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Jeremy Deller:el Ideal Infinitamente Variable de lo Popular

El CA2M (Centro de Arte Dos de Mayo) en Madrid presenta El ideal infinitamente variable de lo popular, de Jeremy Deller (Londres, 1966), la primera exposición del artista británico en España, que reúne tanto su obra más temprana como reciente. Una selección de fotografías, instalaciones, videos y posters componen esta muestra comisariada por Amanda de la Garza y Cuauhtémoc Medina, en la que destacan los diversos intereses del artista -el circuito del arte, la cultura popular británica y la cultura obrera en Inglaterra-, mientras se van reconstruyendo los diversos caminos que ha tomado su obra.

El artista presenta una reflexión sobre la cultura inglesa y sus contradicciones históricas y políticas en el marco de una sociedad capitalista post-industrial y multicultural. Un aspecto importante de la obra de Deller es la pregunta respecto a las posibilidades e imposibilidades de lo común, así como cuál es el papel del arte en la configuración de estos escenarios y colectividades.

Jeremy Deller, vista de la exposición «El ideal infinitamente variable de lo popular», en el CA2M, Madrid, 2015. Foto: Andrés Arranz. Cortesía: CA2M

La exposición está articulada a partir de tres núcleos temáticos: They fucked you… (Ellos te joden…), una pequeña selección de su obra temprana; Miner’s stories (Historias de minero); y An artist of the people (Un artista del pueblo). Su aproximación hacia lo popular, y por otro lado, hacia la cultura pop de los años 90, está atravesada por el humor. La cultura popular inglesa es representada a partir de sus estereotipos, como una manera de invertir este mismo signo. Deller se apropia de símbolos, iconos, objetos y modos de circulación de la cultura popular, de tal suerte que su introducción en el circuito del arte aparece como un intento de borrar la separación entra baja y alta cultura, o bien de una contaminación mutua entre ambas estéticas y modos de circulación.

Otra de las vertientes de su trabajo, que subyace en la exposición, se liga al tema de la historia como problema. A partir de la recreación de situaciones relacionadas con eventos históricos, el artista indaga sobre la relación entre arte, memoria e historia, como se hace evidente en piezas icónicas como The Battle of Orgreave (2001), o bien, a través del rescate de personajes que encarnan desplazamientos culturales, tales como So many ways to hurt you (The life and times of Adrian Street) (2010), pieza en la que retrata la vida de un luchador profesional travesti que proviene de una familia de mineros de carbón.

Sacrilegio, la instalación inflable más grande del mundo

También como parte de la muestra, se exhibirá entre el 24 y 27 de abril en el Parque del Soto (Móstoles) Sacrilege (Sacrilegio), una réplica a escala real del monumento megalítico Stonehenge realizada como “castillo inflable”, en la que el público de todas las edades está invitado a saltar y divertirse, de manera gratuita.

Se trata de la estructura inflable más grande del mundo, con más de mil metros cuadrados de superficie, y que fue creada para los Juegos Olímpicos del 2012 en Londres. Hasta la fecha ha sido presentada en diversas ciudades del mundo.

El proyecto, co-organizado con el British Council, reflexiona sobre un monumento que desde su creación, hace 4.000 años, ha tenido un uso público como obra de arte. Jeremy Deller propone tomar conciencia sobre la inmersión de la sociedad en una cultura del espectáculo, sin renunciar con ello a que la obra sea una experiencia divertida, intensa y emocionante: el arte para el disfrute de todos.

Jeremy Deller ganó el Premio Turner Prize in 2004. Tras su paso por el CA2M, la muestra podrá verse a lo largo de 2015 y 2016 en MUAC Museo Universitario Arte Contemporáneo, México D.F, y en Fundación PROA, Buenos Aires.

Jeremy Deller, Acid Brass en vivo en Lovebox/ Acid Brass Live at Lovebox, 1997, William Fairey Band en el aeropuerto de Manchester. Fotografía: Jeremy Deller.Cortesía del artista

Jeremy Deller: El ideal infinitamente variable de lo popular

Por Cuauhtémoc Medina y Amanda de la Garza

Jeremy Deller (Londres, 1966) es un artista que se pregunta por las paradojas de la cultura popular, en particular de la cultura británica en el marco de una sociedad post-industrial. Estas paradojas no son solamente algo que existe en las manifestaciones vernáculas, en el folclore, o en el espectáculo sino que es algo que puede ser propiciado desde el arte. El arte es capaz de producir escenarios, vivencias, momentos de colectividad, donde las paradojas, los reco-vecos, las fisuras no se resuelven sino que se vuelven productivas. Desde la década de los 90 ha generado una serie de prácticas y acontecimientos en los que están operando los diversos deseos y tensiones sociales, así como las diferentes representaciones existentes en torno a la identidad, la historia y la comunidad.

Jeremy Deller ha desarrollado en su obra una singular forma de arte público, o como diría Dawn Ades, tiene un interés en la vida pública de Gran Bretaña más que en el arte público. Se aleja de aquellas prácticas artísticas que buscan producir instancias comunitarias bajo las paredes blancas del museo. En su lugar, ha adoptado el espacio público, en sentido amplio, como el lugar desde donde preguntarse por cómo se configuran los signos y símbolos de lo popular, las relaciones entre baja y alta cultura, por la manera en que circula la cultura de masas y la de la clase media, sobre la fluidez de la cultura pop y la música, como vehículo de energías sociales inagotables. La fiesta, el aburrimiento, la no-acción, el extrañamiento y la diferencia social aparecen como medios de producción artística.

La exposición El ideal infinitamente variable de lo popular busca rastrear tres elementos clave en su obra: su forma de distanciarse, a través de gestos artísticos y acciones, del circuito artístico tradicional y del museo, desde un momento temprano de su carrera; la forma en que genera momentos colectivos a través de la creación de situaciones de interacción social, donde lo popular ocurre como ficción y como realidad; y por último, la manera en que el artista toma posición en relación a la historia, por medio del seguimiento de personajes que encarnan cambios o signos históricos, o bien, a partir de la construcción de reactuaciones (reenactments), donde la vida y la historia ocurren una vez más. La exposición, más que establecer una linealidad en su trayectoria, busca conectar modos de operación e intervención en la trama social, medios y temáticas a fin de dar cuenta a la vez de la complejidad y la ductibilidad con la que Deller se aproxima a signos, formas de vida, imágenes y objetos. Ha logrado atajar los fantasmas, las contradicciones, las imágenes de la Gran Bretaña contemporánea, habitada por la extensa sombra de la historia de la industrialización y la des-industrialización británica.

Si la obra de Jeremy Deller se plantea de modo natural como un proceso multiforme de investigación, es porque pertenece a la trama prodigiosa de los observadores, críticos y pensadores de la sociedad industrial. Que una parte decisiva de los relatos e imágenes que Deller explora tengan su punto de convergencia en la música popular es parte de la cosa. Como el mismo artista ha observado en referencia a Judas Priest, «la música, como la industria, está en la sangre -literalmente». Deller ve la música popular, y toda clase de placeres, transgresiones y desviaciones populares, como un registro estratigráfico de las revoluciones subjetivas de la modernidad industrial, que culmina con la depresión del triunfo neoliberal que hace alusión al pathos post-industrial, tan lleno de nostalgia por el hollín del carbón, y que es simbolizado en el muro negro del mural I  Melancholy (1993-1994). Deller tiene una percepción especialmente sutil para detectar las expresiones de la sensibilidad industrial y la forma en que la cultura popular, tanto la de este orden como la espontánea, depende, en gran medida, de las dicotomías de la historia de lo que una multitud de autores designa ya como el período «Antropoceno», para destacar la forma en que la civilización técnica basada en la energía obtenida de los combustibles fósiles ha transformado ya no sólo a la sociedad, sino la existencia en la tierra en todas sus dimensiones.

Jeremy Deller, Yo amo la melancolía—I love Melancholy, pintura negra brillante sobre pintura negra mate. Vista de instalación en el CA2M, 2015. Foto: Andrés Arranz. Cortesía: CA2M

Jeremy Deller, Magia inglesa/ English Magic, 2013, instalación y película. Vista de la instalación en el CA2M. Foto: Andrés Arranz. Cortesía: CA2M

Más que el apego a una serie de procedimientos artísticos, es esa sensibilidad la que define su trabajo como una constante intervención socio-afectiva. Esta sensibilidad le permite localizar el trauma histórico de la sociedad inglesa en torno a la derrota de la huelga de los mineros del carbón en 1984. Representa la huelga con la batalla campal entre la policía antidisturbios y los mineros en Orgreave. Deller la reconstruyó como un gran evento de reactuación en el año 2001 en The Battle of Orgreave (La batalla de Orgreave) y la presentó como aquella forma en que el heroísmo contemporáneo consiste, mayormente, en una evasión y tergiversación estratégica perteneciente a la identidad de la clase trabajadora.

Tanto en obras tempranas como la campaña con el eslogan Brian Epstein Died for You (Brian Epstein murió por ti) de 1994, que atribuía al manager de los Beatles un rol cultural revolucionario paralelo a la invención del pop por Andy Warhol, como en la forma en la que exploró la hechicería del capitalismo tardío -tomando como punto de partida el reciclaje de un todoterreno Range Rover, en English Magic (2013) en el Pabellón del Reino Unido en la Bienal de Venecia de 2013-, Jeremy Deller elabora un complejo cuadro que siempre va más allá de la descripción de una civilización de la mercancía.

Jeremy Deller tiene una particular habilidad para no distraerse en el fetichismo de nuestra civilización y poner acento en la amalgama de ilusión, erotismo y auto-engaño que produce nuestra subjetividad. De ahí, también, la capacidad y gracia con la que desmonta la aparente excentricidad para poner en evidencia la densidad histórica, ya sea al abordar la prodigalidad creativa de un druida artístico como Bruce Lacey, en The Bruce Lacey Experience (El mundo de Bruce Lacey), 2012, o al hacer girar la creatividad estética multifacética del luchador Adrian Street a partir de la necesidad de crear el imaginario más provocador y distante que le fue posible frente a la masculinidad proletaria de su padre, un minero del carbón (So Many Ways To Hurt You. The Life And Times of Adrian Street [Tantas formas de hacerte daño. Vida y obra de Adrian Street], 2010).

La contemporaneidad de Deller es siempre una densidad, como demuestra su diagrama titulado The History of the World (La Historia del mundo), 1997, donde cosas tan aparentemente inconexas como la música de grandes bandas y las acid houses son, en realidad, parte de una alegoría mayor, que no es otra más que la espesura de la cultura producida por la revolución interminable de la modernización. Esta misma tendencia a unir polos improbables está presente cuando transforma un sitio megalítico clave en la identidad británica como Stonehenge en un parque temático inflable a escala natural (Sacrilege [Sacrilegio], 2012), o cuando pide a los operadores de trenes del metro de Londres llevar a la ciudad del subsuelo toda clase de citas de Shakespeare, Pascal o Ionesco en What is the City But the People (¿Qué es la ciudad sino la gente?), 2009. A la obra de Deller se le puede aplicar la doble pasión que el artista mismo ha atribuido al heavy metal de grupos como Judas Priest: ser «al mismo tiempo una re-actuación del proceso industrial y un réquiem por su pérdida».

Lo más notable de esa búsqueda es que no está dominada por compromisos ideológicos, sino que responde de modo más eficaz, en la medida en que no precisa del apego a una metodología. Deller pertenece a la genealogía de los que, como argumentaba Charles Baudelaire hace siglo y medio, no entienden al artista como «siervo» de sus medios, sino como «hombre de mundo» que «aprecia todo lo que pasa en la superficie de nuestra esfera» y tiene la curiosidad como punto de partida. Pero así como Baudelaire enfrentaba, a mediados del siglo XIX, el desafío de una belleza revolucionada constantemente por el «ideal infinitamente variable de la felicidad», Deller registra un mundo de pasiones sociales multiplicadas. El arte no puede pretender superioridad con respecto a ninguna de ellas, tan sólo puede plantearse el hecho de contener y subrayar la energía de la colectividad. A pesar de que muchas de sus obras fundamentales tienen la importancia de la investigación de «lo popular» o la estética de la participación, lo que las define es, sobre todo, su apertura y mundanidad.

Su pasión y capacidad de contagio provienen de constituirse en cada instante como una empresa de investigación por y desde la excitación, lo que de entrada plantea una ganancia política extraordinaria: negarse a ratificar la identificación de la crítica como melancolía, y plantear la reflexión y el goce como tareas en la práctica de la colectividad. En su ambición por ir de la mano de los sueños populares, la obra de Deller es también el atisbo de una variedad de momentos utópicos localizados en la experiencia y en toda clase de prácticas culturales. Bajo esa iluminación, es por demás lógico que su obra aparezca como demanda de una vida más plena, en el sentido (como proclama el anuncio espectacular que hizo para Swansea, Gales) que More Poetry is Needed (Se necesita más poesía), 2012. Gobernada por la ambivalencia de la sociedad industrial, que es a la vez infierno y atisbo del paraíso en la tierra, uno de los méritos de su trabajo estriba en resistir la tentación de aminorar la obra a un mero registro documental.

Jeremy Deller, La historia del mundo /The History of the World, 1997. Diagrama sobre muro. Fotografía: Jeremy Deller.Cortesía del artista

 

Jeremy Deller. El ideal infinitamente variable de lo popular

Curadores: Cuauhtémoc Medina y Amanda de la Garza

Hasta el 7 de junio de 2015

CA2M Centro de Arte Dos de Mayo, Madrid

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