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BICI POP UP: UN LABORATORIO NÓMADE EN LAS CALLES, PROYECTO DE CLAUDIA GONZÁLEZ

El trazado de la ciudad se basa en el ordenamiento y segmentación de las prácticas humanas. Para movernos seguimos la línea punteada de los planos; cada necesidad social e individual tiene su lugar señalizado por la autoridad: zonas de comercio, de trámites legales, de enseñanza, de picnic. La rígida estructura urbana intenta ajustar la heterogénea pulsión humana a patrones de conducta clasificables y por tanto visibles para ser usados en el ejercicio del control. Por si algo se escapa, o intenta traspasar los límites de lo que se establece como dominio exclusivo, ahí están los mecanismos de vigilancia y coerción.

La práctica artística también ha tenido su casillero: museos y galerías, escuelas de arte; y durante el último siglo también el espacio público. Subvertir las coordenadas que designan un espacio y tiempo específicos para el comportamiento y usos del cuerpo y subjetividad en el terreno público ha sido una de las incansables batallas de un buen número de artistas contemporáneos. Pero la ocupación del espacio urbano por acciones de arte, performances, intervenciones también se ha convertido en un protocolo consensuado que inscribe la práctica artística de manera aséptica en el tejido social, sin herirlo, sin impugnarlo, a lo más generando algún prurito sólo en los sectores más conservadores o resistentes a aceptar que el arte contemporáneo ha dejado de responder desde hace mucho tiempo a categorías tradicionales de un antiguo régimen de representación, y que por tanto el espacio público es ya un territorio conquistado, aunque en constante disputa. ¿Desde dónde entonces comprender hoy un arte experimental que salga a la calle?

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Claudia González, Bici Pop Up. Vista de la exposición en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía de la artista

En 1959, John Cage se refería al arte como una “estación experimental del cual se intenta salir vivo” [1]. Casi siguiendo esa sentencia es que Claudia González ha dedicado el último tiempo a desarrollar no sólo piezas y experimentos en los que somete a prueba distintas materialidades, sino que su trabajo también ha consistido en el diseño de espacios que se conviertan en instancias de experimentación abiertos no sólo a artistas sino a cualquiera que esté dispuesto a aprender y compartir conocimientos, a ensayar y equivocarse. Primero, siendo una de las fundadoras de Chimbalab, que remedando el concepto Medialabs que afiebraba los deseos insatisfechos de la escena de las artes mediales en Chile, ofrecía la posibilidad de generar una práctica que vinculara arte, ciencia y tecnología desde las realidades locales, precarias e híbridas que caracterizan a la sociedad chilena. Chimbalab se ubicaba en un barrio designado desde la colonia como periférico y desde el cual se generaron talleres de circuitería, hacking, circuit bending. A los talleres asistían personas que querían aprender o que tenían algunos conocimientos de electrónica básica, artistas, músicos buscando nuevos sonidos a partir del reciclaje de juguetes. Posteriormente, Claudia comenzó a realizar de manera independiente una serie de talleres en distintos contextos, facilitando el trabajo colaborativo entre diseñadores, niños y niñas, artistas, inventores, generando pequeñas piezas que coquetean entre la invención, el bricolaje, y la obra de arte. Piezas que aún hoy son observadas como carentes de “estado civil”, como diría Gabrielle Buffet-Picabia cuando se refería a los “juguetes”: rotorrelieves con motor exhibidos por Duchamp en el 33avo Concurso Lepine de París en 1936 que reunía a pequeños inventores [2]

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Claudia González, Bici Pop Up. Vista de la exposición en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía de la artista

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Claudia González, Bici Pop Up. Vista de la exposición en Galería Metropolitana, Santiago, 2014. Cortesía de la artista

La generación de espacios transfronterizos que se articulan desde la convergencia entre arte y tecnología ha permitido la emergencia de nuevas formas de comprender no sólo la práctica artística, sino también la tecnología misma y sus determinaciones políticas y económicas. Claudia González juega en esa resbaladiza frontera. Su Bici Pop Up es el último de sus proyectos, que consiste en la planificación y diseño de un dispositivo que encarna un laboratorio o taller portátil, con reminiscencias a la tradición popular del carrito de los cartoneros, del carrito de sopaipillas, del buque manicero, o del afilador de cuchillos, y que también nos recuerda la figura errante del circo pobre o del teatro itinerante. Pero en vez de asistir a un espectáculo o adquirir un servicio, Bici Pop Up se despliega como un lugar donde aprender a hacer los trucos y donde compartir los saberes que la dependencia al fetiche tecnológico y su consecuente sumisión a la oferta incansable que la obsolescencia programada dictan, han silenciado. Desde la proposición de desplegar esta Bici Pop Up como un algoritmo de bajo costo, como escenografía para un taller nómada, se pretende reunir a las personas en torno a experiencias de creación no instrumentalizada por conceptos de moda como Industrias Culturales o práctica DIY (cooptada por el manual de cualquier embalaje Ikea, Sodimac, etc), reapropiando la práctica tecnológica casera, el arte fuera del sistema institucional y la estética (la reflexión sobre los sentidos) en su acepción original, no filtrada por el pensamiento racionalista eurocéntrico. La Bici Pop Up como artefacto de reunión, como pieza artística, como espacio de formación, de encuentro y de juego, y todo a la vez; desde su hibridez, fragilidad y dinamismo, desobedece los mandatos que la ciudad sentencia, fundando un nuevo espacio móvil, heterotópico [3] que auspicie nuevas formas de relación social.

Valentina Montero

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[1] Cage, J. (1961). Silence: lectures and writings. Middletown, Conn.: Wesleyan University Press.

[2] Marcadé, B. (2008). Marcel Duchamp: la vida a crédito : biografía. (L. Fólica, Trad.). Buenos Aires: Libros del Zorzal.

[3] Foucault, M. (1999, abril). Espacios otros. (M. Lourdes, Trad.)Versión, 9, 15–26

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N.d.E: Texto escrito para el catálogo de la exposición Vuelta de Rueda, Ciudad H, concepto curatorial de Ignacio Szmulewicz, en Galería Metropolitana, diciembre 2014-enero 2015.

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