MARTA MINUJÍN: COMUNICANDO CON TIERRA – 1976
Por Chus Martínez
Llamamos información a aquello que de un modo directo o indirecto contribuye a resolver una incertidumbre. Un mensaje es información, pero también un evento lo es. Descubrir de qué modo un evento no es sino un ejercicio comunicativo entre individuos, objetos y tiempo es un ejercicio complejo y fascinante en el que se sumerge la totalidad de la obra de la artista Marta Minujín.
Informar no es sino dar forma, concebir un modo de instruir nuestra mente para generar imágenes, códigos, mensajes. Informar significa moldear y para ello se necesita entender las diferentes dinámicas que ponen en contacto materiales, orgánicos e inorgánicos, espacios, presentes, lejanos o ficticios y el tiempo, pasado, presente y futuro.
Entender el concepto de información significa, por tanto, lograr una técnica que ponga en relación imagen, volumen, materia, espacio y tiempo. La información es arte, es decir, una facultad adquirida gracias al desarrollo de una técnica y a una precisa inteligencia sobre la interacción entre muchos modos de generar conocimiento.
La artista Marta Minujín ha explorado como nadie este terreno y lo ha hecho poniendo en escena una coreografía increíblemente elocuente en la que los materiales analógicos, las diversas formas de tecnología y los materiales orgánicos se cuentan entre ellos una historia sobre la génesis y el futuro de la información.
El proyecto que se presenta actualmente en la galería Henrique Faría | Buenos Aires data de 1976. En el espacio se ve un nido de hornero. El hornero es un pájaro que se distingue de otras especies por su peculiar nido en forma de horno de barro. Un nido paradigma, o, por así decirlo, el nido perfecto. La acción a la que corresponde este nido tuvo lugar en un lugar mítico, Machu Picchu, en Perú. Allí, Marta Minujín con autorización de las autoridades y con la ayuda de asistentes recogió 30 kilos de tierra, de lugares estratégicos, “cargados” de energía (información).
A su regreso a Buenos Aires realiza una muestra en el CAyC y exhibe la tierra de dos modos distintos. El espacio lo ocupan 25 bolsas de plástico de un kilo cada una y un nido de hornero realizado con los cinco kilos restantes mezclados con tierra local. Tras la muestra, Minujín envía esas bolsas a distintos artistas deLatinoamérica y marca esos envíos en un mapa realizado en papel vegetal.
La idea es que esa tierra, especial y captada en un punto geográfico e histórico tan emblemático, fuese esparcida en cada uno de los distintos lugares y, a su vez, otro kilo de tierra regresase para reemplazar la tierra sustraída.
De la ceremonia de restitución no han quedado imágenes pero en la muestra pueden verse tres videos que documentan tres momentos muy distintos de aludir al paso del tiempo: Marta cubierta de tierra o Marta cubierta de máscaras, que cuentan la historia de la transformación histórica pero también identitaria de un continente desde su pasado pre-colonial hasta el momento. La distintas acciones que se ven en los videos son modos de crear formas y eventosb(bien sea con la tierra o con máscaras) “informativos” sobre las múltiples metamorfosisde un continente.
En el centro de esta obra de Marta Minujín está el deseo y la capacidad infinita de querer producir estrategias que nos ayuden a generar formas de emisión. La tierra del Machu Picchu es una suerte de substancia «caja negra». En ella se contiene historia, información, lugar, acontecimiento, testimonio, código, energía, identidad y así hasta generar una lista infinita de propiedades que pueden llegar hasta nosotros tal y como lo imagina esta artista.
La tierra-energía se convierte de este modo en tierra-archivo. Un archivo capaz de emitir desde ese rincón del planeta a casi cualquier otro rincón del planeta e indica que es capaz de potenciar una gran imagen mental de la expansión geográfica, geopolítica y emocional de todos aquellos que se sitúen frente a ese nido, frente a esa tierra.
A toda la tierra del Machu Picchu le corresponde un contramundo, su contrario, toda la tierra que da forma y dota de suelo al continente. No es ni la primera ni la última vez que la artista se embarca en el ejercicio tan complejo y hoy tan contemporáneo de intentar entender la simultaneidad.
La infinita distancia entre el remoto pasado y el tiempo presente condensada en ese ejercicio de juntar materiales, de hacernos presentes frente a la tierra y a todo lo que significa. La obra da testimonio también del siempre elocuente interés de esta artista por señalar acontecimientos artísticos que tienen lugar fuera de los grandes centros y de encontrar así una forma de“informar” sobre ello.
Marta Minujín: Comunicando con Tierra – 1976
Henrique Faría | Buenos Aires
Hasta el 17 de junio de 2014
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