NIDO O ÁTOMO. HE AQUÍ LA ESTRELLA
Nido o átomo. He aquí la estrella es una muestra organizada por los artistas Johanna Unzueta y Felipe Mujica que toma su nombre de un fragmento en forma de X de un poema de Vicente Huidobro. Verso y dibujo, concreto y anti-narrativo, de lo micro a lo macro, con un punto infinitamente pequeño al centro.
La exposición en la galería Die Ecke, en la que participan además de Unzueta y Mujica los artistas Margarita Azurdia, Jorge González, Ana María Millán y Javier Téllez, fue considerada desde un principio como un ejercicio de investigación y de aprendizaje, incluso de adivinanza, en torno y alrededor de la llamada abstracción geométrica latinoamericana. Si bien hay una historia conocida y más o menos oficial, esta exposición busca explorar otras vertientes, desvíos, y escapar de los lugares comunes. La rigurosidad formal puede ser complementada o cuestionada con imaginería animal, movimientos corporales o proclamas políticas y fiesteras.
Es así como de Margarita Azurdia, artista guatemalteca que trabajó entre los años sesenta y noventa, se ha seleccionado una serie de imágenes de registro de obra que se complementan con su presencia en las fotografías. El diaporama entonces pasa a ser un registro tanto de la evolución y maduración de su trabajo como de su persona. Siguiendo una trayectoria similar a la de Lygia Clark, la obra de Azurdia parte de lo concreto más puro y termina en una obra disuelta, de acción, participativa y terapéutica.
En contraste, Jorge González, de Puerto Rico, presenta la obra más «puramente minimalista» de la exposición. Un palo de madera de aproximadamente tres metros de largo ha sido quemado y con el carbón de su cáscara se ha hecho un dibujo circular en un muro de la galería. Este gesto, a lo «compás humano», parece muy abstracto, sin embargo es una especie de puerta de entrada a la compleja obra del artista, en la cual combina intereses de la historia del modernismo con estudios botánicos. Entremedio de esos dos mundos convive su fascinación por ciertas manualidades tradicionales, como gestos de autosuficiencia técnica y respeto a lo natural.
Un poco más extraño resulta la inclusión de una escultura de Ana María Millán, artista colombiana radicada en Berlín. Sobre una base de acrílico rojo transparente que recuerda a cierta estética Neo-Geo de los ochenta descansa una tortuga acuática de cerámica, a tamaño real y hecha a mano por la artista. Un choque simple y absurdo entre lo animal –y específicamente lo exótico– y lo geométrico concreto –específicamente pensando en ciertas esculturas públicas.
Otro gesto que apela a los sensorial son las esculturas y un video proyectado de Johanna Unzueta. Sus esculturas de cañerías de fieltro ocupan el suelo, recorriéndolo, levantándose. El video es un traspaso de una corta filmación en 8 mm, en el que una mujer joven, vista desde arriba, baila una coreografía con hula hoops. El ritmo, la simpleza y la elegancia en su coreografía nos entrega un círculo en constante movimiento.
Felipe Mujica presenta una cortina naranja, ubicada frente a una ventana para aumentar al máximo la saturación del color. Esta pieza, al borde de ser nada, ubica la pintura abstracta, geométrica y la historia del monocromo en el límite de lo doméstico. Es color en el espacio y, a la vez, una simple cortina.
Finalmente está la obra de Javier Téllez, artista venezolano radicado en Nueva York. En su video un grupo de pacientes de un hospital psiquiátrico de Tijuana realizan una marcha que termina en un acto de desafío a las fronteras nacionales. Su cierre y clímax consiste en un hombre bala volando en una trayectoria semicircular desde México a los Estados Unidos sobre el cerco fronterizo ubicado en la playa. Justamente este último semicírculo rebota, amplifica y distorsiona toda la otra abstracción geométrica contenida en las otras obras.
Esta exposición tuvo una versión anterior llamada A Rehearsal (Un ensayo) en la galería del International Studio and Curatorial Program de Nueva York (ISCP). Ahí, como su título indica, se practicó la idea de realizar un ensayo de exposición, es decir, instalar las obras como parte de un proceso y no como un resultado final. La exposición actual en Die Ecke Arte Contemporáneo es posiblemente también una versión más en este camino, pudiendo así la misma idea y exposición crecer y cambiar en un futuro cercano o lejano. Como nido, como átomo, como una estrella.
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