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Residencia Ripac:un Relato en Primera Persona

Los chilenos somos buenísimos para hacer notar que en todas partes siempre hay un chileno. Y es que efectivamente, por diferentes motivos, los chilenos hemos tenido que emigrar bastante, aunque no sé bien hasta qué punto esto es característico sólo de los chilenos: seguramente no sólo hay un chileno en todas partes, sino que también un argentino, un colombiano, un español, y así con todos los países. Sobre estas migraciones o desplazamientos y cómo influyen en la producción artística se preguntaron María Lightowler y Carolina Rodríguez al momento de organizar la Residencia de Investigación y Producción en Arte Contemporáneo, RIPAC.

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Intervención de Christian Leyssen. Todas las imágenes con cortesía de RIPAC y de los artistas

Lightowler es argentina y dirige la galería Central de Proyectos en Buenos Aires. Rodríguez es chilena y vive en Buenos Aires, desde donde comenzó a interesarse por acercar las relaciones entre artistas y teóricos chilenos y argentinos, considerando la cercanía geográfica y un pasado común entre dos países que aparentemente son tan disímiles. Es por esta razón que RIPAC se planteó como un espacio de encuentro entre dos países vecinos, pero que en muchos aspectos a nivel de formación y creación artística son más bien dispares.

RIPAC fue pensada para cinco chilenos y cinco argentinos. Sin embargo, los cruces entre nacionalidades saltaron a la vista inmediatamente: una artista chilena radicada en Buenos Aires, otra argentina radicada en Santiago, otra nacida en Buenos Aires pero asentada en Santiago desde los 13 años, y así sucesivamente, casi todos los participantes de alguna forma conocían profundamente el significado del desplazamiento.

RIPAC dio inicio a sus actividades el pasado 11 de febrero con una presentación pública en el Centro Cultural de la Embajada de Chile en Buenos Aires, lugar donde se llevaría a cabo todo el trabajo de la residencia. En esta presentación, los artistas convocados mostraron brevemente su trabajo, dejando entrever rápidamente una de las grandes diferencias entre artistas chilenos y argentinos: la formación. Los chilenos no tardaron en declararse “licenciados en arte”, mientras que los argentinos sólo señalaron su nombre y comenzaron a mostrar su trabajo. Casualidad o no, lo cierto es que la obra era ciertamente muy diferente tanto a nivel cromático como conceptual.

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Centro Cultural de la Embajada de Chile en Buenos Aires

Si bien las organizadoras de RIPAC plantearon la residencia como un espacio libre de trabajo e investigación entre los artistas, que no requería una entrega final, ya en la segunda jornada de trabajo la necesidad asomó entre los participantes y se planteó la posibilidad de generar una obra. Tras conversar toda la tarde durante la segunda jornada, las primeras ideas comenzaron a asomar, siendo uno de los puntos importantes de reflexión la extraña situación de encontrarnos en una embajada, lo que implicaba técnicamente estar en Chile. La situación era aún más bizarra: se trataba de diez artistas y teóricos viviendo casi todos juntos durante diez días en una hostal, lejos de nuestros hogares, talleres y materiales cotidianos de trabajo, sumado a la necesidad de crear una obra en un corto plazo. Sin embargo, estos no fueron impedimentos y prontamente cada cual encontró lo que el teórico Christian Leyssen, chileno residente, llamó en su texto desarrollado para RIPAC “Pretexto de Origen (PO)», es decir, aquello que, estando en el marco de la participación en RIPAC, gatilló una idea para proseguirla en la pieza, y «Concepto Asociado (CA)», que intenta interpretarlos breve y provisoriamente.

La jornada concluyó con una charla de Gonzalo Pedraza, curador chileno que actualmente dirige el área de artes visuales en el Centro Cultural Matucana 100, en Santiago. Pedraza, siempre muy cercano a los residentes, realizó una presentación muy dedicada y amigable, en la cual abordó el eje de las diferencias en los sistemas de enseñanza y producción de los artistas chilenos y argentinos. Tomando un concepto acuñado por Raymond Williams conocido como “la estructura de sentimientos”, señaló cómo el contexto reconvierte la tradición y altera significativamente la forma de cada quien de mirar las cosas, influyendo en la creación de los artistas. Sin duda esta charla fue la síntesis de aquello que ya veníamos visualizando en las conversaciones entre residentes como la estructuralización del arte chileno en comparación con un arte argentino que podría considerarse más libre, alegre y, me atrevo a decir, que incluso más emocional.

Una vez terminado el evento nos esperaba una cena grupal en la terraza del Hostel Entre Libros, nuestro hogar durante RIPAC. En ella no sólo se generaron más ideas para trabajar y discutir, sino que también se acordaron nuevas cenas y más encuentros donde el arte sería el tema protagonista. Bien señalaron al comienzo Carolina y María, que en esto del arte muchas veces los mejores proyectos e ideas nacen de una conversación en torno a un café, un mate o una cena bien conversada, tres cosas que fueron una constante durante todos los días que RIPAC duró.

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Reunión de trabajo, RIPAC. Centro Cultural de la Embajada de Chile en Buenos Aires

El día 13 de febrero se realizó la primera jornada libre de trabajo, en la cual el grupo terminó por cohesionarse gracias a un gesto de apoderamiento. El Centro Cultural de la Embajada de Chile en Buenos Aires contenía en su interior una exposición de artistas chilenos desde septiembre de 2012. Dicha exposición no tenía visitas ya que, irónicamente, el Centro Cultural, al ser espacio de Embajada, no se encuentra abierto al público y por lo tanto no tiene visitas regulares. Cuestionando esta ironía y también por necesidad de ocupar el espacio (que por cierto derrochaba condiciones para ser una buena sala de arte) desmontamos temporalmente la exposición para hacer posesión de paneles, muros y suelos del lugar. Desde entonces el Centro Cultural fue realmente nuestro y de alguna forma le entregamos vida a un espacio que en la práctica se encuentra en estado de inercia absoluta.

En la cuarta jornada de residencia, junto con proseguir el trabajo en el centro cultural, tuvimos el agrado de realizar visitas a talleres de artistas, actividad organizada para poder conocer in situ cómo trabajan los artistas y diversos creadores en Buenos Aires, además de poder también salir del ensimismamiento del trabajo intenso. Los escogidos fueron Panal 361 y el taller de los artistas Fernando Goic y Laurie Pérez Campana, siendo el primero un edificio antiguo refaccionado para la creación de estudios y talleres. Panal 361 se plantea como un espacio donde se entrecruzan diversas disciplinas, conviven entre sí y en esta relación se genera intercambio y enriquecimiento. Diseñadores gráficos, diseñadores de vestuario, fotógrafos, pintores, escultores ocupan los talleres de Panal junto a espacios comunes, como una galería de arte y otros amplios espacios disponibles para la realización de cursos y eventos. En oposición a este gran edificio de talleres, el espacio de Goic y Pérez Campana se trataba de un galpón muy personalizado que funciona como taller y vivienda al mismo tiempo. Goic nos deleitó con una improvisada charla sobre su trabajo, su pensamiento y a su vez los residentes pudimos conocer de cerca su obra, haciendo de la actividad una interesante conversación entre artistas-pensadores que una vez más decantó en lazos amistosos, invitaciones y nuevas ideas. Ambos artistas nos abrieron literalmente las puertas de su hogar muy amigablemente, lugar donde además de trabajar en su obra personal realizan clínicas para otros artistas. Las clínicas son, por cierto, muy comunes para la formación de artistas en Buenos Aires, donde el auto aprendizaje marca la pauta de quienes se dedican al arte. Pudimos ver que es mucho más común este formato que la formación institucional en facultades de arte, como es el caso en Chile, donde contamos con más de 15 escuelas de arte sólo en universidades.

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Visita al talle de Fernando Goic

El día viernes 15 de febrero prosiguieron las jornadas de libre trabajo, cerrando la semana con una charla al final del día del curador Rodrigo Alonso, enfocada en cómo influyen los desplazamientos en la creación del artista latinoamericano, quien desde tempranos tiempos tuvo la necesidad de trasladarse para formarse, aprender de otros maestros y participar de las escenas artísticas fuera de sus fronteras.

Alonso desarrolló una charla muy completa en la cual habló de la experiencia de artistas como Marta Minujín o Rirkrit Tiravanija, artista argentino-tailandés. Sin duda, uno de los puntos más interesantes de esta charla se refería al modelo de “artista de bienal”, aquel artista contemporáneo que, ya instalado en la escena, carece de taller o lugar de trabajo porque es invitado permanentemente a eventos artísticos donde crea una obra específica de acuerdo al contexto: reacciona a la invitación. Por último, abordó críticamente la ausencia de diálogo entre los artistas actuales, lo cual se trataba de uno de los conflictos a resolver, al menos en parte durante esta residencia. Al igual que en la charla de Pedraza, la actividad cerró con una ronda de preguntas a cargo del curador italiano Massimo Scaringella.

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La artista chilena Rosario Perriello en una presentación de su trabajo

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Ubicación de las obras de los residentes en el Centro Cultural de la Embajada de Chile en Buenos Aires

El fin de semana comenzó con la visita al Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, MACBA, que aloja una colección permanente de arte geométrico. Continuando el recorrido, fuimos al Barrio de la Boca para visitar la Fundación Proa, donde tuvimos el lujo de ver la exposición de Harun Farocki. El día finalizó con jornada de libre trabajo, continuando así también domingo y lunes, en los cuales se preparó todo para la Residencia Abierta al Público, programada para el 18 de febrero en el Centro Cultural de la Embajada de Chile. El evento, que en principio se planteaba como una visita para conocer lo que habían estado haciendo los residentes, sin ánimo de presentar nada finalizado y más bien como una instancia de conversación, se transformó en lo que fue una muestra de trabajos finales de la residencia, dado que sin haberlo pronosticado, cada artista sintió la necesidad de crear una obra. Incluso los teóricos nos animamos a hacer pequeñas intervenciones para presentar nuestros textos. La Residencia Abierta al Público se desarrolló mejor de lo que esperábamos y durante cuatro horas el Centro Cultural de la Embajada se llenó de visitantes, entre artistas, amigos e importantes curadores. Todos tuvieron la oportunidad de conversar largo y tendido con los residentes, quienes felices explicaron sus trabajos y los del resto de los compañeros, en lo que fue una lluviosa -y algo fría- pero productivísima jornada de cierre.

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Residencia abierta al público

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Residencia abierta al público

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RIPAC. Residentes y organizadores

 

El último día de RIPAC llegaron las alegrías y tristezas de la experiencia vivida. Durante la última jornada, dedicada a concluir la residencia y comentar tanto lo bueno como lo malo de ella, descubrimos que en diez días habíamos generado no sólo obras, proyectos y contactos, sino también lazos. Lo que en un comienzo nos había parecido casi como un reality show, en el cual nos estaríamos observando constantemente entre nosotros mismos, se transformó más bien en una bonita convivencia donde nacieron amistades y proyectos en común. Carolina Rodríguez y María Lightowler seguro están felices: organizaron una residencia con el fin de acercar las relaciones entre artistas y teóricos chilenos y argentinos y nos entregaron el espacio para dialogar, reír, discutir, observar, pensar y con esto no sólo lo lograron, sino que nos enviaron de vuelta a casa con nuevos amigos y ansiosos por seguir trabajando en conjunto esto que llamamos arte.

Pamela Fuentes

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