Las pinturas y dibujos monocromáticos de Eduardo Cervantes (1966) siempre han estado anclados en la física y la mecánica, la astronomía y el paisaje, la arquitectura y la ciencia ficción. El artista mexicano -asentado en Nueva York desde el 2000- ha creado en los últimos años paisajes distópicos, desconcertantes y sin embargo visualmente seductores, poblados por antenas de radar, plantas nucleares y centrales eléctricas. En esta nueva serie de trabajos, elabora un compendio de edificaciones futuristas enclavadas en un ambiente caótico, producto del atropello industrial.