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ÁLBUM Nº 3 / PINTURA SUDAKA. CHRISTIAN VINCK EN GALERIA LEME

Pensar en la pintura popular: la vehemencia de su forma, la visceralidad de sus tópicos, lo artesanal de sus perspectivas. O quizá repensar la historia pictórica de nuestra región como un espacio alejado del canon historicista de las escuelas europeas, donde la pintura popular vendría a ser una construcción artística bastarda y la respuesta a una antigua lucha: la conquista y colonización del continente sudamericano.

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Vista de la exposición ÁLBUM Nº 3 / pintura S U D A K A, de Christian Vinck, en Galeria Leme, Sao Paulo. Cortesía: Galería Leme

Puede que lo que aquí llamamos construcción pictórica sea también una manera de establecer independencias que van de lo político a lo afectivo, una expectativa que nos ayude a precisar ciertos aspectos de esta historia que resaltan justamente por su naturaleza sudamericana. Damos cuenta, por ejemplo, de un lenguaje soez que a primera vista no significa mucho pero que en efecto señala una situación revolucionaria. Ciertamente este lenguaje ilustra que la pintura popular no tiene por función exclusiva comunicar o expresar sino imponer un más allá de la pintura que es también la historia y la posición que tomamos frente a ella. No es tampoco un arsenal referencial ni una fuente de materiales, sino un horizonte cuya transgresión designa el área de acción, su definición y una cierta espera de lo posible. Conocidos son sus paisajes, sus iteraciones artísticas y la rendida de cuentas que, de algún modo, se basan en hechos históricos de relativa mediocridad: su anclaje a archivos de memoria cuestionables o “malandros”.

En este sentido, la propuestaes por un lado revisión de la pintura popular y por otro un testimonio personal: el entender la pintura como una inclinación de aprendizaje, o mejor dicho, el pintar como una necesidad. De ahí su etiqueta de álbum pero también lo que podríamos entender por álbum familiar o registro crónico, es decir, una revisita a la historia pictórica desde una historia personalísima donde las memorias y objetos del autor son las claves de su apreciación. En estricto rigor, estamos hablando de un estilo, que bien puede ser único o continental. Siguiendo a Barthes, damos con que la lengua (motor del idioma y su historia) está más acá del arte. El estilo casi más allá: imágenes, elocución, léxico, nacen del cuerpo y del pasado del artista y poco a poco se transforman en los automatismos de su arte. Así, bajo el nombre de estilo, se forma un lenguaje autárquico que se hunde en la mitología personal del autor, donde se instalan todas los grandes temas verbales de su existencia. Pero independiente de su refinamiento, el estilo tiene algo en bruto: es una forma sin objetivo, el producto de un empuje, una intención. Sus referencias se hallan en el nivel de una biología o de un pasado más que de una historia: es la “cosa” del artista, lo que difícilmente es producto de una elección o reflexión sobre la pintura; la “voz” de una carne que funciona al modo de una necesidad.

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Christian Vinck, Cerro de piedra 7, 2014, óleo sobre tela, 34 x 37 cm. Cortesía: Leme

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Christian Vinck, Cerro de piedra 5, 2014, óleo sobre tela, 34,5 x 36,5 cm. Cortesía: Leme

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Christian Vinck, Cerro de piedra 9, 2014, óleo sobre tela, 26,5 x 33,5 cm. Cortesía: Leme

¿Es necesario entonces pasar por la historia oficial de la pintura popular para dar con su lado personal? Sin duda. Tal y como ellas fueron pasadas de Ferdinandov a Reverón (y quizá por añadidura a Bárvaro Rivas) entendemos estos registros como una pintura pura, lo que con el pasar del siglo terminaría por determinar la historia pictórica de Venezuela. Pero quizá sea necesario reformular el punto de partida, considerando que las diferencias históricas entre lo oficial y lo personal promueven el enrarecimiento de su comunicación y por tanto su resultado como puesta en escena.

En definitiva, lo que aquí se plantea es una manera de delimitar el espacio, de dar una aproximación algo oblicua a la práctica pictórica: un modo de hablar sobre el autor, su historia y preocupaciones; un esfuerzo, finalmente, para asir algo que pertenece a la experiencia, no en el nivel de sus reflejos lejanos, sino en el corazón de su emergencia.

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Texto escrito por Juan Yolin para la muestra ÁLBUM Nº 3 / pintura S U D A K A, de Christian Vinck, en Galeria Leme, su primera exposición en Sao Paulo. Hasta el 6 de diciembre de 2014

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Christian Vinck, Torre de discos, 2014, óleo sobre tela, 82 x 70 cm. Cortesía: Leme

Sobre la muestra

A través de diversos enfoques sobre la pintura sudamericana, el artista desmonta y revisita ciertas ideas preconcebidas sobre la pintura popular de nuestro continente, jugando con las reglas de su composición y proponiendo una revisión personal e histórica de su configuración. Pensar en la pintura de nuestro continente, no en su origen, sino en su relectura, es una tarea que apunta directamente a problematizar la historia del territorio en el que vivimos. Los desplazamientos de la pintura popular, a ratos próximos al primitivismo y la visceralidad de sus temas, terminan invariablemente por convertirse en un negocio de carácter personal. Así, se construye una colección que reúne grandes y pequeñas historias, o un inventario que remite a las profundas narrativas que se cruzan. Estos aspectos son clave para la exposición de Christian Vinck.

Entre las obras expuestas están la serie Piedra y Cerro, una revisión integral de Sierra Huelén en Santa Lucía, Chile, un conjunto de paisajes metafóricos del punto cero de Santiago, que viajan en el tiempo a través de diferentes archivos visuales vez que representan una investigación sobre las utopías de las construcciones hispánicas, destinadas a ser el mayor aparato de defensa contra los pueblos nativos que poblaron el territorio de la capital del país.

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Christian Vinck, Trazo Nativo (melancolía austral), 2014, óleo sobre tela. Cortesía: Leme

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Christian Vinck, Piso Venezolano, 2014, óleo sobre tela (tríptico: 79 x 63,5 cm cada uno). Cortesía: Leme

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Christian Vinck, Tinaja L. de M. la Guayra. siglo XVIII (de la serie Alfarería Venezolana), 2014, óleo sobre tela, 99 x 90 cm. Cortesía: Leme

Siguiendo la línea de la serie anterior está Trazos Nativos (La melancolia austral), una serie de pinturas basadas en diseños indígenas del sur de Chile, especialmente el arte del pueblo mapuche. Estas obras revelan, a través de una investigación de patrones y ciertos aspectos culturales de Chile, la idiosincrasia que generalmente determina la melancolía chilena, presente en su gente y que ilustra el imaginario de la vanguardia andina.

De regreso a Venezuela, lugar de nacimiento del artista, a su pasado reciente, Vinck presenta la serie Pisos de Casa Venezolana, un tríptico con detalles de los pisos de su casa en Maracaibo o imágenes que evocan su lugar, su lengua, como un espacio en el que vive y que vive en él.

Otras obras inspiradas en Venezuela son las pinturas Alfarería Venezolana, que centran su tema de representación en la cerámica española introducida en Venezuela y que fue evolucionando hasta convertirse en un producto arraigado en la cultura de su pueblo: un trabajo de manos, tierra y fuego.

Por último, las obras de Guston revisitado, catálogo en blanco y negro es una colección de reproducciones de obras del pintor estadounidense Philip Guston que representa más claramente la tensión académica y pictórica que se genera entre las corrientes norteamericanas y sudamericanas.

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Christian Vinck, Guston revisitado, catálogo blanco y negro 9, 2014, óleo sobre tela, 26,5 x 20 cm. Cortesía: Leme

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Christian Vinck, Guston revisitado, catálogo blanco y negro 11, 2014, óleo sobre tela, 26,5 x 20 cm. Cortesía: Leme

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