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El Primer Verbo (ii)

En el paisaje de los visuales del segundo milenio, dos personajes se han distinguido como referentes. Una es Mia Makela, o Solu también, artista finlandesa, que en el año 2001 comenzó a realizar visuales improvisadas junto a una agrupación musical, llamada Dadata, para luego continuar su trabajo de forma independiente, hasta hoy, colaborando con diversos creadores, principalmente del ámbito sonoro. Cabe recalcar que músicos y videastas en el Live Cinema trabajan en condiciones de igualdad, buscando llevar a la cúspide sus contribuciones.

Enseñanza,  reflexión y edición acerca de esta forma de arte, mediante seminarios, talleres y curadurías, son pasos que Solu también ha ejecutado, llegando a publicar en el año 2006 su tesis titulada Live Cinema (Medialaboratory, Helsinki); un ordenamiento de su experiencia en la exploración mediática, que va más allá de lo artístico, buscando las conexiones humanas, materiales y del espíritu, integrando al activismo social y al chamanismo en su proceder.

Mia Makela, Kaamos Trilogy performance en Berlín, 2009. Cortesía de la artista

Mia Makela, Kaamos Trilogy performance en Berlín, 2009. Cortesía de la artista

El otro es un renombrado cineasta, galés, Peter Greenaway, quien decretó la muerte del séptimo arte con la aparición del control remoto, artefacto que permitió la interactividad del espectador con el audiovisual: fecha del evento, 31 de septiembre de 1983. Cualidad que el cine no incorpora, debido a sus pertenencias como género. Greenaway, ante las tiranías varias que para él amarran el ejercicio -la pantalla como encuadre y contenedor, el guión como fuente narrativa, los actores como intérpretes y la cámara como artefacto de la mirada-, redactó en el año 2003 un manifiesto rotulado “Hacia una re-invención del cine”, donde abogó en pos de su liberación y la figura expandida del VJ sobrevino portadora de la emancipación, como lo ha querido demostrar en sus proyectos Tulse Luper VJ World Tour y LUPERCYCLOPEDIA, que desde el año 2005 hasta el presente y con alcances hasta el año próximo han sido y serán el terreno de la praxis, para indagar en la experiencia desvestida, interactiva e interdisciplinaria del arte que pudo reunir en su cuerpo de obra todas las estéticas dispuestas anteriormente, estallando ahora en direcciones infinitas, estampa que ha venido anunciando para el quehacer coetáneo, la historiografía del arte.

Peter Greenaway. European Graduate School, www.egs.edu/. Foto: Hendrik Speck: www.hendrikspeck.com/. Fuente: www.flickr.com/photos/hendrikspeck/

Peter Greenaway. European Graduate School, www.egs.edu/. Foto: Hendrik Speck: www.hendrikspeck.com/. Fuente: www.flickr.com/photos/hendrikspeck/

Me permito reutilizar una cita, referida a la pintura de Velásquez, antes inscrita en otras páginas de mi autoría: el consejo que el viejo Pacheco dio al parecer, a su alumno, cuando éste trabajaba en su estudio de Sevilla: “la imagen debe salirse del cuadro” (1), pero la música de la notación, el actor del libreto, de la coreografía el bailarín y del volumen la escultura, de los géneros la escritura, de la función el diseño y el cine, de lo que ya sabemos, para declamar ir más allá de lo contemporáneo, superando sus causas.

La reflexión genera sospechas adecuadas: el acondicionamiento de los medios a la situación.  La anulación del espacio-tiempo, de las distancias por ende, de los límites, de la necesaria sucesión de los episodios y su decantación para la comprensión y la construcción de una realidad, desde la razón histórica, vital oposición a los hechos explosivos y carentes de antecedentes, atados a lo inaprensible, como un big – bang, siguiendo analogías de Baudrilliard (1996), que diariamente justifican su irrupción, en la medida de su presencia, como actos poéticos, que inauguran la realidad permanentemente. La inmediatez de la información, si ha generado cambios en el aprendizaje humano, los canales de relación con el mundo, inevitablemente se han modificado; la escucha, la mirada, el movimiento y la palabra, la percepción a fin de cuentas, el pensamiento. Esto no significa, que la vida se haya convertido en una cuestión poética, ya que es este un asunto extraordinario, insostenible como estado cotidiano. Cuestión de poetas o de historiógrafos. Un post mortem, nada más que ficción, nada menos. ¿Podemos escoger?, ¿debemos hacerlo?.

Múltiples pantallas en el espacio, controladas a través de un aparato hardware -dos plasma sensibles al tacto-, que permite mezclar video sobre música en tiempo real -asumiendo el sentido de la etimología compartida-, dan la opción a los espectadores, a la vez que abrazarlos con una marcha audiovisual, de posar su atención en la ventana más cautivante o de seguir el vértigo de la multiplicidad. Es la propuesta que Peter Greenaway ha desarrollado, para representar las condiciones socio culturales de producción y recepción de la obra cinematográfica en el presente, acompañada, como no, de un merchandising digno de la pretensión exhibida.

Máquinas análogas de recepción y difusión musical denominadas Panorama Soundies, Scopitones y Snader Telescription, hicieron su aparición en Estados Unidos y Europa, entre 1940 y 1960. A medio andar entre la industria cinematográfica, la discográfica y la televisión, por unas monedas mostraban canciones actuadas, potenciando la imagen de los músicos y a la par promocionando sus melodías. Antecedente de un triunvirato considerado por el citado cineasta, que pese a la juventud de las partes, vio temprana su muerte por exigencias tecnológicas y comerciales que no acostumbran  esperar.

Modificado el orden de los estratos, por lo histórico y culturalmente dispuesto, en relación a los principios de la formación sensible, según lo establecido al abrir esta narración, se agregó en el cine, otrora mudo, sonido a la imagen,  e imagen al sonido en la saga del video clip, mientras que la televisión nace con ambos dispositivos incorporados. De la superficie al abismo, o en dirección inversa, no dejan de ser imprescindibles, a la hora de completar los vacíos de la simulación, cabalgando unas sobre otras, estimulándose alternadamente, estas capas de lo sensible, arcaicas, unificadas ahora por el ingenio del software, adelantado en el campo de la música para entregar a los íconos innovaciones.

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1- Foucault, Michel “Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas”. Segunda Edición. Siglo XXI editores. Buenos Aires. 2008. Cap. I, pág. 26.

Pedro Pablo Bustos

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