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TOMÁS SARACENO. CIENTO SESENTA Y TRES MIL AÑOS LUZ

El Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) presenta la primera gran muestra de Tomás Saraceno (Argentina, 1973) en Latinoamérica. Su obra se caracteriza por disolver la frontera entre el pensamiento científico y diversos procesos creativos, logrando piezas de notable refinamiento técnico y sensibilidad.

Los entornos mágicos generados por Saraceno con la ayuda de especialistas de distintas disciplinas oscilan entre la construcción de espacios imposibles, la referencia a la naturaleza del cosmos, la biología molecular y las leyes de la física.

El origen del cosmos siempre ha intrigado a Tomás Saraceno. Explora con su obra ideas radicales, como la de la existencia de universos paralelos. Su interés en estos temas se debe a cierto ámbito de exploración artística a la que han recurrido diversos creadores a lo largo de la historia, quienes se dejaron nutrir de información ajena al marco tradicional de las artes para interpretar, o reinterpretar, al mundo. En su caso, muchos proyectos obtienen inspiración de la astronomía y de la astrofísica. Saraceno y su estudio producen ideas desde una plataforma multidisciplinaria, que a lo largo de los años ha sugerido realidades posibles que a menudo rayan en la utopía.

Esta teoría sirve a los investigadores, así como a Saraceno, para ilustrar la relación de codependencia que existe en nuestro planeta. Plantea que cualquier incidente aislado tiene consecuencias en la totalidad. Un caso evidente de esto es, sin lugar a dudas, el cambio climático.

De la física y las matemáticas Saraceno tomó, por ejemplo, el referente de la así llamada “teoría de membranas”, una investigación aún en ciernes que involucra estudios sobre la gravedad en entornos multidimensionales para explicar las fuerzas esenciales de la naturaleza. Este modelo de estudio se representa como un plano, el cual, al ejercer presión sobre un punto de su superficie, se curva afectando a todo el resto.

Al recurrir a estas teorías científicas, Saraceno cimienta visiones críticas, poéticas —incluso políticas— y asume un rol fundamental para contribuir a la creación de futuros posibles. Crea sistemas en los que cada quien tiene un papel en la construcción de un mejor futuro.

El valor de este tipo de propuestas radica en la necesidad imperante de plantear un devenir más próspero como sociedad, en el que aprendamos a anticipar problemas y diseñemos cómo queremos vivir en realidad. Proyectos artísticos de este perfil son fácilmente interpretados como utopías, pero para Saraceno constituyen en cambio la oportunidad de concretar ideas y llevarlas a cabo.

Él decide no delegar esa responsabilidad en terceros y se convierte en agente de cambio social con propuestas de increíble valor. Rompe las barreras de la incredulidad y logra cosas que con anterioridad se creían imposibles. Su obra evoca, en la mayoría de los casos, situaciones que parecen provenir de los sueños; es tan etérea, tan precisa en sus niveles de perfección técnica, que se acerca a lo onírico.

En la actualidad, los procesos artísticos a menudo echan mano del conocimiento interdisciplinario para escapar de nociones preconcebidas y caducas sobre la realidad, con la idea de construir escenarios radicales. Saraceno aborda la utopía como algo que en el pasado pudo ser imposible, pero que tal vez ya no lo sea.

Los escenarios extremos producidos por su estudio son resueltos conjuntamente con especialistas de diferentes ramas. Por principio, no establece una estructura jerárquica dentro de equipos de trabajo increíblemente bien diseñados. En este sentido, las instalaciones de Saraceno no son modelos a escala, sino dispositivos para crear experiencias y confrontar aquello que no conocemos, que no entendemos. El horizonte entre realidad y utopía es para él algo mucho menos enigmático que para el resto de las personas.


TOMÁS SARACENO. CIENTO SESENTA Y TRES MIL AÑOS LUZ

Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey, México

Hasta el 26 de noviembre de 2016

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