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NICOLÁS RUPCICH: IMAGEN EXPORTABLE

En el marco de este Mes de la Patria, Espacio Flor presenta Imagen Exportable de Nicolás Rupcich. Se exhiben tres obras que Rupcich recientemente exhibió en la Fundación Migliorisi (en Asunción, Paraguay). En esta ocasión el autor ha modificado esas obras especialmente para Espacio Flor.

Las tres obras se concentran en la manipulación y ‘perversión’ de la ‘imagen’ con que Chile pretende presentarse en el extranjero (el término ‘perversión’ proviene del latín y significa ‘volcar’, ‘invertir’ o ‘dar vuelta’). Significa, por lo tanto, ‘volcar’, ‘invertir’ o ‘dar vuelta’ una ‘imagen’. ¿Pero qué es una ‘imagen’? Volveremos sobre eso un poco más abajo…

Dos son los objetos de las perversiones de Rupcich. El primero es Chile como ‘milagro económico’ (encarnado en la Gran Torre Santiago del Costanera Center). El segundo es la noción del ‘paisaje chileno’ como ‘monumento natural’. Los objetos de esta segunda parodia son la Portada de Antofagasta y las Torres del Paine. Pero como se verá hacia el final, la mayor parodia no es a esos objetos, sino a la representación misma como condición sine qua non de su existencia.

Sean cuales sean las operaciones de Rupcich –si es que hemos de asumir que no ‘reproducirán’ los objetos con los que tratan como nos los ofrecen Sernatur o Cencosud– éstas pone en evidencia una cuestión sin la cual nuestra experiencia del mundo es inimaginable: la mediación. Desde el momento en que tenemos cinco sentidos, la capacidad de organizar lo percibido en pensamientos y la capacidad de expresar esos pensamientos –principalmente por medio del lenguaje–, el mundo que percibimos está determinado por nuestra propia biología. Estamos mediatizados por ella. Pero hemos logrado acoplarle algunas prótesis, como la fotografía y el video (que son los medios con los que trabaja Rupcich). Dijimos que la mayoría del tiempo los pensamientos se expresan por medio del lenguaje. Si bien esta afirmación es bastante corriente no por ello es menos discutible. Las ideas que constituyen los objetos con los que trabaja Rupcich se expresan por medio de imágenes (como las postales de la Portada de Antofagasta y las Torres del Paine). También se expresan por medio de la construcción de objetos simbólicos (como la faraónica Gran Torre Santiago).

¿Qué hace Rupcich con estos tres objetos? ¿Cómo los invierte, da vuelta o vuelca?

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En el caso de los ‘monumentos naturales’ lo que hace es alterar su modo de presentación como objeto turístico. En la postproducción hace algo insólito: instala una ‘neblina digital’ que cubre total o parcialmente a los monumentos naturales que Sernatur nos re-presenta en prístinas imágenes más (o menos) reales que lo real. Baudrillard las llamaría hiperreales. Al verlas nubladas, reparamos en lo tendenciosamente connotadas que son cuando las vemos despejadas y ‘editadas’. Más profundamente, reparamos en lo que ya hemos señalado: el carácter ‘mediatizado’ – construido y ‘escenográfico’– de (casi) toda imagen. Esto se aplica tanto a las ‘postales’ alteradas como a la fotografía de la Gran Torre Santiago. Pero aquí la alteración es otra: la imagen es proyectada con un ‘efecto’ (otro más) que la hace parpadear como si el proyector se hubiera echado a perder. Dicen que uno no se da cuenta que camina con los zapatos puestos hasta que aparece una pequeña piedra. Entonces se ‘siente’ el acople entre la ‘máquina-zapato’ y la ‘máquina-cuerpo’. El zapato también es una prótesis (sólo que más antigua que la cámara fotográfica y el proyector de video). La prótesis se siente cuando se rompe la contigüidad que hacía del pie y el zapato una sola máquina.

Nuevamente sentimos el ‘fuselaje’ de la representación justo cuando ésta es objeto de un desvío (cuando no ‘funciona’ como se supone que tendría que hacerlo para que nos olvidemos que se trata de un artificio). Quizás es como pegarse en los dedos cuando se clava un clavo en la pared, o cobrar consciencia de que uno se está mirando en un espejo cuando éste se empaña o agrieta. Cada época ha tenido sus medios para producir eso que llaman ‘la construcción paralela de lenguaje y mundo’. Lo que hace Rupcich no es otra cosa que echar mano a los medios más recientes. En ese sentido podemos comprender estos videos como insertos en una investigación que se retrotrae a obras como ML, Big Pool, Landscape Design o Automatic. Buena parte de la temática de estos trabajos parece ser lo ‘real’ como un constructo que no deja de recordar al final de Blade Runner (donde una alegre pareja de ‘replicantes’ se va de vacaciones a uno de esos ‘parques’, tan ‘naturales’ como las postales que los representan). ¿Cómo puede haber algo que sea ‘parque’ y que a su vez sea ‘natural’? La respuesta es aterradora: “cuando examinamos más de cerca cómo es que llegamos a conocer ese mundo, siempre nos encontramos con que no podemos separar nuestra historia de acciones – biológicas y sociales– de cómo se nos aparece ese mundo. Es tan obvio y cercano que es lo más difícil de ver” (Francisco Varela y Humberto Maturana). Eso –‘eso’ tan obvio que se nos olvida– es lo que vemos a través del ojo de Rupcich y de su cámara, que no es otra cosa que una prótesis de su ojo y un hermano enfermo de los ojos de todos nosotros.

Demian Schopf

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