VISITA GUIADA: JOSÉ AGURTO
José Agurto (Concepción, Chile, 1982), artista visual formado en arquitectura, relata aquí en primera persona los aspectos formales y conceptuales que atraviesan su reciente muestra en Taller Bloc, La decepción en casi todas las cosas, en donde las distintas piezas fotográficas, objetuales e instalaciones crearon una atmósfera oscura, lúgubre, basada en especulaciones temporales, reales e imaginarias, sobre el devenir de la desilusión.
Sobre el título de la muestra: La decepción de casi todas las cosas
Creo que en una primera lectura este título posee una evidente carga negativa, bastante profunda por lo demás, pero en paralelo es también una frase que juega con las posibilidades e ilusiones, una mínima posibilidad en este caso, como cuando te entierras una pequeña espina o astilla en tu dedo, te paraliza por completo y el sitio afectado se hace muy presente, se vuelve preponderante; eso es lo que sucede con esta frase: esa pequeña posibilidad de incisión es la que brilla, porque si estuviera decepcionado de todas las cosas esta muestra no tendría sentido.
En un sentido más formal, el intento de este encabezado es cuestionar si el término ilusión puede seguir latente o conservar vida, si las aspiraciones y deseos aún tienen un sitio para existir o están lamentablemente destinados a perecer. Bajo esta mirada es donde el término ilusión adquiere una doble lectura, ya que entra en conflicto con la obra. Desde mi punto de vista, las estrategias visuales son también trucos o engaños estéticos a nuestros sentidos. No se trata de efectismos o pirotecnias, sino de un truco simple y básico, pero bien ejecutado. Lo importante es no delatarlo, no quedar en evidencia. En fin, es un truco sencillo, y está mediado por una supuesta idea pesimista, eso desde ya es una estrategia de ilusionismo.
Sobre el deseo, la ilusión y la esperanza y cómo podemos construir estados de bienestar
Cuando me enfrento a una exposición sin un tema específico, no intento escarbar en búsqueda de ello; más bien, parto de situaciones cotidianas que me suceden o han sucedido y sobre las que me parece necesario reflexionar. En eso influye mucho el estado anímico, pero también los factores externos. Es un proceso bastante transparente en ese sentido. En este caso, queda en evidencia que me he tropezado con algunas piedras en el camino (de ahí también la roca en el afiche promocional de la muestra), pero no se trata de visualizar un pesimismo o un atentado contra el bienestar, más bien es ver el otro lado de estas situaciones, otra lectura, efímera quizás, de un ambiente desesperanzador o sombrío. Tengo bastante claro y sé que “hasta una piedra tiene sentimientos”, y desde ahí es de donde prefiero comenzar. Un ejemplo concreto de lo que comento es la obra en la cual aparece la imagen fotográfica de una calavera, la cual responde al imaginario de muerte, pero sobre ella existen distintos escritos a mano alzada, los cuales la decoran a la manera de tatuajes (además de aros colgantes). Estos escritos son citas a diferentes canciones románticas o que cuestionan el amor. Ahí se produce el conflicto.
Sobre la atmósfera oscura como reacción racional a la decepción, o como resolución formal instintiva
Una de mis principales preocupaciones es la luz. Desde ahí he experimentado en el desplazamiento a partir una situación lumínica concreta, hasta una luminiscencia retórica. En el caso de esta muestra, la decisión fue generar un ambiente lúgubre, como uno más de esos desplazamientos, como una de las tantas posibilidades.“Lúgubre”, pero puesto en tensión por medio del juego o la ironía, lo cual le resta un tanto esa carga oscura.
En un principio, es evidente que es lo instintivo o emocional lo que me guía, junto a la extrañeza que esto conlleva. Cuando la obra comienza a emerger hay criterios formales que los ejecuto totalmente consciente: la distribución, el orden, proporciones y colocación de las piezas, los guiños, todo esto bajo un intento de rendimiento visual. A veces creo que la apatía se presenta quizás de una forma global en mi obra, dada por la frigidez de los materiales, los motivos lúgubres, las tonalidades monocromas y el montaje por lo general mínimo, los cuales son parte de esta ilusión fría o pesimista, pero también existe una segunda lectura de todo esto, un poco menos evidente, que intenta derrotar aquello, ya que la apatía vuelve hermética la obra e imposibilita las diversas lecturas.
Sobre el simbolismo de cuchillos, navajas, calaveras, barajas y cristalería
Antes de comenzar una obra me armo de una paleta de materiales, objetos e imágenes; las voy recolectando y guardando, es un ejercicio cotidiano, no es que cualquier elemento me sirva, ya que tengo la posibilidad de escoger y de filtrar. La totalidad de estos elementos poseen un factor en común o una situación vinculante en su construcción poética: todos ellos responden a una luminiscencia física. Un cuchillo brilla pasivo en su filo, pero también puede ser utilizado en una práctica violenta; la superposición de cristales se plantea como analogía a una emergente construcción arquitectónica, pero que es frágil y efímera a la vez. En este sentido, es importante denotar el momento en el cual todas estas piezas se presentan en un montaje; es ahí cuando se activan. En mi caso, existe un intento de llevarlas a una especie de límite, uno de los tantos límites que pueden existir. Muchas veces en este proceso estas piezas pierden totalmente su función, se vacían y caen en fragilidad… algunos límites son bastante frágiles. Quizás en un sentido más general mi obra puede aparentar rastros de soberbia o violencia, pero estos se equilibran con la sutileza de su posición, con la limpieza y suavidad de las superficies. Mientras más información posee el asunto, más libre e irónica puede resultar la respuesta. Gran parte de estos elementos posee una carga evidente, muchos de ellos son simbolismos, por lo tanto intento desarrollar una estrategia que pueda vulnerar ese peso.
Sobre la luz y sus manifestaciones: el encandilamiento, el neón, los claroscuros, los brillos y reflejos, su ausencia
No sé si estoy en un plano tan concreto o avanzado como para poder hablar sobre la luz, pero sí puedo decir que he experimentado desde ahí, he buscado desplazamientos lumínicos. En esta última muestra ya no hay neones o fluorescentes, sino que es una estrategia más poética de ello, una oscuridad romántica, con cupidos, frases, citas de cine y música, una violencia pasiva.
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