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DAMIÁN ORTEGA: CASINO

La primera exposición individual de Damián Ortega en Italia, Casino, ofrece una amplia perspectiva de la obra del artista mexicano a través de una serie de esculturas, instalaciones y películas producidas desde principios de los años 90 hasta la fecha. La muestra, curada por Vicente Todolí, incluye 19 trabajos que van desde pequeñas esculturas a instalaciones a gran escala, entre las que destaca su famosa Trilogía Beetle, donde el protagonista es un Volkswagen Escarabajo como símbolo de la era moderna.

Materiales y energía, aceleraciones y dispersiones, explosiones e implosiones de formas y objetos cotidianos se conjugan en el monumental espacio expositivo de HangarBicocca, en Milán, para crear un todo dinámico y vital en el que el tiempo, las acciones y los sonidos se superponen e interactúan entre sí.

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Damián Ortega, Cosmic Thing, 2002. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

Los conceptos de fragmentación, estructura modular y sistemas caracterizan toda la producción artística de Ortega. «Es mejor considerar que el fragmento tiene un significado en sí mismo, un instinto singular, por lo que la significación no puede entenderse desde una lógica unitaria. La lógica de la fragmentación es una de azar, accidente, eventualidad, contingencia, lo efímero y lo incompleto», señala el artista.

Las investigaciones de Ortega sobre la acumulación y dispersión de la energía aumentan continuamente en tamaño, convirtiéndose en auténticas obras de ingeniería que desafían las leyes de la gravedad. El proyecto Extensión, Construcciones (autoconstrucción) (1997), desarrollado en el apartamento del artista y documentado a través de fotografías, se estructura en torno a una serie de ejercicios que implican la reorganización y montaje de todos sus objetos -muebles y materiales-, dando vida a diversas composiciones precarias y temporales, como puentes o estructuras suspendidas, que interactúan con los límites y las peculiaridades del espacio mismo.

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Damián Ortega, Moby Dick (parte de The Beetle Trilogy), 2004. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Damián Ortega, Moby Dick (parte de The Beetle Trilogy), 2004. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

Subvirtiendo la noción clásica de la escultura entendida como una forma sólida, monolítica y específica, en 2002 Ortega crea la instalación Cosmic Thing -parte de The Beetle Trilogy-, en la que deconstruye un Volkswagen Escarabajo de 1989 para luego colgar todas sus piezas en el espacio, como recreándolo en forma explotada. El Escarabajo es un símbolo importante en la historia de México: durante años fue el automóvil más vendido en el país, e incluso se convirtió en el modelo preferido de taxi en la ciudad de México.

Al referirse a la elección del Escarabajo, Ortega ha comentado que, «sin duda, el Volkswagen Beetle es un poderoso símbolo de una época: se refiere a un momento histórico y al uso de una determinada tecnología que ha sido declarada obsoleta y que no será producida nunca más, sin importar lo popular que era (…) Mi deseo era ofrecer la visión ampliada de un objeto (…) En el proceso, comencé a entender la importancia conceptual de la técnica, y cómo ésta se relaciona con la forma: todo el proceso de trabajo es lo que compone la pieza».

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Damián Ortega, Controlador del Universo, 2007. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Damián Ortega, Controlador del Universo, 2007. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Damián Ortega, Controlador del Universo, 2007. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

Moviéndose a través del espacio, el espectador puede identificar diferentes puntos de vista desde el que mirar la obra en su conjunto. Este aspecto se remonta a la obra de Helio Oiticica (1937- 1980), un artista de referencia para Ortega, y se puede ver en obras como la mencionada Cosmic Thing y Controlador del Universo. En esta instalación, el espectador puede acceder al centro de una estructura compuesta de varias herramientas de trabajo colgadas a diferentes alturas a fin de crear una masa esférica grande que parece mantenerse suspendida en el espacio vacío por una fuerza centrífuga misteriosa.

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Damián Ortega, Hollow/Stuffed: market law, 2012. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Vista de la exposición Casino, de Damián Ortega, en HangarBicocca, Milán. 2015. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Damián Ortega, Nine Types of Terrain, 2007. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

Otra instalación a gran escala que resalta en esta muestra es Hollow/Stuffed: market law (2012), que reproduce una imagen que el artista descubrió en un periódico, donde se informaba de que el Ejército había encontrado un submarino utilizado por los narcos para transportar cocaína desde Sudamérica. Fascinado por la imagen, Ortega creó un submarino artesanal compuesto de numerosas bolsas de plástico biodegradables llenas de sal que cuelga del techo por medio de cables.

A primera vista, el trabajo parece ser un objeto monolítico e imponente. Pero mirándolo más de cerca, el espectador descubre que un flujo constante de sal se derrama de la parte posterior del submarino, formando un cúmulo en el suelo.

El submarino, presentado como un objeto que ha sido despojado de sus funciones y está destinado a decaer, dialoga con la historia de la sal entendida como un elemento capaz de modificar y apoyar el sistema económico de un país entero. Con esta obra, Ortega establece un irónico paralelismo entre el mercado de la sal en la época colonial y nuestra actualidad: al igual que la sal una vez constituyó la base del comercio, el tráfico de drogas es hoy una importante fuente de ingresos para muchos países.

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Vista de la exposición Casino, de Damián Ortega, en HangarBicocca, Milán. 2015. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Vista de la exposición Casino, de Damián Ortega, en HangarBicocca, Milán. 2015. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Damián Ortega, Borromeo’s Knots 3 (detalle), 2011. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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Damián Ortega, Pico cansado, 1997. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

Instaladas sobre plintos, un conjunto de pequeñas esculturas parecen evocar la multiplicidad de sistemas carentes de un orden dado, pero en realidad ofrecen una amplia visión de la obra de Damián Ortega. En esta sección de la muestra se presentan esculturas que datan del comienzo de su carrera artística en la década de 1990 hasta sus producciones más recientes, relacionadas con su investigación de los fósiles y la memoria.

Ortega transforma el objeto en un instrumento obsoleto con características antropomórficas. Junto con la transformación de la materia, al artista le fascinan aquellos procesos que conservan elementos -los fósiles, en particular-, las herramientas de trabajo y los sistemas de producción. Sus obras investigan las formas fundamentales de la escultura, su relación con el espacio circundante y los procesos de transformación de la materia.

 

Sobre el artista

Damián Ortega nació en la Ciudad de México en 1967. Cuando tenía 16 años abandonó la escuela y comenzó a experimentar el arte, en gran parte por su cuenta. Entre 1987 y 1992 comenzó a participar en el Taller de los Viernes, un proyecto que se desarrolló a través de una serie de encuentros informales que tenían lugar una vez a la semana en el taller del artista Gabriel Orozco y reunió a un grupo de jóvenes artistas para conversar y tratar de superar el conservadurismo y el aislamiento relativo que el arte mexicano experimentó durante ese período. Otros participantes de Talleres de los Viernes fueron Abraham Cruzvillegas, Gabriel Kuri y Dr. Lakra.

Durante el mismo período, el artista, influido por el trabajo intensamente politizado de muralistas de la década de 1920 como Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros, comenzó a trabajar como dibujante satírico para diferentes revistas y periódicos mexicanos, como La Jornada (uno de los periódicos principales de la Ciudad de México).

Ortega vio cómo el espíritu de los muralistas y del arte político mexicano cobraban vida en estas publicaciones. «Era mi deseo de ser un muralista, como los pintores famosos de México (…) El mural entra en el formato de la caricatura, la impresión». El humor y la ironía se encuentran entre los elementos más evidentes de la producción artística de Ortega, y se desarrollan dentro de una comparación irreverente entre juegos de palabras y dobles sentidos.

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Damián Ortega. Foto: Agostino Osio. Cortesía: Fondazione HangarBicocca, Milán

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