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Ernesto Neto:el Cuerpo Que me Lleva

El Museo Guggenheim Bilbao presenta Ernesto Neto: El cuerpo que me lleva, una retrospectiva dedicada a la obra de Ernesto Neto (Río de Janeiro, 1964), uno de los artistas más sobresalientes de Brasil. La exposición reúne una selección de más de cincuenta obras creadas desde los noventa hasta la actualidad, algunas de las cuales se han reconfigurado específicamente para adaptarse al espacio arquitectónico del museo. Otras han sido creadas expresamente por el artista para su exhibición en Bilbao.

A lo largo de cerca de treinta años de producción, Neto ha acumulado un inmenso inventario de trabajos, desde delicados dibujos hasta instalaciones de grandes dimensiones. Son obras creadas para atravesarlas, habitarlas, sentirlas e incluso olerlas, con la intención de que el espectador pueda interactuar con ellas, experimentando su propio cuerpo y sus sentidos, sin perder de vista que, al mismo tiempo, son, como el cuerpo humano, frágiles y delicadas. Para Neto, una exposición es un lugar para la poesía: «Todo el tiempo recibimos información, pero quiero que aquí se deje de pensar. Refugiarse en el arte. Pienso que no pensar es bueno, es respirar directamente de la vida».

Concebida en estrecha colaboración con el artista brasileño, las formas onduladas y orgánicas de la arquitectura de Frank Gehry se funden estrechamente con un trabajo en el que subyace, de forma permanente, el concepto de “naturaleza como maestra del arte”. «Es de la naturaleza de la que aprendemos, no cabe ninguna duda al respecto. En ella se encuentra y se resume todo. Estoy seguro de que algún día viviremos en plena armonía con el mundo natural», afirma Ernesto Neto.

El artista también aborda el cuerpo desde su dimensión sensorial (el cuerpo individual) y política (el cuerpo político). Platón desechaba la existencia del cuerpo como si la mente perteneciera a un plano superior. Para Neto, es el cuerpo el que “nos lleva”, y la mente es una parte de él que le sirve, como lo hace cualquier otro miembro. También hay un cuerpo cultural, un cuerpo político que igualmente “nos lleva”. El título de la muestra se halla en la interfaz que media en las relaciones del interior y el exterior. Es un mediador.

Dividida en seis secciones, la muestra introduce al espectador en algunas zonas de inestabilidad, para regalarle después momentos de sosiego y de reconciliación consigo mismo.

 

Ernesto Neto, Cielo bosque (Céu Floresta), 2013, ul, tubo y media de poliamida, especias y gravilla, 425 x 1721 x 1710 cm (aprox). Colección del artistaVista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, Cielo bosque (Céu Floresta), 2013, ul, tubo y media de poliamida, especias y gravilla, 425 x 1721 x 1710 cm (aprox). Colección del artistaVista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

 

¿Por qué vas de nuevo a Roma? (Por que vôes está indo denovo para Roma?)

El recorrido por este entorno mágico se inicia en el Atrio, de cuyo techo, a 55 metros, cuelga la instalación de 2006 El cuerpo que cae [Le corps] femenino (de Leviatán Thot) [O corpo que cai (Le corps) fêmea (de Léviathan Thot)], inspirada en la apropiación que Thomas Hobbes realiza de la figura del Leviatán, el temible monstruo marino descrito en el Libro de Job como el “rey de las bestias más feroces”. Esta gigantesca escultura se compone de un gran cuerpo colgante y estirado que levita y envuelve al visitante con sus miembros, largos y suaves, que caen pesadamente. Para Ernesto Neto, esta bestia representa a la sociedad en la que todos nos encontramos y nos recuerda la fuerza de la gravedad que nos ancla a la tierra.

Para esta muestra se ha seleccionado la parte “femenina” de la instalación original que Ernesto Neto realizó en 2006 para el Panteón de París, un edificio que se erigió como símbolo del poder del rey y de la monarquía y que, tras la Revolución Francesa, se convirtió en un monumento a la ideología humanista. Fabricada en tejido de poliamida cosido y relleno de arena y de bolas de polipropileno, simulando la voluptuosidad blanda y orgánica de un cuerpo humano con bultos, orificios y masas caídas, esta obra sensual, suave y transitoria como el propio cuerpo, está cargada de dualidades y connotaciones: pesadez-ligereza; masculino-femenino; movimiento-quietud; interior-exterior.

Bajo esta escultura se encuentra la instalación Mirando al cielo (Olhando o céu, 2013), que consta de una serie de hamacas, a modo de carros móviles, que permiten al visitante tumbarse y desplazarse con los pies por el Atrio observando tanto la arquitectura del museo como la enorme escultura El cuerpo que cae [Le corps] femenino (de Leviatán Thot), que pende sobre sus cabezas. Estas hamacas móviles incorporan binoculares así como unos compartimentos con especias, exhortando al visitante a observar, respirar hondo, vaciar la mente y disfrutar con todos los sentidos.

 

Ernesto Neto, La vida es un cuerpo del que formamos parte (Life Is A Body We Are Part of-A vida é um corpo do qual fazemos parte), 2012, ganchillo y bolas de polipropileno, 780 x 786 x 1.486 cm. Colección del artista. Vista de la instalación: Espace Louis Vuitton Tokyo, Tokio. Foto: © Louis Vuitton/ Jérémie Souteyr © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, La vida es un cuerpo del que formamos parte (Life Is A Body We Are Part of-A vida é um corpo do qual fazemos parte), 2012, ganchillo y bolas de polipropileno, 780 x 786 x 1.486 cm. Colección del artista. Vista de la instalación: Espace Louis Vuitton Tokyo, Tokio. Foto: © Louis Vuitton/ Jérémie Souteyr © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

 

Así es la vida (É a vida)

La vida es un cuerpo del que formamos parte (Life is a body we are part of—A vida é un corpo do qual fazemos parte, 2012) domina una las grandes galerías curvilíneas del edificio de Frank Gehry. Esta obra consta de dos partes, una masculina y una femenina, el corredor y la plataforma, y trata sobre la fecundación, sobre el mismísimo comienzo de la vida. Con forma de dragón suspendido del techo y realizada con la técnica del ganchillo, esta pieza genera en el visitante una cierta sensación de vértigo, cuestionando la estabilidad que damos por sentada o, como el mismo artista expresa, «invitándonos a tomar un descanso de la velocidad, del exceso de información y la complejidad de la vida actual».

La expresión “así es la vida” que encabeza la sección, podría interpretarse como un síntoma de resignación ante las dificultades. Sin embargo, para el artista, es una vibrante afirmación y una poética invitación a vivir con todos los sentidos.

 

Ernesto Neto, Labios de piedra, tetas de pimienta, amor de clavo, rana de niebla (Stone Lips, Pepper Tits, Clove Love, Fog Frog), 2008, tul, media, tejido y tubo de poliamida, madera, pimienta negra, clavo y piedras, 4,90 m x 6,64 m x 9,60 m/12,50 m x 25,72 m (techo). Cortesía del artista, Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, y Galeria Fortes Vilaça, São Paulo. Vista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, Labios de piedra, tetas de pimienta, amor de clavo, rana de niebla (Stone Lips, Pepper Tits, Clove Love, Fog Frog), 2008, tul, media, tejido y tubo de poliamida, madera, pimienta negra, clavo y piedras, 4,90 m x 6,64 m x 9,60 m/12,50 m x 25,72 m (techo). Cortesía del artista, Tanya Bonakdar Gallery, Nueva York, y Galeria Fortes Vilaça, São Paulo. Vista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

 

La casa de los sueños (Oca de sonhos)

En tupí guaraní, una de las muchas lenguas amerindias que se hablan en el área de Río de Janeiro y alrededores, el término “oca” designa una vivienda comunal, construida colectivamente y empleada por uno o varios grupos familiares. «Oca» también significa, en algunos casos, un lugar para la reunión y la convivencia de toda la tribu donde se celebran rituales y se comparte el legado ancestral: una casa de conocimientos. De este modo, el tejado de la oca sustituye y complementa el firmamento, el cielo natural que todo lo cubre. El propósito de Ernesto Neto al crear esta sección llamada La casa de los sueños es mostrar el concepto de arquitectura cosmológica que inunda todo su trabajo artístico desde los inicios.

Como si se tratara del cuerpo gigante de algún reptil prehistórico, la amenazante construcción Labios de piedra, tetas de pimienta, amor de clavo, rana de niebla (Stone Lips, Pepper Tits, Clove Love, Fog Frog, 2008), da la bienvenida al visitante al comienzo de las salas clásicas. Una inmensa piel de tejido de poliamida recubre, a modo de cúpula, un soporte estructural de madera que se alza desde el suelo, como si fuera el enorme cascarón de un reptil. El propio Ernesto Neto denomina este y otros trabajos en los que manifiesta su fascinación por dos especies que han dominado la vida en la tierra, los dinosaurios y los humanos, “arquitectura animal”. En obras anteriores, Neto usó la arquitectura a modo de concha. Las piezas constituían la parte blanda del “cuerpo” y la arquitectura, la concha o la membrana que lo cubría. En aquellas piezas, el artista agregó algunas estructuras óseas y creó una estancia en el interior de otra estancia, un elemento que también puede observar en esta obra. Al igual que los seres humanos, los dinosaurios fueron muy poderosos, pero, al final, no fueron capaces de adaptarse a los rápidos cambios que se sucedieron en su entorno, una situación similar a la que se enfrenta la humanidad en la actualidad. La presencia en el interior de la instalación de dos “lágrimas masculinas” rellenas de pimienta y una “lágrima femenina” rellena de clavo despiertan el sentido del olfato del visitante, agudizando el sentimiento de ensoñación.

Esta sección continúa en la última de las salas clásicas del museo con la escultura El tiempo lento del cuerpo que es piel (O tempo lento do corpo que é pele, 2004). Realizada mediante una técnica de tejido de alfombras denominada “nozinho” (pequeños nudos), procedente de las montañas cercanas a Río de Janeiro, esta pieza, un enorme manto rojo tupido que parece cubrir una montaña, un animal o cualquier cosa que el visitante imagine, es una clara representación de la idea de transición entre cuerpo y paisaje tan presente en la obra del artista. Esta espesa alfombra, realizada por la cooperativa de mujeres COOPA-ROCA en base a pequeños nudos, es, a diferencia de las obras transparentes y frágiles del artista, densa y pesada, mostrando quizás el peso de algo oculto. Así mismo, alude también a la piel como el lugar de la existencia donde nuestras vibraciones internas conectan con las vibraciones externas. Neto se ha referido a esta instalaciòn como una “isla cuerpo” y como una “montaña animal”. Alrededor de ella, hay otra pieza realizada con la misma técnica, que se extiende, zigzagueante, como una serpiente.

 

Ernesto Neto, El tiempo lento del cuerpo que es piel (O tempo lento do corpo que é pele), 2013, alfombra de espuma y poliamida. Thyssen-Bornemisza Art Contemporary, Viena. Vista de la instalación: Galerie Max Hetzler, Berlín, 2004. Foto: Jörg von Bruchhausen © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, El tiempo lento del cuerpo que es piel (O tempo lento do corpo que é pele), 2013, alfombra de espuma y poliamida. Thyssen-Bornemisza Art Contemporary, Viena. Vista de la instalación: Galerie Max Hetzler, Berlín, 2004. Foto: Jörg von Bruchhausen © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

 

Dulce borde (Borda doce)

Dulce borde fue diseñada específicamente para su exhibición en el museo y nos conduce a reflexionar sobre nuestros propios límites y los límites de lo real, al tiempo que alude a la conexión existente entre nuestros cuerpos y el mundo natural, que el artista considera crucial. En la profundidad del bosque, donde todo presenta distintas tonalidades de verde, los limites o “bordes” se confunden ante la explosión de luces y sombras que se filtra entre las copas de los árboles. El artista “construye” en esta instalación su propio bosque con un “horizonte” de nailon que compone el techo de la obra y que permite que se filtre la luz. En algunas zonas, el nailon es empujado hacia el suelo por el peso de las especias aromáticas que van en su interior, a modo de troncos de árboles.

Bajo ese techo translúcido, una estructura de acero alberga un centenar de velas que se van encendiendo, una por una, cada día desde el inicio de la muestra, ocupando el centro de la sala. A medida que la cera se derrite genera, de forma natural, un dibujo. Este proceso orgánico, del que el espectador sólo puede presenciar una pequeña parte durante su visita al museo, ocurre de forma continua hasta el final de la exposición.

Una serie de pufs dispuestos alrededor de esta instalación permiten al visitante relajarse rodeado por este bosque virtual de esculturas mientras respira hondo e inhala las aromáticas especias. Como dice el artista, “somos naturaleza. Todos lo somos. Es una idea capital porque solemos separar la naturaleza de nosotros mismos, la situamos fuera, en tercera persona, cuando la naturaleza no corresponde a una tercera persona sino a la primera, está en nuestro interior. Tengo también la convicción de que el mundo entero es naturaleza”.

 

Ernesto Neto, Copulonia (Copulônia), 2013 [1989], medias de poliamida y esferas de plomo, 5 x 150 x 250 cm. Copia de exposición. Colección del artista. Vista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, Copulonia (Copulônia), 2013 [1989], medias de poliamida y esferas de plomo, 5 x 150 x 250 cm. Copia de exposición. Colección del artista. Vista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

La misma sala alberga otros conjuntos escultóricos, como Copulônia (2013), cuyo título inventado hace una doble alusión a las nociones de colonia y cópula y que consiste en un conjunto de medias de nailon de diversas tallas y colores rellenas con conglomerados de bolas de plomo; y Labioide (Lipzoid), de 2013, y Reunión de ovoides (The Ovaloids’ Meeting), de 1998, que exploran la idea de un gran sistema orgánico donde sus elementos mantienen relaciones simbióticas. La composición en el espacio hace referencia a una práctica ancestral llevada a cabo por una tribu chamánica del norte de Brasil, los huni kuin, en la que intentan conectar sus mentes directamente con la naturaleza. Borda Doce refleja la intensa experiencia vivida por Ernesto Neto con los huni kuin. En este espacio, se mezclan las obras de arte con los rituales chamánicos de este pueblo, y se manifiesta el espíritu del bosque, presente en toda la exposición.

Esta sección continúa en otra sala presidida por una escultura con formas orgánicas de acero cortén y macetas de cerámica que albergan sendas plantas. Aquí, Neto utiliza uno de sus métodos de construcción característicos. El color de la obra se modifica con el tiempo, transformándose en un profundo color marrón rojizo. También en esta galería se presenta una fotografía en color que hace referencia, una vez más, al cuerpo humano. Durante una visita al Nasher Sculpture Center, en Dallas, Neto se interesó por varias obras de la colección, tomando una serie de fotografías en primer plano de las mismas.

Que no te asuste el caos (Não repara não)

Al interior de uno de los espacios con forma de pétalo del museo, el artista invita al visitante a participar en una experiencia muy íntima. Neto transforma esta gran galería en lo que denomina un “hiper horizonte de eventos” por medio de dos grandes capas de tejido de poliamida que cubren el suelo y el techo, unidas mediantes columnas del mismo material. Al iniciar su tránsito por este espacio, el visitante experimenta cómo la estructura transparente se transforma con el peso de su propio cuerpo, al tiempo que la gasa que conforma el suelo y el techo de la instalación distorsionan la visión de un paisaje exterior.

Corona la galería la obra llamada Nave Útero Capilla 2 (Nave Utero Capela 2, 2013). En el año 2001 Ernesto Neto se casó con su novia Lili, embarazada de ocho meses, en el interior de una instalación que se exhibía en el Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro. En Bilbao presenta una segunda versión más pequeña de esta obra, que se exhibe junto a un vídeo que relata el ritual del casamiento. Al fondo de la galería se encuentra un colchón colectivo que invita al visitante a recostarse. Su cuerpo va a dejar una huella, que irá cambiando por la impronta de otros cuerpos que lleguen después. El artista busca esta sensación de fusión, de cómo nuestros encuentros íntimos nos transforman, tal vez, en algo más grande que nosotros mismos.

Este espacio también incluye otras obras que requieren la experimentación e interacción del espectador. La serie Humanoides (Humanoids), realizada en 2001 con espuma de poliestireno y poliamida, se compone de figuras capaces de acomodarse perfectamente a la anatomía del visitante, como si fuera un traje amorfo, permitiendo al que lo usa un descubrimiento táctil de sus superficies, formas y texturas.

Hacia mediados de los noventa, Neto abandonó el lenguaje geométrico de sus primeros trabajos y empezó a rellenar piezas de tejido de poliamida, previamente cosidas, con materiales tan dispares como bolas de espuma de poliestireno, harina y especias para obtener unas formas que recuerdan a cuerpos u organismos vivientes.

La sala se completa con dos proyecciones de imágenes que Neto hizo de sus amigos en la playa y durante largas noches en su apartamento.

 

Ernesto Neto, Humanoides (Humanoids), 2001, tubo y media de poliamida, terciopelo, especias y bolitas de espuma de estireno (Hombre: 177,8 x 127 x 96,52 cm / Mujer: 172,7 x 106 x 71,1 cm /Niño: 160 x 96,5 x 76 cm / 7 años: 140 x 76,2 x 76,2 cm / 5 años: 116,8 x 66 x 10 cm / 3 años: 114,3 x 45,7 x 45,7 cm). Copia de exposición. Colección del artista. Vista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, Humanoides (Humanoids), 2001, tubo y media de poliamida, terciopelo, especias y bolitas de espuma de estireno (Hombre: 177,8 x 127 x 96,52 cm / Mujer: 172,7 x 106 x 71,1 cm /Niño: 160 x 96,5 x 76 cm / 7 años: 140 x 76,2 x 76,2 cm / 5 años: 116,8 x 66 x 10 cm / 3 años: 114,3 x 45,7 x 45,7 cm). Copia de exposición. Colección del artista. Vista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, HuevoCuerpo (OvoCorpo), 2013, media y tejido de poliamida, bolitas de espuma de estireno y bolitas de polipropileno, 720 x 540 x 45 cm. Copia de exposición. Colección del artistaVista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, HuevoCuerpo (OvoCorpo), 2013, media y tejido de poliamida, bolitas de espuma de estireno y bolitas de polipropileno, 720 x 540 x 45 cm. Copia de exposición. Colección del artistaVista de la instalación: Museo Guggenheim Bilbao, 2014. Foto: Erika Ede © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

 

Vendo caramelos (Baleiro Bala)

Inspirada en las redes de cambio y trueque que han proliferado en diversas partes del mundo entero como respuesta a la vigente recesión global, se presenta una de las nuevas obras creadas para la muestra: Trueque trueque (Troca Troca, 2013). Varias bolsas de papel que contienen cuentas de cristal rodean los objetos de la vida cotidiana que constituyen el núcleo de la obra. Desde el primer día de la exposición, el visitante tendrá la oportunidad de reemplazar estos objetos por otros que él mismo haya traído.

El artista pretende evocar conceptos como la solidaridad, la convivencia, el reciclaje o la reutilización de los productos y nos invita a examinar cuáles son realmente nuestras necesidades frente a las del prójimo. Además, Neto transforma a cada participante en un agente artístico. El cuerpo de la obra está en constante cambio: parte de ella estará dispersa por el mundo y, al mismo tiempo, las elecciones personales de los visitantes formarán parte de ella.

La muestra continúa en una gran galería que invita al visitante a imbuirse en la vibrante cultura popular de la ciudad natal del artista. Metros y metros de un enorme entramado de hilo de todos los colores, cosido con la técnica del ganchillo, conforma una serie de columnas que cuelgan del techo rellenas con bolas de plástico de colores. Estas voluptuosas esculturas también sostienen tambores típicos del carnaval brasileño, racimos de bolsas de caramelos y especias, grandes cocos verdes, latas de refrescos y cerveza, y un sinfín de objetos con los que el artista quiere transportar al visitante a la bulliciosa vida de los vendedores ambulantes de los barrios de Brasil. La instalación incluye un piano situado en el centro.

Baleiro Bala es una popular canción de una escuela de samba que cuenta la historia de un vendedor ambulante de caramelos y golosinas —un camelô— que trabajaba cerca de las vías del tren en Río de Janeiro y que el artista toma como ejemplo de la supervivencia del individuo. Esta instalación es una reivindicación de las cualidades de la artesanía local y de los pequeños rituales de la cultura popular brasileña que hacen más rica y más diversificada la experiencia de la vida colectiva, frente a la comercialización de la economía en el mercado global actual.

 

Ernesto Neto, Vendedor ambulante ramillete caracaramelo (Camelô Cacho Balabala)], 2010, caramelos, bolsas de plástico, cadena y ganchos, 116 x 32 x 32 cm. Edición de 4. Vista de la instalación: Museu de Arte Moderna, Sao Paulo, 2010. Foto: Everton Ballardin. Colección del artista © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

Ernesto Neto, Vendedor ambulante ramillete caracaramelo (Camelô Cacho Balabala)], 2010, caramelos, bolsas de plástico, cadena y ganchos, 116 x 32 x 32 cm. Edición de 4. Vista de la instalación: Museu de Arte Moderna, Sao Paulo, 2010. Foto: Everton Ballardin. Colección del artista © Ernesto Neto, Guggenheim Bilbao, 2014

 

 


Ernesto Neto: El cuerpo que me lleva

Comisaria: Petra Joos

Guggenheim Bilbao, España

Del 14 de febrero al 18 de mayo de 2014

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