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SACo Y EL PODER DE LA AUTOGESTIÓN EN ANTOFAGASTA

Por segundo año consecutivo se realizó en Antofagasta la Semana de Arte Contemporáneo (SACo). Concebida por el Colectivo Se Vende como un evento cíclico dedicado especialmente a las nuevas prácticas que pueblan la escena actual, SACo propone una serie de actividades que buscan acercar obras y artistas al público local, dinamizando instancias que permitan desarrollar una escena en el contexto regional.

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Participantes de SACo (Semana de Arte Contemporáneo), en Atofagasta, Chile, 2013. Cortesía: Carolina Lara

En las versiones 2012 y 2013 se han conjugado exposiciones con diversidad de formatos y experimentaciones, talleres de arte para niños, charlas abiertas al público y encuentros entre autores locales, gestores, curadores e invitados nacionales e internacionales.

La actividad eje del año pasado fue Arte+Política+Medio Ambiente. Bajo la curaduría de la argentina Marisa Caichiolo y presentada en el Centro Cultural Estación Antofagasta, fue una muestra multicultural, de instalaciones, fotografía, video y trabajos con objetos que congregó a cinco artistas: Karen Perry y Arcangel Constantini de México, Mohamed Abu El Naga de Egipto, la argentina Andrea Juan y la artista polaca radicada en Antofagasta e integrante de Se Vende, Dagmara Wyskiel.

Este año, SACo se instaló del 24 de agosto al 1 de septiembre en el Parque Cultural Huanchaca. Fueron dos las instancias eje: la exhibición de obras dentro y fuera del recinto; y la visita desde Concepción, Santiago y Argentina de proyectos de gestión independiente, invitados que durante la semana protagonizaron conversatorios y un foro general con notables resultados.

LA EXHIBICIÓN

Al interior del recinto, entre la cafetería y el Muro Sur, la exposición reunió fotografías, técnicas mixtas y trabajos objetuales, obras de artistas que se han relacionado con el colectivo a través de proyectos anteriores, incluyendo a nuevos integrantes de Se Vende, representantes de una generación reciente en Antofagasta. De estos últimos, estaban Francisco Vergara y Camila Díaz. Los otros eran autores reconocidos: Fernando Prats (chileno radicado en Barcelona), con una imagen realizada a partir de una residencia realizada en 2012 en Quillagua; y Ana Benedetti (Argentina), con Topografía, sobrerrelieve realizado para la muestra Manual de Bolsillo. Se sumó una imagen en caja de luz, Pietá, hecha entre Dagmara Wyskiel y la actriz polaca Halina Chmielarz durante una estadía reciente en Salinas Grandes (Argentina). En el recorrido, llamó especialmente la atención Margen Hundido, de Vergara, una pecera con registros en video del fondo marino de un sector de Antofagasta que sólo se podía mirar hundiendo el rostro en el agua.

La muestra fue una puesta a prueba de la exposición que el colectivo llevó a fines de septiembre a la feria Chaco, realizada en el Centro Cultural Estación Mapocho con la participación de 31 galerías de Chile, Latinoamérica, Estados Unidos y España. Se Vende fue invitado para integrar una sección nueva de espacios de autogestión: Pop_Up Spaces. Allí se sumaron a la muestra un trabajo objetual de Pamela Canales y una serie de fotografías de Ariel Velásquez, en conjunto con el grupo Caballo Loco. La mayoría de estos artistas emergentes pasaron el año pasado por las Cápsulas de Formación que organiza Se Vende, programa de talleres y conversaciones, una suerte de academia imaginaria que ha continuado con exhibiciones, trabajos en residencia y con esta experiencia en el máximo encuentro de arte contemporáneo en el país.

Junto a la muestra que debutaba en SACo, dos intervenciones en el paisaje llamaron especialmente la atención: Outdoor Scene, de Guisela Munita (Valparaíso), una serie de sacos blancos esparcidos por el descampado que remitían al ámbito de la construcción y llevaban inscripciones con referencias al paisaje; y Juego Mixto, de la propia Wyskiel, una gigantesca pelota de golf, de 14 metros de diámetro y tres toneladas de peso, hecha con gran realismo en un material inflable, que irrumpía en el vasto paisaje del Parque Cultural, relacionando el desierto con una alusión a la cultura inglesa –que a través de las salitreras marcó el norte chileno– o bien la pequeñez de lo humano frente a la vastedad o los símbolos de poder.

La inauguración de SACo fue inusitadamente multitudinaria: cerca de 150 personas asistieron al evento que integró al paisaje intervenido esa noche con las obras iluminadas, Análogo, un trabajo con sonido e imagen de Eric Ramos (Coba) y Concreción Septaria, performance de Jorge Guerrero (Fido) y Perras Danza.

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Encuentro de reflexión entre Colectivo Móvil, Galería Metropolitana y Curatoría Forense. Cortesía: Carolina Lara

EL ENCUENTRO

Durante la semana se presentaron los artistas y gestores invitados: Colectivo Móvil de Concepción (Leslie Fernández y Óscar Concha), Galería Metropolitana de la comuna de Pedro Aguirre Cerda (Ana María Saavedra y Luis Alarcón) y Curatoría Forense (Ilze Petroni y Jorge Sepúlveda), iniciativa más bien nómade a nivel latinoamericano, que, por la procedencia de sus realizadores, podría situarse entre Villa Alegre (Chile) y Córdoba (Argentina).

Si bien se trataba de proyectos claves dentro de una “escena” de espacios independientes que se ha tejido a través de nexos y proyectos los últimos años tanto en regiones como desde los márgenes, la asistencia en estos días disminuyó notoriamente, lo que dio tema para intensas conversaciones e interrogantes: ¿Es válido sumar dosis de espectáculo para atraer público a experiencias de arte contemporáneo? ¿Importa que el arte contemporáneo tenga alcance masivo, la “formación de audiencias”? ¿O bien una actividad como SACo, en el contexto de Antofagasta, se debe mejor a dinámicas internas, a actores específicos dentro del reducido sistema artístico?

Pasaban los días de conversatorios con un público mínimo pero tremendamente interesado y conversaciones “en off” de gran intensidad. Los grupos invitados veían que SACo tenía profundo valor al haberse transformado en una especie de clínica de trabajo, en una instancia de conocimiento mutuo, de crecimiento y reflexión sobre lo que ocurre en materia de arte contemporáneo tras las bambalinas de la institucionalidad cultural y los circuitos oficiales. SACo –además– daba continuidad a un proceso anterior de encuentros que han tendido a fortalecer esta red de trabajo, con espacios que ya vienen interconectándose, reuniéndose o trabajando, si no juntos, muy de cerca.

ALGO DE HISTORIA

A comienzos de enero de 2013 se realizó en Concepción Local+Visita, encuentro de proyectos independientes de arte contemporáneo donde participaron grupos de trabajo de cinco regiones del país. Organizado por Móvil, sumó en la Corporación Cultural Artistas del Acero, ponencias, conversaciones y una exposición sobre cada proyecto que incluyó como elementos visuales catálogos, afiches, fotografías, videos y material gráfico.

Se encontraron por entonces el Colectivo Se Vende (Antofagasta), Espacio G (Valparaíso), Laboratorio de Arte y Cultura (Temuco), Galería Daniel Morón, Galería Callejera y el sitio Arte y Crítica (Santiago), más iniciativas locales: el propio Móvil, Mesa8 y República Portátil.

Entre muchos otros temas, se discutieron algunas definiciones: ni colectivos, talleres o espacios de exhibición, sino plataformas de trabajo relacionadas con la autogestión, la asociatividad, nuevas formas de producción y la reflexión de contexto. Por sobre la construcción de visualidad y la manufactura de piezas de arte, el interés suele estar puesto en “obras” que son más bien acciones –actividades de formación, intervenciones, exposiciones– que se instalan a través de la ciudad, en casas tomadas, en instituciones o en el espacio público, en territorios altamente simbólicos. Al margen de los criterios de mercado, son actos que buscan restablecer los vínculos entre arte y comunidad.

Precursores de iniciativas así han sido, a fines de los años 90 en Santiago, Galería Metropolitana y Hoffmann’s House. Instalada la primera en lo que parece el garaje de la casa familiar, en la comuna de Pedro Aguirre Cerda, ha sido lugar de artistas relevantes y un referente que ha excedido el ámbito de la exhibición para trabajar con procesos y vínculos, fundiendo muchas veces el arte y lo político. En 2012 GalMet abre en Concepción un lugar para residencias de artistas y activa proyectos entre invitados internacionales e instancias locales. H’s H, por su parte, nació ironizando el formato galería, siendo una mediagua que se instalaba en sitios públicos o instituciones, y donde expusieron artistas significativos para el arte contemporáneo chileno. Comandado por Rodrigo Vergara y José Pablo Díaz, organizó en 2005 en Valparaíso el EiEi, Primer Encuentro Internacional de Espacios Independientes, que congregó grupos de Valparaíso, Santiago y países como Argentina, Colombia y Brasil. Aunque adquiría cuerpo una suerte de red de espacios independientes en Latinoamérica, la segunda versión del EiEi nunca se hizo.

LAS CONCLUSIONES

¿Qué significaron los colectivos invitados a SACo 2013? Además de ser eslabones de un proceso más local, puestos en diálogo con la región de Antofagasta, implicaron temas claves para el desarrollo de la escena local, experiencias ejemplares para los procesos internos: Móvil, como una plataforma de exhibición para artistas jóvenes que –ante la falta de espacios de exhibición– se ha situado en calles de Concepción con dispositivos que se relacionan con formatos de visualidad urbana, como un letrero luminoso o esos expendios de confites y bebidas que funcionan con monedas; Metropolitana, como lugar emblemático en el cruce entre arte y política, que ha trabajado tanto la relación de los artistas con el barrio como el plano de políticas públicas, con nexos a nivel de otras galerías y grupos de artistas, asociaciones gremiales y juntas de vecinos; finalmente, Curatoría Forense, con un formato de acción nómade que ha aprendido a situarse en distintos contextos de países como Argentina, Brasil y Chile, para relacionarse con artistas locales e instituciones a través de sesiones colectivas de trabajo y reflexión. Este último proyecto tiene además un lugar de residencia para artistas en Villa Alegre (región del Maule), donde ha implementado una biblioteca especializada abierta a la localidad.

Se sumaron a las ponencias en SACo, el propio colectivo Se Vende, mostrando una iniciativa clave para la zona: la activación de Quillagua como centro de trabajo e investigación para artistas y grupos interdisciplinarios; María Esperanza Rock, teórica e historiadora de arte, con una investigación sociológica sobre este poblado aymara dramáticamente afectado por la minería y la disminución del río Loa; y Guisela Munita, artista que ha trabajado tanto con el espacio público como con el patrimonio en Valparaíso.

Dentro de la “clínica” de trabajo que fue esa semana de convivencia diaria, hubo novedosas conclusiones sobre modos de trabajo comunes. La primera apuntó a las definiciones: no se trata de “gestión independiente”, porque nadie trabaja aislado, sino de “gestión autónoma”, ya que para actuar no es necesario el fondo público, el apoyo privado, la institución o el reconocimiento, el mercado o la participación en ferias y bienales, sino el propio poder de trabajo y conexión, el poder de establecer relaciones “efectivas y afectivas”, tal como lo acuñó Curatoría Forense.

Segundo, desde el interés por dar visibilidad a ciertas obras o artistas, han inventado nuevos modos de “curaduría”. Algunos proyectos se desmarcaron del término; aun cuando algunas de sus acciones implicaran una selección de obras, esto no pasaba por criterios unilaterales, sino por procesos de diálogo y reflexión conjunta.

Tercero, el uso del espacio público es una constante, operaciones desde el territorio o el paisaje, así como la apertura a modos de creación en proceso, que impliquen situaciones sociales o acontecimientos.

Cuarto, en la etapa de gestión de recursos la relación con la institucionalidad cultural y con el circuito oficial del arte es más fluida que con la empresa privada. La postulación a fondos públicos es constante, así como la relación con museos, centros culturales o universidades que permiten espacios de trabajo y patrocinios, rara vez auspicios. Algunos proyectos han inventado modos de financiar sus proyectos, como lo hizo Curatoría Forense con la “venta en verde” de su libro sobre gestión autónoma en Argentina, que se distribuye en varios países, “copiando” –con consentimiento– la idea a un artista chileno que trabaja fuertemente con editorialidad: Jorge González Lohse a través de C-Ediciones, financiando así gran parte de la impresión.

Quinto, la permanencia en el tiempo se debe en gran parte a un trabajo que mezcla obsesión y dinamismo, con propuestas de trabajo que se van transformando y acomodando según las circunstancias y la relación con el propio contexto. La experiencia del viaje es también vital para estrechar vínculos y aprender del otro. Además, como coincidencia entre los tres grupos invitados y el anfitrión, quienes llevan estas plataformas de trabajo colectivo son parejas.

Sexto, atraer al público masivo no es un fin, ya que la misma definición obedece a criterios de mercado y de industrias culturales. Importan públicos pequeños, el contacto azaroso y abrirse más a ese “otro”, al vecino, al transeúnte que se conmovió con una foto, a los jóvenes que asistieron a una charla a la salida de clases. Importa activar situaciones de diálogo para que el impacto se traduzca en un aprendizaje mutuo.

El foro general fue cita intensa. Lo que se programó para una hora y media o dos, duró tres. La idea final fue una interpelación a todos: armar una suerte de bienal o evento con cierta periodicidad que retome lo que dejó la Trienal de Artes Visuales 2009 y que no prosperó para una segunda versión, una instancia que difunda nuevas formas de arte activando la reflexión, situaciones sociales, nexos con otras escenas locales e internacionales. Hasta ahora, las políticas públicas y la empresa privada parecen apostar más bien por el fomento del mercado y el evento masivo, siendo fuerte indicio que el máximo y único encuentro de arte contemporáneo que ha podido perpetuarse, celebrando recién su quinta versión, sea la feria Chaco.

Última conclusión: si la idea no logra prender desde el Estado o de la empresa privada, como ocurre con bienales o eventos tan importantes como Sao Paulo, Mercosur, Documenta o Manifesta, es probable que desde este poder de autogestión nazca una plataforma que permita un desarrollo más transversal del arte contemporáneo en Chile. Tal vez, sin bienales sino a través de estos encuentros, ya se esté logrando.

POST-SACo

Un nuevo encuentro multitudinario y de envergadura nacional se hizo del 10 al 12 de octubre en Concepción incluyendo a grupos de artes visuales y fotografía. Los participantes fueron más diversos y no necesariamente conectados, siendo una selección de quince proyectos hecha a partir de una convocatoria abierta por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes a través del país, que congregó más de 50 postulaciones para una ciudad que se reconoce como epicentro de estas prácticas. En este primer Encuentro Nacional de Colectivos de Fotografía y Artes Visuales, Se Vende participó como única iniciativa de arte contemporáneo de toda la zona norte. De Copiapó, se integró un colectivo de fotógrafos, Atacama Panorámica.

Carolina Lara Bahamondes

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