar un mundo simbólico donde todo está en conexión.

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Alejandra Villasmil: Cuéntanos un poco de dónde viene esta última muestra que presentaste en La Casa Encendida, una muestra que tiene una narrativa que parte de su mismo título…

Antonio Ballester Moreno: ¡Vivan los campos libres de España! es una frase que surgió de la Escuela de Vallecas, una escuela que, si hubo alguna vanguardia en España, fue aquella. Benjamín Palencia y Alberto Sánchez compartían con los poetas de la generación del 27, como García Lorca, y tenían ideas afines sobre la llamada nueva educación o pedagogía. Además estaban muy centrados en la naturaleza, las costumbres populares y una forma de cultura bastante interesante. A veces ni siquiera los españoles conocen la Escuela de Vallecas, y fue nuestra vanguardia.

AV: Más vernácula…

ABM: Sí, sí. Hay mucho allí de lo que es nuestra cultura y nuestra forma de entender el arte. Por supuesto que hemos estado muy influenciados por las vanguardias europeas, pero ésta es la nuestra. La frase ¡Vivan los campos libres de España! surge en una de estas excursiones que hacían Alberto Sánchez y Benjamín Palencia por los alrededores de Madrid –que casualmente viene a ser esta zona donde está mi taller- en las que iban coleccionando ramitas y piedras, y motivos para luego pintar. Ellos no pintaban al natural. Estaban bastante influenciados por el surrealismo, y les gustaba ir a estos paseos en plano verano, a las tres de la tarde, con 50° al sol, porque eso, decían, les producía cierto grado de alucinaciones. Al final, eran excursiones iniciáticas, se podría decir. Y la frase surge de un relato de Alberto, en el que cuenta que con Benjamín se subieron a un cerro y tenían esta vista panorámica de Madrid, y miraban el paisaje –que era campo, no había fábricas ni nada- al revés, metiendo la cabeza debajo de las piernas, y jugaban con esos estados alterados, de mareo (no hay constancia de que tomaban drogas). Entonces se encuentran con un zapato de mujer viejo y sucio y es cuando surge la frase ¡Vivan los campos libres de España!, que es un momento en el que comparan esa naturaleza con la modernidad.

AV: Como diciendo, ¡pues aquí ya no se salva nada, no hay tal paisaje completamente virgen!

ABM: Eso es. Y además hay que tomar en cuenta ese sitio en particular, que son los suburbios, esa línea que separa el campo y la ciudad. Estudiando este tipo de cosas, he concluido que los suburbios son una suerte de frontera bien moderna, en la que se acumulaba la basura, se asentaba la gente pobre… lo malo ocurría en los suburbios.

AV: ¿Cómo llegaste a esa historia exactamente?

ABM: Interesándome por las vanguardias, sobretodo, y a través de lecturas y conversaciones con amigos y colegas que me hablaron de esta historia de Vallecas en particular. De hecho, junto a un amigo, hemos editado (y yo ilustrado) un libro de cuentos infantil con esta historia.

AV: ¿Y este interés tuyo de rescatar este período histórico de España es algo que ya venías investigando de antes o que surge concretamente con estas lecturas?

ABM: Las vanguardias, y más concretamente el Cubismo, me han interesado mucho y siempre han tenido mucha relación con mi trabajo. En la modernidad he encontrado muchos puntos que me interesan para mi trabajo y claves de entendimiento para la vida de hoy. Creo que en el arte no ha habido un cambio más radical que el de las primeras vanguardias. Por ejemplo, en esta exposición en La Casa Encendida, las ideas de análisis y síntesis del Cubismo están muy presentes; las visiones simultáneas y prismáticas del cubismo, es decir, otras visiones del mundo, y no una sola.

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“Me interesa el tema de los ciclos, de los cambios en nuestra vida, cómo nos relacionamos con eso y cómo eso repercute en la gráfica y en nuestra psicología del gusto”.

 

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AV: Una vez que das con esta historia y la tomas como punto de partida para la muestra, ¿cómo llegas a las formas? ¿Cómo se sintetiza?

ABM: El discurso principal de esta exposición es un discurso holístico en el que todo tiene que ver todo. Por ejemplo, a las setas que están en una de las salas, que es sobre lo que pivota todo, había que darles un contexto y unos elementos propicios para que se crearan. Mi trabajo surge de la idea de creación, y esto parece una obviedad viniendo de una persona que se dedica al arte.

AV: ¿La creación como concepto en sí mismo, te refieres?

ABM: Sí, la creación como concepto y como fin. Por ejemplo, en esta exposición no hay nada más claro que la idea de la creación dentro de la naturaleza, donde varios factores son capaces de crear otros. El (biólogo) chileno (Humberto) Maturana, que me gusta mucho, habla de esto, de la autopoiesis, de cómo la naturaleza es capaz de hacer. También habla del concepto de la naturaleza creativa, capaz de crear cosas nuevas y no sólo de autoperpetuarse, sino de ser creativa, es decir, de la naturaleza creadora. No hay nada dentro de la mímesis y dentro de esto de la copia de la naturaleza que lo refleje mejor que la propia naturaleza. En la muestra, las setas están hechas por niños. Trabajé durante más de un año con ellos, en diferentes talleres. Se les pedía que hicieran setas como ellos quisieran para un proyecto que iba a ser expuesto en La Casa Encendida. Igual se les impulsaba para que hicieran setas que no siguiesen las formas naturales, porque en realidad son formas muy sencillas, y podían quedar muy perfectas. Entonces les dije que soltasen su inventiva. Pero a lo que iba, es que las setas necesitan un contexto: necesitan lluvia, humedad, sombra, cierta temperatura… Entonces las lunas, la lluvia y todos los elementos pictóricos que rodean a estas setas hacen referencia a eso, a un contexto, a una estación en específico. Ya en la otra sala, sobre lo que pivotaba todo eran esas aves que volaban en una esquina y también en el suelo, y que se relacionan con aquél zapato que encontraron Alberto Sánchez y Benjamín Palencia por los alrededores de Madrid. Todo ambientado en una época del año, que es el otoño, que es la época acá cuando brotan las setas y los pájaros emigran. Me interesa el tema de los ciclos, de los cambios en nuestra vida, cómo nos relacionamos con eso y cómo eso repercute en la gráfica y en nuestra psicología del gusto. En definitiva, la exposición tiene que ver con este discurso holístico o sistémico, en el que todo tiene que ver con todo. Hay un orden y una narración que son los mismos que utiliza la naturaleza para su operación. Y el tratamiento de la forma es analítico, como en las vanguardias. Es reducir todos esos soles, lunas, lluvias y árboles a su mínima expresión, con un tratamiento de la geometría y los colores primarios. Simplemente estoy haciendo un paisaje sintético y analítico de nuestra sociedad. Luego hay relaciones bastante simbólicas que me interesaban mucho, como el círculo (lo masculino) y el cuadrado (lo femenino), que son parejas creadoras dentro de una simbología formal, que es lo que yo estoy trabajando.

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AV: ¿Cómo llegas a este lenguaje sintético y simple, luego de haber trabajo por muchos años con una estética de corte más bien infantil o näive?

ABM: Siempre digo que la idea era la misma. Pero claro, uno va aprendiendo ciertas cosas o se va cansando de las mismas. Pero ese tratamiento anterior, näive o infantil, era intencionado. Siempre lo ha sido. La naturaleza es inocente en su forma de operar también, ¿no?.  La naturaleza no tiene conciencia; todo evoluciona de una manera inocente. Mi trabajo siempre ha buscado ese punto de origen, y eso es algo que también tiene que ver con las vanguardias, cuando se buscaba ese hombre creativo, o creador, pero por naturaleza. Es sentirnos emancipados, pero de verdad. No esta idea Renacentista del artista genio, que pasa a ser el creador, rompiendo con esa idea de la Edad Media del artesano. Ahora se habla de que todos tenemos la capacidad de ser artistas en muchas facetas de nuestra vida. Alguien puede ser tan creativo vendiendo como reparando tuberías.

AV: El artista puede formar su propio destino… o mejor, el ser humano puede formar su propio destino artístico. Pero el mundo del arte es muy blanco y negro… ¿o menos romántico? El artista de hoy, al menos en los grandes circuitos internacionales, está subyugado al mercado y al deseo de éxito inmediato. ¿Cómo ves esto? ¿Cómo tu vida se ha filtrado en tu práctica o, a la inversa, cómo tu práctica se ha filtrado en tu vida personal?

ABM: La verdad que de una manera bastante natural, como no ha podido ser de otra forma. Yo siempre lo digo: he acabado en el mercado del arte de una manera accidental. Yo hacía vídeo y fotografía y de repente me dio por ponerme a pintar, porque realmente sentía esa necesidad de que si quería ser coherente con esta manera de entender la vida, tenía que usar mis propias manos. Para mí eso era importante. Todo mi discurso anterior tenía que ver con eso: con cuestionar toda esta sociedad mercantilizada. Y llegó un momento en el que pensé que usar las manos era lo más punk. O sea, hacerte tu propia ropa, tu comida, pintar, dibujar… esas son cosas que se escapan del mercado: con dos duros, con dos pesos o con dos dólares puedes hacer cosas y sentirte realizado. Me pasaba que para hacer los vídeos necesitaba un Mac que te vale 3.000 dólares, o un gran equipo técnico. Pero con mis manos soy completamente autónomo, y esa idea me cautivaba. También he tenido muy presente a los niños, y lo niño, ese tiempo de jugar que tiene el niño, en el que se detiene el mundo. Eso es emancipación pura y dura. Es plenitud, es salud, es creatividad y creación. Es donde me he movido siempre. Y con estos cuadros del principio a los que te refieres, pues siempre usaba la pintura directa del bote, usaba materiales escolares que se pueden comprar aquí en la papelería del barrio. Pero si, he ido depurando. Y en ese proceso encontré patrones, ornamentos, que hasta yo me dije, bueno, seamos honestos, ¿qué estás haciendo? Y me encontré haciendo patrones para telas.

AV: Tienes hijos, y hablas de tu sensibilidad por los niños. ¿Ha influido la paternidad en tu trabajo, en las distintas formas que éste ha ido tomando?

ABM: Sí. He encontrado muchas cosas interesándome por la educación de mis hijos. Con todo esto de las inteligencias múltiples, ahora en los colegios más punteros de España se habla de este tipo de cosas. Así que claro, mis hijos han ayudado. Mi pareja es arquitecta, y en el momento en que nos conocimos teníamos unos pocos ahorros, y decidimos hacernos una cabaña en la montaña. Compramos un terreno pequeño, y ahí tenemos frutales, he aprendido a podar, trato las plagas, me hago vino, y ahora leo sobre ecología y permacultura. La permacultura y la educación hoy día tienen muchas similitudes: el no hacer, el dejar al niño hacer más que querer instruirlo… Y bueno, hay muchas cosas que sí, que vienen delimitadas por mi contexto, por mis hijos, por mi mujer, por mis padres, por el colegio en el que estudié.

AV: ¿Cómo es la educación artística en España? ¿Muy rígida y convencional?

ABM: Es muy deficiente, sí. La educación en arte aquí no está bien. Es una educación muy anticuada. Creo que eso tiene que ver con la política, con el Estado, con el funcionariado, y con cómo funcionan las universidades en general.

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“Un cuadro encima de un sofá es el mejor sitio donde puede estar. No me importa considerarme un decorador, porque creo que el ser partícipe de una experiencia útil es lo mejor que podemos hacer como artistas, y lo más honrado que puedo ser yo. Es igual al que hace un jersey o una cuchara, que lo hace para que alguien lo use. Yo soy igual que cualquier otro”.

 

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AV: Cómo es tu dinámica acá, en tu espacio de trabajo, tomando en cuenta si hay o no preparativos para alguna muestra, y la dedicación familiar…

ABM: Vivo muy cerca, pero soy muy disciplinado. Llego a las 10 de la mañana y me voy a la 1:30 o 2:00 de la tarde para hacer la comida, y vuelvo luego, y estoy aquí hasta las 8:00. Y tenga exposición pendiente o no, al final siempre vengo porque hay cosas que leer, cosas que hacer, o simplemente limpiar el local. Los proyectos sí que me gusta hacerlos específicos. Lo primero que pido cuando voy a hacer una exposición es el plano, y según eso voy viendo qué pide ese sitio.

AV: La muestra en La Casa Encendida funciona así, pero ¿siempre piensas tus muestras en términos espaciales? ¿Las visualizas y ordenas antes de llegar a lugar?

ABM: Creo que en esta muestra, es la primera vez. Es más específico y hay una narración más clara. Pero siempre pido el plano y veo el lugar como algo en lo que tiene que ocurrir algo. Te habrás dado cuenta que mi cabeza es un poco abstracta, me voy de un tema a otro, por lo que siempre necesito tener una narración clara dentro de una exposición, que puede ser evidente o no, pero que en las últimas muestras si, tienen que estar estos elementos: el agua, el sol, la lluvia… narrativas que las tengo que entender en principio yo.

AV: Crearte tu propio hábitat, tu propio micro-clima… un Feng Shui…

ABM: Si. Y es un mundo literal, en el que tiene que estar todo esto. El Feng Shui no lo conozco, pero si el I Ching, que son conocimientos ancestrales sobre cómo opera la naturaleza: el agua sobre el fuego o el fuego sobre el agua, no es lo mismo.

AV: Cuando hablabas de que habías decidido pintar por esta necesidad de conectar con la pintura por lo material del medio, por su accesibilidad y pureza, ¿cómo ves el estado de la pintura? La pintura ha sido un medio cuestionado, declarado muerto y vuelto a nacer, desde la postmodernidad en adelante, varias veces…

ABM: No tengo ningún problema. Yo llegué a la pintura, como te acabo de contar, de una manera rebelde. Por salirme del mercado y del capitalismo. Luego, claro, ahí había una cosa que se me volvió en contra, porque lo que era una actitud punk, de ser artesano, autónomo y hacer cosas con mis manos, terminó siendo “pintura”, y la pintura es considerada por algunos como burguesa, como algo de acomodado, que es puro ornamento.

AV: Para poner arriba del sofá…

ABM: Si. Para decorar la casa de quienes lo pueden pagar, que es elitista y tal. Y que no te digo que no, pero dentro de todo eso, un cuadro encima de un sofá es el mejor sitio donde puede estar. No me importa considerarme un decorador, porque creo que el ser partícipe de una experiencia útil es lo mejor que podemos hacer como artistas, y lo más honrado que puedo ser yo. Es igual al que hace un jersey o una cuchara, que lo hace para que alguien lo use. Yo soy igual que cualquier otro.

AV: Para mí, uno tiene que ser consecuente con lo que quiere ser. Puede que hayas empezado a pintar como un gesto de rebeldía, pero finalmente te diste cuenta que pintar era lo tuyo, y te has mantenido fiel a ese deseo, a ese propósito…

ABM: Eso es. Al comenzar a pintar empezó todo a funcionar. Me sentía a gusto y podía vivir de ello. Con el ordenador, la verdad, me sentía un poco alienado. Y poder crear unos colores y trabajar simplemente con una tela y unos pinceles, pues me parecía un acto de eso que hablaba al principio, de volver a los orígenes. Un gesto vanguardista.

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Alejandra Villasmil

Nace en Maracaibo (Venezuela) en 1972. Es directora y fundadora de Artishock, revista online especializada en arte contemporáneo. Licenciada en Comunicación Social, mención audiovisual, por la Universidad Católica Andrés Bello (Caracas), con formación libre en arte contemporáneo (teoría y práctica) en Hunter College, School of Visual Arts y The Art Students League, Nueva York. Es editora y traductora inglés/español de contenidos sobre arte, trabaja en campañas de difusión y escribe regularmente para publicaciones, galerías y artistas de América Latina y El Caribe.

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