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Christian Vinck:Álbum # 4 / Pintura Carive

Fabular es un modo de narrar en el que el mundo se humaniza, se convierte en personaje; es también una forma de “inventar” la historia tiñéndola de los colores y los paisajes propios, impregnándola de esa íntima comprensión que proviene de la experiencia. Tiene siempre algo de juego y persuasión, algo de distracción y de incitación, porque el fabular procede con construcciones antitéticas, en las que las contraposiciones o contradicciones, las paradojas, se resuelven en unas imágenes que son, a la vez, intensas y sutiles, y que por ello mismo son capaces de dar cuenta de la complejidad de lo real, de la naturaleza contrastada de la vida. Pero lo más interesante de la fábula y del fabular es el vínculo indisoluble que tienen con la vida cotidiana, con los lazos sociales y las actitudes de la gente en su existencia diaria. De algún modo, en el fabular se exhiben las tradiciones y creencias, las idiosincrasias y supersticiones de los pueblos, su modo de constituirlos y enfrentarlos, sus modos de componerlos y evadirlos.

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Christian Vinck, Caribe, 2014, 78 x 64 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, Pelota caribe, 2014, 60,5 x 45 cm, óleo sobre tela. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, Manual del Cuatro, 2014, 81 x 66 cm, óleo sobre tela. Cortesía: Carmen Araujo Arte

Christian Vinck fabula con sus obras tanto el ser venezolano como sus expresiones más populares y habituales, y estas “fábulas pictóricas” nos cuentan siempre de un mundo vivido y de un país que se hace de memorias e impresiones, de fragmentos y detalles, desde y en la mirada entrañable que le otorga su expresión propia. Fabula, es decir, convierte los archivos de memoria en relatos, las imágenes en escenas, para transformar a Venezuela, sus tradiciones y sus paisajes, sus colores y densidades lumínicas, en un vasto territorio que se abre y que, como él mismo afirma, es “un delta, donde van pasando varias cosas a la vez”. Y así, lúdicamente, capta no sólo el desdoblamiento social contradictorio que en ciertas circunstancias pareciera inundarnos, sino también muestra algunos de los principios, intereses, valores y relaciones sobre las que se instala nuestra comunidad, más allá de las identidades prefiguradas, en la variedad de sus torrentes y desembocaduras, en la heterogeneidad de modalidades, talantes y costumbres.

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Christian Vinck, Las paredes de Pedro Castillo y otros paisajes incendiarios, 2014, 14,5 x 21 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, Las paredes de Pedro Castillo y otros paisajes incendiarios 10, 14,5 x 21 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

En esta exposición, Álbum # 4/ Pintura Carive, Venezuela se hace fábula a la manera de un delta que se abre en distintas vertientes (en varias historias) que hablan de algunos de los hitos inaugurales de nuestro ser nacional. La primera fábula, Las paredes de Pedro Castillo y paisajes incendiarios, es una crónica visual en la que las gestas independentistas afloran encarnadas en unos paisajes alborotados y estremecidos, unas pinturas antitéticas en las que las batallas se han convertido en escenas lúdicas y fundamentalmente sensuales, y el impulso libertario se ha transformado en abundancia de figuras y colores, en riqueza visual. Christian Vink transforma así un tema épico en un problema existencial, transfigura la grandilocuencia en ejercicio candoroso, y con ello descubre la mudez que se esconde detrás de todo heroísmo: su infancia -su ausencia de discurso- y también su dimensión más viviente, más reconocible. En estas pinturas acontece, entonces, una indistinción entre hombre y territorio, una indeterminación entre artefacto y especie vegetal, que se constituye en una alegoría perfecta de ese mito nacional que nos ha conducido a pensarnos en las puras coordenadas de nuestra territorialidad y su exuberancia.

La segunda fábula, Alfarería prehispánica y piedras ancestrales, está compuesta por un conjunto de acercamientos gráficos y fragmentarios a un pasado inicial, originario, que permanece entre nosotros como tradición, como espacio cotidiano, como uso. Usando lo más propio del lenguaje gráfico, es decir, su potencia para delimitar abstractamente sus temas y objetos, su capacidad para hacer de la imagen un modo del habla, Christian Vinck elabora como presencias ineludibles esas figuras, esos signos de la memoria, esas formas comunes, con el objetivo de plasmar en el que observa –en el interlocutor- su fuerza, su permanencia, su pertinencia, y también de mostrarle como le conciernen, como de alguna manera lo delinean.

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Christian Vinck, Puntas de flechas, piedras y plomo, 2014, 45,5 x 60 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, El éxodo de las reses y las últimas cabezas realengas al sur del país, 2014, 60 x 70,5 cm, óleo sobre tela. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, Esequibo (Las líneas de Schomburgk y otros Lores), 2014, 31 x 25 cm, óleo sobre tela. Cortesía: Carmen Araujo Arte

La tercera fábula, Esequibo (las líneas de Schomburk y otros lares), da cuenta de una historia de pérdidas y olvidos en las imágenes de un territorio que nos es imposible, un territorio trazado, delimitado y cruzado por una línea provisional, convertida en permanente, gracias a la que una buena porción de territorio paso a ser ausencia: puro deseo e imaginación, reclamo y abandono, y en el que se confunde la exploración científica con la apropiación colonial. Esta línea decimonónica y su resultado (el Esequibo) es la marca de un procedimiento político que no sólo delimita lugares sino que se adjudica propiedades; por ello, Vinck realiza una suerte de mapas en los que explora la territorialidad tanto en sus líneas (sus límites) como en sus formas sólidas (sus apropiaciones), mostrando la dualidad inherente a toda operación de dominio.

Por último, en Detalles Bárbaros, el mago de Petare, es el gesto mismo de esa pintura “bárbara”, excesivamente auténtica, la que se retiene y recupera, ese decir propio que hace de la pintura, entre nosotros, más que una expresión o una tradición, un modo de reconocernos e inscribirnos en el mundo. Bárbaro es aquel que se inscribe antes –y después- de los discursos autorizados, sean estos históricos, políticos o culturales, y que gracias a ese excederse tiene la forma ingenua y necesaria para proyectar –y elaborar- un pensamiento teórico empírico: hecho de detalles y acercamientos, de experiencias y miradas, de comparecencias y encuentros.

Cuatro vertientes arropadas por una denominación ambigua –que es simultáneamente un juego de palabras y una alegoría-: el ser “carive”, a medio camino entre un “lugar de expresión” (un cuaderno y un país) y una “forma de vida”, la de aquellos habitantes nómadas y generosos, guerreros e indomables, que aun somos. Álbum # 4/ Pintura Carive es, entonces, algo que se realiza como pregunta, que tiene la forma del proyecto y el porvenir, que tiene que ver con una intensa disposición al cambio (nomadismo), a la transformación y la mudanza. Y es también un “lugar abierto” en el que la memoria o la identidad son un problema de actualización y presencia más que de recuperación y resguardo.

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Christian Vinck, Frag de ídolo, 2014, 70,5 x 60,5 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, Tres idolillos de Jajo, 2014, 71 x 60,5 cm, óleo sobre tela. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, Vasija rana, Los Tamarindos. Estado Aragua, 2014, 70,5 x 60,5 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vink, Detalles Barbaros 1 (el mago de Petare), 2014, 13 x 13 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Christian Vinck, Detalles Barbaros 2 (el mago de Petare), 2014, 13 x 13 cm, óleo sobre lienzo. Cortesía: Carmen Araujo Arte

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Texto escrito por Sandra Pinardi para la exposición Álbum # 4 / Pintura Carive, de Christian Vinck, en Carmen Araujo Arte, Caracas, del 16 de noviembre al 28 de diciembre de 2014

Sandra Pinardi

Doctora en Filosofía de la Universidad Simón Bolívar (2000), es Directora de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Simón Bolívar y profesora de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, Venezuela. Participó en la creación del Instituto Universitario de Estudios Superiores de Artes Plásticas Armando Reverón, del cual también fue Directora. Ha escrito varios libros y capítulos de libros, entre éstos, “Reconstructed Identities in Latin America; Spectacle and Fiction", en “New World Colors” (2014); y "Disposiciones políticas de las artes visuales contemporáneas: Archivos de la violencia”, en “El tránsito vacilante. Miradas sobre la cultura contemporánea venezolana” (2013).

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