LA BELLEZA SALVARÁ AL MUNDO. RIRKRIT TIRAVANIJA EN LA 56ª BIENAL DE VENECIA

“La belleza salvará al mundo”, postuló Dostoievski expresando así una gran esperanza. Una esperanza en el futuro, en la posibilidad de una integridad ética libre del precepto y el axioma. Tal ideal, que es quizás la convicción en el poder del arte, en su capacidad de transfigurar la realidad, parece no haber perdido su validez. Quizás en este sentido pueda ser entendida la participación de Rirkrit Tiravanija (Buenos Aires, 1961) en la 56ª Bienal de Venecia.

Las prácticas artísticas de Tiravanija se caracterizan por una forma de producción cuyo fundamento es la interacción humana en su contexto social. Desde los años noventa del siglo XX el artista tailandés desarrolla consecuentemente esta noción produciendo situaciones en las que los espectadores en libre interacción activan la obra. Una de sus series más conocidas, iniciada en la galería neoyorquina Paula Allen en 1990, consiste en el simple hecho de cocinar para los visitantes de la muestra. No se trata de un performance colectivo, sino de una interacción humana como acto estético, una idea que puede ser asociada con el concepto de la plástica social de Joseph Beuys.

Rirkrit Tiravanija, Untitled 2015 (14,086 unfired), 2015, ladrillos de barro, sellos de madera, herramientas. Dimensiones variables. 56° Esposizione Internazionale d’Arte – la Biennale di Venezia, All the World’s Futures. Foto: Alessandra Chemollo. Cortesía: la Biennale di Venezia

Rirkrit Tiravanija, Untitled 2015 (14,086 unfired), 2015, ladrillos de barro, sellos de madera, herramientas. Dimensiones variables. 56° Esposizione Internazionale d’Arte – la Biennale di Venezia, All the World’s Futures. Foto: Alessandra Chemollo. Cortesía: la Biennale di Venezia

La activación del público en el contexto estético presupone necesariamente un convencimiento en el ente social y en la circunstancialidad histórica de su existencia cuya condición básica es la posibilidad de participar, de decidir, de ser. En este sentido, la obra de Tiravanija inaugura posibilidades de participación cuya magnitud envuelve no sólo el campo estético, sino también esferas de acción ética y política. Los trabajos que el artista presenta en la bienal ponen en evidencia tales componentes de la estética relacional. Se trata de dos series basadas en diferentes formas de participación: por un lado sus Demonstration Drawings, un proyecto que el artista viene desarrollando desde la década pasada y que hace referencia directa a las protestas y manifestaciones públicas en el clima político contemporáneo; y por otro lado Untitled 2015 (14,086 unfired).

El primero consiste en una serie de dibujos foto-realistas a lápiz que reproducen manifestaciones públicas documentadas en la prensa (en la muestra se exhiben aproximadamente 200 dibujos en pequeño formato). Además de comisionar los dibujos a artistas tailandeses emergentes –proveyéndoles así de trabajo–, Tiravanija observa que la utilidad producida por la serie en el contexto del mercado del arte regrese a Tailandia en forma de donación a la fundación The Land, un espacio abierto, cultivable, exento de propiedad, y de libre acceso para todos, que se define como laboratorio auto-sostenible desarrollado por la comunidad artística.

Rirkrit Tiravanija, Demonstration Drawings, 2007-2009-2015, grafito sobre papel, marcos en MDF. Dimensiones variables. 56 Esposizione Internazionale d’Arte – la Biennale di Venezia, All the World’s Futures. Foto: Alessandra Chemollo

Rirkrit Tiravanija, Demonstration Drawings, 2007-2009-2015, grafito sobre papel, marcos en MDF. Dimensiones variables. 56 Esposizione Internazionale d’Arte – la Biennale di Venezia, All the World’s Futures. Foto: Alessandra Chemollo

Untitled 2015 (14,086 unfired) es una instalación cuya raison d’être es la producción de un ladrillo en el cual se haya acuñado en caracteres chinos el eslogan de la revolución de 1968: Ne Travaillez Jamais (No trabaje nunca). El trabajo surge originariamente en el contexto de una exposición en Pekín unos años atrás. Tiravanija, observando la producción del ladrillo en su contexto real, decide apropiase del objeto transformando su existencia: el material de construcción se cosifica en su negación. Como artefacto estético en el marco de la institución del arte el ladrillo señala contradicciones en las estructuras sociales contemporáneas, recordando los derechos de los trabajadores. Una consideración expresa no sólo en el eslogan que cada ladrillo lleva consigo, sino también en la dimensión participativa del proyecto que se resume de la siguiente manera, como indica un letrero en la instalación: “Si usted dona 10 euros o más se puede quedar con un ladrillo. Al final de la exposición todas las donaciones serán transferidas a ISCOS, una organización sin fines de lucro (ONG) reconocida por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Italia. Desde 2008 ISCOS realiza actividades en apoyo a organizaciones chinas que trabajan en el ámbito de los derechos de los trabajadores».

Rirkrit Tiravanija, Untitled 2015 (14086 unfired), 2015, ladrillos de barro, sellos de madera, herramientas. Dimensiones variables. 56° Esposizione Internazionale d’Arte – la Biennale di Venezia, All the World’s Futures. Foto: Alex John Beck para Artsy

Rirkrit Tiravanija, Untitled 2015 (14,086 unfired), 2015, ladrillos de barro, sellos de madera, herramientas. Dimensiones variables. 56° Esposizione Internazionale d’Arte – la Biennale di Venezia, All the World’s Futures. Foto: Alessandra Chemollo. Cortesía: la Biennale di Venezia

Si bien el eslogan político del ladrillo pasa desadvertido para quien no habla chino, la dimensión participativa del trabajo resulta evidente. En este punto, el gesto estético enlaza en el libre acto de participar estética, ética y política. Sin postular un programa político ni preconizar un modelo social específico, la obra inaugura la posibilidad de decidir, de ser parte de una idea que, en último término, es tan solo una esperanza: el convencimiento en un futuro mejor en cual puede participar cualquiera.